Disclaimer: Supernatural pertenece a CW y Eric Kripke, yo solo hago usos de sus personajes con motivos recreativos y sin ánimos de lucro.

Este fic participa en el Reto Especial "200th Fan Fiction" del foro Supernatural: Blood Brothers

Jess

La noche que Jess conoció al hermano de su novio fueron muchas las piezas que encajaron.

Jess conoció a Sam a mediados del semestre, él estudiando humanidades como preámbulo a Leyes y ella estudiando enfermería. Ambos coincidieron en Psicología I, viéndose todos los viernes a las ocho de mañana en una salón abarrotado de gente y con un profesor que a pasos del retiro..

La primera vez que hablaron fue durante una clase sobe los procesos cognitivos del ser humano, aprendizaje era el tópico y el perro de Pavlov el protagonista.

La segunda vez, fueron presentados por Brady.

Jessica nunca creyó en príncipes azules, hombres perfectos o almas gemelas, pero Sam encajó en todos esos esquemas de una manera u otra. Y a pesar de su inteligencia y habilidades, nunca tomó ventajas de ellas para imponerse sobre otras personas, algo extraño considerando su elección de carrera (lo cual sabe es un estereotipo pero no puede evitar pensarlo).

Pocas fueron las veces en las cuales Sam mencionó a su familia, por lo tanto es poca la información que Jess tiene sobre la vida pre-Stanford de su novio, solo cositas aquí y allá:

1: Su madre murió en un incendio cuando el era un bebé.

2: Su padre nunca se recuperó y los mudó de diferentes estados, ciudades y pueblos durante toda su vida.

3: Tiene un hermano mayor llamado Dean, al que no ve desde que se mudó a California.

4: Tiene un tío llamado Bobby y uno llamado Jim, el cual es cura.

Pero eso es todo, no anécdotas en navidad o acción de gracias, ni una fiesta de cumpleaños o comida casera, ni siquiera una celebración. Solo un bolso militar en el que tiene todas sus pertenencias y una fotografía de sus padres.

La noche que Jess conoció a Dean Winchester pudo observar el afecto y el apego de dos niños que crecieron muy rápido, de dos personas que se han tenido así mismas a lo largo de la vida y el luto que cargan sobre ellos como una nube gris caricaturizada sobre sus cabezas, y Jess no pudo evitar pensar en la manera en la que su novio y hermano caminan hombro con hombro cuando se dirigen a un musculo carro negro, la instantánea gravitación del uno hacia el otro como una caminata aprendida, necesaria para satisfacer el afecto que ambos carecen y anhelan.

Jess intuye la dificultad en la vida de Sam, como no pudo desenvolverse como un niño normal y sabe, de primera mano, la poca estima que siente a sí mismo y no puede evitar el nudo que se forma en su garganta, afligida por el triste desarrollo que su novio vivió.

Una sonrisa invade su rostro cuando se dirige de nuevo a la cama, planeando comprar lo necesario para hornear unas galletas porque si bien su nuevo tuvo muchas carencias creciendo, eso no quiere decir que tenga que tener las mismas en su vida adulta y tal vez pueda hablar con su hermano y convencerle que se quede aunque sea unos cuantos días con ellos. Traer la única constante en la vida de Sam de nuevo en la foto.

Sí, eso suena como un plan.