El sonido de sus tacones se confundían en medio de la multitud, el joven a su lado guardaba silencio llevando su bolso, habían llegado a la zona de embarque y se detuvieron uno en frente del otro, ella bajo la cabeza con los ojos cerrados, no quería mirarlo a los ojos, no sabia si podría resistir estar lejos de el.
El que por segunda vez la había sacado de aquel hoyo negro en su corazón, pero debía hacerlo, se lo había propuesto en el instante en que Setsuna se alejaba de ella, porque si había lamentado algo todo este tiempo, era el hecho de saber que no nacería.
-Uds. Hubieran anunciado su embarazo esta navidad- le había dicho la mujer.
-ellos van a casarse- dijo en otro momento con lagrimas contenidas.
-Setsuna- le susurro abrazándola –todo estará bien- termino de decir mientras extrañas ideas comenzaban a tejerse en su mente.
-¿te volviste loca?- le dijo el con indignación al oír su decisión de volver.
-por favor- le dijo –no me juzgues, abrásame- se lanzo a sus brazos y como siempre el la recibió, consolándola y compartiendo aquella agonía.
Ahora estaban allí, en el aeropuerto, el no desea acompañarla Japón, era demasiado con dejarla ir, no soportaría verla lanzarse a los brazos de Darien Chiba, ¿Por qué nunca pudo dejar de amarlo? Tal vez por la misma razón por la que el la idolatraba.
Pero ella lo amaba a el, a pesar de su engaño, ella seguía amándolo, e iba decidida a reconquistarlo, a ser feliz a su lado… o al menos eso era lo que ella le había dicho.
-pase lo que pase- le dijo –llámame, yo siempre estaré aquí para ti-
-si tu no hubieras llegado, no se quería de mi, te debo tanto-
-no me debes nada, somos… amigos-
-prométeme que vendrás a Japón-
-te lo prometo-
Cuando el avión ya había despegado comenzó a sentir nauseas, fue al baño donde se mojo el rostro, recordaba perfectamente el vuelo que había tomado dos años antes, su reflejo ya no era el mismo, hasta a ella le costaba creer que eran la misma persona.
Su cabello que antes rozaba sus tobillos ahora apenas cubría su espalda, y ya no eran tan lisos, ahora caían como hermosas ondas doradas con brillos plateados, su cuerpo de 19 años ahora a sus 21 se había terminado de desarrollar, siempre había envidiado a rei y mina por sus cuerpos mas desarrollados, pero nunca le tomo verdadera importancia ¿Cómo imaginar que una de ella aprovecharía esa diferencia?
Un pequeño golpeteo se escucho en la puerta:
-señorita- hablo una azafata –ya estamos a punto de aterrizar-
Serena le agradeció y volvió a inspeccionar su aspecto, debía lucir radiante, un poco de rubor en las mejillas, sombras en los parpados y brillo en los labios. Se acomodo el saco que llegaba hasta sus rodillas, satisfecha con el resulta le sonrió al espejo y susurro:
-dios, si tu voluntad es no ayudarme…. Te lo ruego… no te metas en mi camino-
NOTA:
Este es el primer capitulo de mi nueva historia, espero que les guste: D
