Hola, como ya habrán notado tengo la pésima costumbre de iniciar historias sin siquiera haber terminado las actualmente publicadas, pero puedo defenderme en el alegato de que sigo actualizado todas =).
Bueno esta historia está basada en un universo alterno de la historia conocida por nosotros en Hey Arnold, solo tomare los personajes y la historia es totalmente mía.
Reseña:
Arnold Shortman está enamorado de la fina y recatada señorita Lila Sawyer, hombre de familia reconocido por ser indulgente y de buena familia, se verá contrariado cuando la excéntrica hija del cónsul de Rusia llega cambiar su pacífica y modesta vida.
En busca de la felicidad
Introducción:
1870 Londres
Arnold era reconocido por ser paciente, pero para colmo de sus males, esa paciencia no estaba haciendo gala en ese preciso instante, era demasiado, el destino se estaba burlando descaradamente, con parsimonia y tortuosidad.
Se sobo la cien lentamente en un compás con la yemas de los dedos mientras entrecerraba los ojos, definitivamente el destino se burlaba de él, era el colmo de los colmos, entre el haber estado dentro del carruaje barias horas y a eso agregarle el esfuerzo colosal que implicaba pasar tiempo con su primo Arni, mientras que este le planteaba temas de lo más insípidos y sobre todo, soportar la mirada de tonta enamorada de Lila Sawyer, era demasiado para su salud mental.
Su primo le había mandado una carta expresándole el súbito interés de pasar una temporada con su familia, de inmediato Arnold supo que sería una larga temporada.
De su llegada ya había pasado una semana y ya no podía más, el verle a diario era una cosa, pero encima agregarle el hecho de que la joven casadera más hermosa y deseada del lugar sin mencionar de que él estaba perdidamente enamorado de ella, se la pasara maravillada del desabrido y raro primo, era simplemente surrealista.
-Arnold, no es maravilloso, Arni nos hará el honor de asistir a la fiesta de que ofrecerán esta noche los Lloyd.
-Sí, claro señorita lila, es maravilloso – contesto con desdén frotándose más fuerte la cien.
-Si no se siente bien debería descansar, estoy segura de que Arni y yo nos encontraremos bien.
-De hecho señorita, yo también quiero descansar, será mejor llevarla a su casa, después de todo no está bien visto que una joven dama este en compañía de un hombre.
Por primera vez Arnold agradeció la intervención de su primo, raro en él, después de todo, era sabido que a Arni poco le importaba lo que se dijera en la sociedad acerca de su comportamiento. Arnold miro con los ojos entreabiertos a Lila que abrió desorbitadamente los ojos y por un momento le pereció que ella se ahogaba, más de inmediato supo que solo se encontraba sumamente abochornada, no había visto jamás como un hombre se atrevía a rechazar algún ofrecimiento de Lila Sawyer y que el primero fuera su primo le resulto sumamente irreal y desagradable, por un momento sintió celos de no haber sido él.
-Santo cielo, tiene usted razón – Dijo roja de la vergüenza-. Me disculpo si mi conducta le es molesta.
- En absoluto, solo que la sociedad, usted entiende.
El regreso fue callado, la señorita Sawyer no encontraba como esconder la cara ante el atrevimiento de su actitud, Arnold por su parte solo se limitaba a apreciar el tortuoso silencio.
Cuando se hallaron de regreso en la mansión Shortman, Arnold se dirigió a su habitación inmediatamente para refrescarse, se preguntaba cómo podía resistir toda una temporada de esa manera, el tener que soportar verle interesada en otro hombre era un calvario, por más que lo pensara no podía entenderlo, desde su niñez la gente había asegurado que él y Llila se casarían, pero todo indicaba a que eso nunca pasaría.
Años y años en los que veía desfilar pretendiente tras pretendiente sin ningún éxito debido al desinterés por parte de ella, lo habían hecho casi asegurar que sería el quien se casaría con ella, pero solo había bastado una semana desde la llegada de su primo para que ese "casi seguro" se convirtiera en cenizas.
No podía comprenderlo, según a palabras de barias mujeres, él era mucho más apuesto e interesante que Arni, sin embargo su primo le estaba ganando la partida.
Se sumergió aún más en la tina, y su mirada se postro sobre las molduras doradas del techo de la habitación.Él nunca se habrá considerado pesimista ni mucho menos, conformista, siempre buscaba lo que quería, almenos en asuntos de negocios, pero el simple hecho de que se tratara de Lila, distorsionaba sus ambiciones.
.El ajetreo se podía percibir por toda la mansión, los sirvientes parecían mantener una labor mecánica, todos y cada uno conocía perfectamente su tarea, caracterizados por la rapidez y pulcridad en cada tarea que se les asignara.
Los Lloyd, nuevos ricos, se empecinaban en agradar o lo que era equivalente en su situación a fingir que eran de agrado, por lo menos en esa sociedad prejuiciosa y convenenciera.
Poco les importaba que fuera pura apariencia, después de todo de agrado y gentileza no se había formado su fortuna, enfatizaba el señor Lloyd como todo una filosofía de vida.
Para sorpresa de los Lloyd se les informo de la llegada del cónsul de Rusia, de inmediato tomaron la iniciativa de acogerlo en su mansión, nada como tener a alguien en la política en la lista de sus conocidos, y siendo extranjero aún mejor.
Se empeñaron en hacer una gran fiesta de bienvenida en su honor o así lo anunciaron a los cuatro vientos.
No era de sorprender que la dichosa fiesta celebrada con gran despilfarro, jactándose de su creciente fortuna no era más que una manera más adecuada y algo ilusionista para el propósito de "ofertarse" o como era mejor conocido en la aristocracia "presentar a las se señoritas a la sociedad"
Desde temprana edad Rhonda Lloyd adopto la filosofía de su padre, y ahora en plena edad de conseguir marido, ella se encargaría de sacar provecho y encontrar el mejor partido.
Poco le importaba la llegada del cónsul y mucho menos de su hija, para ella significaba la excusa perfecta de presentarse ante los mejores prospectos de marido.
El cónsul, tenía planeado hacerse de alguna mansión propia para establecerse pero debido a cosas de improvisto tuvo que viajar a Londres aun sin haber hecho los preparativos necesarios.
Sabía perfectamente, tal cual ocurrió, que no faltaría algún aristócrata para que le ofreciera hospedaje mientras que su resiente acalorada y cansada vida se pusiera en orden.
Para su hija menor, poco le importaba el lugar donde se encontrara, ella en palabras de otras personas era tachada excéntrica, demasiado adelantada para su época, con carácter y autosuficiencia y sobre todo con la inteligencia que caracterizaría a cualquier viejo zorro, a ella no le molestaba adoptar el ímpetu del excentricismo, después de todo, eso era de más valía a su parecer, para ella la simple idea de parecer la típica señorita de sociedad callada y sumisa sin ningún ápice de libre albedrío seria simplemente la peor manera de vivir.
Cuando llego a la mansión Lioyd supo de inmediato lo que se tenía que esperar de sus anfitriones, la manera en que la única hija de la familia la observo llena de sorpresa y espanto la divirtió muchísimo. Helga Pataki ya estaba acostumbrada a ser prejuiciada de inmediato, pero ese detalle no le tenía la menor importancia. Rubia de ojos azules y más alta que las mayorías de las londinenses, se hacía notar inmediatamente, siempre haciendo contraste en la manera de vestir, pero lo que realmente le impacto a Rhonda Lioyd, fue lo hermosa y fresca sé que se observaba, cualquiera que la viera de inmediato quedaba prendado de ella, no era tan bonita con Lila Sawyer, pero si tenía gran presciencia y en lo que le ganaba Lila lo compensaba con su gran atractivo , desprendía sensualidad aun sin estar vestida provocativamente.
Para desagrado de Rhonda Lloyd, tal como intuyo, sus planes de ser el centro de atención en su famosísima fiesta de bienvenida fueron opacados por la hermosa Helga Pataki. La atrevida rubia hizo gala de su anterior estancia en Francia donde adquirió una alto sentido de la vanguardia, todos los hombres presentes se encontraban bajo algún hechizo, su entallado vestido color rojo escarlata en forma de sirena que hacia énfasis en su hermosa y esbelta figura a diferencia de las demás damas presentes que llevaban recatados vestidos algo holgados propios de la época, la hacía resaltar ya de sobremanera.
Todos la abordaban con temas tan grises y aburridos, típicos de los hombres opulentos de la aristocracia, tan típicos, que ella ya se los sabía de memoria, en Rusia, Francia o Inglaterra era siempre lo mismo, siempre tratando de mostrarse como hombres fuertes y con el mayor dinero que se puede tener, siempre fanfarroneando de lo que carecían. El que todos estuvieran siempre así de enfermizamente a su disposición la hacía querer vomitar su odio, pero el que solo un hombre en todo ese inmenso gran salón no le prestara ni la más mínima atención le hizo recuperar la fe en la humanidad.
No era bien visto que una dama dejara a sus acompañantes con la palabra en la boca, mucho menos que lo hiciera para encaminarse hacia un hombre soltero tal como ella lo hizo ante los ojos atónitos de los presentes. Lo hizo de manera tan natural que cualquiera diría que eso era lo más común.
-Buenas noches, no tengo el gusto de conocerlo-. Se presentó tan pronto estuvo enfrente de él, sonrió, al comprobar que él no le había prestado el más mínimo interés antes de que se acercara furtivamente a él.
-Buenas noches –parpadeando un poco por la sorpresa – me temo que es absolutamente cierto, mi nombre el Arnold Shortman, encantado de conocerla señorita.- Arnold le mostro sus respetos con el brazo aun sin comprender por completo la situcion.
-El gusto es mío, señor Shortman, después de todo he sido yo quien se ha acercado a usted.
El no supo que pensar ante el descaro de haber reconocido abiertamente que había hecho algo impropio, diciéndole de la manera más fresca y tranquila como si no importara. Para Arnold esa mujer era todo un enigma, algo en su interior le advirtió que Helga Pataki vendría a dejar huella en su vida.
-¿Algo le está molestando?- Helga le pregunto mientras le asía una seña con la mirada hacia una pelirroja bailando.
-¿Por qué lo dice?
-Sabe, tengo entendido que el acompañante de la señorita es su primo. Y usted no ha quitado esa cara desde que ella le insistió para que la sacara a bailar.
-Usted es muy observadora, pero no estoy molesto.
-No importaría que lo estuviese.
-Pero no lo estoy señorita.
Helga sonrió divertida ante lo que presenciaba, sin duda alguna, había encontrado a alguien que valía la pena.-Ya veo, en ese caso no le molestara sacarme a bailar.
Continuara….
si les gusto y quieren que la continué díganme=)
