Esta idea anduvo rondando por mi cabeza hace unos meses y no me resistí en publicarla xD. La estroda pertenece a la canción "volverte a ver" de Juanes, que fue parte de mi inspiración. Depende de que tan bien recibido sea este fic, lo hire haciendo ya que estoy trabajando en la última secuela de "Más fácil llegar al sol".

Advertencia: lenguaje vulgar ocacional de aqui en adelante.

Espero que les guste :D


CAPITULO 1: Un deseo del corazón

Volverte a ver es todo lo que quiero hacer

Volverte a ver para poderme reponer

Porque sin ti mi vida yo no soy feliz

Porque sin ti mi vida no tiene raíz

Ni una razón para vivir…

Sus lágrimas caían una a una mientras miraba la sencilla lápida que tenía grabado el nombre del santo dorado que había conquistado su corazón, ese santo que pereció en la Guerra Santa frente a uno de los crueles jueces del infierno Minos de Grifo. No pudo hacer más que mirar al bello hombre caer sin vida después de haber utilizado todas sus fuerzas para acabar con el espectro.

¿Por qué la vida era tan injusta y tenía que llevarse a los héroes de la tierra? Era la pregunta que se realizaba todos los días desde hace poco más del año que había finalizado la cruenta guerra.

No había día que pasara sin pensar en esos bellos ojos cobalto tan hipnóticos y misteriosos volviéndose casi una adicción para la castaña de dieciséis años que seguía de rodillas frente a la lápida.

-Sr. Albafica…- pronunció con gran dificultad ese nombre en un hilo de voz- no sabe lo mucho que lo extraño…

Agasha hipaba sin poder detener el mar de lágrimas que seguía creciendo. Se lamentaba tanto el nunca poder haberse armado de valor y decirle al santo de Piscis lo mucho que le importaba para ella y que a pesar que él se había comenzado a acostumbrar a la compañía de la joven después de infinitas insistencias y conmover por fin el gélido y temeroso corazón de Albafica, el tiempo fue relativamente corto como para conocerse a profundidad.

-Agasha… deberías de ser más fuerte por él…

La florista miró rápidamente por arriba de su hombro y sus ojos acuosos divisaron una silueta alta que portaba una túnica azul marino y decoraciones doradas en las mangas y el cuello de la prenda. Era el patriarca.

-Sr. Shion…- habló la jovencita.

El ahora nuevo patriarca Shion sonrió con amargura y se situó a un lado de Agasha poniéndose de rodillas sin dejar de mirarla.

-A él le hubiera gustado que te hicieras fuerte- miró la lápida.

-Lo intento pero no puedo…- su voz quebrada y sus lágrimas que surcaban las mejillas hacían entender al lemuriano que su dolor era tan grande que sería un gran reto que el tiempo lo sanara.

-Te entiendo Agasha- colocó una mano en el pequeño hombro de la joven griega- perdí a la gran mayoría de mis compañeros y amigos, los extraño como no tienes idea dejándome un hueco en el corazón ¿pero sabes una cosa?- Shion miró de nuevo a la florista quien también volteó a mirarlo con esos ojos oliva brillantes por las lágrimas- les prometí a cada uno de ellos que sería fuerte y que daría lo mejor de mi como patriarca para mantener la paz en este mundo.

Agasha se lanzó a los brazos del lemuriano liberando todo ese llanto que albergaba su corazón y él la cubrió con sus fuertes brazos intentando darle aunque fuera un poco de consuelo. Él sabía lo importante que era ella para Albafica, le prometió que la cuidaría como él pudiera.

*0*0*

La florista regresó a su casa con los ojos hinchados de tanto llorar. Abrió la puerta y un aroma delicioso que provenía de la cocina le hizo suponer que su padre estaba preparando la cena. La noche ya había caído.

-¡Agasha!- la voz gruesa del hombre se escuchó desde la cocina y salió para encontrarse con el semblante entristecido de su hija.

Ambos guardaron silencio. Agasha no necesitaba decir nada, pues sus ojos enrojecidos lo decían todo.

En segundos, su delicado cuerpo fue envuelta entre los fornidos brazos de su padre ocasionando que las lágrimas que tanto intentaba retener volvieran a brotar.

-Hija…- pronunció en un susurro- tienes que dejarlo ir… se que es difícil pero no me gusta verte así, tan triste…

-No puedo… lo amo y eso nunca va a pasar…- hablaba con gran dificultad entre sollozos.

-No te estoy pidiendo que lo dejes de amar- el hombre acarició la castaña cabellera de la dama- sólo quiero que seas un poco más fuerte y sigas con tu vida… él siempre va a estar contigo en donde sea que se encuentre…

De verdad Agasha intentaba ser más fuerte, pero cada despertar era sentir como su corazón se volvía a romper después de abrir los ojos a la realidad.

*0*0*

Shion estaba en el templo patriarcal en uno de los estudios leyendo unos pergaminos sobre un viejo escritorio de madera, cuando sintió que un cosmos inquieto avanzaba rápidamente hacia donde se encontraba.

-Su Ilustrísima…- Teneo, el discípulo de Hasgard de Tauro y ahora caballero de Tauro, se asomó un poco apenado por la puerta de madera que estaba entre abierta.

-¿Sucede algo, Teneo?- el patriarca lo miró extrañado.

-Algo raro sucede en el cielo y no se si sea algo malo o bueno… no quería inquietarlo pero quería que usted mismo viniera a ver.

Shion se puso de inmediato de pie y le pidió a Teneo que lo llevara a que le mostrara aquel fenómeno que se estaba manifestando. El santuario aun estaba en reconstrucción y los tiempos de paz reinaban por el momento, pero aun así no había que tomarse las cosas a la ligera en caso de que algún enemigo hiciera su aparición.

Llegaron afuera del templo patriarcal y el joven santo de Tauro apuntó con su índice una sección de la obscura bóveda donde una estrella tintineaba de una manera anormal.

-Oh no…- murmuró Shion.

-¿Qué sucede Ilustrísima?- Teneo lo miró preocupado.

El ex santo de Aries sintió que ni una palabra saldría se su boca y sus ojos borgoña denotaban una gran preocupación y terror. Esa estrella era preludio de un gran desastre.

-Parece que la Guerra Santa aun no concluye…- pensó el rubio sin dejar de mirar el cielo.

*0*0*

Agasha se levantó sin ánimos de nada como era costumbre desde hace un año. Hizo lo de siempre: darse un baño, desayunar y ayudar a su padre con la florería. Pero había algo que la florista había comenzado a sentir como si algo en especial sucedería esa día, pero no le tomó importancia.

-Agasha, necesito que lleves este arreglo a la Sra. Alicia, está lastimada de un tobillo y no puede caminar, así que necesito que se lo lleves.

-De acuerdo papá- contestó la florista intentando sonar animada.

Tomó el arreglo de tulipanes que estaba en la mesa y comenzó a caminar, después de todo la casa de la señora no estaba tan lejos.

Luego de diez minutos de caminata y dejarle el arreglo a la Sra. Alicia, emprendió el caminó de regreso, pero al pasar cerca del bosque sintió que alguien la estaba observando. Detuvo sus pasos y miró hacia la casi obscuridad del paisaje que se encontraba iluminadas por débiles rayos de luz que se filtraban entre las ramas de los árboles. Se acercó un poco más haciendo caso omiso a su instinto de "corre porque puede acecinarte" y decidió ponerse de curiosa en ese momento.

Luego de estar un rato buscando, se encogió de hombros y culpó a su mente por quizás haberle jugado una broma, pero la voz que escuchó definitivamente no era su imaginación.

-¿Te sucede algo jovencita?- cuestionó una suave voz.

-¿Eh?- Agasha miró nuevamente al interior del bosque retrocediendo algunos pasos con desconfianza, pero no lograba divisar a esa persona.

-Estoy seguro que si te sucede algo- volvió a hablar la misma voz.

-¿Quién es?- indagó desconfiada la castaña llevándose ambas manos a su pecho, retrocediendo nuevamente y buscando presurosa a ese "alguien".

-No tienes que temer- comenzó a avanzar hacia la salida dejando ver su silueta- no te haré daño.

La florista se relajó un poco al mirar que era una persona común y corriente y no de algún monstruo o espectro, aunque se le hacía un poco extraño la vestimenta de aquel hombre alto: un smoking negro, un sombrero de copa del mismo color y guantes blancos. Era demasiado elegante como para pasear por un bosque según los pensamientos de Agasha, pero su apariencia le recordaba bastante a Tenma de Pegaso que había visto en algunas ocasiones.

-¿Quién es usted?- indagó curiosa la de ojos oliva.

El hombre esbozó una suave sonrisa.

-¿Yo?- dijo con cierto toque de diversión, caminando hacia la joven griega hasta situarse a metro y medio de ella- yo soy quien te ayudará con tus problemas.

Agasha tenía un semblante de confusión. ¿Quién era ese tipo? ¿Y cómo es que la ayudaría si en su vida lo había visto? Seguramente era algún adivino que intentaba conseguir dinero a cambio de "visiones" del futuro o quizás algún mago con trucos baratos.

-Mi nombre es Youma- dijo por fin después de captar que la florista no estaba entendiendo lo que sucedía. Tomó una de sus manos y depositó un suave beso en su dorso- ¿Y el tuyo?

-A-agasha…- titubeó, retirando su mano de la de Youma.

-Es un placer- se quitó el sobrero dejando ver sus alborotados cabellos castaños.

-¿Qué es lo que quiere?- preguntó desconfiada, pues el tipo le había parecido bastante raro.

-Ayudarte con tus problemas- le sonrió mientras se ponía de nuevo el sombrero.

-Usted está loco- masculló la castaña dándole la espalda y caminando rápidamente de ahí.

-¡Espera, espera!- Youma se coló frente a la joven- sé que no me conoces y desconfías de mi, pero te juro que puedo ayudarte.

Agasha lo miró con fastidio y pasó por un lado de él sin decirle una sola palabra.

-¿Ni siquiera quieres que te ayude… con tu amado Albafica?

Ese nombre obligó a detener la piernas de la castaña y girar sobre sus talones quedando nuevamente frente al hombre castaño mirándolo como si la hubiera ofendido.

-Si es usted una de esas personas que busca unir los corazones de otras, déjeme decirle ¡qué él está muerto!- profirió, intentando retener las lágrimas de sus ojos oliva.

-Eso lo sé- su sonrisa se desdibujó- miré cuando ese juez del inframundo quebró cada uno de sus huesos, y me hubiera gustado poder hacer algo pero ya era tarde…- habló como si estuviera afligido.

-¿Y entonces como piensa ayudarme- cuestionó la castaña en un hilo de voz.

-Quiero concederte un deseo.

-Está bromeando- dijo desconfiada.- No tengo dinero para sus cosas de adivino, genio o lo que sea.

El castaño rio divertido por la actitud de la joven, confundiéndola más de lo que estaba.

-No voy a cobrarte- metió una mano a su traje sacando un fino reloj de bolsillo de color dorado y lo abrió.- Sólo tienes que tomar mi mano y decirme tu deseo y cuando cierre este reloj, se cumplirá. Solamente tienes que pedir lo que mas anhele tu corazón.

Agasha abrió sus ojos inmensamente queriendo creer lo que Younma le decía, pero sonaba demasiado estúpido. No era un dios para revivirlo, ni parecía tener poderes o cosmos como los caballeros. Seguramente quería burlarse de ella.

-¿Cómo sabré si no me está mintiendo?

El hombre rio suavemente y le estiró la mano que tenía libre.

-Confía en mí, sólo tienes que tomarla, decirme tu deseo y al cerrar mi reloj, la magia hará el resto.

La florista estaba llena de incertidumbre. ¿A caso sería bueno creerle a ese desconocido? Nadie le creería, pues eran demasiado descabelladas cada una de las palabras de Younma, pero Agasha estaba en esos momentos que podía hacer hasta lo imposible con tal de volver a ver a su amado caballero, y aunque la razón le decía que desconfiara, su corazón le gritaba que lo hiciera.

-¿No se está burlando de mí?

-Yo no me burlo de dolor ajeno- le dijo con seriedad- por eso quiero ayudarte, ayudarlos a todos. No me gusta ver a las personas tristes.- La miraba con aparente sinceridad.

La florista seguía dudando y mirándolo con desconfianza, pero al final su corazón ganó la batalla interna y una de sus delgadas manos tomó la de Youma.

-Ahora dime lo que tanto deseas- sonrió el castaño.

Agasha cerró con fuerza sus orbes, pensando seriamente su deseo.

Fácilmente podía pedir la resurrección de Albafica, pero en parte sería egoísta puesto que sería muy probable que extrañaría a sus compañeros. Estuvo un par de minutos pensando correctamente su deseo hasta que por fin lo pudo formular.

-¿Ya sabes que desearás?- cuestionó ansioso el hombre.

-Sí- contestó decidida- deseo que la Guerra Santa no hubiera existido para que el Sr. Albafica siguiera con vida.

-¡Concedido!

Youma cerró con fuerza el reloj de bolsillo, el espacio comenzaba a distorsionarse y una luz comenzó a envolver a Agasha. La florista comenzó a asustarse por la energía que recorría su cuerpo y juró que por unos pocos segundos había visto que la sonrisa del hombre de traje estaba adornada por dientes puntiagudos. Ella había desaparecido en esa luz.

-Hora de que comience el espectáculo.

*0*0*

Shion miraba con horror como a lo lejos el paisaje de distorsionaba y un cegador haz de luz había desaparecido de la nada.

-No es verdad… no puede ser verdad…- musitaba con infinita preocupación por lo que pudiera haber pasado.

*0*0*

Agasha se removía entre las sábanas y cubrió sus ojos del molesto rayo de sol que se filtraba por la cortina de la ventana situada a un lado de la cabecera de su cama. Suspiró con pesadez. Había sido un sueño demasiado extraño.

Tomó asiento al filo de la cama y al abrir los ojos se percató que muchas de sus cosas eran diferentes, dejándola perpleja: vestía una bata de dormir rosa pastel de una tela muy fina, las cortinas eran de terciopelo rojo, la mesita de noche era de una madera muy fina al igual que el escritorio que estaba frente a su cama que no era la misma donde dormía siempre, pues estaba cubierto por sábanas blancas de seda y la cabecera era de mármol.

Se puso de pie de un salto sintiendo una suave alfombra que cubría todo el suelo de la habitación. Giraba en su lugar mirando a todos lados, aterrada, y se encontró con su reflejo en el espejo de un hermoso tocador de granito que estaba recargado en la pared paralela a su cama. Corrió y se recargó con ambas manos en el mueble, analizándolo y dándose cuenta que alrededor del espejo tenía decoraciones de oro. Finalmente miró su reflejo, que afortunadamente seguía siendo el mismo.

No entendía nada ¿de donde carajos había salido todo eso? Estaba bien consciente que su padre y ella no disponían del dinero para darse esos lujos y sólo vivían con lo básico. Entonces… ¿cómo salieron esos muebles tan costosos y finos?

Miró a la izquierda y divisó un ropero de madera de pino y no dudó en abrirlo, mirando que estaba repleto de ropa que ni en sus sueños tendría: vestidos de colores hechos de seda y otras telas eran lo que llenaban el mueble.

Dio un par de pasos hacia atrás sin dejar de ver las vestimentas y escuchó del otro lado de la puerta que gritaban su nombre. Esa voz la había dejado helada, pues tenía casi doce años sin escucharla: era la voz de su difunta madre.

-¿Mamá?- murmuró la florista sin salir de su estado de asombre e incredibilidad.

En eso, la puerta se abrió y el rostro de una mujer adulta, pero bonita, se asomó al interior de la habitación. Unos ojos oliva y largo cabello castaño fue lo que miró Agasha. Definitivamente ella era su madre.

-Que bueno que ya te levantaste hija- habló alegre la mujer- tu padre ya se va al santuario.

¿Su padre? ¿Al santuario? ¿Qué tenía que hacer allá?

Agasha intentó pronunciar algo, pero para su garganta era imposible emitir algún sonido.

-Ya me voy amor ¿ya se levantó Agasha?

Esa voz no se parecía en nada a la de su padre.

Un hombre alto, de facciones finas, mirada marrón y cabello rojizo que le llegaba poco más debajo de los hombros amarrado en una coleta baja apareció junto a la madre de Agasha.

-Milagro que te levantas temprano- habló divertido el hombre- siempre tenemos que estarte despertando para cuando tengo que irme, hija.

¿Hija? ¿Aquel hombre completamente desconocido para Agasha la había llamado hija? ¿Quién carajos era él?

El pelirrojo elevó su cosmos dejando más perpleja a la pobre florista, y ante sus ojos presenció como su cuerpo iba siendo vestido por una armadura dorada: la armadura de Piscis.

La boca de la castaña de abrió, pero ni un sonido salía aún.

-Mira Lugonis- habló enternecida la mujer- se puso igual que la primera vez que te vio usar tu armadura.

¡¿Lugonis?! ¡¿A caso su madre había dicho Lugonis a ese hombre?! Agasha recordó que Albafica le había contado sobre su maestro que había querido tanto como a un padre y las características que le había descrito eran las mismas del hombre que estaba frente a ella.

El santo, e increíble y aparentemente padre de la castaña, caminó hasta ella y le dio un beso en la frente sin recibir respuesta o reacción de la joven griega.

-Cuidas a tu madre ¿de acuerdo?- sonrió el pelirrojo mientras le revolvía los cabellos a la castaña.

Caminó de nuevo hacia su "esposa", la tomó de la cintura y depositó un suave beso en sus labios.

La mente de Agasha no asimilaba nada. Esperaba que fuera un mal sueño pero al parecer era tan real como su existencia. Ese hombre que se suponía era maestro y padrastro de Albafica, besó a su madre y era padre de la florista. Pero lo que aun no le cabía en la cabeza era: ¿Qué no se suponía que su sangre era tan mortal como el del caballero de Piscis que ella conocía? ¿Qué mierda era todo eso?

-Tengo que ir a custodiar Piscis, será mejor que me vaya antes de que Ilias de Leo venga a llevarme a rastras al santuario- habló divertido.

¿Ilias? ¿Qué no era el padre de Régulus de Leo?

-Ten cuidado amor- la mujer abrazó cálidamente al santo.

-No te preocupes- le correspondió el abrazo con la misma calidez.

Lugonis se despidió por última vez de Agasha y su madre diciéndoles que volvería la próxima semana, pues sólo tenía permitido quedarse en Rodorio un día a la semana ya que tenía que permanecer en el doceavo templo. Athena y el patriarca habían sido comprensivos con él, no podía llevar a su familia a su casa ya que el aroma de sus rosas podían llegar a ser mortíferas para ellas, además que el santuario no era el lugar más seguro del mundo como para criar a su hija y cuidar a su esposa.

Agasha no pudo con todo lo que miraba y poco a poco sintió que faltaba oxígeno en su organismo, cayendo desmayada en el suelo.


Achis achis los mariachis ¿pero que pasó aquí? Creo que el deseo de Agasha lo torcieron. Ya nos cargó con Youma -.-

¿Albafica donde estás?

Eso de tener a Lugonis de padre de la noche a la mañana está intenso. Pobre Agasha quedará shokeada por siempre D:

No se si sepan pero antes de Kardia, Degel, Regulus y no se que otros doraditos más tenían sus antesesores de ese mismo siglo XVIII. En el gaiden Old Twice hacen mención de ellos.

Espero sus Reviews bonitos. Me inspiran a seguir creando estas historias extrañas y locas xD

Nos leemos!