No importa cuan parecido sea, EL FIC NO ESTA ORIENTADO A LA TRAMA DE BLEACH, sino más bien que es algo más religioso. Tranquilas, yo soy católica pero no discrimino a las demás religiones, además, me refiero a religión por el tema que en lugar de Shinigamis son ángeles, en lugar de Hollows son demonios y en lugar de Capitán General o Dios shinigami (nunca supe con exactitud el nombre), será algo basado en mi IMAGINACIÓN y conocimientos, es decir, no es ningún tipo de religión, sino algo raro, los ángeles son guerreros que luchan contra los demonios en el mundo humano y todo eso.
Que sepan que no tengo intención de influir en sus creencias.
Habrá un notable cambio en la personalidad de Karin, pero les aseguró que la historia será hermosa.
Algo que me molesta en todas mis historias; la voz y expresión de Toshiro usualmente es igual a la que tiene en el anime, es decir, voz gélida y expresión desinteresada he incluso algo fastidiada, siempre es así a menos que se especifique lo contrario ¿me entienden? Yo se que si.
Y ya de paso déjenme dejarles una explicación: no me gusta escribir el nombre de enfermedades cronológicas, avanzadas, y riesgosas en mis fics, dado que esto no es una novela sino eso mismo, un fic, y yo no puedo saber si alguna/o de mis lectoras/es padece de tales enfermedades, es por eso que no escribo el nombre de ciertas enfermedades, para que me entiendan, no es lo mismo decir que alguien esta resfriado a decir que tiene cáncer o algo parecido, es por eso que solo mencionaré los síntomas.
Si esto fuera una novela que podría llegar a sali en papel entonces si daría el nombre de la enfermedad, pero dado que no es el caso, no lo haré.
Gracias por tomarse la molestia de leer todo el testamento anterior, ahora ¡A leer!
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Una impresionante puerta espiritual, invisible a los ojos humanos, fue abierta en el cielo, dándole paso a la silueta de un joven, antes de cerrarse y desaparecer, abandonando a su suerte al recién llegado.
Un chico, de cabello color nieve y ojos esmeraldas fríos y penetrantes, vestido con una camiseta negra y unos vaqueros blancos. Aparentaba unos 15 o 16 años.
Cualquiera habría pensado que no tenía nada fuera de lo normal, de no ser por las enormes y hermosas alas de ángel color negro que portaba a sus espaldas.
Tenía por misión estar en el mundo de los vivos y aprender sobre los humanos para conseguir volver blancas sus alas, de modo que pudiese demostrar el estar cualificado para entrar a la Décima División, la más importante de La Gran Orden de Protección Divina.
Pero par lograr eso, debía vivir por un tiempo en la tierra de los vivos, para aprender sus costumbres, sus avances, y asesinar a los Hollows, monstruos espirituales, también llamados Demonios por los seres humanos.
Era un rito de iniciación que todos, sin excepción alguna, debían hacer para entrar a cualquiera de los Trece escuadrones.
Cada escuadrón se especializaba en un tipo de combate.
Los escuadrones especiales, como el 2, el 10, el 11 y el 12, eran los más inaccesibles.
El 2, siendo el escuadrón de fuerzas especiales, se encargaba de las misiones más confidenciales y peligrosas.
El 11, era el escuadrón especializado en batalla fiera, a donde iban los ángeles poderosos que disfrutaban de increíbles batallas.
El 12, siendo la división de información e investigación, era la más concurrido por todos los escuadrones.
Y, finalmente, el 10. El más poderoso escuadrón conocido desde el inicio de los tiempos. Una mezcla de las tres últimas divisiones. Los más destacados de antes mencionados escuadrones iban a parar allí.
Había casos especiales, como el suyo, en los cuales a grandes prodigios, increíblemente talentosos y poderosos, se les daba una oportunidad para ingresar, solo si su nivel profesional era suficiente para pasar la primera prueba. Vencer a cada miembro del escuadrón hasta ser derrotado. Mientras más alto el rango de quien derrotes, más alta es tu posibilidad de entrar, y más considerado eres para unirte. Si perdías contra, por ejemplo, el quinto oficial más fuerte, tu poder era apto para ser el sexto oficial.
Y aunque él había alcanzado hasta el puesto de Capitán de escuadrón, es decir, derrotar al que en su momento era el Capitán, aún debía pasar por la iniciación. Pues, en La Gran Orden de Protección Divina, hay un muy acertado y extremadamente arraigado lema;La experiencia supera al talento.
Así que ahí estaba.
Lo único que le dijeron era que un ángel terrestre, un tal Kisuke Urahara, lo alojaría surante su estadía en aquel lugar extraño para él.
Pero el verdadero objetivo, en realidad, era saber si sería capaz de encontrar a "aquello"
Debía encontrarlo para terminar la misión. Aún así, podía rendirse y regresar, como hacían la mayoría de los ángeles.
Pero él no estaba dispuesto a eso. Él ganaría todo.
"Aquello" era, por lo que le explicaron, algo muy importante, que solo le serviría si lo encontraba. No le dijeron que era, ni para que. Y como única pista, le dijeron que si quería encontrarlo debía abrirse a lo nuevo, y que si lo lograba, sería usuario de un increíble poder, que nada más que "Aquello" te puede brindar, uno que logra que no le temas ni a la muerte, porque si, los ángeles también podían morir.
Observó a su alrededor, descubriendo ese gran mundo desconocido para él, antes de aventurarse a investigarlo, planeando con sus alas hasta llegar a un callejón entre edificios.
Volteó por sobre su hombro y vio como sus alas eran cubiertas por un aura blanca transparente y se bajaban hasta estar acostadas sobre su espalda. Ahora los seres humanos no serían capaces de verlas ni tocarlas, como si no existieran.
Se fue para adelante, perdiendo levemente el equilibrio por un momento. Se enderezó y movió los hombros sintiéndose muy ligero, pues cuando cubría sus alas, no era capaz de sentir su peso ni tampoco volar, aunque si podía verlas y sentirlas si las tocaba.
Fue a la dirección que el GPS de su comunicador marcaba, la tienda del ángel terrestre.
Al llegar a la tienda se quedó mirándola fijamente, no tenía nada diferente a las demás tiendas que había visto. Dudó un poco antes de entrar.
-Buenas tardes- saludó en un murmuro con su voz fría, adentrándose en el lugar.
-Ha, así que tu eres Hitsugaya Toshiro-kun- dijo una voz sinceramente escalofriante, aunque no causo ninguna reacción en el peliblanco.
-Y tu eres Kisuke- respondió metiendo sus manos en sus bolsillos y volteándose para encontrarse con un hombre alto, de extraña vestimenta oriental, un sombrero a rayas verdes y blancas y un abanico en la mano, cubriendo parte de su rostro.
-Pero si solo eres un pequeño- murmuró con sorpresa el rubio. Una vena se hinchó en la frente de Toshiro.
-Vuelve a insinuar algo parecido y te haré trizas- masculló amenazante.
-Y de muy mal carácter- murmuró el rubio como niño chico -Bueno, ya me conoces. Vivirás aquí en tu estadía en el mundo humano. Ten esto- le entregó unos papeles.
-¿Que es?- preguntó extrañado, tomando los documentos.
-Los papeles de tu inscripción. Entrarás a la escuela a primera hora mañana- sonrió zorrunamente, quitando el abanico.
-¿Como que escuela?- preguntó entre fastidiado y sorprendido Toshiro.
-Lo que oíste, viniste a aprender sobre los humanos, y no hay mejor manera que yendo a la escuela, aprenderás su historia, su lógica, y socializarás con ellos- declaró extendiendo los brazos como si hubiera dicho que encontró la manera de erradicar el hambre en el mundo.
-Hmp- se quejó. De pronto, Urahara se puso muy serio, llamando su atención.
-Escucha. Me dijeron que aspiras al puesto de Capitán de escuadrón de la división 10, y es un puesto muy alto e importante, y no dudo que eres más que capaz, lo puedo saber con solo mirarte, pero también se que no eres del tipo que se rinde con facilidad. Pero te diré esto, no eres el tipo de persona capaz de comprender lo que "Aquello" significa. Solo uno de cada 150 ángeles a logrado encontrarlo. Así que te recomiendo que te vayas en cuanto hayas aprendido lo que necesitas sobre los humanos, porque, a menos que seas capaz de cambiar, no lo encontrarás- sentencio, cosa que hizo que el peliblanco apretara los puños, con furia.
-Nadie me dice lo que puedo o no puedo hacer, y cuando logre encontrar "Aquello" te lo restregaré en la cara- le gruño, a lo que Urahara suspiró.
-"Aquello" no es algo que... olvídalo- dijo en un suspiro -Allí tienes todo lo que podrías necesitar saber, cualquier duda, ven conmigo. Y recuerda, se supone que soy tu padre- le dijo antes de desaparecer por una puerta. Toshiro gruñó, ese viejo no le agradaba.
Escuchó otra puerta abrirse, por lo que dirigió allí su mirar, encontrándose con una pequeña niña de dos coletas y ojos somnolientos. Esta se le acercó con una bandeja que contenía una taza de té y algunos dulces.
-Por favor, discúlpelo, él es muy honesto... y confía mucho en su inteligencia... casi nunca se equivoca... es una buena persona... pero no acostumbra a dar buenas impresiones- habló ella con voz calmada y suave -Soy Ururu, por cierto- se presentó dejando la bandeja en el escalón y haciendo una reverencia de 90° hacia él.
-Soy Toshiro- se presentó también -Gracias- el té olía muy bien.
-¡Ururu!- se escuchó un escandaloso grito -Ven a ayudarme a ordenar esas malditas caj... - un chico pelirrojo, aparentemente de la misma edad que la niña, apareció ante ambos, y se calló al mirarlo -Ha, ya llegó- luego miró a la niña y frunció el ceño -¡¿Porque estas molestando al inquilino en lugar de ayudarme?!- preguntó enojado mientras le hacía fosforito a ambos lados de sus sienes.
-Ji-Jinta-kun, para- rogó la niña con lágrimas en sus ojos mientras el pelirrojo no le daba tregua. Finalmente, Toshiro lo tomó por la muñeca y lo apretó fuertemente, de manera que rápidamente soltó a la niña.
-Ya vasta- ordenó, y el pelirrojo se quedó helado al verlo a la cara, tanto que asintió y salió corriendo de allí en cuanto lo soltó.
-G-gracias- susurró la pequeña.
-Hmm- él no le prestó atención y se bebió el té con rapidez -Iré a dar una vuelta por allí. No dejes que te trate así, golpéalo si es necesario- le aconsejó, o más bien, le ordeno, antes de salir del lugar.
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Ya siendo de noche, el Hitsugaya ya había aprendido tres cosas sobre los humanos.
1- Había muchas almas atoradas en aquel lugar, los ángeles debían volverse más eficientes con el trabajo.
2- Muchos humanos delincuentes se paseaban por las calles.
3- Las mujeres estaban total y completamente locas.
¡Enserio! Las adolescentes humanas estaban chifladas.
Cuando no se encontraba peleando contra los hollows con los que se cruzaba, se encontraba huyendo de toda la población femenina adolescente de a ciudad.
Enserio, a excepción de las 15 o 16 veces que se escapó para luchar y derrotar a los huecos, no dejaron de seguirlo por cielo y tierra desde que puso un pie fuera de la tienda.
Chicas de su edad colgándose de sus brazos, acariciándolo y halagándolo por su trabajada figura ¡¿Como diablos sabían de su figura si en ningún momento se le había corrido siquiera la camisa?!
Sin mencionar que más de una vez habían querido besarlo y manosearlo ¡Por Dios!
Entró a la tienda, encontrándose con un enorme hombre con gafas.
-¿Es Toshiro-kun?- preguntó el gigante.
-Si- contestó con frialdad el joven.
-Permítame mostrarle su habitación y entregarle su uniforme para la escuela- pidió con amabilidad. Toshiro asintió y siguió al hombre hasta una amplia habitación, donde la niña de antes se encontraba extendiendo un futón, al verlo se apresuró a hacerle una reverencia.
-Espero que el futón sea lo suficientemente cómodo para que descanse bien- habló con la voz temblorosa.
-Alza la cabeza, es problemático que la agaches por todo- se quejó.
-Con permiso- se disculpó antes de salir por la puerta junto con el hombre, que de camino le informó se llamaba Tessai.
No se molestó en ir a cenar, estaba demasiado cansado, por lo que simplemente se echó en el futón a pata suelta y se quedó noqueado... diablos, solo una tarde con los seres humano y ya varias de sus chuecas palabras se le habían pegado, ¿lo ven? Ahí esta de nuevo chueco. Tendría que tener cuidado con eso.
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Se despertó muy alterado por el sonido de alguien tocando con salvajismo la parte de madera de la puerta, haciéndola temblar.
-¡Hey! ¡Como sea que te llames, muévete de ese futón y vístete, que debes ir a la escuela!- le gritaron desde afuera. Una vena se hinchó en su frente y se levantó, abrió la puerta y le dio la paliza de su vida en un solo golpe a aquel ruidoso niño, quien ahora se encontraba arrodillado en el suelo cubriendo su cabeza con sus manos al tiempo que soltaba una sarta de maldiciones e insultos contra su persona.
-Considera eso como un castigo por despertarme a gritos, y una advertencia de no poner otra mano encima sobre esa niña, mocoso abusivo- le dijo con un tic en la ceja antes de volver a su habitación.
A ver si ahora dejaba de atormentar a esa pequeña.
Se vistió con el uniforme, que consistía de unos jeans causales, una camisa blanca y una corbata azul. Se quedó mirando esa corbata, en su vida, nunca, jamás, aprendió a atar una de esas.
Se la dejó alrededor de su cuello y fue hasta la sala del lugar, encontrándose a la pequeña sirviendo té en cinco tazas.
-Déjalo, yo no quiero nada- dijo haciendo notar su presencia. Ururu se sobresaltó un poco al escucharlo, pero luego lo volteó a ver con una leve sonrisa y un pequeño rubor, pero luego lo miró con leve desaprobación.
-T-Toshrio-kun, no puede ir a la escuela con la corbata así- le riñó ella con el ceño algo fruncido. Él bajó la mirada a la corbata que colgaba de su cuello y se encogió de hombros.
-No se como atarla- dijo sin darle mucha importancia. Ururu se acercó a él y comenzó a atarle el nudo de la corbata, firme pero suave.
-Oye, ¿ustedes también son ángeles? Porque no puedo ver tus alas o las del mocoso- comentó el peliblanco queriendo sacar conversación.
-Mmm, no... Urahara-san y Tessai-san son ángeles terrestres... Jinta-kun y yo somos niños humanos- contestó ella con tono alegre.
-¿Humanos?- preguntó él con sorpresa, la niña asintió, dando un par de vueltas a la tela. El peliblanco pudo sentir un aura asesina dirigida a su persona, y por el rabillo del ojo notó unos cabellos rojos desapareciendo por allí.
Sin darle mucha importancia, continuó con la conversación.
-¿Entonces que hacen tú y el mocoso aquí? ¿y como es que saben sobre nosotros?- preguntó interesado.
-Jinta-kun y yo somos huérfanos... Urahara-san me adoptó un tiempo después que Jinta-kun- respondió -Y con respecto a su otra pregunta... hay humanos con capacidades especiales, que pueden ver a los ángeles y los demonios... es algo en verdad muy raro, y Jinta-kun y yo somos de ese tipo- respondió la niña -Imagino que deben haber dos o tres personas más con la misma capacidad aquí, en Karakura- agregó.
-¡Ah! Y hablando del mocoso, ya le advertí de no volver a molestarte- le informó él. Ella se sonrojó y luego le sonrió con ternura.
-Muchas gracias, Toshiro-kun... pero, no debió haberse molestado... Jinta-kun... él es... - la mirada de ella se perdió en una esquina, como pensando bien sus palabras -Es diferente. En realidad es un muy buen chico, y muy valiente... pero tiene una obsesión desmedida con tener atención, por su pasado y todo eso... pero es muy lindo cuando lo conoces- le dijo con una sonrisa, él iba a contestar pero -Listo- anunció ella con gesto triunfante y una infantil sonrisa, que le devolvió a medias.
-Gracias, ya me voy- le dijo posando su mano sobre su cabeza antes de comenzar a caminar en dirección a la salida.
-¿S-seguro que no comerá? Aún tiene tiempo- trató ella de convencerlo, sin embargo el negó.
-No te preocupes- le dijo con tono tranquilo antes de salir de la tienda.
Al salir se encontró con el mocoso pelirrojo esperándolo con una expresión furiosa y un bate en la mano.
-¿Eres un ángel pedófilo? ¿Que es lo que quieres con Ururu?- le preguntó con rabia el niño.
-¿Perdona?- preguntó arqueando una ceja, sin entender ni media palabra.
-¡Los vi! A ti y a ella, ella atando tu corbata con esa estúpida sonrisa que se supone solo me da a mi, ¡A MI! No a ti- gritó el mocoso fuera de si, arrancándole la corbata -¡No te acerques a Ururu ángel acaparador!- le ordenó -O te partiré en dos- lo amenazó ahora apuntándolo con el bate.
En un rápido movimiento, le quitó el bate de la mano y le golpeó detrás de una de sus rodillas, dejándolo derribado, luego tiró el bate a sus pies y se arrodillo frente a él.
-Mira, mocoso, esa niña no me interesa de la forma en que tú crees, simplemente me ataba el nudo de la corbata, que por cierto muchas gracias por desarmar, mientras hablábamos. Lo que si me interesa de ella es que se defienda de tus bravuconadas, enserio, esa no es forma de tratar a la niña que te gusta, y más te vale cambiar esa actitud, porque sino pasarás la vida sintiendo celos como ahora- le indicó antes de darle un capirote en la frente y ponerse de pie.
-A mi no me gusta Ururu- gritó sonrojado.
-Repítelo hasta que te lo creas- le dijo dándole la espalda y alzando una mano a modo de saludo.
En el camino (se estaba ubicando con el GPS) se encontró con muchos chicos como de su edad, algunos un poco más, otros un poco menos, con el mismo uniforme y yendo a la misma dirección que él. Que Dios lo amparase, la mayoría de las humanas chifladas que el día anterior lo habían acosado estaban por allí. De verdad que no podía tener peor suerte.
Cuando llegó a la puerta del edificio se encontró a una mujer allí, como buscando a alguien. En cuanto sus ojos se posaron en él sonrió enormemente.
-¡Hola!- saludó efusivamente, acercándose a él -Eres Hitsugaya Toshiro, ¿verdad?- preguntó con emoción. Él asintió -¡Lo sabía! No había visto tu rostro por aquí antes, soy Matsumoto Rangiku, la directora de la secundaria Karakura, bienvenido- se presentó.
-Hmp- solo fue capaz de responder. Justo en ese momento sonó un fuerte timbrazo.
-Ven, te acompañaré a tu salón- lo alentó. Él asintió y ella comenzó a guiarlo por las instalaciones como toda una guía turística -Finalmente, tu salón- anuncio estirando los brazos como si se tratara de la 8° maravilla del mundo.
-Gracias, Matsumoto-san- murmuró el peliblanco. La directora asintió y le indicó que esperara a que lo nombrara para entrar y crear una "Fabulosa escena", para luego abrir la puerta, entrando al salón como toda una diva, interrumpiendo así, también, la clase de un asustado profesor al grito de "Hola, mis pollitos estudiosos, aquí llego su adorada directora"
-R-Rangiku-san, que sorpresa tenerla por aquí- dijo el profesor aún alterado.
-Lo se, seguro me extrañaron- contestó con divertida arrogancia ella -Alumnos, quiero presentarles a un nuevo estudiante que estará aquí por un tiempo, sean buenos con él- pidió con voz animada extendiendo el brazo hacia la puerta, lo cual él tomo como una señal para que pasara, por lo que eso hizo. Se extrañó al escuchar exclamaciones ahogadas, ¿se veía mal? Ahora que lo pensaba, tenía la corbata como antes que Ururu se la acomodara, pero, ¿tan importante era eso?
Se concentró en escuchar bien todos los murmullos que soltaban.
"¡Que suerte! El de ayer esta aquí" "No puede ser, pero que chico más guapo" "Míralo, es el modelo perfecto de chico malo" "Kyaaaa, es el divino del otro día"
¡No podía ser! La mayoría de las mujeres del día de ayer se encontraban en ese salón.
Y mejor ni pensar de lo que murmuraban los chicos, por las miradas que le enviaban, parecía que lo quisieran masacrar.
-Preséntate- lo alentó la directora -Y mejor cambia esa cara de amargado, o asustaras a todas las jovencitas y te quedarás sin poder escoger novia- le murmuró por lo bajo ¡Pero esa justo lo que quería, que las mujeres se alejaran de él! Aunque el día anterior eso no había funcionado en lo absoluto.
-Soy Toshiro Hitsugaya- se presentó repasando con la mirada a cada uno de los que por un pequeño tiempo serían sus compañeros. Su mirada se detuvo entonces en una chica pelinegra. Tenía el cabello largo y brillante, color negro al igual que sus ojos, su piel era clara por lo que podía ver de la mano que tenía sobre la mesa, pero su rostro estaba pálido, tan blanco como la leche, sus pómulos estaban muy marcados y tenía grandes bolsas oscuras bajo sus ojos, sin mencionar sus labios grises y que se veía muy delgada y desmejorada. Vestía con el mismo uniforme que él, solo que en lugar de corbata ella llevaba un fina lazo que se supone debería atarse en un moño, sin embargo estaba holgadamente atado en un pequeño nudo a la altura del inicio de su pecho, el jean y una campera de lana color beige sobre sus hombros, con el botón del cuello abrochado para que esta se mantenga en su lugar. Su apariencia le hizo preguntarse si en verdad estaba sana.
Observó como ella lo miraba con intensidad, pero no como si se lo comiera con los ojos como todas las otras, sino con curiosidad, como si fuera especial, y eso lo extraño.
Ella, al notar que también la observaba, le sonrió amistosamente, haciéndolo sentir algo extraño en su interior, pero decidió ignorarla y continuar su inspección... sin embargo su vista siempre acababa en ella y en su oscuro mirar. No podía evitar pensar que era una chica demasiado frágil como para siquiera mantenerse en pie.
-Un gusto, señor Hitsugaya, por favor, ocupe cualquiera de los asientos libres- invitó el profesor. El peliblanco asintió y busco es asiento libre con menos chicas cerca, encontrándolo al final de la clase, al lado opuesto de la chica que llamó su atención, no se veía como una acosadora, pero como quien dice, el más tranquilo por fuera, por dentro puede contener una gran locura.
-Yo me voy, mis niños, estudien mucho- se despidió la directora, que tenía pinta de todo menos de eso.
-Bien, entonces, continuemos con la clase- acordó el profesor -Señor Hitsugaya, solo pasó una semana de clase, así que no le costará demasiado adecuarse, así que por favor, contribuya en lo que pueda- pidió con amabilidad. El joven asintió y sin más la clase continuó. En un momento que no supo cual, su mirada fue a parar nuevamente en ella. Se encontraba, dormida, supuso, con el codo izquierdo sobre la mesa y la cabeza apoyada en él, temblaba levemente y sus mejillas estaban algo sonrojadas, sin mencionar que parecía que respirar le era una gran dificultad, se preocupó, ¿ella estaba bien? Sin poder contenerse, levantó la mano, que vio un par de veces que hicieron los demás, el profesor al notarlo le hizo un gesto para que hablara.
-¿Esa chica se encuentra bien?- preguntó señalando directamente a la pelinegra. La mirada del profesor y todos los demás se dirigieron hacia ella. El profesor caminó a grandes zancadas hasta ella y con preocupación le tocó un poco el rostro.
-Demonios, quédense quietos en lo que la llevo a la enfermería- ordenó con preocupación el adulto. ¿Que ocurría? El profesor se apresuró y tomó a la adolescente de modo nupcial y comenzó a caminar entre los bancos hasta salir del salón.
-Diablos, esa mujer es todo un problema- se quejó una chica sentada a su lado.
-¿Que ocurrió... ?- le preguntó con el ceño fruncido.
-Esa princesita desvalida de hace un rato era Karin Kurosaki, una delicada florecilla tan estudiosa como irritantemente frágil- respondió la chica con el ceño fruncido. Era hermosa y vestía con elegancia y modernidad, y parecía muy enfadada con esa pobre chica.
-¿Tienes algo contra ella?- preguntó el peliblanco arqueando una ceja.
-Todas nosotras tenemos algo en su contra. ¡Por Dios! Si esa chica, aunque muy hermosa, esta siempre desnutrida, agotada, pálida, con ojeras y aún así es la que más llama la atención de los chicos de esta aula. Tiene las mejores notas, seguro regaladas por pena por parte de los maestros. Y esas sonrisas que regala a pesar de su estado, pareciendo dulce y fuerte la hace aún más odiosa. Pero lo que es peor, ella no hizo nada para merecer todo lo que tiene, simplemente da lástima- entonces notó como la mayoría de las chicas de esa habitación se encontraban sonriendo y riendo entre ellas, alegres de la desdicha de ella -En fin, un gusto, mi nombre es Kaede Ninomura- se presentó ella extendiéndole la mano, sin embargo, en lugar de estrecharla, él la apartó con brusquedad.
-¿Como puedes pensar así de una chica enferma? ¿no te preocupa ni un poco que estaba volando de fiebre hace rato?- le preguntó queriendo saber si había algo de humanidad en aquella mujer,
-Hacía rato que todos, menos el profesor y al parecer tú, nos habíamos dado cuenta, pero es que esa mujer es tan molesta que se merecía sufrir así- le contestó ella con simpleza e incluso algo de desprecio hacia la tal Karin. Y se enojó, ¿como es que esos humanos podían ser tan crueles? -En fin dejando de lado a la molestia, estás muy bueno y todas aquí me han dicho eres nuevo en la ciudad, ¿quisieras salir conmigo? Yo podría mostrarte cualquier lugar que quieras- propuso sonriéndole coqueta, él sonrió sin pizca de gracia.
-Jamás saldría con una mujer que piensa así de una chica como la de hace rato- le respondió con crueldad, alzando un poco demás la voz. Todo el lugar se quedó en silencio, casi como si no creyeran que le hubiera negado una cita.
-Ho, Santo Cielo, ¿acaba de negarle una cita a Kaede-chan?- preguntó una chica.
-¿Será que esta del otro lado de la calle?-
-¿Es ciego que no ve que es la más hermosa entre nosotras?-
-Si Kaede no consiguió una cita nosotras no tenemos oportunidad-
-Wow, es un chico malo y difícil ¡Que cool!-
Y entonces todas las chicas comenzaron a chillar y reír como bobas mientras se agrupaban a su alrededor y hablaban todas a la vez.
Santo Cielo, ¿y él quería conseguir "Aquello"? ¡Pero si apenas había pasado dos días en ese lugar y ya quería largarse! que prueba más difícil era la iniciación...
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Al día siguiente la chica volvió a aparecer, se veía incluso más ojerosa que el día anterior. Sin embargo, hoy estuvo atenta a la clase.
La campana lo sobresalto. Al parecer ya era hora de salir del aula, los demás lo llamaban "recreo" por lo que salió junto con la masa de adolescentes desesperados. Por lo que había era el momento de sacar sus almuerzos y comer. Él nuevamente no había desayunado esa mañana, y no había traído nada para compensar.
Comenzó a deambular por el patio y a esconderse de, basicamente, toda la población femenina de la institución, para pasar el rato. No tenía nada mejor que hacer, tampoco tenía opción.
Vio como un grupo de chicas miraba en todas direcciones, como buscando algo... o a alguien.
Rápidamente corrió hasta un gran árbol cerca de la reja que limitaba los terrenos de la institución y se escondió entre este y la reja. Caminó hacia atrás cuidando que nadie o viera hasta que chocó contra algo y cayó de espaldas, escuchando un quejido femenino que no era suyo en absoluto. Gruñó por el dolor y abrió los ojos, preparado para gritarle a la mujer que seguramente lo había seguido y lo había echo tropezar. Pero entonces se encontró con una pálida y ojerosa pelinegra, que se sobaba el brazo izquierdo con una mueca de dolor en el rostro y los ojos fuertemente cerrados. Y al ver como ella estaba con la espalda contra el árbol y las piernas extendidas bajo las suyas supo que él la había golpeado.
-Discúlpame- pidió con voz profunda pero con su estoica expresión intacta, al tiempo que sacaba sus piernas encima de las pequeñas y huesudas de ella. Ella abrió ampliamente los ojos y lo miró con sorpresa, para luego relajarse y negar suavemente con la cabeza.
-Mmm, está bien- dijo ella restándole importancia con desinterés y bajando la mirada al almuerzo que tenía en su regazo. Él se quedó mirándola fijamente, escudriñándola con la mirada.
Vestía igual que el día anterior, ahora que la veía sin el banco de por medio, podía notar que era insanamente delgada y escuálida, se le marcaban levemente los huesos bajo su piel.
-Esto... puedes sentarte aquí... si quieres- ofreció ella en un murmullo, aún sin mirarlo.
-¿Porque volviste? Ayer estabas muy enferma- le dijo casi como si le reprochara. Ella sonrió levemente, con amargura.
-No te preocupes, estoy bien- dijo soltando una risa nasalizada que le levantó levemente los hombros, como si ni siquiera ella creyera en sus palabras. Él frunció el ceño.
-¿Que haces aquí?- le preguntó de nuevo. ¿De donde venían esas preguntas? No es como si las respuestas en verdad le importaran.
-Aquí me oculto de los demás, me ahorra muchos golpes y burlas- le respondió. Volvió a mirarla fijamente por largos minutos, antes de por fin sentarse junto a ella.
Su estómago hizo un extraño ruido, delatando el vacío que había en él. Se sonrojó y ella lo miró con una sonrisa dulce y divertida.
-¿Quieres?- le preguntó acercándole de su almuerzo. Él iba a negarse, enserio que iba a hacerlo, pero es que esa comida se veía tan deliciosa que no pudo resistirse a aceptar.
Asintió y ella sonrió aún más, entregándole otro par de palillos que no había visto que traía.
Comenzó a comer con bastante desespero, haciendo que ella riera suavemente, pero no le importó, la comida estaba aún más deliciosa de lo que parecía, y antes de darse cuenta ya no quedaba nada, y al verla y volver a notar lo flaca y desnutrida que estaba se sintió terrible -Lo siento, yo, lo comí todo- se disculpó con ella, sin embargo la pelinegra negó.
-No lo quería de cualquier modo, ya estaba demasiado llena- contestó, y aunque al principio él no le creyó, vio la honestidad en sus ojos. Le devolvió su caja de desayuno ya vacía y luego se quedaron en silencio, mirando a la nada. Notó como ella se llevaba las rodillas al pecho y las abrazaba, con la barbilla apoyada en ellas y la vista fija en el exterior. Parecía perdida en cualquier otro mundo al que nadie en la tierra tenía acceso. Sus ojos se apagaron como si se hubiese quedado dormida, no daba señales de siquiera recordar su presencia. La brisa movió con suavidad su suelto cabello y la imagen de su rostro, aunque parecía estar solo en blanco y negro, le sacó el aire.
De repente la campana sonó, sacándola de su ensoñación, haciendo que ella se acomodara y recogiera su caja de desayuno, envolviéndola en un pequeño mantel.
Ella se puso en pie y comenzó a caminar, ya habiéndose alejado unos 7 pasos, se detuvo y volteó su cuerpo de la cintura para arriba, mirándolo con una pequeña sonrisa.
-Si quieres, mañana podría traerte el almuerzo- le ofreció ella con una sonrisa. Y é al pensar en disfrutar de esa deliciosa comida al día siguiente...
-De acuerdo- respondió sin dudar, pero serio. Ella asintió y se volteó para continuar con su camino, sin mirar atrás... y él solo se la quedó obserbando.
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Pero ella no volvió a la escuela al otro día, ni tampoco en los siguientes.
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Y así acaba el primer capítulo de este Two-Shot.
Disculpen por haber desaparecido tanto tiempo, les juro que no me olvidé de ustedes, es solo que en esta historia me dio un un subidón de inspiración y no pude parar de escribir y como que se pasó volando el tiempo.
Para quienes lo notaron, el fic Q también lo dejaré para el final, puesto que lo olvidé en su momento jeje.
Espero que les este gustando hasta ahora, publicaré en próximo cap mañana, o si recibo al menos 5 reviews podría publicarlo esta noche, todo depende de ustedes.
Es un Two-Shot porque hasta ahora (03:11 pm Argentina) la historia en un solo cap llevaba 9664 palabras, y no quiero que la lectura se les haga muy tediosa, además, aún no acabo, y como estoy enferma, en cama y sin nada que hacer (aunque esto último estando sana también ¬¬U) me dedicaré al fic DE LLENO.
Espero que me dejen muchos reviews para publicar en la noche, si no acabo para entonces, la historia tendrá un tercer capítulo, pero todo depende de si recibo 5 o más (mucho mejor si más) reviews para este cap.
Las amo mis preciosas lectoras.
*Mirada amenazante* para ti, javierahannamontana, sabes lo que quiero Ò.ó
Saludos, y hasta pronto!
