Capítulo 01

Una Nueva Oferta

Hyoga era un hombre fuerte.

Un ser que había logrado salir adelante a través de los años. Arquitecto profesional, de más de seis años de estudio y múltiples postgrados realizados. Hijo único y orgullo de Padre y Madre o en general de toda su familia. Mayor soporte o casi único de su hogar y el de sus progenitores. Fiel cristiano y cumplidor de las normas. Ejemplo de menores, e incluso mayores. Con gran promedio de coeficiente intelectual. Adulto saludable y de atractiva apariencia. Dueño de su propio hogar de lujo y de algunas cuantas parcelas para vacacionar. Querido amigo de varios vecinos. Esposo atento y detallista con su mujer, Cristina. Y también, padre incondicional para ese que era los ojos de su vida: su hijo, Damián. Sencillo, humilde y trabajador...

...pero no feliz...

Cada despertar significaba una nueva oportunidad de encontrar ese 'algo' que aún le faltaba y el cuál aún no se resignaba a no tener (si, como ven también era optimista). Se levantaba cepillaba sus dientes, iba a la habitación de Damián y le avisaba que ya tenía que levantarse o llegaría tarde a la universidad. Bajaba y entraba a la cocina, daba un beso en los labios a su esposa quien preparaba el desayuno, tomaba una taza de café que ya se encontraba sobre la mesa y por lo general luego se encerraba en su estudio, a continuar algún boceto comenzado que aún tenía que continuar.

A veces, tenía la sensación de que no debía sentirse infeliz, sería ser malagradecido con la vida. Y se prohibía constantemente el profundizar a veces en sus pensamientos...

...él sabía... si, si sabía el por qué de todas sus preguntas, pero a veces, nosotros mismos no nos queremos responder y ese era su caso, pero eso, si no lo sabía... aún...

Pero una de esas tantas mañanas, y por otra de las tantas ofertas de trabajo, no se encerró en el estudio a continuar con algún boceto, pues no había, todos estaban terminados y era hora de buscar algún nuevo proyecto que no había tardado mucho en ofrecerse. Era famoso en el campo laboral debido a su buen desempeño en trabajos anteriores, llegó a ser el idealista de inmensas catedrales y grandes centros comerciales. Algunos compañeros incluso bromeaban con él después de ver sus trabajos, diciéndole que él debía ser quien ideó las pirámides de Egipto. Solía reír y sonrojarse ante esa hipérbole, pero realmente trataba de nunca creerse lo bueno que era.

En fin...

Ese día tuvo que salir. Lo habían llamado la noche anterior, y le habían ofrecido un trabajo muy bien pagado pero algo urgente; Alguien había metido la pata. Habían comenzado a construir los edificios de un conjunto residencial sin tomar en cuenta algunas variables topográficas. Todo un gravísimo error para alguien que decía llamarse profesional en arquitectura el cual había sido despedido de inmediato. Para eso lo habían contactado, para corregir el error y supervisar durante el resto de la construcción. Un poco sencillo para Hyoga, acostumbrado a trabajos mas grandes y que requerían de un mayor esfuerzo de su parte, pero no se quejó para nada. Y sin dudarlo aceptó.

- Muy bien. Entonces llamaré ya mismo al chofer, quiero que veas personalmente lo que llevamos... –

Había hablado el jefe.
Él asintió pues desde ese mismo día, esperaba ponerse a trabajar.

Su nuevo jefe le invitó a un almuerzo que sintió descortés rechazar y después de comer hasta llenarse y charlar un poco no solo de su vida profesional, sino incluso rozar lo personal en uno de los mas caros restaurantes de la ciudad, partieron hacia el lugar del trabajo. En el carro continuaron la charla...

Su nuevo jefe era uno de esos hombres que parecía tomar rápido la confianza. No demasiado formal, incluso dejó salir alguna que otra grosería mientras hablaba sin darse cuenta. Pero a esto también estaba Hyoga acostumbrado, ese era el modo coloquial de hablar por esos lugares donde vivían, no era raro salir a la calle y escuchar groserías por doquier. Finalmente se bajaron del vehículo e Hyoga pudo visualizar lo que apenas eran las bases del trabajo con detalle. Uno de los ingenieros se acercó y se ofreció gustoso a enseñar al nuevo compañero de trabajo 'lo que llevaban'.

- Gracias Shiryu... acompañe al señor y explíquele lo que llevan. Yo lo esperaré en el coche para llevarlo a su casa cuando terminen... –

Talvez piensen, que era algo flojo el jefe y puede que en parte si, pero no era tan simple el motivo por el cual decidía quedarse. Hyoga le calculaba aproximadamente unos 20 o 25 años mayor que él, su piel ya estaba bien arrugada, sus ojos azules y su voz ronca dejaban sentir el cansancio, además de unos muchos años de fiel matrimonio con el cigarrillo. Mientras charlaban Hyoga pudo darse cuenta también de sus fallas al escuchar y por algunos momentos también sintió haber sido llenado de esa sensación de pesadez que no solo la obesidad del señor transmitía, sino también su modo lento y arrastrado de caminar y hablar, o en general: de ser.

- Como usted mande señor Emilio... – respondió Shiryu algo bromista, pues sabía no era necesario tanto formalismo para con el jefe.

No tardaron demasiado en recorrer y observar las bases construidas, además de analizar el terreno aún vacío. Ni tampoco fue difícil hallar las fallas presentes. Era lamentable pero había que volver a iniciar con algunos de los trabajos, mas no todos. Hyoga fue informado de todos los objetivos a realizar y las capitales y presupuestos disponibles. Mas que suficiente...El Señor Emilio era una persona adinerada.

Finalizó la tarde y la visita al lugar, volvió a montarse en el coche junto al señor Emilio, a quien dio vergüenza despertar cuando entró. Simplemente se dirigió al chofer y le indicó su dirección, dejándolo en las puertas de su casa. Antes de bajarse del carro el señor Emilio lo tomó del brazo, había abierto los ojos. Se disculpó por quedarse dormido pero Hyoga sonrió y le informó que no había problema alguno y cuadraron para volver a la zona de trabajo dentro de tres días...

- ...Estoy seguro que el Ingeniero Kido sabrá explicarte mejor la situación y estará gustoso de darte unas vueltas y presentarte a los demás trabajadores del proyecto...

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- ¿Cómo te fue esta tarde?.

- Bien. Parece que solo tendré que hacer algunas modificaciones en los planos y mandar a remover algunas de las bases. Pero eso ya es trabajo de los ingenieros.

- Me alegra...

La mujer cortó la conversación dándole un beso a su esposo. Quien tuvo que mover de momento la mirada del libro que se encontraba leyendo antes de conversar para que esta se pudiese acercar. Luego, ella volvió a recostar su cabeza sobre la almohada, acostada recta boca arriba sobre la cama, mientras Hyoga permanecía sentado apoyándose en el espaldar de la cama. Hyoga perdió su mirada en el libro concentrado en la historia de un pastor, mientras Cristina perdió la mirada en la pared indecisa en realizar un comentario...

- Mi amor... – se decidió. – quiero decirte algo...

Ese tono era inusual, mas no alarmante, sin embargo bastó para que Hyoga bajase el libro un momento y voltease a observarla.

- Damián me pidió que no te contase, pero hoy tuvo una pelea en el colegio. Por eso se acostó a dormir antes de que llegaras...

Hyoga arrugó el rostro.

- ¿Y no te dijo por qué se peleó?.

- No... parece ser que fue con uno de esos muchachos buscadores de pleitos, porque él no es de los que busca problemas.

- Si, lo sé. Pero por algún motivo deben haberlo golpeado...

- Hmm... tu sabes como son esos muchachos con los otros que son menos... 'problemáticos' y mas tranquilos. Tan solo porque no les gusta su forma de ser...

Hyoga se mojó los labios y volvió a subir el libro.

- Entonces iré mañana a la universidad, no puedo permitir que tales bándalos se acerquen de nuevo a Damián.

- He ahí el detalle... – insistió la madre. – él no quiere que vayamos para allá...

El hombre rubio y de ojos azules, volvió a bajar el libro. Esto parecía agravar el asunto.

- Me dijo que ellos no lo han amenazado. – dijo su mujer casi robándole el pensamiento. – Simplemente que no quiere que nos metamos, el prefiere resolver solo sus problemas.

- ¿Y no será que él fue quien inicio la pelea?

- Tampoco. Me ha dicho que no. Y sabes que el no es un mentiroso...

Hyoga se sintió confuso, la verdad no sabía que pensar. Ciertamente su hijo no era dado a las mentiras, todo lo contrario. Aunque tampoco era un buscador de peleas, ni siquiera lo imaginaba repartiendo un golpe. Pero Damián era un chico inteligente y si había decidido que ellos no se incumbieran en sus asuntos debía ser porque él mismo lo podía y quería resolver. Hyoga tampoco quería invadir su espacio, prefirió respetar sus asuntos personales, al menos que volviese a llegar con otro ojo morado, o con algún diente menos, de cómo imaginaba debía de haber llegado ese día.

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Durante esos tres días fue realmente poco lo que pudo hacer. Aún requería de ciertos detalles, exigencias que no correspondían al ingeniero que conoció aquella vez. Sino que pertenecían a ese Ingeniero Kido que le presentarían el día pautado y le pondría al tanto de todo lo que aún le faltase por saber.

Las cosas en la casa seguían un rumbo aparentemente normal. Cristina seguía estando en la casa y saliendo con sus amigas de vez en cuando, pero Damián por otro lado casi no gustaba dejarse ver por su papá. Hyoga notó que se debía haber echado algo en el rostro para que no se notase los morados que supuso debía tener. Pero respetando la confianza de su esposa, prefirió no decirle nada al chico, mas que lanzar alguna que otra indirecta no respondida.

- Te ves mas blanco de lo normal. ¿Estás tratando de ocultar una espinilla acaso? Jajaja...

Damián no se reía. Simplemente se alejaba e iba a su habitación. A Hyoga esto le preocupaba pero sabía que Cristina debía estar mas al tanto de lo que le ocurría y si llegase a necesitar de él, se lo diría.

El Señor Emilio pasó recogiendo a Hyoga el día pautado después del almuerzo. Al llegar allá el jefe dejó a Hyoga con Shiryu quien lo acompañó y guió por el futuro conjunto residencial ya algo conocido.

- ¡Ah!. ¡Ahí está!. Desde lejos creí que era Seiya, pero ese es.

La verdad es que aún no estaban muy cerca, pero si lo suficiente como para que Shiryu reconociese la cabellera del nombrado Señor Kido.

- ¡Shun!. – Habló Shiryu llamando al hombre que permanecía de espaldas. – Acá está el nuevo arquitecto que contrató el señor Emilio.

El hombre de cabellos y ojos verdosos, volteó en lo que para Hyoga fue cámara lenta...

Su apellido no le había dicho nada, era muy común y por tanto ni siquiera se había acordado de él cuando mencionaron "Kido" y por tal razón ahora que lo veía de nuevo frente a frente y después de tanto tiempo le sorprendió de sobremanera.

Misma situación del otro señor...

- ...Él es quien nos comentaba sobre las malas bases de algunas edificaciones, Hyoga el es Shun y Shun el es Hyoga... – Comentó Shiryu esperando que se diesen las manos o le dijesen algo. Pero de momento se sintió extrañamente incómodo ante tal silencio y tal falta de... ¿cordialidad?, que parecían tener los dos. - ¿Se... conocen? – preguntó más tratando recordarles que el estaba ahí que preguntar. Por algún momento le pareció que debían ser enemigos y que él había metido la pata al 'presentarlos' pero ese comentario pareció sacar al rubio de su ensimismamiento quien se apuró a responder, algo tartamudo y falto de pensamiento.

- Eh...eh, si, si nos conocemos de...

- Desde hace mucho tiempo. – Completó el Señor Kido, haciendo que tanto Shiryu como Hyoga volteasen hacia él. – Digamos que el señor y yo fuimos... grandes amigos...

La mirada de Shun se posó en los ojos serios de Hyoga los cuales permanecían estáticos en los de ojos verdes. Shiryu por otro lado en medio de los dos sudando la gota gorda, pero ligeramente mas relajado.

- Ahh me alegra entonces, por un momento llegué a pensar que... había cometido un error en presentarlos jaja...

Ahora esa duda, la tenían los otros dos, pero de igual forma el silencio se mantenía. Y sin tardar mucho la incomodidad de Shiryu quien en cierto modo se sentía sobrante y a la vez inmerso en la situación comenzó de nuevo a reflejarse en una charla sin fin y sin fondo. Comenzando a hablar hasta del "tierrero" que había en la construcción...

Pasó rato largo así. Hablando hasta por los codos, paseando por los alrededores y sintiéndose como el amigo intermediario de otros dos que por alguna estupidez habían discutido y ya no se hablaban. Pues ambos, buscaban hablar casi exclusivamente con él, como si no mostrasen interés en conocer al otro que les acompañaba. Finalmente Shiryu decidió que no podía alargar mas la charla fuera de lo profesional y de que ya lo mejor era que hablasen directamente del trabajo, así no habría mas retrasos y el... se saldría de esa situación tan incomodaba que llevaba rato embargándole.

- Los dejo... tengo trabajo... – fue lo único que dijo antes de retirarse sin recibir despido alguno de parte de los otros dos. Quienes ya habían asumido la idea de tener que quedarse solos... una vez más...

Shun estiró un brazo y empujó la puerta frente a la cual se habían detenido.

- Sígueme...

- ¿a dónde iremos?

- A enseñarte los planos del anterior arquitecto.

Estrictamente lo necesario, al menos por parte de Shun, quien era el principal interesado en acortar la conversación de la mejor manera posible.

- No sabía que... te habías graduado de ingeniero... – se le ocurrió a Hyoga comentar mientras Shun buscaba los planos entre un montón de papeles en gavetas y estantes. El rubio no recibió respuesta. – Pensé que querías estudiar otras cosa...

- Aquí están los planos. – le interrumpió Shun colocándolos sobre la mesa y expandiéndolos para que el rubio pudiese verlos mejor. Hyoga apenas bajó la mirada hacia la mesa donde Shun mantenía abierto el plano y la volvió a subir hacia su rostro. Como si nada mas hubiese visto por cortesía.

- Si ya...en otra oportunidad me los mostraron, gracias... – dijo también algo molesto por haber sido interrumpido. Shun tan solo se molestó en volver a doblar el plano y colocarlo en su lugar. Hyoga respiró hondo y volvió a hablar cuando el silencio y la soledad con ese señor le volvió a incomodar. – Y...¿qué ha sido de tu vida?.

Preguntó no solo por romper el silencio, sino por matar la curiosidad que ya en varias noches se le había presentado. Shun apenas guardó el plano y sin parar se dirigió hacia la puerta para salir de nuevo.

- Bien gracias. – Se limitó a decir antes de salir. Pero Hyoga lo tomó del brazo y lo haló de regreso adentro de la oficina.

- Bueno, ¿Qué es lo que te pasa a ti?, ¿Acaso no eres un profesional?, ¿Por qué tienes esa carota desde que llegué?. Yo no necesito este trabajo tanto como para tener que calarme seguidamente con caprichitos.

Shun se soltó el brazo sacudiéndolo con fuerza y mirándolo severamente...

...Sin rastro de dulzura...

- Me limito a solo cumplir con mi trabajo. – dijo muy lento y sin quitarle la mirada de encima al rubio de ojos azules.

- Pues si no pones de tu parte, dudo mucho que este trabajo se llegue a terminar. – Dijo Hyoga de la misma forma.

El silencio volvió y las miradas permanecieron clavadas.

- Simplemente cumplo... con lo que prometo... – esto fue aún mas lento. Mucho mas lento, mucho mas bajo. Mucho mas cohibido. Por ese motivo, fue Hyoga quien se mantuvo intimidado unos instantes, incrédulo de oír lo que oía pero en parte, nomás confirmando algo que ya sabía o que sospechaba, el por qué de su comportamiento, la razón verdadera pero oculta, por el señor Kido y por él mismo.

- No sé a que te refieres... – mintió Hyoga.

- A lo que te dé la gana Hyoga, es tu problema si prefieres hacerte el loco. – Contestó Shun en seco. – Yo solamente quiero salir de esto lo más rápido posible.

La mente de Hyoga había traducido esas palabras muy bien:

"Yo solamente quiero salir de TI lo más rápido posible"

- No puedo creer que seas tan rencoroso...

La figura de Shun se detuvo frente a la puerta sosteniéndola para escuchar ese último comentario. De cual se mofó por lo bajo en un chisteo con dejes de ironía.

- ...Rencor...

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Definitivamente ya no estaba tan animado con ese trabajo.

Pero no quería darle gusto a nadie, no señor, él no era persona de rendirse, él era persona de adaptarse a los cambios y seguir, de seguir adelante mientras veía a los otros desistir, eso era Hyoga. Y no le daría gusto a un hombre o mucho menos, le daría tanta importancia como para ser el motivo de que dejase o continuase con algún trabajo, con ningún hombre ni mujer fuese quien fuese, ni su padre, ni...Shun...

Se volteó de medio lado en la cama viendo a su mujer quien dormitaba a su lado. El cuarto en oscuridad y ellos arropados hasta la mitad del cuerpo. Dormía tranquila. Del otro lado el reloj que marcaba las 2 AM, era impresionante como había pasado la noche mientras él estaba perdido en sus pensamientos sin poder conciliar el sueño.

"Que desgracia"

Se sintió muy molesto e impotente al no poder parar de pensar. Y pasada media hora más, decidió levantarse de la cama y dirigirse a la cocina a tomar un vaso de leche caliente que le ayudase a dormir.

Antes de bajar por las escaleras, observó en el pasillo la puerta entreabierta de la habitación de Damián. Se acercó en silencio y se asomó por la corta apertura y pudo ver su figura bajo las sábanas respirando tranquilamente...

¿Qué pensaría su hijo?... ¿Qué pensaría su hijo si...?

- No...

Ese pensamiento se lo tuvo que prohibir con la boca.

No eran alturas como para permitirse pensar en eso, mucho menos titubear. Debía cuidar su pensamiento porque sus pensamientos se convertirían en palabras, las palabras en hechos y los hechos en su futuro, el suyo y el de su familia...

Se sobresaltó el mismo por unos instantes temiendo haberse mandado a callar muy alto y haber despertado a su hijo pero no fue así y seguidamente y con suavidad cerró la puerta. Para bajar a la cocina a tomar ese vaso de leche de caliente.

Ese... Señor, parecía seguir trayéndole problemas...

Definitivamente ese mundo, solo traía eso...