¡Hola Eansefers! MUCHAS GRACIAS POR ESOS 49 REVIEWS EN EL ÚLTIMO CAPÍTULO DE #EANSEF. Sus hermosas palabras me hicieron llorar :') Significa mucho para mi todo el apoyo que me dieron.
Este es el comienzo de la secuela, espero que varias dudas queden resueltas. Otras, serán respondidas en el capítulo 3. ME gustaría que me dijeran las preguntas que tienen para tratar de responderlas a todas en los capítulos :)
Los dejo de molestar... Ahora sí *Redobles de tambores*
¡Que disfruten la lectura!
CAPITULO 1: Recuerdos I (Kurt)
2012.
- Antes de que me dijeras que mi línea de vida se entremezclaba con la de mi destino, estabas mirando esta – la señaló sobre su palma izquierda - ¿Por qué no me dijiste que significa?
- Porque tenías que ser tú solo quien escuchara la respuesta. - Kurt la miró fijamente, y la mujer empezó a hablar.-Esta línea indica que tendrás tres hijos. Me extrañó que apareciera en tu mano, ya que por lo general se muestra solo en las manos de las mujeres, ya que ellas pueden quedar embarazadas. – Lo miró fijamente. Kurt tenía el seño fruncido, no entendía que era lo que le trataba de decir.
-¿Por qué no lo dijiste frente a Blaine? – preguntó con curiosidad.
- Por qué el momento de que lo sepa no es este.
– Acércate – el murmullo de James fue audible solo para el castaño, quien hizo lo que le pidió, hasta quedar a escasos centímetros del hombre. – Prométeme que lo cuidaras. Yo le fallé por muchos años, repara las heridas que le dejé. - cerró los ojos, y respiró profundamente. – Ámalo, Blaine es muy diferente a mí, él sabe hacer lo correcto, hazlo feliz….Espero que… espero que sus hijos tengan tus ojos –. Kurt frunció el seño, desconcertado. Miró los ojos del mismo avellana de Blaine, ambos expresaban un verdadero deseo. El castaño asintió, y James esbozó una sonrisa triste, sin energía.
2013.
Escuchó la puerta abrirse, pero no tenía las fuerzas suficientes para levantarse. Sintió como dos brazos lo rodeaban, y lo arrastraban hacia la habitación, acostándolo en la cama, y tapándolo con las sábanas. Kurt entreabrió los ojos, y vio el gesto preocupado de Chandler.
- Se fue. – susurró, casi sin voz. El rubio asintió y se sentó a su lado.
- Duerme, voy a estar aquí por si necesitas algo. – Kurt sintió como las lágrimas empezaban a resbalarse por sus mejillas, y asintió, dándole la espalda a su amigo. Escuchó como el chico soltaba un suspiro y bajaba las escaleras. Sollozó en silencio por lo que parecieron horas, sintiendo como el vacío en su pecho le quemaba.
Se abrazó a la almohada inspirando el olor a Blaine, sintiendo como su cuerpo se relajaba al sentirlo. Tragó el nudo en la garganta, y abrazó a la inconsciencia.
Habían pasado dos semanas desde que Blaine se había marchado, y su mundo se había reducido a las lágrimas. Le había prometido a su novio que no flaquearía en el colegio, ni en su trabajo, y esa promesa era lo único que lo hacía salir de ese departamento tan lleno de recuerdos y no quedarse acurrucado en el sillón, mientras escuchaba una y otra vez "Mi ángel".
Chandler lo ayudaba en todo, y le hacía compañía la mayoría de las veces. Santana, el rubio y Jeremiah lo iban a visitar casi todos los días, y lo obligaban a salir de su encierro. Realmente se los agradecía, pero había momentos en los que la ausencia de Blaine, y los Warblers le pegaba demasiado fuerte, y no lograba salir de la cama.
Tendría que aprender a vivir sin las caricias ni los besos cálidos de su prometido, y las risas que le sacaban los chicos. Pero aún así, había tomado la decisión correcta al dejarlo marchar. Lo sabía.
Estaba tan adentrado en su dolor emocional, que no se dio cuenta que el dolor es su estómago había desaparecido.
Se levantó corriendo, tropezando con las sábanas en su camino, y se encerró en el baño, sintiéndose terriblemente mareado, y sufriendo fuertes arcadas. Se apretó el estómago, mientras vomitaba en el inodoro. Era la tercera noche consecutiva que le sucedía eso. La última semana se había sentido terriblemente mareado, y no había dormido bien.
Escuchó como Chandler se levantaba del sillón, donde se había quedado dormido la noche anterior, y corría a verlo.
- Kurt ¿Estás bien? ¿Otra vez tu estómago? – El castaño quiso contestar pero otra fuerte arcada se lo impidió. – Mierda, Kurt, estas muy mal. – El rubio se acercó a él, y lo sostuvo por los hombros, mientras el castaño vomitaba nuevamente. - ¿Quieres ir al médico?- De inmediato el pánico se instaló en el pecho del menor. Negó con la cabeza, con lágrimas en los ojos. Chandler apretó los labios en desacuerdo, pero no dijo nada, y se quedó a su lado, mientras el castaño se derrumbaba.
- No estás bien, Kurt. – Se quejó el rubio, el séptimo día que amanecía con el castaño encerrado en el baño. – Apenas soportas desayunar, porque te dan arcadas y estas cansado todo el tiempo.
- Estoy bien. – murmuró, Kurt. – Solo me habré resfriado o algo, no es nada grave. – Chandler soltó un gruñido y negó con la cabeza. Kurt cerró los ojos, y se abrazó a sí mismo. Sabía que tenía que hablar con su padre, pero probablemente fuera solo un efecto de algo que le haya caído mal, o el estrés que estaba sufriendo después de la partida de Blaine, y n o quería preocuparlo por nada.
Soltó un suspiro y se llevó la mano al collar sobre su cuello. Podía lograrlo.
El primer mes pasó de forma lenta y dolorosa. Kurt se había mejorado un poco, aunque a veces le agarraban esos ataques de querer devolver todo. Se sentía algo cansado, y la práctica de las animadoras le resultaba más cansadora de lo usual. La comida le causaba algo de asco, pero era capaz de comerse el mundo cuando podía. Algo que le sorprendía era la intensa hambre que sentía, ya que nunca le había pasado nada así.
Chandler también había notado los cambios del menor, y tenía serias dudas de su salud. Lo mantenía vigilado de cerca, por si de un momento para otro pasaba algo, pero no insistía en llevarlo al médico ya que sabía que no iba a convencer a Kurt, por mucho que lo intentara.
Al comienzo del segundo mes de la partida de Blaine, empezaron los desmayos. El menor estaba demasiado cansado, estresado por las animadoras y el hecho de que cada vez le costaba más moverse con agilidad. También estaba algo más rellenito, y eso lo enojaba, ya que nunca había engordado tanto. Todo el desgaste que sufría su cuerpo lo habían llevado a desmayarse en medio del Glee Club.
Kurt se excusó diciendo que ese día no había comido bien, y apenas había dormido. Todos lo tomaron como la falta de comida, pero Chandler sabía que había algo más. La segunda vez fue en el departamento por suerte estaba a solas, y nadie lo vio derrumbarse después de sentir mareos intensos. La tercera vez fue en mitad de la calle, con Chandler a su lado. El rubio lo sostuvo antes de que su cuerpo diera contra el suelo, y no sufrió ninguna lastimadura.
Pero ya había ido demasiado lejos, hacía dos meses que Kurt estaba mal, y con o sin su consentimiento lo iba a arrastrar hasta a un hospital para que lo revisaran. Para sorpresa de Chandler, Kurt aceptó ir sin poner réplicas.
Sabía que no era un resfriado, estaba pasando algo más, y ya era tiempo que lo enfrentara. Debía dejar de esconderse tras las escusas.
Kurt se recostó en la camilla. Se sentía mareado, y con muchas ganas de devolver el desayuno por la boca. El médico hizo que se sacara la remera y le esparció una especie de gel por todo el estómago. Chandler se posicionó a su lado, y le tomó de la mano.
- Cuando me llamaste, tu nombre me resultaba ligeramente familiar. – le dijo el hombre, mientras comenzaba a mover el aparato por su piel. – Revisé los archivos de tu historial médico y me llevé una gran sorpresa. - Kurt no entendía de qué demonios hablaba, nunca había tenido nada más grave que un resfriado. El hombre se quedó quieto con la boca ligeramente abierta, mirando un pequeño monitor. - ¿Sabes de lo que estoy hablando? – Kurt negó con la cabeza. Y el hombre asintió pensativo.
Hizo que se colocara la remera nuevamente, y lo miró por unos instantes, en silencio.
- Eh tenido dolor de estómago antes, los médicos me dijeron que podía ser el indicio de una enfermedad grave, pero en todos los exámenes salía que estaba perfectamente sano... Aunque sé que tengo algo, no sé qué. – La voz del castaño tembló. Tenía miedo, estaba completamente aterrado.
Coraje.
Respiró hondo tratando de tranquilizarse.
- Tal vez yo no sea la persona más indicada para decírtelo, pero dadas las circunstancias creo que eso ya no importa. – El menor apretó la mandíbula. Su corazón latiéndole fuerte sobre su pecho. - Es extraño, nunca había visto en todos mis años como médico algo así. – Kurt trató de ahogar las lágrimas, y le apretó la mano a Chandler. – Mire señor Hummel, hay que tratarlo con delicadeza. Lo explicaré lo mejor que puedo, pero no le puedo garantizar que tome un significado lógico. – el hombre hizo una pausa, y Kurt asintió. – Bien, algo debió haber pasado cuando su madre estaba embarazada de usted, tal vez ella esperaba mellizos, realmente no lo sé. – Se quedó callado. Kurt se mordió el labio con nerviosismo. – Algo debió suceder para que usted nazca con genitales masculinos…y femeninos.
- N-no lo entiendo…
- Lo que quiero decir, es que naciste con órganos masculinos externos y ambos órganos reproductores, el femenino y el masculino, internos.
Chandler miró a su amigo, que parecía a punto de desmayarse.
- ¿Entonces él es un hombre o…?
- Claro que sí, él es completamente un hombre, solo que tiene ciertos órganos femeninos.
- ¿Cuándo dice "ciertos", se refiere a que tengo…ovarios? – el médico asintió. - ¿Y esos síntomas, el dolor en el estómago todos los meses? ¿Eran…dolores menstruales?
- Así es. - El estómago de Kurt se contrajo, y sintió repentinas ganas de vomitar. El rubio le apretó la mano con fuerza.
- ¿Te sientes bien?- La habitación le había empezado a dar vueltas. El ojiazul apretó más la mano de su amigo, tratando de contener los mareos. Su mente viajó a toda velocidad a la última vez que había visto a Blaine.
- Hace dos meses que el estómago dejó de dolerme.- inhaló por la nariz, sin éxito de calmarse. Chandler lo miró con el seño fruncido, antes de abrir los ojos como platos.
- ¿Quieres decir…?
- Le pedí que no usara protección, ya van a ser dos meses de los que Blaine se fue… - el menor miró al médico con el miedo pintado en sus ojos. – Si tengo…yo… al tener órganos femeninos eso quiere decir que… ¿Puedo…embarazarme?
El hombre asintió con gesto serio.
Las lágrimas caían por el rostro del castaño sin control. Era imposible. Escuchó como la puerta del departamento se abría y los pasos subían por las escaleras.
- ¿Kurt? – Lo llamó Chandler. El rubio se precipitó a abrazarlo en cuanto lo vio. - ¿Qué sucedió? – El castaño negó con la cabeza, y por única respuesta le entregó los papeles que había estado sosteniendo contra su pecho.
Chandler tardó unos minutos en procesar la información. En cuanto logró caer del shock, miró a su amigo con los ojos abiertos como platos. Kurt le alcanzó una caja con manos temblorosas, Chandler la tomó y sacó el contenido de su interior.
Subió sus ojos a Kurt, que había comenzado a llorar nuevamente. Lo rodeó con los brazos, y trató de tranquilizarlo.
- Shh...No llores. - El rubio clavó sus ojos en el test de embarazo una vez más.
Positivo.
- Kurt debes decírselo a Blaine. – El castaño abrió los ojos como platos. Por un momento se había olvidado de Blaine. Se mordió el labio y miró la cara de preocupación de su amigo.
- No. – Negó con la cabeza. El rubio abrió la boca para protestar pero Kurt lo detuvo con un gesto de la mano. – Quiero estar cien por ciento seguro de que estoy… - Frunció el ceño. Aún no se acostumbraba a siquiera pensar la posibilidad de poder tener hijos. – embarazado. Quiero hacerme todos los estudios y confirmarlo por un médico. – Chandler asintió en acuerdo.
Kurt sintió como su estómago se encogía y se llevó inconscientemente una mano hacia allí. El rubio vio el gesto y apartó la mirada antes de bajar las escaleras y dejarlo solo.
Kurt se arrebujó en las mantas, abrazándose a sí mismo con fuerza. Iba a tener un hijo.
Un hijo suyo y de Blaine.
Sintió como las lágrimas se deslizaban por sus mejillas sin control. Se dio vuelta con cuidado, ahora consciente de que había una gran posibilidad de que un bebé estuviera creciendo en su interior. Cerró los ojos y se acarició el vientre con cariño.
El médico le había dado varias pastillas para que tomara durante la semana ya que su cuerpo no estaba hecho para soportar un embarazo y sería mil veces más difícil que en una mujer.
Se había hecho los estudios adecuados y había confirmado que estaba de dos meses y medio. Kurt no necesitaba que nadie se lo dijera para saber exactamente cuando había sido concebido. La única vez que él y Blaine se habían descuidado, el día en que se había marchado.
Chandler insistía en que se lo dijera a su padre y a Blaine lo antes posible, pero Kurt no quería. Sabía que había una razón por la que Burt había estado tan preocupado por su salud. Y solo bastó una consulta con el médico para confirmar sus sospechas.
- Escuche, Señor Hummel, su cuerpo no está adaptado para soportar un embarazo y hay más posibilidades de que usted no… sobreviva… a una experiencia así. – Los ojos de Kurt se abrieron como platos. – Como es el primer caso que he oído de una situación así, no sabemos con exactitud qué es lo que sucederá o como tratarlo. Lo más recomendable es realizar un aborto antes de que el feto crezca más. – El castaño se llevó ambas manos a su vientre de forma inmediata.
¿Matar a su bebé? ¿Al bebé de Blaine? El estómago se le revolvió y le dieron leves arcadas.
- No. No quiero un aborto, nadie va a tocar a mi bebé. – El hombre abrió la boca pero Kurt lo cortó. – Correré el riesgo. No pienso permitir que me saquen a mi hijo. – El hombre asintió con rostro serio.
- Entonces creo que lo mejor es que dejes cualquier actividad que te lleve hacer algún esfuerzo desmedido. También deberías sacar turno con una nutricionista y ver a un obstetra. –Kurt asintió con los labios apretados.
Había hablado con su padre, quien había soltado un suspiro, con lágrimas en los ojos, asentido en comprensión y le había prometido que lo acompañaría en todo. También había hablado con Sue y el director Figgins, quienes habían advertido al personal de la escuela de su condición.
Cuando pensaba que no podía ser más raro, se quedaba embarazado.
Los rumores habían corrido por todo el colegio como la pólvora, pero por suerte para él, nadie se había burlado e intentado pegarle, tal vez que Puck y su hermanastro lo siguieran a casi todos lados había ayudado.
Su padre y Chandler insistían en que Blaine debía saberlo, pero él se negaba rotundamente. Si lograba pasar esos nueve meses sin que le pasara nada, nadie le aseguraba que iba a sobrevivir luego y no quería que Blaine pasara por algo así. Una de las razones por las cuales había insistido tan fervientemente que fuera a Nueva York era para que si a él le pasaba algo, Blaine no sufriera, e iba a mantenerse así.
Los meses pasaron con millones de cambios encima, tanto a su alrededor como en él mismo. Había momentos en los que la ausencia de Blaine y el cansancio de su cuerpo lo superaban y estaba a punto de darse por vencido, pero entonces recordaba que su hijo lo necesitaba y que Blaine estaba presente en él.
Al cumplir los cinco meses, otra noticia le pegó de lleno. Mellizos.
Tú y tu maldita fertilidad, Anderson.
Sin embargo, por mucho que al principio había maldecido al perfecto de su prometido, estaba feliz. Claro que la noticia cambiaba todo. Ahora el riesgo se había multiplicado, al punto de que el médico le advirtió que las posibilidades de sobrevivir eran nulas.
- Ellos… Mis hijos ¿Están en peligro? – El hombre se sorprendió por la pregunta.
- No. Si todo va bien, ellos no van a estar en riesgo en ningún momento, pero…
- No me importa, solo quiero que ellos estén bien. – El médico lo miró con admiración en los ojos. Kurt se acarició el vientre levemente hinchado.
No le importaba morir, si los hijos de Blaine podían vivir.
Las puertas del hospital se abrieron, dejando paso a un pálido Burt, un histérico Chandler, y a un muy herido Kurt. El joven sentía que su cuerpo se tensionaba, temblaba y lo lastimaba… mucho. Soltó un grito desgarrador, y se abrazó a su estómago. Varias enfermeras llegaron enseguida en su ayuda y lo mismo hizo su médico personal.
- Me duele… -sollozó. – Me duele mucho. – El hombre miró a Burt con algo de miedo.
- Los mellizos… si el aire no les llega completamente…
- ¡Sáquelos! – Gritó el menor, mientras las enfermeras lo obligaban a acostarse en una camilla. – Sálvelos, por favor… - Sollozó.
- Kurt, si hacemos la cesárea ahora lo más probable es que tu cuerpo no aguante y…
- ¡Salve a mis hijos! – Burt lo miró, con las lágrimas poblando sus mejillas, mientras se retorcía de dolor. Kurt fijó sus ojos llorosos en su padre. –Por favor… - El hombre apretó la mandíbula y asintió lentamente. En seguida las enfermeras y el médico comenzaron a arrastrar la camilla a la sala de parto.
Burt se quedó lejos, no soportaba ver a su Kurt así. Chandler lo siguió con la cara pálida, y los ojos desbordando lágrimas. Lo dejaron entrar a la habitación con ellos, para que le sirviera de apoyo al castaño. El rubio le tomó de la mano con fuerza, y lo miró a los ojos.
- Kurt… - sollozó.
- Si algo me llegase a pasar, si no sobrevivo… llévaselos a Blaine. – Chandler asintió con un nudo en la garganta. – Dile que cuide de nuestros hijos, que no deje que Jeff los malcrié… y dile… dile a los tres… que los amo… - susurró, antes de que la anestesia hiciera efecto, y perdiera el conocimiento.
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