Disclaimer: Todos los personajes, lugares, etc.… pertenecen a JKR, excepto Rella Turner y su familia que es mía.
Avisos: Esta historia contiene spoilers del 5º libro, están avisados.
Nota de la Autora: espero que disfruten con la lectura, espero sus reviews.
Capítulo 1º
Una Nueva Rutina
Rella cerró la puerta de golpe y se dirigió hacia el ascensor si prestar atención a los gritos que salían del despacho que acababa de dejar; al llegar al ascensor, un hombre se le acercó y la agarró con fuerza volviéndola hacia él.
-¡Turner!, cómo se le ocurre hacer… hacerme esto!, no puede dimitir, no, no, no, no acepto su dimisión-
Dijo el furioso hombre agitando un pergamino delante de la cara de la joven que lo miraba expectante mientras él intentaba romper el pergamino que ella le acababa de entregar, no consiguió romperlo, por lo que sacó su varita e intentó destruirlo con un hechizo, pero nada de eso consiguió destruir el pergamino.
-Si no la aceptas, no es mi problema Cornelius, pero no creo que consigas destruirlo.-
Respondió la joven sonriendo al ministro, mientras le daba la espalda y subía al ascensor dejando a un muy frustrado Cornelius Fudge tras de sí.
Bajó hasta el último piso y se dirigió hacia el Departamento de Misterios, abrió la puerta de su despacho y entró, cerró la puerta suavemente y se dirigió a su mesa, se sentó en la silla y miró el despacho. Era el mismo despacho en el que había estado trabajando los últimos quince años, desde que el anterior ministro, su abuelo Jeff Turner, le convenció para hacerse cargo de la Dirección del Departamento debido al elevado número de traidores que se había encontrado en el Departamento de Misterios. El despacho era pequeño, estaba situado en la parte más baja del Ministerio, y a la entrada de las demás oficinas y salones que conformaban el Departamento de Misterios. El despacho era bastante oscuro para el gusto de Rella, con demasiadas velas para conseguir algo de luz, que hacían resaltar las oscuras paredes, que se veían por todo el despacho debido a los pocos muebles que había en éste. La mesa, una silla, un sofá enfrente para las visitas, una chimenea, una percha en la que solía reposar el águila de Rella, Fainser, y dos cuadros; todo eso era lo que Rella tenía en su despacho, todo lo que necesitaba para trabajar, y para evadirse cuando el trabajo era demasiado insoportable, algo que ya no necesitaría nunca más, lo que le hizo sonreír al tiempo que tomaba un pequeño álbum de fotos y lo ojeaba. Hacía mucho que no lo miraba, demasiados recuerdos para tener que luchar contra todos ellos, pero sabía que tarde o temprano tendría que enfrentarse a todos esos recuerdos, por lo que lo abrió, y observó las cuatro únicas fotos que había en él: con sus padres y sus abuelos, con sus compañeros de curso, con su mejor amigo y con la familia de su hermano; se veían felices, porque lo habían sido, había sido feliz al lado de todas aquellas personas que formaron parte de su vida, pero que poco a poco habían desaparecido abandonándole y dejándola sola. Sacudió la cabeza para apartar sus recuerdos y guardó el álbum en uno de los cajones, y se recostó sobre la silla cerrando los ojos, alejando sus pensamientos, alejando todo de su memoria.
La puerta se abrió bruscamente y tres jóvenes entraron a la estancia charlando y riendo alegremente; saludaron a Rella y se dirigieron al sofá que estaba enfrente de la mesa, se acomodaron y esperaron a que su jefe hablara. Rella se levantó y se dirigió hacia la ventana, miró a través de ella y pudo ver una pradera muy hermosa enmarcada por un bosque en el que se veía una casa solitaria, su casa; no, la casa de sus padres en la que había pasado los primeros diecisiete años de su vida, el hechizo que le permitía ver aquella imagen se desvaneció a ltiempo que una voz rompió el silencio de la habitación.
-Eh… jefe, se encuentra bien?.-
La voz de Atrus le sacó de sus recuerdos y se volvió hacia los tres chicos, se recostó en la chimenea y cruzó los brazos.
-Me voy.-
-Les ha ocurrido algo a los chicos?.-
-No Lori; ellos están perfectamente bien.-
-Entonces, te… vas de vacaciones a algún sitio?.-
-No Atrus, me voy, me marcho del Departamento y del Ministerio, esta mañana le he presentado mi dimisión a Cornelius.-
Los tres chicos se miraron entre sí sorprendidos por lo que su jefe les acababa de decir. Jonah se levantó de su asiento y se acercó despacio hasta la chimenea donde estaba Rella y tendió su mano a la chica; ella se sorprendió, pero reaccionó y apretó la mano de Jonah.
-Ha sido un enorme placer trabajar con usted señorita Turner.-
-Jonah…-
-Espero que todo le vaya muy bien, y espero poder volverla a ver algún día.-
Dijo Jonah, sin soltar la mano de Rella.
-Gracias Jonah, yo también me alegro de haber tenido la oportunidad de haber trabajado con vosotros… pero creo que aún no has aprendido a tratarme correctamente Jonah.-
-Rella!.-
-Mejor, mucho mejor.-
Murmuró Rella antes de abrazar a Jonah, que le devolvió el abrazo sonriendo enormemente. Se separaron al poco tiempo, ella le sonrió, alargó su mano hasta la percha cogió su túnica y se volvió a dirigir al joven.
-Ocúpate del Departamento hasta que Cornelius nombre a un nuevo director, y tened cuidado, cualquier cosa que necesitéis, Fainser sabrá dónde encontrarme. Adiós.-
Jonah asintió levemente, y Rella se dirigió a la puerta sin volver la vista atrás. Cerró la puerta de su despacho y se apoyó contra ella, suspiró y comenzar a andar, sin nisiquiera saber hacia dónde se dirigía, cuándo se dio cuenta de lo que estaba haciendo, miró a la puerta que había llegado, y un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Fijó su vista en la puerta, examinándola, y temblando atinó a agarrar la manija y abrir la puerta.
Se abrió suavemente y Rella entró a la habitación con paso tranquilo, se fijó en algo que había semioculto en la parte más alejada de la habitación y se acercó hasta un armario lleno de frasquitos con ingredientes en el que se recostó, y levantó la vista hasta encontrarse con el "velo" y una lágrima cayó por su rostro al tiempo que murmuraba.
-Adiós, Sir…-
Salió de la habitación algo más calmada y se dirigió hacia la salida del Departamento de Misterios, ya no volvería a entrar allí nunca más; pero se alegró, de que Cornelius no le hubiera obligado a desmemorizarse, ventajas de ser el jefe, supuso. Evitó a todos los oficiales y trabajadores del ministerio que encontró en su camino, aunque nionguno de ellos la conocía, ya que nadie nunca supo que era exactamente lo que la antigua jefa de la División de Aurores durante la Guerra hacía ahora en el ministerio después de dejar su puesto como auror.
Salió a la calle, hacía calor, mucho calor para ser sólo finales de Julio, y demasiado calor para estar en Londres, se paseó por el Callejón Diagón arriba y abajo hasta llegar al Caldero Chorreante; entró a la taberna y se acercó a la barra donde se sentó en uno de los taburetes que allí había; Tom, el tabernero se acercó a ella y la saludó efusivamente, charlaron durante un rato y e ltabernero desapareció tras la barra para volver con una botella y un vaso en las manos.
Observó a Rella preocupado por la joven, había apoyado los brazos en la barra y se tapaba la cara con las manos, intentando ocultarlo todo, como siempre hacía, pero Tom lo notó, el siempre lo hacía, conocía a la chica desde que ella tenís once años, y sabía que ahora sufría pero ella nunca se lo diría, ni tampoco le contaría qué era lo que tanto le preocupaba; y Tom la conocía demasiado bien para saber cuándo no debía decirle nada, por lo que se limitó a llenar el vaso con whisky de fuego y se dirigió hacia una de las mesas más alejadas, donde un grupo de hombres acababa de sentarse.
Rella miró el vaso fijamente y lo cogió suavememnte, lo observó durante un rato hasta que se bebió el contenido de un trago; cerró los ojos intentando anular el sabor que le quemaba la garganta, nunca le había gustado esa asquerosa bebida, pero conseguía despertarla de sus oscuros pensamientos, por lo que dejó que continuara quemando su garganta.
Depositó el vaso en la mesa, abrió los ojos y miró hacia el lugar en el que Tom charlaba con los hombres, parecía haberse olvidado de la existencia de la chica, así que sin pensarlo dos veces se concentró y se desapareció. Tom levantó la vista al escuchar el leve ruido, y observó el lugar en el que Rella había estado hacía tan sólo unos segundos, sacudió la cabeza y volvió a sus asuntos.
Rella apareció en una calle desierta en Hogsmeade; vagó por las calles hasta llegar a una casita de dos pisos, con un pequeño jardín que la rodeaba; abrió la verja y entró en la casa; ya dentro, dejó la túnica en una percha. De pronto escuchó un ligero pop y se volvió rápidamente para encontrarse con un pequeño elfo doméstico que la miraba sonriente con sus enormes ojos azules.
-Buenos días, señorita Turner, ¿hoy regresa usted pronto, no señorita Turner?. Desea usted algo, señorita Turner.-
-Sí, ¿podrías ir a mi despacho en el Ministerio y recoger mis cosas?.-
-Por supuesto señorita Turner; Trent estará encantado de ayudarla señorita Turner… Oh! Señorita Turner, Fainser trajó esto para usted señorita Turner.-
El pequeño elfo le tendió una carta justo antes de desaparecer ante sus ojos.
Miró el sobre, en la parte posterior no ponía ningún nombre así que le dio la vuelta y vio escrito en una prudente caligrafía "Rella Turner". ¿quién sería capaz de mandarle alguna carta sin remite?, más aún ¿quién sería capaz de mandarle una carta?, y además usando a Fainser para ello. De pronto la respuesta se aclaró en su mente: Albus Dumbledore. Sí, él era el único que sería capaz de mandarle una carta, pero desde la época de la Primera Guerra no lo había hecho, así que Rella pensó que debía ser algo muy importante, por lo que procedió a abrirla, cuando un ruido retumbó por toda la casa.
Salió corriendo hasta llegar a la cocina y se encontró con un cristal roto, y vio que afuera, en el jardín, un chico no mayor que su sobrino Jack estaba montado en una escoba y llevaba un pequeño bate en la mano.
-Esto… yo… lo… lo siento mucho señora Turner, yo… no… no pretendía… lo… lo siento, si…-
Ella sonrió al chico para calmarlo y sacó la varita que llevaba enganchada al cinturón, y apuntó al cristal, diciendo.
-Reparo!.-
El cristalvolvió a estar impecable y ella salió al jardín para encontrarse con cuatro chicos que estaban con sus escobas practicando quidditch, estuvo observándoles durante un rato y lugo volvió a la cocina para preparar algo de comer.
Trent apareció con una caja en las manos y la dejó encima de la mesa de la cocina.
-Ah! Trent ya has vuelto.-
-Sí, señorita Turner. Trent trajó lo que le pidió, señorita Turner, quiere usted algo más?.-
-Podrías preguntarle a Jack si sus amigos piensan quedarse a comer?.-
-Por supuesto señorita Turner.-
Trent desapareció y volvió a aparecer unos segundos después.
-Señorita Turner… el joven señor Turner dice que le agradaría mucho que los amigos del joven señor Turner se quedaran a comer.-
-Bien, gracias Trent.-
-Quiere algo más señorita Turner?.-
Rella respiró hondo y miró al pequeño elfo, llevaba mucho tiempo con él, y le dolía hacerle eso, pero pensó que sería mejor no retrasarlo.
-Sí Trent, tenemos que hablar.-
-Por supuesto señorita Turner.-
-Ya sabes que este es el último año de Jack en Hogwarts, así que el año que viene él y Amy se marcharán de aquí, a vivir fuera…-
-Sí, señorita Turner, Trent lo sabe.-
-Bien, entonces al marcharse ellos, yo estaré aquí sola… por lo que… he pensado que… bueno… que podrías ir a trabajar a Hogwarts… porque… yo…, bueno… si… vivo… aquí… sola… no… creo… que… que… necesite… que… túestésaquíparaayudarme, qué opinas?.-
Trent la miró con su ojos azules y esbozó lo que en su cara de elfo parecía una sonrisa.
-Trent hará lo que le parezca bien a la señorita Turner.-
-Bien, en ese caso, supongo que ésto es para ti.-
Dijo tendiéndole una prenda al elfo, que la apartó con sus manos.
-Oh, no!. Trent irá a trabajar a Hogwarts como la señorita Turner quiere, pero él no dejará de pertenecer a la familia Turner, además así Trent podrá cuidar de los jóvenes señores Turner, señorita Turner.-
Rella miró al elfo sonriéndole orgullosamente, y dejó la prenda encima de la mesa de la cocina.
-Señorita Turner?.-
-Sí.-
-Podría Trent despedirse de los jóvenes señores Turner?.-
-No tienes que marcharte hasta el uno de Septiembre Trent…-
-Trent prefier marcharse cuanto antes señorita Turner.-
-Como desees Trent, ve a despedirte de los chicos si quieres.-
-Bien, muchas gracias señorita Turner, ha sido todo un placer trabajar con usted todos estos años señorita Turner, Trent está muy agradecido de que usted le haya cuidado tan bien, señorita Turner.-
El pequeño elfo desapareció, y Rella agachó la cabeza y se quedó mirando al suelo pensando en lo difícil que sería seguir ahora sin el pequeño elfo ayudándola en todo, ahora tendría que avisar a Albus de que le he mandado a Trent… Albus, la carta.
Rella se sentó a la mesa y cogió la carta que seguía sobre ella y la abrió con cuidado de no rasgar su contenido. Sacó un pergamino de dentro, pero estaba en blanco, por lo que se levantó y se dirigió al sotano para usar un poco de la poción que Albus le entregó el año pasado para así poder enviar cartas más fácilmente entre los miembros de la Orden, y virtió un poco del contenido del frasquito del pequeño sobre y reveló el contenido de la carta:
""Rella:
¿Se puede saber en qué demonios estabas pensando para dejar tu puesto?, ¿es que te has vuelto loca o qué?. No sé qué razones te habrán impulsado a dejar tu trabajo en el Departamento de Misterios, pero más te cale que sean buenas, porque lo único con lo que la Orden contaba era con tu información, pero por lo visto ya la hemos perdido. Bueno, al menos espero que pienses la oferta que año tras año te hago, y que por costumbre este año te vuelvo a hacer.
Espero que la aceptes, por tu bien.
Albus Dumbledore."
Rella guardó la carta, y cerró los ojos durante unos minutos para concentrarse en lo que acababa de leer; Albus tenía razón para estar furioso con ella, pero tampoco tenía que amenazarla; vale, no le había avisado de que iba a dejar su puesto, pero ¿qué le importaba a él?, la información eso era todo lo que le importaba al anciano, debía haberlo supuesto antes. Rella guardó la carta y subió a la cocina, donde su sobrino y sus amigos le esperaban impacientes para comer.
-Albus ya sabes cuál es mi respuesta.-
-Rella…-
-No Albus, no pienso ir a dar clases a Hogwarts, tendrás que buscarte a otro.-
-Rella no hay nadie más que tú, es que no puedes entender que tiene que ser alguien en quien se pueda confiar?.-
-Pídeselo a Remus, él estará encantado de hacerlo, seguro.-
-Rella, ya sabes lo que ocurrió cuando estuvo dando clases hace tres años, no puede ser, necesito que seas tú.-
-Albus, no creo que yo sirva para eso…-
-No digas tonterías, cualquiera sirve para esto.-
-Si claro, entonces… ¿por qué parece ser que todos los profesores que contratas sólo aguantan un año? Esto en mis tiempos no pasaba… por desgracia.-
-Rella, ya sabes que hemos tenido muchos problemas para encontrar un profesor realmente bueno de Defensa y no he conseguido hacerlo, por favor entiende que este año es el más importante porque hay que mentalizar a todos los alumnos de lo que puede ocurrir dentro de poco timepo; y qué mejor que la directora de la División de Aurores durante la Primera Guerra para enseñarles?.-
-Albus…-
-Rella… año tras año vengo para preguntarte lo mismo, y año tras año rechazas mi propuesta, por favor dime qué tengo que hacer para que la aceptes!.-
-Podrías probar el no ser tan pesado, Albus. Mira, sé que quieres que me ocupe de las clases, y también sé que estás enfadado por haber dejado el Ministerio, pero es lo que debía hacer; lo siento, pero no podía seguir más tiempo allí después de lo que ocurrió… ya sabes.-
-Sí, lo sé, y lo siento Rella, por eso quiero que vengas también.-
-Para qué?, para que no haga ninguna locura?, tranquilo te prometo que no la haré.-
-No, Rella, no dudo de ti, y sé que no harás nada que se exceda de los límites, pero necesito a alguien en quien poder confiar dentro del colegio y con "buenos contactos" fuera de él.-
-Tienes a Minerva para eso…-
-No, ella aún se está recuperando del atentado que sufrió el año pasado; y antes de que me lo aconsejes, tampoco Hagrid puede hacerlo, le confiaría mi vida, pero no la de todo Hogwarts, Rella, necesito que seas tú.-
-No tengo otra opción, ¿verdad?.-
-Bueno, podrías rechazarlo, pero si algo malo ocuriera te pesaría en la conciencia durante toda la eternidad.-
-Ya, ya, ya, seguro que sí Albus.-
-Entoces, ¿aceptas?.-
-No me dejas otra opción.-
-Gracias Rella, además supongo que te gustará renovar algunas de tus viejas amistades… te espero el uno de Septiembre.-
El director de Hogwarts, Albus Dumbledore, desapareció del cuadro que Rella había colgado en el sótano de la casa, que usaba como despacho, y sacudió la cabeza preguntándose cómo diablos conseguía el anciano director conseguir lo que quiería siempre, incluso Rella caía en sus redes, y eso que ya no tenía diecisiete años… como le molestaba la forma en la que Dumbledore parecía jugar con todo el munod, pero en fin así tendría que ser.
Se levantó y se fue a su cuarto para preparar lo que debía llevar al colegio, sólo quedaban dos semanasy tendría que elegir siete libros de texto distintos, y preparar los distintos niveles… cómo odiaba tenenr que hacer eso, pero era lo que había pactado con Albus, así que se concentró para conseguir recordar algunos títulos de libros de Defensa recién salidos al mercado, pero lo dejó por imposible pensando que debería pasarse por el Callejón Diagón algún día para mirar las últimas novedades.
Rella miró al hombre que caminaba a su derecha, se le veía más cansado que de costumbre, y su mirada estaba mucho más perdida desde el accidente que ocurrió al final del curso pasado. De pronto él se paró frente a una casa, con el número 4, y se la señaló a Rella.
Ella llamó al timbre, y esperó a que le abrieran, un hombre de aspecto bastante extraño abrió la puerta.
-Lo siento, no queremos comprar nada, así que lárguense con sus cosas lejos de aquí.-
-Nosotros, no…-
El hombre fue a cerrar la puerta, pero Rella metió el pie y la abrió espantando al hombre, que retrocedió asustado.
-Qué se cree que está haciendo, Fuera de mi casa ahora mismo.-
-Deje que me presente, mi nombre es Rella Turner, y mi amigo es Remus Lupin, y usted es…-
-Vernon Dursley.-
La voz del hombre temblaba, lo que hizo sonreír a Rella, al ver que sus dotes aún no habían menguado con el paso de los años.
-Bien, señor Dursley, mi amigo y yo hemos venido para llevarnos a su sobrino.-
Para sorpresa de Rella, el hombre dio un paso hacia atrás chocando contra la puerta y poniendo sus manazas delante de él en un intento de protegerse.
-Us… ustedes… son… son como él… son… raros como él.-
-¿raros?.-
-Rella… supongo que se refiere al hecho de que somos magos.-
-¿ah?, bueno en ese caso, sí somos "raros". Ahora… le importaría llamar a su sobrino porque verá tengo un poco de prisa.-
Al decir esto, Rella apartó un poco la túnica del lado izquierdo para dejarle entrever la varita al hombre que corrió escaleras arriba para bajar muy enfadado seguido de un joven, que lo miraba extrañado.
-¿Remus?.-
-Hola, Harry, prepara tus cosas, tenemos que marcharnos.-
El chico subió corriendo las escaleras y bajó unos segundos después arrastrando un baúl y una jaula vacía.
-¿A dónde vamos?, ¿a la Madriguera?.-
-No.-
-¿Entonces?.-
-Más tarde Harry.-
Remus encogió el baúl y lo guardó en su bolsillo, mientras Rella tomaba la jaula de manos de Harry, y como habían venido se marcharon los tres por la puerta sin siquiera decier adiós.
Anduvieron un poco hasta llegar a una de las casas próximas y entraron sin esperar a que contestaran. Arabella Figg salió a recibirles y saludó a todos muy ilusionada por poder cer que estaban bien. Rella no quiso detenerse allí mucho tiempo, pues aún tenía que acabar con sus planes para el colegio, así que usaron la red flú para llegar directamente a la casa de Rella en Hogsmeade.
Una vez allí un muy confuso Harry Potter les acribilló a preguntas.
-¿qué pasa?, ¿dónde estamos?, ¿por qué me has traído aquí Remus?, y… ¿quién es ella?.-
-Tranquilo, Harry, de una en una por favor, y creo que será mejor que tú respondas a eso Rella.-
-Sí, supongo que sí… bueno, mi nombre es Rella Turner y digamos que ahora tienes que quedarte conmigo, y antes de interrumpirme por favor… déjame continuar, Harry. Sabes que desde que tus padres, eh… murieron, tu custodia pasó a manos de los Dursley, por orden de Dumbledore y porque tu… padrino estaba en Azkaban… bien, pues ahora que Fudge se ha dado cuenta de que no es cierto que fue Sirius quien traicinó a tus padres, y que ha… bueno, pues me han entregado a mí tu custodia.
-¿Por qué?, ¿por qué no me puedo quedar con Remus?.-
-Porque eso es lo que pone en el testamento Harry, tanto en el de tus padres, como en el de… Sirius, los dos querían que te quedaras con Rella, además ella es tu madrina, por decirlo de algún modo.-
-¿Conociste a mis padres?.-
-Sí, fuimos juntos al colegio.-
-¿Entonces también conociste a… Sirius?.-
-Sí, Harry, él era mi primo.-
-¿Tu primo?.-
-Sí, mi primo, y antes de que lo preguntes, sí, también Bellatrix lo es y la mujer de Malfoy, y también lo era la madre de Tonks.-
El chico asintió mientras intentaba asimiliar todo lo que había conseguido sacarle a la joven, pero de pronto sin querer soltó un bostezo enorme, por lo que Rella se acercó a él y le dijo suavemente.
-Sígueme Harry, te enseñaré a tu habitación.-
Él la siguió hasta llegar a una habitación en la que ya había un muchacho dormido, al que Harry reconoció, pero no pudo decir a ciencia cierta quién era. Rella salió de la habitación dejando solo al chico para que durmiera y descansara un rato y bajó a la sala donde Remus la esperaba, con una taza de té caliente.
-Bueno… parece que todo ha salido bien, ¿no?.-
-Sí, eso parece.-
-Tranquila Rella, él es un buen chico.-
-Lo sé, Remus, lo sé, pero no sé que va a pasar cuando descubra quién es su compañero de cuarto.-
-Tranquila, Jack es un buen muchacho, no creo que le haga nada malo…-
-Sí, pero Jack sigue siendo un Slytherin… y tú ya sabes la tendencia que tienen a… bueno, ya lo sabes… a fastidiar a los Gryffindor.-
-Sí, supongo que será divertido, tómatelo como un pequeño entrenamiento para lo que vendrá después cuando tengas que luchar contra demasiados alumnos en las clases.-
El hombre se rió de la expresión de la chica, y pasarom un buen rato más charlando sobre todo y sobre nada, hata que llegó la hora hora en que Remus se marchó hacia su casa.
Rella subió las escaleras hasta su cuarto, y se metió en la cama rápidamente, una semana, sólo quedaba una semana más para que su vida cambiara por completo, una semana más para tener que adaptarse a una nueva rutina.
CONTINUARÁ
Notas: Espero que les haya gustado, sé que no dice mucho por ahora, pero en cpaítulos sucesivos se vendrá todo un poco de golpe.
Dejen reviews.
Hasta pronto.
FAINSER
