El mundo y los personajes de Digimon no me pertenecen. Este fic es para el reto de HikariCaelum en el foro Proyecto 1-8.
Rapsodia multicolor
1. Alborada
Wizardmon no se movió ni apartó los ojos del fuego. La hoguera crujía bajo el amparo de la cueva y Tailmon tuvo la tentación de preguntarle si podía ver algo en el crepitar de las llamas, si leía el destino en el calor de la llamas que besaban el aire frío y si era más interesante que el presente. Él siempre se encargaba de encenderlo porque era muy mala en esa tarea. No había afinidad alguna, suponía, para ella.
Aunque hacía tiempo que lo conocía, no le había preguntado a Wizardmon sobre su pasado, las huellas olvidadas de su vida, porque no quería que él volviese con preguntas de la misma índole.
A ella le gustaba su compañía. Saber demasiado entorpecería las cosas y a la vez…
A la vez.
—Hace frío en esta zona —comentó él y extendió sus manos hacia la hoguera para puntuar sus palabras o para darles un peso que le quitase fuerza al silencio.
Sopesó la idea de callar o responder. Él era nuevo, aunque muchos eran nuevos para ella, pero había demostrado que era capaz y se había unido a la causa sin preámbulo. Era inteligente, ella imaginaba, porque había visto lo que sucedía a quiénes no se unían a Vandemon.
—Siempre es igual por aquí —respondió, él debería saberlo, y miró por encima de su hombro. Más allá, lejos de ese rincón escondido de la zona nevada, ella imaginaba el bosque y sus recovecos. No era un recuerdo, más bien una pequeña chispa de la memoria que se encendió.
Wizardmon pareció complacido. Quizá ya no tendría charlas unilaterales cada día. —Lo mejor de esta zona es el cielo despejado.
Tailmon no buscaba la conversación ni la promovía, pero se encontró admirando la porción de cielo que se inmiscuía en su escondite y tenía que concederle eso.
Las estrellas y la luna, blancas y resplandecientes, parecían tan cercanas que la tentación de trepar a lo alto de la montaña y tomar algunos puntos brillantes no se le antojaba tan ridículo. Era una ilusión, simplemente, y por un breve momento se permitió admirar su luz. La idea se apagó antes de llegar a sus ojos, fugaz como había nacido se perdió, y endureció su postura mientras se acercaba al fuego. La imagen le hizo cosquillas entre los pensamientos pero sacudió cualquier espejismo lejos de la conciencia.
Las fantasías no llevaban a ninguna parte.
—Piensa en tres lunas en lugar de una —comentó Wizardmon en voz baja, contradiciendo cualquier esfuerzo de ella para centrarse en el instante—. Una azul, una roja y una amarilla. Una sola luna se ve solitaria en el cielo inmenso.
Tailmon ladeó la cabeza con interés, y a su pesar se encontró imaginando la misma pintura —la tela oscura, las estrellas brillantes— pero sustituyó la luna enorme y redonda por tres puntos medianos en el firmamento.
Sacudió la cabeza. Era una imagen borrosa y absurda.
—Hay mundos allá afuera. Hay leyendas —susurró, pero no era un pensamiento que quisiera compartir completamente.
Un mundo que no era ese mundo. Increíble.
—¿Estás segura que quieres buscar las etiquetas?
Tailmon se erizó por un instante y luego se relajó.
Un nombre estaba allí, escondido en el fondo de su mente, pero no podía alcanzarlo. Se preguntó si algún día podría.
Su misión en ese lugar era buscar las etiquetas, era lo que Vandemon quería que hicieran. Era lo que los había hecho vagar por las zonas perdidas y escondidas, era la razón que ellos estuvieran allí.
Wizardmon la miraba ahora, con los ojos turbios y compasivos. Era una mirada que le irritaba.
—¿Hasta dónde llegarás por esto, Tailmon?
¿Por qué esa pregunta?
—Hasta el fin del Mundo si es necesario —replicó, tajante. Lamentó el arrebato enseguida, pero no se disculpó. No había razón para darle importancia.
—Eso es bastante lejos para hallar algo que no deseas.
—¿Por qué piensas que no busco algo para mí?
—Sí lo haces. Pero no son las etiquetas.
No lo eran. Él no tenía por qué saberlo, o interesarse. Era algo que ni ella comprendía.
Se acurrucó en el suelo de la cueva, de espaldas a Wizardmon pero no demasiado lejos de la salida. Sus instintos le decían que estaba segura, ella confiaba en Wizardmon tanto como en cualquier otro miembro del ejército, pero no haría ningún daño mantenerse alerta.
Si cerraba los ojos... cuando cerraba los ojos, encontraba una mirada azul y una sonrisa roja. Murciélagos. Sus constantes. Con suerte, la pesadilla se remontaría al bosque y no al encierro.
Anhelaba esas noches en las que no soñaba en absoluto.
—Saldré al amanecer para la siguiente zona —murmuró ella, soltando la vigía con lentitud agónica—. No tienes que venir.
Wizardmon no respondió por una eternidad. Quizá entendió lo que le estaba ofreciendo. Ellos no tenían que seguir por el mismo camino.
—Iré contigo.
Su voz podría hacerse perdido en el crujido del fuego si ella no tuviese el oído tan agudo.
—Hasta que encuentres lo que estás buscando.
Tailmon dejó que las palabras la tocaran y luego las apartó, lejos. Estaban en el mismo bando pero eso no los hacía algo más aliados, y aún así…
Aún así.
Con los ojos cerrados y abrigada por el silencio, se preguntó cuánto tiempo le tomaría a Wizardmon irse. Se preguntó qué haría si se marchaba. Probablemente seguiría, resistiría.
Ella no esperaba mañanas pintadas de luz.
A/N: ¡Hola! Tardé muchísimo en decidir con qué amistad empezar esta colección hasta que la pensé en la de Wizardmon y Tailmon, una de mis amistades favoritas sin dudas. Hay un CD drama de ellos buscando las etiquetas y hablando sobre otros mundos, pero me gustaba la idea de ir más atrás en su amistad. Tailmon siendo recelosa y Wizardmon siendo Wizardmon ;)
¡Soul, espero que te haya gustado! Lamento la tardanza, quería subir este reto antes pero no pudo ser. Tengo varios capítulos en mente :)
¡Gracias por leer!
