¡Negro y Brillante!
Nota del traductor: Hola a todos, aquí les traigo una traducción del fic Black & Bright de Meghan Page, pueden revisar el original en el siguiente link: s/10783930/1/Black-Bright . Yo sólo he querido compartir esta historia con los hispanohablantes así que nada, aparte de la traducción misma, me pertenece. Espero la disfruten, sólo tiene dos capítulos (que tendrán la próxima semana) y una secuela, que haré si les gusta cómo traduzco y la historia misma.
N/A: La inspiración para esto vino del fic de Elly_belly Color en ao3, el cual deberían, absolutamente, ir a ver, si no lo han visto. Esto es sólo mi versión de la idea. ¡Todo el crédito es de Elly!
Esto se volvió un poco más angustioso de lo que había planeado originalmente, pero, oh, bueno.
Hay rumores que cuentan que los colores existen. Aunque la mayoría de la gente está acostumbrada a ver matices de gris, hay historias de quienes pudieron ver cosas que los demás no. La historia dice que todo lo que tienes que hacer es escuchar a tu alma gemela decir tu nombre, y todo brotará en brillantes colores.
Aun de pequeña, Carmilla no podía creer ni un poco en esos rumores, sin importar cuánto lo quisiera. Además de la dudosa naturaleza de la existencia de los "colores", la cual nadie parecía capaz de explicar o describir por completo, también estaba el problema del alma gemela. La idea de que hubiera otra alma que encajara perfectamente con la tuya era demasiado fantasiosa para ser verdad.
Qué equivocada estaba.
Ella había estado en esta tierra por casi dos siglos – dos siglos llenos de negros, blancos y grises. Y, de nuevo, como en anteriores e incontables ocasiones, estaba actuando la misma historia – una volcadura de carruaje, una joven demasiado amable para su propio bien y una oferta de refugio. Carmilla estaba segura que esta vez terminaría igual que las anteriores.
Entonces pasó. Fue unos días después de su llegada. Carmilla estaba saliendo de su cuarto, a su acostumbrada hora tardía. Descendió las escaleras y entro al salón de estar que Ell y su padre acostumbraban usar por las mañanas. Esperaba encontrarlos sentados en la mesa, terminando su té, se sorprendión cuando la recibió un cuarto vacío.
Dio unos pasos más, buscándola. "Hola" llamó.
"Oh, ¿Carmilla, eres tú?" Lavoz clara de Ell vino desde el final del pasillo. "Estamos en la habitación de enfrente, la vista afuera es adorable hoy y las ventanas de ahí son demasiado pequeñas"
Pero Carmilla no escuchó nada después de su nombre, de repente el mundo entero había cambiado. Era brillante, era vibrante, era… estos debían ser colores. Ella miró asombrada alrededor de la habitación. Su mente, de algún modo, la bastecía con nombres de matices que nunca antes había visto. Esa silla era roja, y por allá, ese jarrón de ramas de pino, las ramas eran verdes… era asombroso.
Carmilla volvió en sí cuando escuchó la voz de Ell llamándola de nuevo. "¿Carmilla?"
"Sí, querida niña, estoy aquí," contestó, su voz temblando ligeramente. "¿Podrías unírteme por un momento?"
Escuchó los pequeños pasos de Ell viniendo desde el pasillo, su corazón se encogió por la anticipación – y también por el miedo. ¿Y si decía el nombre de Ell y la otra chica no veía los colores? ¿Y si los veía?
Por fin, Ell rodeó la esquina de la entrada y Carmilla jadeó. Era hermosa. Su cabello era de un rubio brillante, sus ojos eran de un tono azul que, aunque Carmilla lo veía por primera vez, estaba segura de que nunca encontraría otro igual. Podía decir la diferencia exacta entre el tono del cabello de Ell y sus cejas, que estaban arqueadas por la preocupación.
"Ell", inspiró, y observó cómo las cejas caían y los labios rosados se separaban con asombro. Los ojos de Ell volaron por la habitación, incapaz de ver un objeto por mucho tiempo antes de que otro color la distrajera, antes de fijarse en el rostro de Carmilla.
"Carmilla" dijo en voz baja. "¿Tú… Tú ves…?"
Carmilla sonrió de alegría, incapaz de mantener el regocijo fuera de su rostro. "Lo hago". Respondió.
Ell fue hacia adelante y Carmilla la atrapó, girando con ella una vez antes de ponerla abajo. Levantó la cara de Ell, necesitaba tocar los colores que ahora podía ver.
"Azul," murmuró trazando el contorno de los ojos de Ell.
"Rojo," Ell susurró, su pulgar deslizándose suavemente por el labio inferior de Carmilla.
"Hermosa," dijo, atrayendo a Ell más cerca
"Hermosa," Ell repitió, justo antes de que sus labios se encontraran, todos los colores del mundo explotaron detrás de los párpados de Carmilla.
Cuando se separaron, Carmilla supo que todo iba a ser diferente. Se aseguraría de ello. No permitiría que su Madre la alejara de Ell. Ellas huirían juntas y pasarían el resto de sus vidas deleitándose en los colores que habían revelado la una a la otra. Carmilla estaba segura que ésta vez no terminaría como las demás.
Qué equivocada estaba.
Carmilla se apartó de la mirada de Ell, se alejó del azul que tanto amaba, ahora difuminado por el miedo y el odio.
"¡Monstruo!" gritaron esos dulces labios rosas, Carmilla lo sintió como una bofetada.
"Ell, por favor, déjame explicarte…" lloró, incapaz de soportar la visión de esa cabeza rubia alejada de ella. Se volvió hacia su madre
Debería haber sabido que su Madre lo descubriría. Debería haber sabido que nunca podría escapar, nunca tuvo algo tan bueno y precioso como Ell cuando Maman la tenía en su puño.
La encadenaron, forzándola a quedarse en un profundo ataúd de piedra, forzándola a ver cómo encima de ella, Maman incrustaba sus dientes en el cuello de Ell.
Ell chilló, su sangre era roja – demasiado roja. Se derramó desde su cuello, salpicando sobre Carmilla e inundando el ataúd con un rojo tan oscuro que era casi negro.
Entonces, con un último sollozo ahogado, se acabó. No quedaba ningún pigmento que le recordara a Carmilla la hermosa vida que había tenido una vez.
Así, Carmilla aprendió la segunda parte de la historia. La parte que describe lo que sucede cuando tu alma gemela muere.
Carmilla gritó, muy fuerte.
Setenta años en una caja es tiempo suficiente para reflexionar sobre el pasado. Con el paso de los años, Carmilla empezó a olvidar los colores. Recordaba que existían, por supuesto, pero ya no podía recordar cómo eran. No sabía qué era peor – no poder dibujar los claros ojos azules de Ell o tener que recordar con exactitud el modo en que se oscurecieron con miedo cuando la chica descubrió lo que ella era.
No que eso importara ahí abajo, en la oscuridad de su prisión-tumba. No había luz para ver. Sólo había oscuridad y dolor y el sonido del jadeo moribundo de Ell.
Cuando escapó, Carmilla hizo lo que pudo para enterrar los recuerdos de aquella chica, para dejarla atrás junto a los restos incoloros de su añeja sangre seca. Se volvió más duro cuando Madre finalmente la encontró, pero hizo todo lo que pudo para concentrarse en las pequeñas venganzas; no permitió que el recuerdo del suave cabello dorado la distrajera de las chicas a la mano. No se permitió reflexionar sobre qué color de ojos pudieron tener las chicas a las que había salvado, o qué tono de rojo podría verse en la sangre de las que no pudo.
En esos años intermedios, el juego había cambiado, y Carmilla también. En vez de confiar en la inteligencia de las chicas para ver a través de la historia, Carmilla tuvo que depender de ella misma. Se enseñó a ser lo que necesitara ser – apasionada, brusca, siniestra – lo que fuera para lograr que las jóvenes hicieran lo que quería, ya fuera persiguiéndolas o, ultimadamente, cediendo a los deseos de Madre. Estaba segura de que ahora podía controlarse, controlar sus emociones y no dejar que nada como Ell volviera a pasar.
Qué equivocada estaba.
Laura vino a su vida como uno de sus carruajes volcados, pequeña, pero llena de pasión y fuego. Por supuesto, ellas no se llevaban bien – Carmilla cuidadosamente había moldeado su personalidad para que chocara contra Laura en cada punto posible. Estaba segura de que esta historia terminaría justo del modo que quería, con Laura corriendo hacia las colinas.
Entonces pasó. Estaba descansando en la cama, leyendo un libro y preocupándose de sus propios asuntos, cuando la voz aguda de Laura vino del baño. "¡Carmilla! ¿Te mataría limpiar tu cabello del drenaje de la ducha?"
Pero Carmilla no escuchó nada después de su nombre. Jadeó, rígida por el shock, por segunda vez en su vida entera, el cuarto a su alrededor estalló en colores. Sobre el escritorio, la tonta taza azul de Laura, en la cama estaba su almohada ¿amarilla, en serio?
Laura regresó del baño y se paró en la puerta, sus brazos cruzados sobre su pecho y su pie golpeando el suelo. "¿Hola? ¿Me escuchaste?"
Todo lo que Carmilla pudo hacer fue mirarla fijamente. Antes la había notado, por supuesto, pero estaba pasmada por la completa comprensión de la belleza de Laura. Su adorable cabello castaño claro caía en ondas sobre sus hombros, enmarcando sus rosadas mejillas ruborizadas y sus bellas cejas castañas, las cuales estaban enarcadas hacia Carmilla con enojo.
Dándose cuenta de que había estado en silencio por mucho tiempo, Carmilla rápidamente se levantó y agarró su mochila, lanzando su libro adentro.
"Perdona, linda, tengo prisa. Tengo que estar en cualquier otra parte que no sea aquí." Arrastró las palabras, sabiendo que eso presionaría los botones de Laura. Estaba bastante segura de que escuchó un gruñido de frustración detrás de ella cuando salía del cuarto.
Tan pronto se cerró la puerta, Carmilla se deshizo en una nube de humo, reapareciendo en el techo de la librería. Era uno de sus lugares preferidos para pensar. Por primera vez, mientras miraba hacia el patio de abajo, vio el verde del pasto y el rojo de las construcciones circundantes, silenciosos, aunque estuvieran a la luz de la luna.
Pero en vez de llenarse de asombro, como la primera vez que había visto los colores, todo lo que sentía ahora era pánico. Estaba pasando de nuevo – Ell estaba por todas partes. Pero ¿cómo? ¿Cómo era posible? ¿Podía el alma de una persona unirse a más de una?
Su filosofa interior quería pasar la noche contemplando todas las ramificaciones que esto podría tener. Al mismo tiempo, su pragmática interior le estaba gritando que corriera, que corriera mientras pudiera, antes de que la historia tuviera la oportunidad de repetirse.
Pero ella, su ser más profundo, la joven chica humana que creía había encerrado hace siglos, quería regresar directamente a su cuarto y proteger a su pareja recién encontrada. Ella quería tomarla y protegerla de todo daño.
Carmilla sabía que no podía – al menos, no así. Pero podía hacer todo lo que estuviera en su poder para defender a la pequeña chica que estaba, de algún modo, conectada a su alma. Tendría que hacerlo de lejos, mantener el acto, empujando y picando a Laura hasta que estuviera a una distancia segura de Silas – y de las garras de su madre.
Y, más importante, nunca, nunca diría el nombre de Laura. Aunque le doliera mantener a la chica lejos de la belleza de colores, Carmilla sabía que si Laura se daba cuenta de lo que eran, Maman no tardaría en enterarse.
Carmilla no perdería otro amor – no podía.
Su mente se decidió, se transportó devuelta al dormitorio, justo fuera de su puerta y la de Laura. La empujó suavemente, mirando hacia dentro a hurtadillas, mitad decepcionada y mitad aliviada de encontrar el cuarto vacío. Su compañera probablemente estaba quejándose de ella con la encargada de piso. Bien. Eso servía a su plan perfectamente.
Carmilla cruzó hacia la cama de Laura y se sentó, dejando que sus ojos vagaran por sus pertenencias, absorbiendo sus tonos brillantes y cálidos. Recogió la almohada de Laura y la sostuvo en su regazo, sonriendo suavemente cuando examinó el chocante color amarillo. Calzaba muy bien con Laura – tan brillante, tan vibrante – aunque la joven posiblemente no pudiera saber que había escogido el color perfecto. Para ella debía ser justo como los otros muchos grises que la rodeaban, el único color que era capaz de ver.
Carmilla llevó la almohada a su cara, presionándola contra sus labios, esperando aliviar el dolor que era el nombre de Laura tratando de escapar.
...
