¡Hey, hey, hey! Soy yo de nuevo con un nuevo fanfic de Haikyuu /o/ Y ahora,para aumentar el número de fics de una nueva pareja con la que tengo un suave trauma,he venido con esta bizarra idea que salió de una canción pero ahora no tengo ni la más remota idea de como seguirlo.

Espero les guste y dejen sus opiniones,quejas o felicitaciones

¡Gracias por leer!

Ah,los personajes son autoría de Haruichi Furudate.


Ah, el amor siempre saca al poeta que uno lleva en su alma, provoca que uno mire el mundo color de rosa o que una sonrisa boba se instale en el portador de aquel antiguo sentimiento.

O eso se supone que significa estar enamorado de ese alguien especial que Eros (o Cupido, dependiendo la persona que lo diga) pensó sabiamente para ti al flecharte con una bonita punta dorada como el icor, la sangre de los dioses, después de todo, el amor es tan fuerte que puede hacerle frente a ellos.

Sin embargo, no todo es color de rosa (o dorado), no todo es felicidad y menos rimas que ni a Neruda en su mejor momento de inspiración se le ocurrieron pero a ti sí, poeta innato que revolucionará la lengua. No, a veces el amor no trata de historias de caballeros que rescatan a su princesa de la torre tras derrotar al temible dragón ya que a veces el amor igual puede ser dejar a la princesa en su confinamiento mientras invitas en una cita al dragón.

Por algo el corazón que representa idílicamente el amor es rojo, como la sangre que fluye al sentir esos toques de la persona indicada, o como el de las heridas que se forman al sentir tus sentimientos ser destrozados frente a tu cara sin poder hacer nada.

Igualmente el amor tiene más formas que simples relaciones de pareja. El amor puede ser eso que sientes al jugar tu deporte favorito o saludar a tu perro en las mañanas, se manifiesta en el abrazo que te da tu madre o en el choque de puños que le das a tu hermano, incluso en esas riñas con tus amigos porque tratas de alertarlos de algo que no se quieren dar cuenta y después de que sucede lo inevitable ellos van a llorar a tu pecho y tú solo les consolas mientras piensas en como desaparecer un cadáver, después de todo, si Dorian pudo deshacerse de Basil ¿Por qué tú no de aquel que hizo sufrir a tu amigo?

Igual el amor no necesariamente debe ser expresado en un día o en un gesto, puede ser solamente deseo, sin embargo, el amor que se expresa en esa manera tiende a ser más letal que cualquier otro tipo ya que es como un ninja; cuando menos lo esperas puede matarte de la manera más inesperada.

¿Lo mejor del humano? Que aún después de haber sido destrozado por ese silencioso ninja o por ese cuchillo en el pecho al ver tu ilusión rota, tiempo después la sanación se completa y uno sigue adelante.

Ah…El amor. Un tema tan banal y a la vez, tan complejo.

Tetsurou al terminar su reflexión solamente tragó duro y se quedó estático en el gimnasio en lo que miraba como esa delgada y bonita figura salía del gimnasio contorneando sin querer esas curvas de muerte que le hicieron sentir aún más profundo el flechazo que Eros le enviaba. Oh, demonios, solo deseaba que esa hermosa ninfa que le cautivó segundos atrás no terminara como Dafne y tuviera una flecha de plomo en su menudo cuerpo porque no podría con ello.

O quizá sí pero solo era un dramático que gustaba de exagerar como tragedia griega casi todos esos sucesos, en su mente era divertido, después de todo ¿Qué sería de la literatura si Homero no hubiera agregado un par de detalles a "La Ilíada"? Nada, así que su dramatismo esta vez estaba seriamente justificado.

— ¡Vamos, bro! —Exclamó Bokuto al atolondrado Kuroo que seguía con la boca abierta viendo la entrada del gimnasio, como si su ninfa de graciosos gestos entrara nuevamente por obra de la flecha color icor que Eros le lanzó.

—Ya voy, ya voy—Respondió el azabache con cierta decepción, dando un último visto a la puerta antes de partir a las duchas junto a su mejor amigo que parloteaba y se regodeaba de haber roto un par de sus bloqueos. Joder, claro que sí, el bastardo enviaba los remates con tal fuerza que solo oraba para que al llegar a casa y su madre le examinara los dedos no le dijera que estaban tan rotos como sus expectativas de encontrar pareja.

Sí, por más imposible que pareciese, Kuroo Tetsurou era un desdichado en el amor. Realmente el tema no le importaba hasta que en su tercer año en Nekoma cierto chico le hizo sentir la calidez que producen los latidos golpeteando tan fuerte el pecho y la grata sensación de ser besado (siendo que antes le daba asco), hasta descubrió que no era tan heterosexual como se lo había creído diecisiete años de vida e, incluso, le hizo sentir el significado verdadero de corazón roto.

No es que no le interesara el tema, honestamente era algo cotilla y ver los dramas amorosos dignos de novela que se armaban en su escuela no tenía precio pero cuando al que le armaban el drama era él, dejaba de ser tan interesante.

Varias personas intentaron salir con el capitán de Nekoma pero él simplemente les rechazaba y se iba a estudiar o jugar volleyball, como si en su mente aún estuviera el niño de cinco años que decía que las niñas eran asquerosas o su yo de sexto de primaria vomitándose al saber las bacterias que habían en la baba de las personas, sí, ese yo que usaba guantes y máscara cada que salía a la calle durante un año hasta que enfermó y vio que aún con mil protecciones esos malditos microorganismos iban a consumirle así que un buen día se armó a enfrentar su miedo y salir con Kenma a la escuela sin su máscara o sus guantes, claro que tampoco iba al extremo con ello de ser amigo de los microorganismos y llevaba su fiel gel antibacterial pero ya era un avance.

De ahí en fuera, Kuroo nunca tuvo la necesidad de tener pareja ni el tiempo ya que entre el volleyball, los estudios y tratar de mejorar para algún día empatarle a Kenma en un videojuego no tenía tiempo como para andar de novio además, aunque se viera como un sex symbol (por palabras de Lev que escuchó a unas chicas), honestamente sus hormonas no le golpeaban tanto como a los adolescentes de su edad, quizá porque una vez tuvo una erección imaginando que paraba un remate de Ushijima y no al tener restregada en su cuerpo a la chica más bonita de la clase que de hecho apartó ya que arrugaba un poco su uniforme y Yaku le advirtió que si ese día que iban a reclutar gente para el club su uniforme tenía una arruga, él lo golpearía hasta que se alisara.

Todo parecía normal con Kuroo hasta que encontró a su Eva que lo llevó a comer del fruto de la tentación. Ese chico que le enseñó por qué sus compañeros iban perfumados y arreglados al ver a una chica bonita o gastaban su mesada en una porno para aliviar sus hormonas.

Tsukishima Kei fue la tentación que convirtió en hombre al niño.

En todo sentido de la palabra le hizo hombre.

Tsukishima fue su primer beso, su primera ilusión de amor, el primero por el que se había hecho una paja, su primera vez y, también, el primero que quebró su corazón pero eso solo lo mantenía enamorado perdidamente de él y, aunque en su mente sonara estúpido, si había una esperanza de tenerlo nuevamente no retrocedería en lo absoluto.

Claro que a pesar de estar enteramente enamorado del rubio, era un vil humano que no podía evitar la degustación de una buena pieza de arte cuando la miraba, como ese chico de castaños cabellos que le dejó sonriendo como estúpido aún en las duchas mientras ignoraba a Bokuto.

¿Quién era ese hermoso espécimen de cabellos color caoba, ojos castaños como avellanas y piel tan perlada como…como lo que sea que fuera perlado? En lo que el azabache se adentraba en sus pensamientos más profundos para ver si se le hacía conocido de ese tiempo que había ido a la universidad, su mejor amigo seguía parloteando hasta por los codos.

— ¡Bro, que me escuches! —Exclamó Bokuto al ver a Kuroo yendo directo hacia un poste de luz que le hizo golpearse y poner nuevamente su atención en el preocupado Bokuto que se acercó a él y le sobaba el moretón mientras cantaba la canción de "sana, sana, colita de rana".

—Kou, pudiste avisarme ¿Sabes?

—Imposible, Tetsu. Estabas más perdido que yo en clase de matemáticas—Y eso era demasiado ya que Bokuto era un acérrimo rival de las matemáticas y verlo estupefacto frente a la pizarra con los ojos entrecerrados pensando en cómo demonios en la ecuación ya no había número alguno causaban en uno el sentimiento de vacío y desesperación que el mismo Bokuto sentía.

—Wow, entonces estaba terrible—Declaró el azabache entre pequeñas risas mientras su amigo solo le chillaba y reclamaba que no era su culpa que una equis equivaliera a una ecuación cuando solo era una letra del abecedario.

— ¿Y entonces? —Preguntó el de cabello bicolor cuando ayudó a levantar a su mejor amigo del piso, caminando nuevamente a la casa del azabache ya que Bokuto vivía en el departamento de arriba gracias a que convenció a su familia de que la universidad le quedaría más cerca y que si no se mudaban o él se mudaba, se iba a aventar de la azotea de su casa, lo cual hizo pero Kuroo lo cachó así que su familia tuvo que ceder a su capricho de rentar una habitación hasta arriba del edificio para que su hijo viviera.

—No sé de qué me hablas, búho tonto.

—No me engañas ¿En qué pensabas? —Kuroo quiso cambiar el tema pero la penetrante mirada de Bokuto en él evitó que pudiera mentir…Era como si ese par de esferas doradas brillantes pudieran develar sus más oscuros y profundos secretos, como que orinó la cama la otra vez cuando tomó hasta decir basta.

Mentirle no era la opción así que tras un largo suspiro tuvo que comenzar a hablar acerca de lo que había ocupado sus pensamientos durante todo el trayecto a su casa.

—Ese chico de cabello castaño…El armador que vino hoy al gimnasio—Soltó por fin tras dudar acerca de lo estúpido que sonaba.

—Ah, claro, ese niño—Bokuto se quedó pensando un poco antes de volver a hablar—Sí, es un chico guapo y bien formado pero…—Y, nuevamente, Bokuto le hizo quedarse callado al robarle un profundo beso bajo la farola de la esquina de su casa. Quiso aventarlo y forcejear pero honestamente sus instintos le gritaban que cediera a los carnosos labios de su mejor amigo que le besaban con calidez.

Un momento más y ambos se separaron antes de tomarse de la mano en un cómodo y confuso silencio ya que esa no era la primera vez que les sucedía. De hecho, su primer beso con Bokuto fue cuando se resquebrajaba llorando entre sus brazos por el dolor de Tsukishima terminando con él por un jodido mensaje de texto, ah, hasta en eso Kei era cruel.

Kei tenían un millón de maneras de ser cruel.

Bokuto harto de la situación simplemente le tomó por la barbilla y comenzó a besarlo con fiereza, siendo el remedio exacto para ir callando los lastimeros sollozos del azabache que ya tenían crispados sus pobres nervios por tener a Kuroo empapando su sudadera desde hacía una hora que recibió ese mensaje del maldito de Tsukki.

Bien, Tsukki estaba bueno y era lindo y estaba bueno y era un buen jugador y estaba bueno y era rubio y… ¿Ya dijo que estaba bueno? Aunque Kuroo seguro le vio más que su escultural cuerpo como para caer por él, honestamente Kotarou prefería chicos lindos como Akaashi o chicas bonitas como…Ah… ¡La hermana del niño alto de primero de Nekoma! Joder, sí, ese tipo de personas le enamoraban ya que toleraban su personalidad. No es que tenga algo contra Tsukki, al contrario, era divertido pasar el rato con él por su retorcido ser pero estar mucho tiempo a su lado le ofuscaba, sin embargo Kuroo entre más tiempo pasaba a su lado, más lo quería (y Kuroo se quejaba de que él era el estúpido) pero nunca le agradó que fuera tan maldito con el capitán de Nekoma siendo que éste babeaba locamente solamente por él aun teniendo a la horda de fans del Nekoma detrás suyo así que ya fastidiado de escuchar a su hermano del alma chillar como adolescente despechada lo único que se le ocurrió fue besarlo, eso o noquearlo de un golpe pero un beso sonaba menos letal.

Y de tal manera fue que su relación cambió a tener besos de vez en cuando, generalmente a modo de felicitación o apoyo al contrario aunque a veces igual era para callarse sin palabras o para liberar las hormonas.

—Kou—Balbuceó el de cabellos negros al escuchar el sonido de la puerta del elevador de sus casas abriéndose, siendo éste el aviso para frenar sus besos y encaminarse nuevamente de la mano a la casa del azabache donde dejaría su mochila y avisaría que ayudaría a estudiar a su mejor amigo en su departamento.

Al entrar estaba la señora Kuroo con una taza de café sentada en el sillón leyendo, haciendo que al instante las manos de los chicos se separaran y una risita nerviosa saliera de los labios de Bokuto.

—Ah, má. Hola, vengo y me voy—Avisó el azabache sin perder el tiempo, yendo directamente a su habitación a poner de una buena vez su mochila para el día siguiente y agarrar sus ropas que usaría además de alistar su maleta de volleyball.

—Déjame adivinar. Kotarou-kun tiene mañana una prueba de álgebra—Y el mencionado solo tragó saliva nervioso porque realmente tenía ese examen que la señora predijo pero ya estaba reprobado en la materia ¿Qué más daba reprobar ese examen?

—Sí…Bueno, es que sigo sin entender cómo demonios una equis es una ecuación, señora. En serio me pone de nervios—Se defendió el de cabellos bicolores ofuscado de tan solo pensar en esas infernales cosas que ya dio por muertas desde que inició el semestre.

La señora de cabellos negros solamente rio antes de dar otro sorbo a su café y mirar a su hijo de reojo salir de su habitación con sus cosas directo hacia Kotarou, al cual le brillaban sus dorados ojos tan solo verlo. Honestamente creía que se traían algo pero no lo habían hecho público, sin embargo, les dejaría ser hasta que tuvieran el valor de decirlo.

— ¡Oh, amor, espera! —Exclamó la mujer antes de que su hijo se fuera—Kenma-chan dice que vayas a ver los partidos porque Lev ya puede parar los bloqueos—Kuroo solamente asintió ante lo que dijo su madre y salió con urgencia de su casa junto a un Kotarou que tan solo la puerta cerraron, comenzó a besar al azabache con urgencia y deseo, caminando a trompicones hacia el elevador para subir finalmente al departamento de Bokuto para de una vez por todas callar esa pasión juvenil que les gritaba por estar juntos.

Por suerte para ambos, justo cuando entraron al elevador entre besos, el señor Kuroo subía el último escalón para llegar al piso donde vivía con su hermosa esposa e hijo, después de todo, sabía que usar las escaleras era más sano que el elevador y lo mantenían en forma.

—Amor, buenas noches—Anunció el hombre al entrar a su casa y ver a su esposa sentada en la barra de la cocina con una ligera mueca de disgusto, yendo a besarla para ver si espabilaba.

—Ah, buenas noches—Respondió la mujer de cabellos negros aún perdida en sus pensamientos.

— ¿Pasa algo?

—Tú… ¿Sabes algo de un cuervo rubio? —Preguntó la mujer antes de fruncir nuevamente el ceño y releer en su mente todos los libros de su larga vida académica acerca de aves.

—No que yo sepa además, tú eres la científica—El hombre de negros cabellos y azules ojos frunció el ceño igualmente recordando sus libros de secundaria y preparatoria para ver si hablaban de ese tipo de aves— ¿Por?

—Es que cuando regresaba de trabajar me encontré con Kenma-chan en las escaleras y me dijo que le avisara a Tetsu acerca de que un cuervo rubio ya abrió sus alas pero no le encontré sentido a la oración—Un breve silencio acompañado de un suave gruñido fue emitido por la señora antes de proseguir—Mejor no se la dije a Tetsu, ya sabes que cuando se trata de algo así se obsesiona y mejor dejarlo por la paz.

A pesar de dar el tema por muerto y su esposo comenzar a hacer la cena, la señora Kuroo no pudo dejar de darle vueltas al asunto, llegando a la conclusión de que probablemente tanta pintura en el cabello de Kenma junto al largo que mantenía no le dejaba ni respirar y había terminado por matarle unas neuronas y decir disparates acerca de cuervos rubios.