Aclaracion: Am, este no es el mismo disclaimer que publique originalmente en el comienzo del fic –aunque cumple la misma función-, porque cuando betee después de mucho tiempo los primeros tres capítulos (la fecha de hoy –de cuando lo betee- es 22/02/2013) perdí lo que decían los tres al principio. Yes, I know, foolish of me. Pero bueno, espero que les guste.

Disclaimer: Personajes de J.K. Rowling, no así la historia, que es de mi invención. Este Disclaimer es el mismo para todos los capítulos de esta historia.

Personajes: Lily Evans & James Potter.

Agus.


1. Nervios

Era un día soleado. Uno de los mejores días que uno puede pretender en Octubre. El viento soplaba fuerte, pero aun así el calor del sol aplacaba un poco el frío que ya se estaba haciendo presente. Los terrenos de Hogwarts estaban vacíos… o al menos eso creía Lily Evans.

Caminaba tranquila, sola y cabizbaja hacia el árbol aquel en donde siempre se sentaba cuando necesitaba pensar. Se sentía embotada de tantos sentimientos mezclados, tantas peleas sin sentido… ¿Por qué todo tenía que sucederle a ella? ¿Por qué no podía ser todo más simple, más sencillo?

En un impulso, se quitó los zapatos y las medias y caminó hasta el árbol descalza. Se recostó en el pasto y extendió los brazos hacia los costados, sintiendo el suave roce de la hierba entre sus dedos y cerró los ojos, dejando que el sol le diera de lleno en el rostro.

Se creía una estúpida. ¿Cómo no se había dado cuenta antes de las intenciones de Severus? Se suponía que era su amigo, su mejor amigo. Se había convertido en alguien importante, alguien a quien ella sentía que debía respaldar, ayudar, y también sentía lo mismo de parte de él hacia ella. Pero siempre en la base una amistad. Nunca sintió amor por él. No era exactamente él la persona hacia la cual sentía algo más. No era exactamente él la persona a la cual quería dejar de fingir odiar. No era exactamente él la persona que deseaba que la callara con un repentino beso en medio de una pelea.

James estaba trastornándola cada día más. Si realmente era amor lo que sentía por él, iba a tener que aceptar que ese dicho que dice "Del odio al amor, hay un solo paso" era bastante certero. ¿Ella y Potter? ¿Potter y Evans? ¿La Premio Anual de Gryffindor y ese jugador de Quidditch tan revoltoso y que siempre andaba metido en problemas? ¿Podía ser eso posible?

Hacía casi un año que se venía sintiendo confundida con respecto a lo que sentía hacia él y ocultarlo se le hacía cada vez más difícil. Sentía la sangre subir a sus mejillas cada vez que él la piropeaba por los pasillos en un intento de hacerla enojar y las piernas le temblaban como si fueran de gelatina cuando, "accidentalmente", le rozaba una mano con la suya o enredaba sus dedos en el rojo de su cabello.

Recordarlo le hacía dar escalofríos. El tacto suave y casual de Potter en su piel no concordaba con el odio que supuestamente él sentía hacia ella. Había momentos en los que deseaba con toda su alma que él la besara, y luego se reprendía a sí misma de sólo pensar en esa posibilidad.

¿Y Severus? Todavía no podía sacarse de la cabeza lo que su amigo le había dicho esa mañana, a la salida del desayuno, en la puerta del Gran Salón.

—Lily, yo… tú eres lo más importante… eres lo único importante para mí, Lily.

Y luego, dándose cuenta de lo que había dicho, había pegado la vuelta para irse por donde había venido, sin voltear nunca hacia atrás, dejando a la pelirroja anonadada, clavada en su sitio. Porque Lily conocía mucho a Severus, y sabía perfectamente que su lado dulce salía a la luz sólo con ella. Y estaba segura de que, esta vez, las palabras de él implicaban mucho más.

Pero justo en el preciso instante en el que iba a salir corriendo tras él, dos manos perfectamente conocidas para ella la tomaron suavemente de la cintura, acariciándola. Sintió su aliento en su oído y su voz seductora, que lograron erizarle todos los vellos de la nuca.

—¿Me estabas esperando, Evans? Qué considerado de tu parte.

Tembló, no supo si de furia o de los nervios. Supuso que sería una mezcla de ambas cosas, ya que por más nerviosa que James lograse ponerla, le molestaba profundamente que utilizara continuamente sus frases irónicas con ella. ¿Acaso no tenía a todas las chicas de Gryffindor a sus pies? ¿Por qué tenía que ser ella?

—Suéltame, Potter.

James dio un silbido alargado con sus labios justo al lado del oído de Lily. Ésta pegó un respingo del susto. Se escucharon risas detrás de ellos, y la pelirroja supo que los otros tres estaban allí, sin duda.

—¡Qué humor, Evans! Y yo que tenía ganas de divertirme un rato contigo.

—He dicho que me sueltes.

Lily puso sus manos encima de las de James y las agarró fuertemente, tirando de ellas en un intento de deshacerse del agarre. Pero el cazador más talentoso de Gryffindor era fuerte, y no se lo permitió. En vez de eso, entrelazó sus manos con las de ella y les dio un pequeño apretón, casi como una caricia. La pelirroja tragó saliva: a cada paso se ponía más y más nerviosa. Deseaba con toda su alma que él la soltara… o quizás fuera precisamente al revés.

Cerró sus ojos con fuerza y, haciendo acopio de toda la voluntad de la que era capaz, se soltó del agarre de él de un tirón y se alejó unos pasos casi corriendo, para darse la vuelta luego y enfrentarlo.

Los ojos marrones de James la miraban con determinación por debajo de las gafas de montura redonda y su boca se curvaba en una sonrisa confiada, con un dejo de burla y satisfacción. El cabello, tan despeinado como de costumbre, caía de cualquier forma sobre su rostro, dándole un aire rebelde que coordinaba perfectamente con su sonrisa, no así con sus gafas, que de otra forma le hubieran dado pinta de lo que supuestamente era ella para el resto del colegio: una "nerd".

Detrás de él, tres muchachos la miraban como si de la mejor obra de teatro del mundo se tratara. El primero, bajito y regordete, tenía pinta de maniático y clavaba sus pequeños y redondos ojos de rata en ella, con un dejo de lujuria que a Lily le causó ganas de vomitar.

A su lado, un chico de aspecto decaído y frágil sonreía cálidamente a la pelirroja, y negó con la cabeza en un gesto resignado, acentuando su sonrisa en señal de saludo. Lily le devolvió el gesto haciendo una inclinación casi imperceptible de su cabeza, intentando en lo posible que los demás no se dieran cuenta de la acción. Remus Lupin le caía muy bien.

Más atrás, y apoyado casualmente en una columna, un oscuro pero muy apuesto muchacho sonreía con picardía mostrando su perfecta dentadura y sus enigmáticos ojos grises brillaban de excitación. La pelirroja, muy a su pesar, aceptaba que sin dudas era el más apuesto de todo el colegio… pero aún siendo así no aprobaba a todas las chicas que corrían embobadas tras él. Le parecían estúpidas.

Aunque si ella hubiera tenido que elegir tras quien quería correr, su elegido hubiera sido James, sin dudarlo un segundo… se horrorizó de pensarlo y sacudió la cabeza con furia, traspasando a Potter como una lanza con el brillante color verde de sus ojos. James acentuó su sonrisa.

—¿Qué sucede, Evans? No voy a hacerte nada… nada que no quieras, claro está.

Sirius soltó una risotada, festejando la picardía de su amigo. Dos chicas de Ravenclaw que pasaban por allí se quedaron mirando al de ojos grises, embobadas ante el gesto, lo que hizo que Lily rodara los ojos para luego volver a fijarse en James.

—Potter… eres un imbécil.

—Uy, uy, uy, miren nada más cómo habla "la señorita Premio Anual".

—Ya basta, James, déjala tranquila.

Remus empezaba a exasperarse. James miró por unos segundos más a Lily y luego suspiró.

—Ni modo… hay que obedecer a Remus, sino después… bueno, tú jamás lo entenderías, Evans.

Sonrió ignorando el grito de indignación del aludido y la cara de incredulidad de Lily. Luego la miró de arriba abajo una vez más.

—Lindas piernas, Evans.

Lily se sonrojó escandalosamente.

Y con esto último James se dio media vuelta y se fue, recibiendo un coscorrón de un enojado Remus. Sirius le dedicó un guiño de ojo a Lily y se fue tras los otros dos, riendo. Y Peter se dio vuelta una vez más a mirarla con esa expresión lujuriosa que llenó de asco a la pelirroja, antes de desaparecer junto a sus amigos hacía la sala común de Gryffindor.

Fue en ese momento, y después de unos segundos de recuperar la compostura y acallar a los chismosos que tenía alrededor con una mirada dura e implacable, que decidió que ya era tarde para buscar a Severus y que necesitaba un tiempo para pensar… y se dirigió hacia el árbol cerca del lago.

Y allí se encontraba ahora, acostada en el pasto boca arriba con los ojos cerrados, con un nudo en el estómago e incapaz de decidir que hacer con lo que sentía. Nunca jamás aceptaría que Potter lograba ponerla nerviosa. Muy nerviosa.

Pero tampoco podía dejar que él siguiera jugando con ella como lo hacía… porque ya no era como antes. Increíblemente, su odio hacia él se había esfumado y sólo quedaba exasperación por sus tonterías y una inminente sensación de desazón.

Ella sabía perfectamente a que se debía esto último: se encontraban en séptimo año. Después de este, terminarían su estancia en Hogwarts, y ella no sabía dónde se encontraría a James cuando saliera de allí. No sabía aún cómo iba a coordinar su existencia en el mundo muggle con la del mundo mágico cuando saliera del colegio… pero se le oprimía el corazón, aún sin saber por qué, cuando pensaba en el hecho de que no iba a volver a verlo. Que no iba a sentir más su tacto o sus tonterías para hacerla enojar, o algún piropo tonto saliendo de sus labios como si fuera lo más normal del mundo.

¿Por qué? ¿Por qué sentía que no quería terminar Hogwarts… y una de las razones de mayor peso para ello tenía por nombre James Potter?

Su irracionalidad iba a terminar por volverla loca. No había ninguna razón por la cual ella tuviera que sentirse mal si nunca más en su vida se cruzaba con él. Sólo era un estúpido, arrogante y engreído que lograba sacarla de quicio y que tenía la buena suerte de ser apuesto y alterar a las mujeres con su presencia.

Detrás del tronco del árbol que le daba sombra a Lily, los ojos negros de Severus Snape la observaban atentamente.