UN REGALO PARA MARINETTE

Miraculous ladybug no es de mi propiedad.

Para: -jeloudy-

¡Todos la querían, todos. Sin excepción alguna!

Era estresante, realmente lo era, en especial cuando estas plenamente consciente de que no puedes y no podrás competir contra ello. Y sí, yo había cambiado y me sentía más liberada que antes. Me hablaban y yo a todos, sin ningún compromiso, sin amenazas de por medio. Pero eso no bastaba porque siempre queda una espinita que se clava en tu corazón haciéndote caer en cuenta de que todo lo que has hecho está mal, lo vea quien lo vea y peor aún, con una disculpa la verdad es que no se soluciona mucho.
-Te invitamos a la fiesta sorpresa de Marinette - me había dicho Alya sin muchas ganas.
Pensaba no ir, pensaba encerrarme en mi habitación, o quizá salir en el auto para allá y para acá. No verla, no ver a nadie, pretender que nada de lo que había vivido los últimos días había sido relevante. Seguir como antes e ignorar la decisión que había tomado para el ahora.
Pero sus ojos verdes, esos malditos y preciosos ojos verdes. Adrien poseía tanta magia en ellos, una magia sanadora que te vuelve la razón al cuerpo. Iría. Iría por Adrien.
Era un día perfecto, SU día perfecto. Todos se habían organizado para darle una sorpresa gigante, todo el amor que tenían era para ella. Hasta Adrien había participado. Estaba ansioso, nunca había ido a una fiesta de cumpleaños que no fuera mía o la propia de él. Pero no era sólo por eso y lo entendía, después de todo era una fiesta para ella. La cajita era para ella. Los abrazos, los demás regalos, la familia amorosa, tantos amigos, era para ella.
Marchaba todo a la perfección, incluso cuando el akuma llegó los héroes de París -siendo exactos Chat Noir - se habían alarmado por Marinette, estaba segura en sus brazos, tan segura que me daba náuseas.
Su abuela era el akuma y cuando habló de lo desconsiderada que había sido al dejarla sola me sentí extrañamente feliz. No era tan perfecta después de todo. ¡Oh qué equivocada estaba! La perdonó, después de todo era Marinette.

Recibía mucho, lo que quisiera lo postraban a sus pies, 14 años y era más afortunada que la hija del alcalde de París... ¡Já!

-Gracias por ayudarme -me dijo Adrien al oído.
-Sólo no lo comentes - pronuncié.
-¿De verdad? El acto más sincero y hermoso de tu parte y no podré mencionarlo, vaya infortunio.

Lo miré entonces, con una de sus típicas sonrisas burlonas, esas que sólo me habían pertenecido a mí durante éstos años y ahora seguro también tendrían otra dueña. Sus esmeraldas resplandecientes de emoción y picardía, levanté el meñique frente a él y bufé fastidiada.
-No me fío de ti, Agreste así que promételo- sonrió y rió ante mis palabras, cruzó su meñique con el mío y luego dirigió el enlace a sus labios para dar un corto pico.

- Con dolor en mi corazón, lo prometo, Bourgeois.

Y mi corazón se estrujó, sí, lo hizo cuando los ojos azules de Marinette brillaron emocionados como los de Adrien al recibir aquel artilugio que le ayude a mi amigo a armar.
Cuando ella quedó hablando sola y comentó que cualquier cosa la hubiese apreciado.
Cuando él adoró cada recuerdo que tenía de ella.
Porque la quiere, Adrien la quiere.

¡Todos la querían, sin excepción alguna!

Hasta yo la quiero.

Espero les haya gustado, como prometí serán pequeños regalitos y quizá unas cuantas cosas más. Ya saben que pueden contactar conmigo cuando quieran y leer mis demás historias 7u7.
Bye, bye y nos leemos a la próxima ❤