Un Auténtico Malfoy
Siempre era así. Después de cada ataque, un mismo ritual tomaba lugar.
El Señor Oscuro llamaba a todos los mortífagos. Se reunían formando un círculo alrededor de su amo, y escuchaban impasibles los nombres de las personas muertas en el ataque.
No le daban importancia a los muggles y a los sangre sucia, ya que al no ser puramente mágicos, no tenía valor ni importancia.
Pero esa noche, hubo una excepción.
No nombraron a todos los difuntos, sólo a uno. Una, para ser más precisos.
Hermione Granger.
La sangre sucia. La sabelotodo amiga de Potter y Weasley.
Lord Voldemort se regodeaba de su éxito. Con este asesinato, su plan de destruir a Harry Potter se había puesto en marcha. Lo destruiría poco a poco. Como las fichas de dominó. Ya había empujado la primera, y un efecto en cadena se había desatado. Tiraría todas las piezas, hasta llegar hasta la última y destruirla, sin haberle dejado ningún punto de apoyo.
Los mortífagos sonrieron cruelmente al escuchar una fría carcajada, proveniente del hombre que se encontraba en el centro del círculo.
Cuando dieron la orden de retirada, todos se acercaron al mago y besaron la punta de su túnica, para después desaparecer con el sonido de un estallido.
El último en hacerlo, se acercó como por inercia, se arrodilló, pero no besó la negra tela.
Nunca lo hacía, porque, después de todo, él era la mano derecha de Lord Voldemort.
Eso era él.
Draco Malfoy.
Luego retrocedió y despareció.
En sus ojos no había sentimiento alguno.
Así era él. Una máscara de hielo. Una pared impenetrable.
No era así porque lo deseara, sin embargo porque así le enseñaron que había que ser.
Desde pequeño su padre le había enseñado a callar los sentimientos benévolos y ser una persona fría y dura.
A esconder aquello que no quería que la gente vea.
A ser fuerte.
Y aunque tal vez cuando era más joven y vivaz, había sentido una mínima parte de aquel sentimiento que los vulgares muggles llamaban amor hacia es muchacha, él ya no era la misma persona.
Ya no sentía.
Mucha gente hubiera pensado que se derrumbaría cuando escuchó la noticia.
Que se quejaría cuando alguien le llevaba la contra.
Que vengaría a la gente que quería.
Pero él no lo hizo. No se derrumbó. No se quejó. No vengó a nadie.
Siguió impasible. Sin demostrar sentimiento alguno.
Por que él era un Malfoy.
Un auténtico Malfoy.
Hola!
Hasta aquí llega esta historia. Mi primera historia. Al menos la primera que completo.
Ya que soy una escritora con MUY POCA experiencia. Tengo muhos menos años de lo que la gente piensa que tenga, así que ahora no me molestaré mucho si me equivoco, ya que sé que tengo unos cuantos años para desarrollarme y aprender a escribir como Dios manda.
Y, honestamente.. no sé si se entendió lo que Draco siente por Herms, ya que no le di mucho tiempo.
Eso me entristece.
Bueno, espero que mi próximo fic sea mejor!
Me dejarán un review... ¿verdad? Imaginen que los estoy mirando con cara de cordero degollado. ¿No les doy lástima?
Tengan compasión con una pobre mujer y déjenle un review que así le alegrarán el día!! xD
Bueno, me despido.
Muchos besos y abrazos!!
Donna
