Perdón por los errores gramaticales y de morfología, soy nuevo en esto y quizás me precipité a publicarlo antes de estar pulido; cualquier comentario o recomendación acerca del texto será bien recibido.

Corregí unos cuantos signos y reformule algunas frases agregando uno que otro año artículo, también las palabras que pudieran estar mal conjugadas debido al correcto de mi iPad.

Gracias por su comprensión y espero disfruten la lectura.


-¡Kyo!, ¡Kyo espérame!-, la voz irritante y desgraciadamente familiar para él que provenía de sus espaldas hizo que el joven Kusanagi acelerará el paso, pero eso no evitó que el emisor del llamado pudiera en cuestión de segundos estar a la par de su caminar, -Kyo, ¿acaso no me oíste?- preguntó el otro chico jadeando de cansancio incorporándose de su esfuerzo pues ya llevaba varias cuadras tratando de alcanzar a Kyo que astutamente se escabullía entre callejones y cruces peatonales; -No Shingo, no me di cuenta que venías detrás de mí- dijo el mayor con cierto cinismo, mientras rodaba los ojos en señal de fastidio.

Kyo en realidad apreciaba a Shingo, y lo consideraba de cierto modo un buen amigo; las bromas de éste hacían más amenos los días en los que tenía problemas con la escuela o discusiones con su padre. Hoy era en particular uno de esos días, tuvo la rutinaria discusión matutina con su padre, que si Kyo era una vergüenza para la familia, un holgazán, un egocéntrico, que si Saisyu era un viejo gruñón, anticuado y mal apoyo; palabras que ya tiempo atrás habían perdido su significado y que solo vivían para mantener las discordia en su hogar; como era obvio Kyo no tenía el mejor humor.

Llegaron a la estación de metro casi sin decir palabra, una que otra pregunta nada relevante de Shingo que Kyo solo contestaba con un sí o un no; para su suerte en el lugar no había muchas personas, por lo que pudieron tomar asiento fácilmente que tiempo después se convertiría en un inconveniente pues en estaciones posteriores el transporte se convertiría en una lata de sardinas. A punto de empujones y una que otra quemadita cortesía de Kyo, los chicos se bajaron en la icónica estación de Esaka donde su preparatoria se encontraba a pocos metros.

Kyo se encontraba en último año, lo había cursado ya dos veces, esa era la tercera; su novia Yuki, alumna destacada, se graduaba ese año y esperaba que Kyo también lo lograra, pero sus ilusiones y esfuerzos por ayudarlo eran en vano pues él, más que todo, tenía problemas de conducta, discusiones con los maestros, reportes casi a diario, una larga estela de faltas a clases y una que otra riña con algún compañero para mostrar su fuerza; era impresionante que el ganador de múltiples torneos de KOF no pudiera terminar la preparatoria.

Meterse en líos era el pan de cada día del joven Kusanagi y ese día no fue la excepción. En el almuerzo Kyo y Shingo se habían sentados juntos, el primero se estaba quejando de uno de sus profesores, -Odio a Kanzaki, ¿quién se cree que es ese anciano?, -Tranquilo Kyo, esa actitud es justamente la que te mete en problemas- respondió el chico Yabuki, -No puedo, se atrevió a desmerecer mi campeonatos en KOF- replicó con coraje Kyo, -Bueno ya, ¿y que te dijo?, -Que la verdadera fuerza está en el cerebro y que haber ganado KOF no me hace mejor que los demás ya que cualquier simio descerebrado puede ganar en un concurso de fuerza bruta- contestó Kusanagi, -Vaya, pues se puso algo grosero pero..., no veo la razón de que te molestes, -No es la primera vez que lo hace, ese vejete se merece una buena paliza- dijo Kyo golpeando la mesa; -Tranquilo no vayas a incendiar el lugar con tu intensidad- comentó una voz juguetona detrás de ellos, -¿Nos podemos sentar con ustedes?- una ahora presente Athena acompañada de Yuki preguntó, -Claro- respondió Shingo apartando lugar para las chicas, -¿Sobre qué estaban hablando que prendió la mecha de Kyo?- preguntó la del cabello corto, -Kanzaki, ese payaso me tiene harto- respondió Kyo, -Ay pero si es muy buen profesor- expresó la joven de cabello púrpura, -Sí, es cierto, él problema de seguro eres tú Kyo- secundando de manera acusatoria Yuki a Athena, -Si, se molestó solo porque le dijo simio descerebrado- comentó Shingo riéndose; Kyo irritado prendió fuego por debajo de la mesa el pantalón de Shingo quien en cuestión de milésimas de segundo cambio su expresión burlona a una de pánico, saltó del asiento y gritando agudamente trataba de apagar el fuego abanicándolo con las manos, Athena actuó rápido y extinguió las llamas con un jugo que tenía a la mano, -Genial, me va a quedar la pierna pegajosa- se quejó Shingo, -Aamm...¿gracias?- Athena dijo molesta; -Kyo, no puedes andar haciendo eso, ya tienes demasiados problemas, además así no se trata a tus amigos- reprendió Yuki a su novio, -Nuestra relación...es especial- contestó pícaramente Kusanagi, Shingo se ruborizó; la mirada dominante de Yuki logró despertar algo de culpa en Kyo que resignado agregó -Quizás tienes razón, no es correcto desquitarme con él, es Kanzaki al que me gustaría ver prendido en fuego-, -Pero no lo vas a hacer, ¿verdad?- cuestionó Yuki autoritariamente, -Pues..., -Por favor, no hagas nada estúpido, me preocupas- dijo Yuki cediendo, -No te prometo nada- Kyo contestó con una sonrisa confiada y tomando el rostro de su chica con los dedos la acercó a él y le dio un beso en la mejilla, lo cual la dejó más que inconforme.

La alarma de incendios sonó y una chica del salón de Kyo gritaba por los pasillos frenéticamente, -¡El cabello del profesor Kanzaki se quema, ayuda!-; mientras tanto en el lugar los alumnos se aglomeraban, algunos para burlarse del pobre hombre, otros para ayudarlo, mientras tanto Kyo paseaba muerto de risa entre los alumnos y profesores que corrían a socorrer al profesor, claro hasta que una figura detuvo su paso, -Te advirtieron que no lo hicieras, ¿tan poco vale lo que Yuki te diga?- lo confrontó Athena, -Ni tú ni Yuki son mi mamá para venir a decirme qué puedo hacer o no- le espetó Kyo haciéndola a un lado con el brazo para hacerse camino, Athena enfurecida lo volvió a confrontar tomándolo del hombro, este quito su mano con brusquedad y le gritó -Deja de molestar niña tonta-, y se alejó dejándola atrás. Salió por la puerta principal como si de su casa se tratara pero no tenía ni idea de a quien se encontraría, el mismísimo Saisyu apoyándose en un bastón lo esperaba con una furia contenida que solo un hombre con su clase y su edad podría ocultar, Kyo no pudo evitar sentir como si hubiera visto un fantasma, el avistamiento de su padre lo dejó helada; -Una vergüenza, una vergüenza siempre has sido para la familia, para tu madre, y para tu pobre padre- le decía el hombre acercándose a paso lento a su hijo, -No puede haber un día, un maldito día en el que no te metas en problemas, crece Kyo, crece, madura, se hombre y deja de preocupar a este viejo-, Saisyu seguía reprendiendo a Kyo, este último solo bajo la mirada y con rabia apretando sus puños para no cometer un error aún más grande, pero su padre le levanto la cara, lo miró a lo ojos los cuales el joven cerró, el mayor entonces gruñendo levanto el bastón y con las pocas fuerzas que tenía lo asestó sobre la espalda de Kyo cayendo éste al suelo, recibió un segundo golpe, pero el tercero fue detenido por el puño encendido en llamas del chico achicharrando el bastón en instantes y haciendo caer al viejo al piso, Kyo se levantó y sin mirar atrás a su padre salió del instituto a paso rápido.

Tomó el metro sin un destino definido, después de lo qué pasó ya no podría regresar a casa, se tallaba la cara con las manos y luego las veía arrestado, se sentía avergonzado de lo que había hecho; de repente la suave voz de la anunciante por el altoparlante lo sacudió de sus pensamientos, cuando oyó el nombre de la estación noto que era en la que abordaban él y Shingo, al menos si no podía ir a casa, su amigo le daría asilo. Se sentó en el pórtico y espero a que el chico Yabuki llegara.

Horas más tarde cuando el ocaso pintó de color durazno el cielo Shingo llegaba a casa silbando una melodía popular; se sorprendió mucho al ver a Kyo en la entrada quemando hojas que caían de los árboles, Shingo se sentó a su lado sin decir palabra por unos minutos viendo como hacia maniobras con las llamas que emanaban de sus manos, dragones, guerreros, hasta un fénix danzaba en las manos del joven Kusanagi, el otro chico quedó hipnotizado con la gracia de las figuras, las miraba atentamente, no perdía detalle, cada movimiento era preciado para sus ojos; fue entonces cuando Kyo cerró las manos y sopló el humo restante hacia la cara de Shingo que tosió descontroladamente, Kyo rió un poco y palmeo la espalda del otro una cuántas veces, cuando el chico Yabuki terminó miró fijamente al joven mayor con sus irritados ojos y preguntó, -¿Quieres pasar?-, Kyo contestó con una sonrisa granuja y siguió a Shingo por el portal hasta la entrada de la casa, se removieron las zapatos y pasaron directo al cuarto del chico. Shingo se dispuso a hacer la tarea mientras Kyo se acostó en la cama del último, miró hacia el techo y lo observó cubierto por superhéroes y personajes de manga, las paredes con posters de bandas populares y series ánime; fue entonces que cayó en cuenta que tenía hambre, sin preguntar bajó a la cocina, y abriendo refrigerador y gabinetes encontró una bolsa de frituras con sazón japonés y regresó a la habitación donde encontró a Shingo hablando por teléfono, -Sí, claro que si Yuki, enseguida te comunico con él, -¿e-es Yuki?- preguntó Kyo nervioso, Shingo asintió con la cabeza y le cedió el teléfono, -¿Bueno?, ¿Yuki?, mira perdón por no haberte esperado, pero mi papá..., -No Kyo, no me lo voy a tragar, se lo qué pasó- interrumpió Yuki, -Te dijo Athena, ¡¿verdad?!, mira esa gusana mentiro..., -¡No!, Athena no me dijo nada, fueron todos los demás, ¿por qué Kyo?, ¿acaso es tan difícil dejar de meterte en problemas, darte cuenta que lo qué haces está mal, tomar los consejos de la gente a la que le importas?- le espetó Yuki mientras se le quebraba la voz en tristeza, -Yuki..., -Mira Kyo, te amo pero tus defectos me sobrepasan...creo que es mejor para los dos que esto termine, lo siento pero ya no puedo más, no te puedo cambiar, solo tú puedes- concluyó la chica rompiendo en llanto para posteriormente colgar y dejar a Kyo enmudecido durante unos segundos para después dejarse caer en las lágrimas, Shingo se acercó a él y posó una mano en su hombro a lo que rápidamente Kyo respondió dándose la vuelta y abrazándolo con fuerza mientras le susurraba al oído, -Lo siento-, el chico Yabuki al percibir la sinceridad de sus disculpas le correspondió el abrazo y después de momentos silenciosos lo invitó a sentarse en la cama para en seguido los dos recargarse en ella sin despegar sus cuerpos mientras Shingo seguía consolando a un afligido Kyo. Nunca habían tenido esa intimidad, el calor vital de Kusanagi sobre el cuerpo de Yabuki aceleraba su corazón a mil, el poder acompañarlo en su momento más débil donde pocos o nadie lo habían visto lo hacía sentir especial, el tacto de sus cuerpos, la cercanía de sus emociones, la privacidad del instancia lo hacían sentir que nada mejor podía pasarle en la vida; poder ser el héroe de su héroe, el apoyo de su amigo y el consuelo de su amado.

Kyo lloró hasta quedarse dormido en los brazos de Shingo, cuando éste último cayó en la cuenta de eso se despegó de él lentamente cuidando no despertarlo, le quitó los zapatos, aflojó su cinturón y lo cubrió con un manta; tan sencillo, tan dulce, tan indefenso se veía dormido, Shingo tuvo que soportar las ganas de robarle un beso; se quedó unos minutos más cuidando su sueño y acariciándole el cabello antes de irse a dormir a la sala apagando la luz de la habitación y en puntillas para no interrumpir su dormir. Esa noche Shingo soñó maravillas, él y Kyo estando juntos el resto de sus vidas hasta llegar a viejos y su historia siendo un ejemplo para las personas sobre lo que es amar de verdad.