Los personajes, nombres de Harry Potter, asМ como otras marcas de identificaciСn relacionadas, son marcas registradas de Warner Bros. ╝ & ╘ de publicaciСn de Harry Potter ╘ J.K.R. 2006 Y que me tomИ el atrevimiento de crear un par de personajes, sino le quitaba el sentido a la historia!

Capítulo I: Pociones.

Sus cuerpos, desnudos, se sumían cada vez más en la tentación y el deseo que los embargaba. Estaban juntos, y nadie los separaría ya. Los ojos de Lily llameaban, ardientes le decían a James que continuara, que no acabara, que no se detuviera y que la amara. Sus mejillas rojas delataban el grado de excitación que poseía su cuerpo ante los sentimientos que el chico le transmitía con amor, porque entre ellos además de pasión había amor. Su cabello bailaba al ritmo de su respiración agitada. El cuerpo y los movimientos de James le aclaraban que no se detendría, que si dependiera de él, jamás lo haría.

Al fin tenía su cuerpo y podía tocarlo, acariciarlo, experimentar en él nuevas sensaciones que sólo podían ser apreciadas en el momento. Siempre lo había querido así, siempre lo había deseado. Siempre la había deseado a Lily, por supuesto.

Esos pensamientos agobiantes le nublaban la mente al morocho chico de dieciséis años que caminaba trastabillando por los corredores de Hogwarts. Pero una voz quiso sacarlo de su ensimismamiento. La voz de aquella mujer por la que se moría en deseos de hacerla suya, por la que daba todo y más si le era posible.

-¡James Potter! -aulló aquella angelical voz, que en vez de estar excitada y deseándolo como él la imaginaba, le gritaba furiosa-. Eres un asco, ¡no quiero cruzarte más!

-Lily -balbuceó él, sonriente, aún con aquellos pensamientos impuros rondándoles en la cabeza.

-¡Idiota! -masculló la chica antes de irse, seguida por su comitiva de amigas. Finalmente alguien logró despertarlo en verdad de sus sueños eróticos con aquella mujer:

-Ahora si lo lograste, Cornamenta. Si querías que no te hablara más... pues, ¡ahí lo tienes! -señaló por donde se había ido la chica con un gesto de la cabeza-. Tendrías que haber visto su cara, Colagusano -rió Sirius Black hablándole a otro muchacho, un poco más desgarbado y feúcho-. ¿Tú lo viste Lunático? -dijo al cuarto del grupo, con mucha la curiosidad refulgiendo en sus ojos negros-. Parecía que iba a comérsela tan solo con mirarla -él y Pettigrew rieron, pero Sirius recibió un golpe en la cabeza de James, mientras Remus suspiraba y se dirigía a su amigo con voz cansina:

-Cornamenta, amigo, debes hacer algo con Evans. Lamento tener que decir que, por primera vez, Canuto tiene razón. Te la comes con los ojos -Sirius no contuvo la risa-. Y si no haces algo, la chica terminará por golpearte -la carcajada de Sirius llegó a un punto alarmante, pero se convertía en algo forzada. La gente al pasar, se detenía para mirarlo, y muchas chicas se sonreían entre sí, mientras cuchicheaban cosas inaudibles para los oídos de James que aún pensaba en Lily. Sirius, en cambio, al ver a un grupito de chicas curiosas que lo miraban, sonrió seductor y añadió con voz melosa:

-Hola chicas -el cuchicheo aumentó más aún, mientras ellas se iban contentas y sonrientes, dándose codazos en las costillas unas a otras y ruborizadas al máximo. Más de una tiró su cabello hacia atrás, en forma arrogante y altanera.

-Déjalas, Canuto. Solo son de tercero. No querrás formar falsas expectativas a cuanta mujer sola encuentres, ¿verdad? -dijo Remus confiado en que la respuesta de su amigo no fuera un 'sí' o una desalentadora carcajada.

-¿Son chicas? Pues claro que quiero. ¿Cómo vas a cuestionar algo así, Lunático? ¿Qué hace la mujer sin el hombre? ¿Qué hace el hombre sin el sexo? -sonrió altanero

-Esta conversación ya se fue de las manos, ¡tienes dieciséis años! No puedes hablar así como si... como si

-Lily Potter -pronunció James interrumpiendo, totalmente ajeno a la conversación de sus amigos que comenzaban a enfadarse. Excepto Colagusano, a quien se lo veía contento con saber algo de 'sexo'.

-No tienes arreglo -se lamentó Remus-. Vamos, tenemos Pociones y llegaremos tarde.

-¡Qué bien! Cornamenta, al fin tenemos de nuevo a Quejicus, ¿concretamos nuestro plan? -preguntó malicioso Sirius. Una sonrisa apreciativa se asomó en su rostro.

-¡Como tú digas compañero! -dijo James. Riendo y planeando cosas malignas, se aproximaron a las mazmorras. Bajaron dos pisos más.

-¡Uno! ¡Ya solo falta uno, Colagusano! ¡Fuerza! ¡Tú puedes! ¡¡A ver esa autoestima!! -bromeaba Sirius.

-Oh, no Sirius. ¡Se cae por las escaleras! -dijo James refiriéndose al autoestima de Peter.

-Mala suerte, Colagusano. Nosotros no te cargaremos -añadió Sirius.

-¡Lunático! -exclamó James sobresaltándolo.

-Levanta la autoestima de Colagusano y... -continuó Sirius.

-¡Bajemos las escaleras! -dijeron a coro James y Sirius. Ya se les había hecho costumbre molestar a Peter Pettigrew por su falta de atletismo y su físico achanchado. Remus reprochaba esa actitud con un gesto seco de la cabeza, murmurando un patéticos.

-¡Cornamenta! -exclamó en un instante Remus- ¡A que no te animas a voltear! -se burló con tan solo un susurro.

-¿Cuánto a que sí? -probó James muy seguro de sí mismo, pero sin entender nada.

-Solo hazlo -dijo Remus rendido, sabiendo que sí daría la vuelta y queriendo lograr su objetivo.

James volteó. Aquel perfume a floral lo invadió de pies a cabeza, estremeciendo cada parte de su cuerpo y llenándole la cabeza de fantasías que cada día se le hacían más difícil de alejar. La fragancia que emanaba aquel perfume parecía descargar corrientes eléctricas en su sistema nervioso, impulsada por cada una de sus venas y mezclándole la boca de un sabor dulzón que deseaba poder probar realmente alguna vez. El olor directamente le llegaba al corazón, y solo podía pertenecer a una persona:

Lily Evans estaba a unos pocos centímetros con su grupo de amigas. El enojo de momentos antes parecía que ya no existía en ella, y solo esa hermosa sonrisa la llenaba con esplendor.

-Hola, James -dijo, coqueta, la chica más cercana a Lily. Su cabello negro y su piel tostada jugaban con sus ojos miel. Era linda. Muy linda, pero Lily... no tenía comparación. Las superaba a todas.

-¡Nara! -dijo una pelirroja, también perteneciente al grupito-. Con James no lograrás nada. ¿No ves que está muerto por Lily? -Evans sonrió a James con entusiasmo, y a él le vino a la cabeza, solo por un instante, la borrosa imagen de una boda...

-Nos vemos -dijo la chica pasando a su lado y rozándole el hombro con total intención.

-¡Evans, espéranos! -dijo la pelirroja.

-Adiós -murmuró James cuando la muchacha ya se estaba alejando.

-Adiós Sirius -dijo la pelirroja antes de voltearse y correr hacia su amiga que las esperaba en el comienzo de la última escalera que conducía a las mazmorras.

-Hasta luego, Remus -sonrió una que, hasta el momento, ninguno había notado. Rubia, pequeña y bastante paliducha.

-Vaya, vaya, vaya -dijo con su característico tono altanero Sirius-. Las tenemos muertas, Potter -ambos rieron asintiendo al comentario.

-Pero oye -exclamó James-. Hoy hubo otro requerimiento... -Bromeó

-Sí, a Lunático también lo halagaron hoy... -completó Sirius

-¿A ver cuándo te unes al grupo, Colagusano?

-¡Ya basta! -dijo Remus intentando que no siguieran insultando a su amigo, aunque no podía ocultar del todo sus mejillas coloreadas-. Llegaremos tarde a Pociones. ¿Hicieron la tarea, cierto?

-Ouch -corearon los otros tres.

-Ah, si no tienen cura -se lamentó Remus-, por poco y lo olvido.

-Y tú no te decides -reclamó James

-Cuando no hacemos la tarea, te enojas. Cuando la hacemos, también -acotó Sirius

-¡Decídete, peludo!

-¡Si cuando hicieran la tarea la hicieran bien...! -exasperó.

-Bueno, de eso se tratan los deberes. De ver cuánto sabemos, ¿verdad? -preguntó con sinceridad Peter

-Porque no usan el sentido común ni leen sus libros. ¡No parece que piensen como gente normal! -se quejó

-Mira quién habla de normalidad, Lunático -dijo sarcástico James

-A propósito de normalidad... ¿cuándo será nuestra próxima salida de luna llena? -James sacó un pergamino estropeado de su mochila y lo examinó con cuidado.

-Según esto... -señaló el papel-. En dos fines de semana -agregó con una sonrisa.

-Vamos -los apuró Lupin-. En verdad no entiendo qué le encuentran de divertido a eso.

-Es que no buscas la acción, compañero.

Bajaron el último piso algo alicaídos y sin bromas en el trayecto. Al parecer, el hecho de que faltaran dos semanas, casi tres, para su próxima salida les bajaba el ánimo. Pero ya lo recobrarían, de eso no había duda: les esperaba una clase de pociones con Quejicus.

* * *

-Maldita poción -maldijo Sirius por lo bajo, cuando su poción, que tenía que adoptar un color celeste, lanzó una llamarada de fuego que le chamuscó las cejas al tomarlo desprevenido, demostrando a todo el curso su ardiente color rojo. Varios rieron, incluido James, que su poción tenía un intenso color celeste cielo.

-No te preocupes, Canuto -alentó revolviendo su poción como lo decían las indicaciones-. Sabes, por naturaleza, que el examen lo aprobarás -Sirius sonrió con picardía-. El que me preocupa es Colagusano. Le tendremos que dar una 'Gran' ayuda.

-Nadie va a ayudarlo -afirmó Remus, metiéndose en la conversación-. Él puede hacerlo solo -James y Sirius rieron descarados-. Solo se equivoca en las vueltas. Colagusano, las agujas del reloj, avanzan para la derecha. Estás haciéndolo al revés -ahora, no solo rieron James y Sirius, sino que varios compañeros más que habían oído el comentario de Remus soltaron una carcajada que tomó por sorpresa al profesor.

-Señor Lupin ahórrese los comentarios en mi clase -James y Sirius fingieron tener tos, mientras seguían riendo.

-De esta no te salvas, Lunático -susurró James. Pero para su desgracia, el profesor tenía un gran oído.

-Señor Potter, lo invito hoy a las ocho en mi despacho. Para variar -sonrió con malicia.

-Profesor... -llamó la vos de Lily Evans desde la otra punta del aula-. Si todos reímos, lo justo sería castigar a todo el curso. ¿Por qué solamente a Potter que solo hizo un comentario?-James se sonrojó y varios soltaron exclamaciones de evidente asombro.

-¡Silencio! -Llamó el profesor-. Veo que usted también quiere un castigo, señorita Evans. Muy bien. Me extraña esto de usted. ¡Pongan todo el contenido de sus calderos en una botella y salgan de aquí!

-No, profesor. Yo no quise... -intentó defenderse Lily, pero el profesor ya estaba convencido de su decisión y mientras todos salían, dijo:

-A las ocho, con Potter, en mi despacho. Llega tarde y le sacaré cincuenta puntos a Gryffindor, ¿entendido?

-Pero, pero... -James no se movía, quería hecharle una maldición al anciano profesor y al mismo tiempo alabarlo. Si estaban los dos castigados, podría pasar más tiempo con ella...

-Esa fue mi última palabra. Nos vemos por la noche -salió por la puerta apurando a los alumnos. Lily parecía al borde de las lágrimas y todo su grupito de amigas la rodeaba.

James supo que era el momento de acercarse y disculparse. Codeó a sus amigos para que lo acompañaran, y se preparó.

-Lily yo...

-No digas nada Potter. Ni siquiera intentaste defenderla -dijo con crueldad la pelirroja.

-Pero si yo no... -intentaba excusarse inútilmente.

-¡No le hables así a James! -saltó Nara dirigiéndose a la pelirroja.

-¿Y tú te consideras mi amiga? -preguntó Lily con odio-. ¡Lo único que quieres de mi es utilizarme para estar cerca de James! ¿A eso le llamas amistad? ¡Pues si es así yo no quiero que seas mi amiga! -salió corriendo aún con llorando.

-¡Idiota! -susurró la otra.

-Lily, ¡Lily espera por favor! -dijo James cuando comenzaba su carrera tras ella, aunque no pudo evitar una sonrisa de autosatisfacción: habían peleado por él. Lily había peleado por él.