Todo estaba oscuro, no podía observar nada. Caminaba sin rumbo fijo, avanzando de manera que parecía no me movía, no había paredes o un suelo que demuestre lo contrario. No podía escuchar absolutamente nada, todo era un gran silencio, como si de la nada hubiera quedado sordo.

-¡No me gusta! ¡Quiero salir de aquí!- grité sin nadie que me escuche.

Estaba solo en esa completa oscuridad, no había nadie más. Poco a poco fui perdiendo la esperanza de salir de este lugar. Fui presa del pánico, por poco y empiezo a llorar. Sin embargo, todo cambió en un segundo. Percibí algo a mi frente, era tan cálido. Levanté la cabeza, que no sabía había bajado, para ver lo que ocurría. Una luz tan brillante que no permitía que nadie la vea danzaba al final. De repente desapareció tan rápido, mi corazón se detuvo al ver que alguien apareció donde estaba la luz. No podía observar quien era, pues tanta oscuridad no me permitía ver. Solamente se podía distinguir su silueta. Era alto, de un cuerpo muy trabajado, su rostro estaba oculto en una sombra. Mientras lo estudiaba noté un ligero movimiento tras lo cual observé como inclinaba su mano hacia mí.

Estaba atónito, quien era aquel que aparecía en mi camino. No sentía miedo, por alguna razón sabía que quienquiera que fuere no me haría daño. Todo lo contrario, me sentía emocionado y por alguna razón mi corazón empezó a palpitar muy rápido.

Estaba tan ensimismado en mis pensamientos que esa voz áspera y un poco ronca me sorprendió cuando dijo.- Ven conmigo, es a ti a quien he esperado por tanto tiempo. De ahora en adelante siempre estaremos juntos, nunca te dejaré ir, Ku…-.

-En la realidad-

Un sonido molesto hizo que me moviera. Lentamente abrí mis ojos y me di cuenta de que estaba en mi habitación. No había rastro de la oscuridad perpetua, ni de aquel hombre.

Todo fue un sueño, pero fue tan real. Aún podía sentir mi corazón palpitar con fuerza. Las palabras de aquel sujeto misterioso solo hacían que mi situación empeorara. A pesar de que no logró decir el nombre, sabía que se refería a mí.

Suspiré, fue un sueño muy extraño, pero solo un sueño al fin y al cabo. Ya he despertado y es hora de que me prepare para el día de hoy.

Perezosamente me levanté de mi cama, tras lo cual entré a la ducha. Era lo mismo todos los días. Despertar tan temprano para llegar a tiempo a mis clases, ser ignorado por todos, incluyendo a los profesores.

No sé porque me esfuerzo tanto en llegar temprano, podría ingresar sin que nadie lo notara. Pero llegan a mí las palabras de mi padre: "Nunca debemos incumplir a nuestras obligaciones y deberes. No importa cuán difícil o ridículo sea."

Termino de ducharme y estoy listo para desayunar. Una vez en la cocina reviso la refrigeradora, viendo que aún hay sobras del día anterior. Con eso bastará, después de todo no como mucho. Una vez están calientes las sobras las consumó tranquilamente, tengo tiempo de sobra.

Después del desayuno y de cepillar mis dientes me retiro de mi departamento. Antes de salir veo un marco con la foto de un hombre y una mujer. El hombre es más alto que la mujer. Su cuerpo es trabajado, tiene el cabello, corto peinado hacia atrás, de un color plateado como la nieve; sus ojos son de color azul claro; se encuentra usando una camisa casual negra y un jean tan negro como la noche. El hombre se encuentra sonriendo mientras abraza a la mujer. La mujer está usando un vestido azul grande, flojo y cómodo. Su cabello es largo y de un color azul eléctrico, parece negro si no se ve con cuidado, sus ojos también son azules y su rostro es fino como la porcelana. Ambos tienen la piel tan blanca como las nubes que surcan el cielo. La mujer sonríe mientras es abrazada, sus manos reposan en su estómago que se nota desde lejos, está embarazada.

Me inclino ante la foto diciendo –Hasta pronto madre, padre deséenme suerte.-

Salgo de la casa y empiezo a caminar hasta la estación de trenes. Aún tengo mucho tiempo así que camino despacio disfrutando de la vista. Era primavera, así que se podía observar como muchas plantas empezaban a florecer. La vista era hermosa.

De repente siento a alguien atrás de mí, doy la vuelta y no veo nada. Ignoro lo que sea que haya sentido y continuo mi recorrido. Unas cuadras más adelante vuelvo a sentir que alguien me observa. La sensación se ha vuelto muy incómoda por lo que apresuro el paso hasta llegar al tren. Una vez allí me sentí aliviado, la presencia había desaparecido.

Observo el reloj y me doy cuenta de que llegué al tren antes de lo esperado. Poco a poco me voy relajando. A pesar de haber dormido toda la noche me encuentro cansado por lo que decido dormir un poco. No importa que lo haga, después de todo el trayecto es muy largo.

Mientras cierro los ojos llegan a mí las imágenes de mis sueños. Eran exactamente los mismos suceso, solo que esta vez al final lograba ver una sonrisa que revolvió mi corazón. Daba la sensación de un gran depredador que al fin localizaba a su presa.

En la estación de tren, un hombre con una gorra de baloncesto sonreía como un tigre que ha encontrado su presa. Olfatea el aire y aquella sonrisa se vuelve más grande. Una gran emoción recorre todo su cuerpo.

Un nuevo tren llega a la estación y espera a que los pasajeros suban. El hombre alza la mirada con esa sonrisa aún plasmada en su rostro. Mira hacia donde varios minutos atrás partió el tren con aquel chico de baja estatura.

-Al fin, te encontré.- fue lo que salió de esos labios mientras subía a otro tren de la misma línea por la que se fue el primer chico, "su presa".

-Muy pronto estaremos juntos. No permitiré que nadie nos separe, después de todo eres mío.- susurra para sí mismo, tras lo cual se cierran las puertas y parte el tren en la misma dirección que el anterior.