Y aquí estamos los dos. No puedo sentirte y tu lo sabes, pero eso nunca nos ha detenido y no lo hará ahora. Me alegra un poco pensar que al menos tu sí puedes disfrutar este pecado en toda su envergadura.
Esta prisión metálica contiene mi alma, mis sentimientos y todo lo que alberga mi ser, ligado a este mundo a través de esa sangre , la misma sangre que me une a ti en calidad de hermanos. Pero no, eso tampoco nos ha detenido.
Nuestra condición masculina tampoco ha tenido el impacto necesario para obstruir nuestro paso por este largo camino oscuro y enfermizo. Mucho menos nos ha importado lo que piense el resto de la gente.
A veces me pregunto si algo nos detendrá, mientras este dedo ajeno a mi cuerpo carnal hurga en tus entrañas mientras tu en tú éxtasis empañas mi fría superficie.
