Otra más de mis locuras.
Summary: "Buenos días, tardes o noches, mi estimado amo o ama (según sea el caso). Mi nombre es (decir nombre aquí)"… ¡Ah, si¡Hola¡Me llamo Eugenio! "Soy el genio místico de la lámpara. Tengo poderes cósmicos semifenomenales y le concederé todo aquello que desee." Pobres mamodos... Pobres...
Disclaimer: Zatch Bell y todo lo relacionado M.R. Eugenio, por el contrario, si es de mi creación (¡Qué gran logro!).
Eugenio, el Genio.
Kyanchome.
Kyanchome caminó alrededor de la mesa, sin despegar los ojos de la botella.
Era una botella antigua, muy antigua y tapizada en joyas; tenía una forma rara, llena de protuberancias; una boquilla alargada que abría paso a una parte esférica unida a otra parte ovalada y acabada en un fondo abombado. Estaba hecha de un vidrio muy grueso de colores azul, rojo, verde y violeta. Aunque resultaba difícil asegurarlo.
¡Estaba cubierta por una monstruosa capa de polvo!
El pequeño mamodo con pico de pato pensaba que la botella era muy bonita; únicamente necesitaba una limpieza a fondo para lucirse.
Así que estiró su manita y la frotó con la manga de su mameluco.
Un denso humo de color verde pastel salió por la boca de la botella y tomó la forma de un hombre joven de piel olivácea y largo y enmarañado cabello oscuro. Vestía de una forma muy extraña; un sombrerito rojo con forma de maceta boca abajo con un cordoncito dorado colgando, en lugar de camisa llevaba un chaleco abierto de color rosa mexicano bordado con unas flores verdes estilizadas, un amplio y holgado pantalón azul cielo, una especie de bufanda amarilla con flecos a modo de cinturón y unas puntiagudas babuchas naranjas.
Un conjunto capaz de cegar a cualquier persona.
El hombre miró a su alrededor fascinado; parecía un niño en una juguetería. Luego sus ojos de color avellana se posaron en el mamodo. Sacó una pequeña tarjeta rosada de debajo de su sombrerito y comenzó a leer:
-"Buenos días, tardes o noches, mi estimado amo o ama (según sea el caso). Mi nombre es (decir nombre aquí)"… ¡Ah, si¡Hola¡Me llamo Eugenio! "Soy el genio místico de la lámpara. Tengo poderes cósmicos semifenomenales y le concederé todo aquello que desee."
Kyanchome lo miró maravillado.
-¿Puedo pedir lo que yo quiera? –preguntó con ojos brillantes.
-¡Claro¡Todo lo que quieras! –confirmó Eugenio emocionado.
-¡Deseo ser el Rey Mamodo!
-¡Excepto eso! –anunció Eugenio alegremente.
-¿Qué?
-¡No puedo convertirte en Rey Mamodo! –exclamó el genio entusiasmado.
-¿Por qué no? –preguntó Kyanchome-. ¡Tú me dijiste que me concederías todo lo que yo quisiera!
-¡Y así es! –dijo felizmente Eugenio-. ¡Te daré todo aquello que desees¡Bueno, de hecho solamente será un deseo sujeto a disponibilidad según lo indicado en la página 218, párrafo 14, artículo 527, inciso f de mi contrato! –explicó con una gran energía-. ¡Entre los deseos que NO puedo concederte se incluyen matar, traer a los muertos de regreso, hacer que alguien se enamore de otro alguien, convertir a alguien Rey del Mundo Mamodo y hacer que los libros de otros mamodos se quemen mediante combustión espontánea!
-¿Y qué es lo que si puedo pedir?
-¡Todo lo demás!
El rostro de Kyanchome adoptó una expresión pensativa.
-¿Puedo desear ser el mamodo más fuerte de todos?
-¡Eso sí! –exclamó Eugenio-. ¡Solamente tienes que decir la palabra mágica!
-¿Cuál es la palabra mágica?
-¡Debes decir: "deseo" y pedir tu deseo!
-¡Deseo ser el mamodo más fuerte de todos!
-¡Coooncedido!
Eugenio se cruzó de brazos e hizo un movimiento afirmativo con la cabeza.
-¡Ahora eres el mamodo más fuerte!
-¿En serio? –se extrañó el niño pato-. No me siento más fuerte.
-¡Y no lo eres!
-¿Qué¡Pero si acabas de decir que soy el mamodo más fuerte!
-¡Y lo eres!
-Pero no soy más fuerte.
-¡Así es!
-No entiendo –declaró Kyanchome rascándose la cabeza.
-¡Eres el mamodo más fuerte pero no eres más fuerte! –declaró Eugenio-. ¡Hice a los otros mamodos más débiles que tú!
Mochinoki, Japón.
-¡Kiyo¡Auxilio!
Takamine entró corriendo al cuarto de estar, encontrándose con Zatch debajo del televisor.
-¿Qué estás haciendo? –preguntó el adolescente, levantando el pesado aparato y regresándolo a su lugar.
-Yo no hice nada –gimió el pequeño mamodo rubio-. Estaba jugando a levantar la tele¡y de repente se puso muy pesada!
¡Me estaba aplastando!
Moscú, Rusia.
Bari se frotó la cabeza y gruñó adolorido.
La niñita que acababa de darle la paliza de su vida se alejó tranquilamente, pedaleando su triciclo y chupando su paleta, con su precioso vestido rosa y su cabello peinado en coletas.
¡¿Cómo era posible que una mocosa cómo esa lo hubiera atizado de esa forma?!
Los Angeles, Estados Unidos.
Megumi bajó del escenario satisfecha.
Había sido un gran concierto.
Esa gira por los Estados Unidos comenzaba con el pie derecho.
Camino a su camerino se encontró a su pequeña amiga pelirroja ahorcando a uno de los tipos de seguridad.
-¡Tia¿Qué estás haciendo? –preguntó alarmada.
-¡¡¡ME DIJO QUE YO NO ESTABA EN LA LISTA DE PERSONAS AUTORIZADAS PARA ESTAR TRAS BAMBALINAS!!!
Y continuó apretando su tráquea con fuerza.
…
Ejem.
Ese no fue un gran ejemplo.
¡Él que sigue!
Londres, Inglaterra.
En una lujosa suite del hotel Majestic, Li-En contemplaba las grandes y gruesas gotas de lluvia que caían contra la ventana mientras Wonrei se enfrentaba a una misión imposible.
-¿Ya pudiste abrir ese frasco, Wonrei? –preguntó la joven de Hong-Kong.
-Ya casi lo logró –gruñó el mamodo entre dientes.
La chica fue hasta donde él estaba, le quitó el frasco de las manos y lo abrió sin ninguna dificultad.
-Aquí tienes.
Marsella, Francia.
Sherry se detuvo al percatarse de que Brago ya no estaba con ella. Miro hacia atrás y descubrió al mamodo caminando hacia ella lentamente.
-¿Qué sucede, Brago?
El ser oscuro no contestó. Se detuvo junto a la chica y se recargó contra la pared, respirando entrecortadamente.
Después de unos minutos, en los cuales la joven lo miró confundida, el mamodo se enderezó y siguió caminando.
Sherry suspiró, murmuró algo sobre lo inútil que era hacer preguntas a ciertas personas y lo siguió.
Un poco más tarde, Brago se detuvo nuevamente y miró a su acompañante de forma extraña.
-¿Qué pasa?
-Si necesitas descansar –murmuró el mamodo-, podemos detenernos por un rato.
-Estoy perfectamente –replicó Sherry-. No necesito descansar. Sigamos antes de que se escape el mamodo.
-No hay problema si necesitas descansar –repitió Brago.
-Ya te dije que no necesito descansar –respondió Belmondt-. Además¿desde cuando no tienes problemas con lo que según tú es un desperdicio de tiempo?
Brago apartó la mirada.
Sherry lo observó detenidamente, haciéndose la luz en su cerebro.
-¿TÚ necesitas descansar? –preguntó incrédula.
-Yo no he dicho eso –gruñó el mamodo en voz baja.
La joven lo observó por espacio de varios minutos sin creer lo que pasaba.
¿Brago necesitaba descansar?
¡Imposible!
Con un gran esfuerzo evitó reírse.
La situación era absurda.
¡Brago nunca necesitaba descansar!
Sin embargo…
-Está bien –accedió Sherry compasiva-. Tomaré un descanso.
Ambos se sentaron en una banca y permanecieron en silencio.
Sherry miró a su compañero disimuladamente.
Seguía sin entender por qué necesitaba un descanso.
Él nunca se había quejado de estar cansado.
De estar hambriento si, pero de estar cansado…
-¿Ya descansé lo suficiente?
-…
-¿Brago?
-Si.
Marsella, Francia. (El mamodo y su compañero humano que eran perseguidos por Brago y Sherry).
-¡Continúa corriendo! –ordenó el humano con voz asustada-. ¡Si nos alcanzan estamos perdidos!
-¡Ya me cansé! –lloriqueó el mamodo.
-¡Descansarás bastante en el Mundo Mamodo si esos dos nos atrapan!
El mamodo cayó al piso, sin poder dar un paso más.
-¡¿Qué estás haciendo?!
-Des… canso…
En esas estaban cuando apareció un perro, y no era cualquier perro: era un French Poodle con su típico corte de pelo.
Con sus dientes, el Poodle agarró al mamodo por el cuello de la camisa y se lo llevó arrastrando.
-¡¿A dónde crees que vas?! –gritó el humano frenético.
-¡No me voy¡Me llevan!
-¡Deshazte de ese perro¡Golpéalo!
-¡No puedo¡Es demasiado fuerte!
El humano lanzó un grito de frustración y corrió tras el perro que estaba secuestrando a su amigo.
Lo malo era que ese perro corría muy rápido.
De vuelta en Milán, Italia.
Eugenio sonreía muy satisfecho por el deseo que acababa de conceder.
Kyanchome continuaba rascándose la cabeza sin haber comprendido del todo lo que había pasado.
-¡Ahora me despido! –anunció Eugenio, el genio con una gran sonrisa-. ¡Debo buscar un nuevo amo y concederle sus deseos!
-¿No querrás decir "deseo"? –inquirió Kyanchome confundido-. ¿Uno sólo?
-¡Exacto!
El genio místico desapareció con todo y lámpara en medio de una nube de humo.
Kyanchome permaneció en silencio por algo así como media hora (de hecho, solamente fueron cinco minutos, pero a él le pareció más tiempo).
Se puso de pie y salió de la estancia gritando y agitando los brazos.
-¡Folgore¡Soy el mamodo más fuerte de todos!
Éste será un fic seriado. Ya tengo algunas ideas para otros capítulos pero aceptamos peticiones para deseos, tanto de mamodos cómo de lectores de libros.
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