Tentar
Original:Debilitate.

-¿Qué crees que nos hace falta, Mó-ni-ca?
Lo miró sin inmutarse, aunque la presionara contra la pared con rudeza. Ya era familiar que presionaran ese cuchillo en su garganta. Era un hombre el que la tocaba, pero a veces elegía el momento más inoportuno para acercársele de esta forma...
El filo cada vez más cerca, abriendo un pequeño corte en su piel. Ni cerró los ojos al enfrentarse con la ancha mueca de Luciano.
-¿Y bieeeen?-Acercándose, colocando el rostro a la misma altura, sus narices tocándose, esa sed de sangre reluciendo en su mirada. Contrastando con la de Mónica, que no dejaba su temple de lado.
En un segundo, la calma dibujó una sonrisa en los labios de Mónica, en tanto su mano tomaba lugar sosteniendo aquella que presionaba una daga contra su garganta.
-Mi respuesta, Lord Bradley, es una oferta.-Estatizó, suavemente, como si cantara, irritándolo como de costumbre. La demente curiosidad de Luciano se veía alimentada por esa serenidad malnacida que la dominaba sin importar lo extremo de la situación. Y vaya que él le dio escenarios para ponerla a prueba.
-¿Una oferta?-Replicó, insatisfecho, apretando el cuchillo, queriendo ver sangre, beberla, tanto mejor si eran en grandes cantidades y de esa mujer...-¿De qué...?
Solo necesitó parpadear para que Mónica cambiara la punta del cuchillo de una garganta a otra, usando una mano pequeñita, delgada y sin embargo muy firme. Luciano no pudo evitar sonreír.
Era una mujer que sabía cautivarlo...
-¿Puedo preguntarle al Vampiro de Britania qué es lo que más necesita?-Siguió siendo suave al acercarle la cara. Su aliento era frío y sus labios sonreían débilmente. Como estaba distraído con sus palabras, un jadeo sorpresivo se le escapó cuando ella usó su mano libre para tocarlo allá abajo. Era la única, maldición, la única que jamás...
-La respuesta sería...-lo rodeó, lo agarró, lo acarició, lo frotó, una y otra vez, hasta que Luciano estuvo a punto de gemir audiblemente. De repente lo empujaron y hubo una distancia entre ambos cuerpos tan fulminante que Luciano casi aúlla. Mónica seguía sonriendo con extrañeza, perezosa, calmada y jodidamente cruel.-...ser tentado.
Luciano abrió la boca para protestar pero lo interrumpieron un montón de cabellos claros que giraban en el aire para seguir a su dueña hacia el recibidor.
-¡Oye!-Exclamó, listo para arrojarle un cuchillo.
-Ya sabes qué dije.-La doceaba de los Caballeros de Asalto lo miró por el rabillo del ojo.-Si tienes una reputación, debes mantenerla, ¿no es cierto, Lord Bradley?