Introducción:
Los 5 días antes del... ¿Despertar?:
'Bip, bip, bip'. Jodido despertador. Otro maldito día a la maldita escuela. ¡Maldita sea!
Me levanto perezosa de la cama. Me desenredo de las cobijas y doy unos pasos hacia el baño. ¡Mierda!, me caigo cuando tropiezo con mi ropa sucia de ayer. ¡Qué día!, igual que todos los días. La luz entra cálida por la ventana. Hmm, tal vez el día no sea tan malo.
Llego a la maldita escuela, las malditas mismas caras y los malditos mismos maestros. Si tan sólo por un momento pudiera estar en... Otro lugar... ¿Dimensión? No lo sé, tal vez me sentiría mejor.
Almuerzo con mis amigos. A ellos no los maldigo todo el tiempo, sólo en ocasiones reservadas para mi ira contenida. La T.V. de la cafetería está encendida en las noticias. Extrañamente a todos nos interesa ver las noticias, y si no verlas, por lo menos escucharlas.
Ben está sentado junto a mí, es mi mejor amigo, sé que puedo llamarle 'rata sarnosa' y me devolverá una descripción física mía aún más vulgar sin el más mínimo rastro de molestia. Kelly y John, como siempre, entre nauseabundos arrumacos (deberían conseguirse un hotel). James está pegado a su nuevo celular, más nuevo que el de la semana antepasada y la pasada, escucha música y compra discos caros desde la tienda de Apple. Víctor está sentado, callado como siempre, observándonos a todos con su mirada tímida. ¡Vaya grupo de amigos!, hombres casi todos. No sé por qué, sólo sé que así es. Desde pequeña tengo la necesidad de estar con ellos, no sé si los chismes de las chicas me abruman demasiado o verdaderamente tengo inclinaciones extrañas... No, no lo creo, he besado a un par de chicos. No, definitivamente no (debo borrarlo de mi cabeza).
-Susy, ¿qué comerás hoy?-dice Luke desde la entrada. Otro de mis amigos.
-¿Estás ciego, o necesito arrojarte mi hamburguesa en el rostro?-le digo irónicamente. Él sonríe.
-¿Qué tal tu fin de semana, Hill?-me pregunta. ¿Por qué siempre hace referencia de mi apellido cuando formula una pregunta?
-Bien, Flint. ¿Qué tal el tuyo?-sonríe. Sí que es guapo el chico. Sacudo la cabeza para eliminar el pensamiento.
-Rodeado de mujeres, ya sabes-me guiña un ojo. ¡Vete a la mierda, Luke! Le hago una seña no muy femenina con mi mano derecha y sonrío.
Seguimos charlando un rato de nuestro fin de semana. Yo no tengo nada más en qué entretenerme más que libros y más libros. Creo que podría armar toda una biblioteca con ellos. Ben estuvo conmigo todo el fin de semana, se quedó en la habitación de mi hermano ahora que se ha ido a la Universidad. Estúpido Ralph Hill. Kelly y John fueron a 'pescar'. James, bueno James conoció al nuevo amor de su vida, su celular, no para de hablar del maldito aparato ése.
De pronto se hace el silencio. Interrumpen el estúpido programa mañanero, gracias al cielo. Una chica rubia está en el televisor en lo que parece una comunidad, y por los rasgos de las personas debe ser coreana o algo así.
"La epidemia a la que se le unen cuatro muertes más puede expandirse a África y probablemente a algunos países Europeos cercanos a Asia. La ONU espera que sus investigadores sean rápidos y eficaces para encontrar un porqué de la enfermedad y así llegar a la cura."
¿Epidemia?, ¿cuál epidemia? Ben nota mi expresión confusa y me responde:
-Una epidemia se desató en Oriente. Al parecer las personas sufren de fiebres y alucinaciones hasta entrar en estado de coma. Salen del coma y se vuelven violentos, golpean, muerden y matan. Los que son mordidos repiten el proceso de quien los mordió: fiebre, alucinación, coma, asesinan. Es un círculo-dice con expresión fría y ligeramente preocupada.
-¿Estado de coma?-se encoge de hombros ante mi pregunta y me señala el televisor.
La rubia sigue al aire:
"¡Oh, por Dios!..." grita desesperada. El camarógrafo se acerca con ella: aparecen en la pantalla niños en una choza, cubiertos con sábanas sucias y también hay muchos Doctores dentro. Hombres y mujeres están también, los padres imagino. Sollozos, gritos, un mar de emociones en pocas imágenes. "Es tan terrible. Todos estos niños. Y hay más, adultos, jóvenes, ancianos... ¡Todos! Esto es sólo una muestra de la catástrofe que se puede presenciar en muchos de los Países Orientales", de pronto un niño convulsiona. Todos corren en la sala, la rubia está boquiabierta. Intentan hacerla salir y lo logran, pero por una pequeña ventana casi en el techo de la habitación el camarógrafo inserta el lente de la cámara. Se escucha de nuevo la voz de la rubia. "¡Oh, Dios mío!, apiádate de ellos. ¡Santo cielo!... ¡No!... ¡Si hay niños frente al televisor retírenlos... No puede ser!". Una escena catastrófica, uno de los niños ha muerto... ¿o ha entrado en coma?, realmente no lo sé. Los Doctores discuten en un rincón de la sala y una madre desconsolada llora a los pies de la cama de su pequeño de uno años.
De pronto las voces cesan, la madre levanta la cabeza y ahí está, despierto, tambaleándose para levantarse el pequeño niño. Todos están estupefactos, la rubia deja de hablar. Todos le observan. La cafetería está en silencio, a excepción por las freidoras que siguen en su trabajo.
El niño camina, observa a todos lentamente. Da un par de pasos y la madre brincotea de alegría, pero los Doctores le hacen una señal para que no se acerque. El pequeño se sigue acercando a su madre haciendo sonidos guturales, pero no articula ninguna palabra. Podría decirse que está gruñendo.
La madre le extiende los brazos y el pequeño se acerca. Ella le sonríe cálidamente y lo acuna... ¡Catástrofe! Todos gritan y se mueven contra el niño en el lugar: ha mordido a su madre por la oreja. La mujer sangra y grita descontroladamente, pero el niño mastica y muerde, mastica y muerde, mastica y muerde. Los gritos de la rubia se escuchan al fondo. Los Doctores indican a las personas "no-infectadas" que evacúen el lugar. ¡Santa Mierda!, el niño ha devorado parte del rostro y el cuello de la madre que, o está desmayada, o ha fallecido.
"Dios mío, Dios mío, Dios mío", solloza la rubia. De pronto se corta la transmisión.
Todo está en silencio. ¡Vaya reportaje!
Regresamos a nuestras aulas. Muchos agitados, otros asustados, algunos divertidos. En el baño hay chicas limpiando de su rostro el rímel tirado por las lágrimas al ver tales escenas. Cuando por fin todos estamos en nuestras aulas entra el profesor correspondiente. La Señorita Love aparece, profesora de Literatura, es una mujer de unos 40-y-tantos de piel oscura.
-Jóvenes-comienza su discurso. Deja sus libros en el escritorio-, lamento mucho que hayan visto tremenda escena en la televisión. Los profesores también la hemos visto. Créanme que es terrible que algo como esto esté pasando, pero no podemos detenernos. Las autoridades correspondientes se encargarán de solucionarlo todo-"sí, claro, como lo han hecho con todo", pienso-. Así que, menos lágrimas y más trabajo. ¿En qué página nos quedamos?-concluye. ¡Qué emotiva!
Ben ha estado callado durante todo el camino.
-¿Qué te pasa?, no has dicho ni una sola palabra-rompo el silencio cuando vamos de camino a mi casa. Al parecer sus padres han salido a donde sus abuelos y no quiere quedarse solo.
-Nada, sólo es... ¿Viste cuánto dolor hay al otro lado del mundo?-parece distante.
-Sí, lo vi. Pero no podemos hacer nada. Sólo somos unos estúpidos estudiantes de preparatoria.-me encojo de hombros.
-¿Estúpidos?-. La única estúpida aquí eres tú-dice riendo a carcajadas y me empuja a un jardín. ¡Vaya, mi mejor amigo ha regresado!
Pasan rápido los días. Hoy es jueves, todo normal, a excepción de que la plaga se ha extendido al norte de Asia y a la mitad oriental de Europa. Temen que la enfermedad llegue hasta América. Aún no encuentran una explicación razonable, lo único que saben es que no entran en coma, como decía Ben, sino mueren y reviven. No saben cómo, sucede que no tienen signos vitales y entran en descomposición, pero devoran carne (humana o animal) y caminan... ¿Cómo rayos lo hacen?
Viernes... ¡Por fin!, ¿por qué tardas tato en llegar, amado viernes?
Ben sigue en mi casa, quedándose en la habitación de mi hermano. Mis padres están de acuerdo en que se quede el tiempo que necesite. Hemos salido de la escuela y vamos a su casa para recoger algo de ropa y pueda quedarse unos días más.
-Me sorprende que tus padres me hayan dejado quedarme, ¿sabes?... No te lo tomes a mal, pero...-musita.
-Entiendo, sí. Yo también estoy sorprendida. Tal vez, no sé, quieran ser un poco más flexibles-me encojo de hombros y le ayudo a doblar sus playeras-. Es mucha ropa, ¿no crees?-le digo y lo veo.
-¿Tú crees?-me lanza una mirada pervertida y yo le lanzo su zapato.
-¡Idiota!-nos reímos como locos y ahora estamos casi llorando.
Salimos de su casa y tenemos que ir a pie... ¡Sí, con tanto calor!, su "pequeña gran maleta" insinúa que pretende quedarse un par de semanas más. Estoy más que feliz de que esté con nosotros, pero detesto cargar.
Llegamos a casa, ¡oh, benditos sillones de la sala!, jamás pensé que los querría tanto.
-Señora Hill, ¿podemos salir a cenar pizza?- ¿qué?, ¿qué haces Ben? Abro grandes los ojos y lo miro, y lo sabe, pero me ignora.
-¿Sólo ustedes dos?-contesta mi madre desde la cocina.
-No, pensaba que podrían acompañarnos Usted y el Sr. Hill-dice Ben.
-Oh, cariño, sería muy bueno, pero el padre de Susy y yo ya tenemos planes para hoy- ¿planes, qué clase de planes, mamá?-, ustedes salgan a divertirse, nosotros también lo haremos.
-¿Salimos, Susy?-dice Ben y pone ojos de niño castigado. ¡Aaarrrggg!
-Está bien-refunfuño-. Pero regresemos a las 9 a más tardar. Sabes que mi pasatiempo favorito es dormir.-tengo el ceño fruncido, pero él está más que feliz.
Sábado, 9:00 A.M... Todo está tremendamente tranquilo. Bajo a la cocina por algo de desayunar. Mamá no está aquí, quizás debe seguir dormida después de su noche loca. Frunzo el ceño ante la idea. Me sirvo un poco de cereal y leche en un plato y subo a mi habitación.
Enciendo la T.V., ¿no hay nada más que la cobertura de la epidemia? Noticias, noticias, noticias... ¡Más noticias!, ¡malditas noticias!
-Adelante-digo cuando alguien toca a la puerta. Es Ben. ¡Rayos, lo había olvidado!, sigo en pijama, pero, ¿qué más da?, es mi mejor amigo.
-¿Puedo, estás visible?-dice asomando la nariz.
-Obviamente que puedes-me río y le lanzo una almohada a la puerta. Entra y la levanta. Le hago una seña para que se siente conmigo.
-¿Quieres algo para desayunar?-pregunto.
-Sí, pero tengo pereza de bajar-.
-Pues yo no bajaré por ti, si es lo que estás insinuando-me río tontamente y sigo cambiando los canales en la televisión.
-Entonces tendrás que darme tu desayuno-dice y me quita mi plato.
Después de unos quince minutos de golpes y mordiscos decidimos que es mejor comer del mismo plato, aunque sea limpiando la cuchara.
-¿Sabes a qué hora llegaron papá y mamá?-le digo mientras él cambia ahora los canales. Se ve muy tranquilo estando aquí, sé que tiene demasiados problemas con sus padres. Sus ojos miel y su cabello castaño aún muestran la pelea que tuvimos.
-No. ¿Tú?-niego con la cabeza.
-Iré a ver si llegaron. Espero no encontrarme con ninguna escena extraña-le digo y me estremezco. Suelta una sonora carcajada y es inevitable que yo suelte otra.
Llego hasta la habitación de mis padres. Toco un par de veces y no responden. Me decido a entrar, a pesar de lo que pueda ver, estoy preocupada.
Nada. Absolutamente nada. De pronto escucho mucho alboroto en el pasillo. Deben ser ellos.
-¡Susan, Susan!-grita Ben mientras sale de mi habitación con una gran mochila.
-¿Qué te pasa?-corro hacia él.
-Tenemos que irnos-dice alarmado.
-Pero, ¿por qué?-le respondo en el mismo tono.
-La plaga, llego al país-.
-¿Qué?-.
-Llegó al país, Susan. Llegó al país...-
-Entendí lo que dijiste, pero, no podemos irnos sin mis padres. Ellos no están en casa, primero debemos buscarlos-le digo mientras camino tras él-. Y, ¿qué traes en esa mochila?, ¿estuviste hurgando mis cosas?-ahora sueno molesta.
-Hurgando, sí, puede ser. He empacado tus cosas. Ropa sobre todo. También lo que... una mujer puede necesitar. Toma-me da la mochila y mis converse. Se ruboriza un poco. Me pongo rápido mis zapatos y casi salgo así, en mi pijama, un pantalón deportivo gris muy desgastado, una sudadera negra y mis converse.
-Debemos buscar comida-observo cómo corre Ben de un lado a otro-. ¿Tienen comida enlatada?-.
-¿Viste todo esto en la T.V.?-le digo aún incrédula.
-Sí, y créeme, necesito de tu ayuda. Después buscaremos a tus padres. Quizás ellos...-.
-¡No, ni lo pienses!-le grito-, ellos no pueden estar...-hago una pausa buscando las palabras pero sé que no quiero oírlas.
-Muertos. Es la palabra. Muertos. Lo han confirmado.-sus ojos se llenan de tristeza.
-Mierda, mierda, mierda... ¡No!-me paso las manos por el cabello. Las lágrimas invaden mis ojos y me tiro al piso. No, mamá, papá. ¿Dónde están?, ¿por qué se fueron? Siento cómo Ben se sienta a mi lado, tirada junto a la cama, y acaricia mi cabello. Sollozos, lágrimas, maldiciones, es todo lo que sale de mí.
-Tranquila, Susan. Los vamos a encontrar...-dice dudoso. ¡Oh, Ben, qué haría sin ti!
Después de un rato de sollozos, cuando ya estoy un poco más calmada tomamos algunas provisiones del almacén, todas enlatadas y algunas frutas, panes y verduras para estos días. Puede ser que sea la última vez que los comamos.
-¿Sabes algo de los chicos?-pregunto con la nariz roja.
-¿Hablas de Kelly, John, James... Luke?-hace una mueca al pronunciar el nombre de Luke.
-Ehm, sí. Hablo de ellos-.
-No, pero podemos llamarles-saca su teléfono celular, extrañamente todos contestan al primer tono. Nos dirigimos a su casa, sus padres dejaron la mini-van y se llevaron el coche porque sólo iban ellos dos, así que tenemos posibilidades de escapar. No lo veo triste ni lo más mínimo por ellos.
-Sí, muy bien. Claro. Entiendo. Entonces nos vemos en mi casa. Está bien, de acuerdo. Ve con cuidado-dice él en todas las conversaciones con nuestros amigos.
-¿Están todos bien?-pregunto. Aún estoy triste.
-Sí, todo bien. Los veremos en mi casa-me rodea con su brazo-. Vamos, Susan. Encontraremos a tus padres-sus palabras son tranquilizadoras. Me siento protegida con él.
Llegamos hasta su casa. El coche de sus padres está ahí, también están Kelly, John, James y Luke. Ben corre hasta la puerta de su casa e intenta entrar, pero John lo detiene.
-No viejo-le dice John. Ben asiente con la cabeza y un rastro de melancolía pasa por sus ojos. Me ve y no sé qué decir, simplemente lo abrazo.
De pronto se escuchan ruidos dentro de la casa. Como si estuvieran rompiendo cosas.
-Tengo que entrar-dice él.
-Es demasiado arriesgado. Ellos ya no tienen esperanza, los hemos visto llegar, escondiéndose de los militares-dice John.
-¿Militares?-pregunto.
-Sí, militares. Han dado la alerta para que nos mantengamos en los refugios. Se supone que son seguros. Ayer atacaron a nuestros padres.-dice Luke, y señala a John, James y Kelly. Ella no puede aguantar más y comienza a llorar en los brazos de John. A pesar de que estemos frente a una epidemia me sigue pareciendo asqueroso todo el espectáculo que hacen con sus manos para un simple beso.
-Uhm, lo siento. Entonces, ¿debemos ir a los refugios?-estoy dudando. Si son tan seguros, ¿cómo han atacado a cuatro personas, si no es que más?
-¡No!, ¿estás loca?-me interrumpe Ben-. Si vamos a los refugios moriremos. La plaga se extiende más rápido donde hay más personas-se pasa las manos por el cabello.
-¿Entonces?-pregunto. Todos permanecemos en silencio. La mirada de Ben se oscurece a medida que aumentan los ruidos en la casa.
-Debo entrar. Nos llevaremos la camioneta y el auto. Tomaremos provisiones y nos largaremos a algún lugar en medio de la nada- ¿qué rayos está pensando?
-¿Qué, cómo, por qué?-le grito-, no, definitivamente no vas a entrar. O no entrarás solo, por lo menos-le tomo la mano. Es mi mejor amigo, no puedo dejarlo solo.
Tomamos algunas palas y machetes del garaje y entramos a la casa. Los ruidos cesan. Caminamos lentamente. Estamos Luke, John, Ben y yo. Kelly y James se han quedado en la entrada. No hay señales de vida. Todo en silencio, escalofriante.
Caminamos lentamente, en silencio. Nos hacemos señas para registrar la casa: Ben y yo subimos las escaleras y revisamos la planta alta, John y Luke se quedan abajo a registrar el resto.
Ben y yo caminamos lentamente, revisamos su habitación primero, la de sus padres, y finalmente la de huéspedes. Nada. No hay nada.
-¿Crees que hayan salido al refugio?-le pregunto, intentando ser alentadora.
-Puede ser, no estoy muy seguro...-se escuchan gritos, John y Luke.
Corremos hacia la sala, nos dirigimos a la cocina y ahí están: Luke sostiene una silla intentando mantener la distancia entre la madre-muerta de Ben y John está tirado dando patadas al aire para alejar también a la mujer. ¡Santo cielo! Es impresionante. Corremos a ayudarles. La mujer no tiene mucha fuerza, la normal podría decirse. Su cuerpo está en descomposición, apesta y camina hacia nosotros con movimientos torpes, emite sonidos guturales. No creo que intente decir algo. Yo no sé qué hacer, camino rodeando la mesa mientras Luke y John siguen en un rincón. Ben se acerca a ella y grita "¡Mamá, mamá!".
Me lanzo golpeando la cabeza de la mujer. ¡Oh, Ben, no me odies por esto!, ella cae al piso y... ¿queda inconsciente? Realmente no lo sé, si está muerta-no-muerta, ¿puede quedar inconsciente?... ¡Oh, rayos!, se levanta lentamente se acera a mí con movimientos torpes y sin sincronía.
-¡Mierda, vete Susan!-grita Ben.
-¡No, no voy a dejarte!-le grito y muevo mi pala dando golpes certeros en el cuerpo de la mujer, pero parece no tener dolor.
-¡Luke, llévatela... espérenme afuera!-le grita y Luke deja la silla y me jala-, si no salgo...-
-Sí, nos vamos-dice Luke interrumpiéndolo. Me arrastra hacia la salida y grito, pataleo y hago todo lo posible porque me suelte y me deje seguir con Ben, hasta el final si es necesario. ¡Cielo, es como mi jodido hermano, no puedo dejarlo!
Después de poner resistencia por todo el corredor llegamos a la sala y me levanta, aún me retuerzo y lo golpeo en la espalda para que me baje. Veo cómo John sale corriendo y se acerca a nosotros, Luke corre al verlo.
Estamos en la salida, Víctor llegó a penas. La espera es eterna. ¡Dios, sólo espero que Ben esté bien!...
