Un Percy Jackson!AU con Haikyuu! Kinda Hinata-centric.

Haikyuu! le pertenece a Furudate Haruichi

Percy Jackson and the Olympians le pertenece a Rick Riordan.


Le dolían los costados y mucho.

Es que correr por tanto tiempo, que parecían horas, sin detenerse era demasiado para él. Más si la razón principal por la cual corría era porque lo perseguían, y no precisamente para charlas, sino más bien para terminar con su vida. Debía correr y correr, hasta ese punto donde no sientes las piernas, los brazos tiemblan y sientes que tu pecho va a explotar.

"Ayuda, por favor. Quien sea, ayúdenme" piensa débilmente, dentro de toda esa situación estresante. ¿Cómo es que nadie se daba cuenta que algo perseguía a un adolescente? Cuando casi se tropieza con una raíz y cuando se resbaló gracias al barro, respondió a su duda. Estaba escapando en un bosque frondoso, lúgubre pero con un extraño aire de tranquilidad, es obvio que nadie le notaría. Y para sumarle a su desgracia, estaba lloviendo copiosamente. Con todo eso, pasaba con una simple sombra, una ilusión al pasar.

-Ayuda... - murmura a duras penas, cuando no hay dónde más correr. Increíblemente se encuentra acorralado en el bosque, varios pinos formando una pared a sus espaldas.

Esa cosa que le iba persiguiendo tan solo bufaba, haciendo sonar sus pezuñas contra el suelo barroso. La lluvia sonaba como pequeños guijarros al caer y hacía que su visión se volviera más borrosa, aunque lo agradecía en parte, todo con tal de no seguir observando esa cosa. Lograba vislumbrar su sombra, olfateando dos árboles que tan solo estaban a 5 metros de donde se encontraba él. Esa cosa era grande, como el tamaño de una pequeña camioneta y apestaba horrores, como carne echada a perder. Rogaba dentro de sí, que fuera un efecto de la lluvia lo que estaba observando: dos colmillos del tamaño de katanas. Rogaba que fuera una ilusión dentro de su pánico, las manchas color carmesí en ellas.

"Por favor no vengas para acá, por favor no vengas a olfatear. ¿Porqué me pasan estas cosas a mi?"

La lluvia comenzó a caer con mayor fuerza que antes, y de no haber estado en esta situación de vida o muerte, estaría corriendo por buscar refugio. Generalmente siempre se escondía en callejones desolados, en donde hubiera tachos de basura grandes. Podría perfectamente imaginar que es lo que haría: levantaría una tapa de un tacho para que fuera su techo, sacaría cartón del tacho de reciclaje y se quedaría ahí hasta que pasara la lluvia.

Pero obviamente él no se encontraba en la ciudad, callejones cerca de él no habían y su vida estaba en obvio peligro.

Sinceramente si moría ahí mismo, no sería tan terrible después de todo. Era un niño de la calle, sobreviviendo y defendiéndose por sí solo desde los 7 años. Nadie llorará su muerte, nadie le extrañaría. Si tan sólo la manera de morir no fuera tan dolorosa como la que suponía que le esperaba, lo recibiría con los brazos abiertos.

Fue arrancado de sus pensamientos cuando el crujir de ramas lo devolvió a la realidad.

"Oh mierda"

La cosa esa estaba a tan solo dos metros de él. ¿Qué haría ahora? Comenzó a observar, buscar aunque sea un pequeño espacio por el cual salvarse… Hasta que lo vio, un pequeño espacio entre la pared de árboles a su espaldas, pero debía ser lo suficientemente rápido para pasar por él. Sin darle espacio a las dudas, paso por él.

No esperaba que un dolor brutal lo atacará, ¿había calculado mal al pasar? …

La cosa esa tenía su brazo izquierdo entre sus caninos. Podía sentir como atravesaba su piel, sus músculos, como llegaba a los huesos debajo de todo eso. El grito que salió dentro de él, fue animalístico, que trajo a su memoria el recuerdo vago del rugido de un tigre. Lo que no se esperaba es la reacción que tuvo después: con su mano libre le dio un puñetazo a lo que suponía era su nariz para que liberará su brazo de sus fauces.

Y corrió.

Y corrió.

Y continuó corriendo, mientras que podía escuchar los pasos de esa cosa que aún lo seguía.

"Ríndete maldita sea"

Entre medio de la lluvia, logró percibir luces. Luces acogedoras, un gran portal.

Pero estaban tan lejos, arriba de una gran colina

"No lo vas a lograr" susurró una voz aterciopelada, pero tan gélida a la vez "Deberías tan sólo rendirte, entrégate a mí. No lo vas a lograr"

"Claro que lo haré, cállate" una parte de él respondió.

-¡Ayuda por favor! ¡Ayuda!- gritó, sacando energías renovadas de quién sabe dónde.

La cosa a sus espaldas bufo más fuerte, como si se mofara de sus intentos.

-¡Ayuda! ¡Ayuda maldita sea!-

Corrió y corrió, necesitaba llegar a esa colina.

Una zancada, otra más. Necesitaba subir.

No sabía de dónde salían sus ganas renovadas, pero necesitaba vivir.

-¡Ayuda!-

Podía ver el pequeño portal más cerca… ¡Lo iba lograr! ¡Él lo iba-

Cayó de cara al suelo, el barro entró como una avalancha a su nariz y boca. El dolor de su tórax aumento con la falta de aire, pero empeoro cuando sintió algo realmente pesado encima de su espalda.

"No lo lograste. Vamos, ven conmigo" susurró aquella voz de nuevo.

"No, no, no. Esto no puede terminar así"

"Oh, por supuesto que sí. Pero no te resistas: ven conmigo"

El dolor aumenta, crece como una mancha de colorante en el agua. Pareciera que cada una de sus extremidades estuviera prendida, ardiendo como una fogata, excepto el brazo izquierdo que lo siente como si fuera carne congelada. Le duele mucho el pecho, jura que sintió varias costillas enterrándose donde no deberían.

"Adiós mundo…"

-¡Chicos, ya lo encontré! ¡Encontré a quién pedía ayuda!-

-¡Oh por los dioses, dense prisa!-

-¡ATACALO, MALDITA SEA! ¡SACA LO DE ENCIMA!-

-¡¿Es ese un jabalí de erimanto?! ¡Me están -

-¡Que alguien llame a Suga por favor!

Cuando ya comenzaba a desligarse de su cuerpo, su mente hundiéndose en una oscuridad algo lo está atrayendo de regreso. Ese peso que estaba sobre él desaparece, aunque sus dolores no lo hacen. Su cara ya no está en el suelo y siente unos dedos torpes y endurecidos sacando el barro para que pueda respirar.

-Oh por los dioses, no- gime la persona que le está tocando -Ni se te ocurra morirte- le ordena, con un tono brusco y mandón.

"¿Y tú qué te crees que me das ordenes?"

Abre un poco el único ojo no sellado por el barro, pero sólo logra vislumbrar la silueta de quién lo sostiene. Se ve alto, cabello ordenado… ¿Espera…son ojos azules?

-Por favor- súplica esa persona, cambiando violentamente de tono, a uno lastimero y diminuto, apretándolo más fuerte contra su cuerpo - No mueras-

"No lo haré" le quiere responder, pero el cansancio le está ganando.

-¡No, por favor! ¡Despierta!-

"Perdón" es lo último que pasa por su mente.


Sus sueños son raros, pero eso no le sorprende ya que siempre lo han sido. Lo que le sorprende más bien, es lo bellos que son en esta ocasión. Ve campos de trigo, olivos y el mar, todo dentro de una misma escena. Ve gente sonriendo, gente compartiendo y comida por doquier. Puede sentir una calma que le es ajena, algo que está escondido en el baúl de "memorias previas a vivir en la calle"

Lo último que ve, es una mujer con una extraña corona verde en su cabeza y un manojo de espigas en sus manos que le está hablando.

"Despierta ya, héroe"

Al abrir sus ojos, lo que primero ve es un techo de madera (como si no bastara su experiencia con árboles recién pasada) Un techo del cual cuelgan miles de estrellas esparcidas en el, brillando fuertemente.

"¿El Paraíso tiene cielo de madera y estrellas falsas?"

A medida que comienza su despertar, se hace consciente de su alrededor. Su cabeza recostada sobre una suave almohada, se encuentra acostado en una cama (algo que no había pasado en años) Al mover los dedos de las manos, se percata que su brazo izquierdo está inmovilizado hasta más arriba del codo. Puede sentir que también tiene vendas en el pecho y que respirar duele mucho.

Cerca de él, escucha voces. Gente que ríe afuera (¿está cerca de una ventana la cama?), alguien que grita órdenes y también puede oír a alguien cantando cerca de él, probablemente esté en el mismo lugar, una voz melodiosa pero no puede entender ni una letra de lo que canta.

Se escucha una puerta abrir y la voz deja de cantar.

-Hola Tobio, buenos días- saluda una voz tan suave, que le recuerda al algodón de azúcar. Esa voz debe pertenecer a quién cantaba, no hay otra explicación.

-H-hola Suga- responde toscamente la otra persona. Su voz en profunda y masculina, pero ahí escondido puede sentir la preocupación. ¿Por alguna extraña razón la voz se le hacía conocida..?

-Déjame adivinar, ¿vienes a preguntar por él?-

Hay una pausa incómoda, por varios minutos. Escucha alguien carraspear fuertemente mientras que el otro se ríe por lo bajo.

-Aún no despierta, pero sus signos vitales están mejor que ayer-

-¿Y su brazo?-

-Mejorando, te lo aseguro. Ya no tiene esa coloración violeta oscuro-

De nuevo hay una gran pausa en la conversación, pero este no se escucha que es incomodo como el anterior. Puede que estén hablando en susurros, porque por unos largos minutos tan solo escucha su respiración.

-Gracias Suga, me voy a la arena de combate-

-Hasta luego Tobio ¡Cuidado con Tooru, eh! ¡Te veo en el almuerzo!-

La voz de algodón de azúcar comienza a cantar y ahora puede escuchar sus pasos también, sonando muy cerca de donde se encontraba.

"¿Sería muy obvio si hago como que me "desperté" ahora? O mejor espero unos minutos más… no quiero que piense que espiaba su conversación"

No pudo pensar bien su decisión, ya que iba a cerrar sus ojos para parecer que dormía, escuchó ruido de visillos que se corrían y como generalmente actuaba antes de pensar, buscó el ruido para percatarse que dónde dormía estaba resguardado por cortinas que actuaban como separador de espacios.

Eso y se encontró con un chico de cabello grisáceo que corría las cortinas que lo observaba fijamente a él cuando movía su cabeza en dirección del ruido.

-Oipho- murmuró el chico bajo su aliento.

"¿Qué dijo?... espera un momento. ¿Eso no significa mier-

-Oh por los dioses… ¡estás despierto!- gritó el chico -Espera aquí, te traeré agua… argh, por supuesto que lo harás si no puedes moverte…-

En un simple parpadeo el chico desapareció para volver con un vaso con bombilla, de esos que los niños de preescolar tienen. El chico lo dejó encima de una mesa que estaba en su costado derecho, para poderlo ayudarlo a dejarlo sentando, acomodando almohadas detrás de él.

Cuando lo movió, se percató de algo que había pasado por alto: se encontraba usando tan solo ropa interior, que para remate, era un bóxer algo grande para él. Se le encendieron las mejillas de manera inmediata.

-Toma, bebe. Debes estar sediento- le dijo el chico mientras le acercaba la bombilla a sus labios. Apenas tomó el primer sorbo, se dio cuenta que tenía razón. Tenía la garganta áspera y los labios partidos por lo seco que estaban.

-Tómalo con calma, podrías vomitar- le advirtió cuando tomaba cada sorbo como si fuera el último.

-Perdón- murmuró el lesionado, aunque sonó parecido al croar de una rana.

-Oh, no te disculpes- sonrió, mientras que con la mano libre le acarició el cabello -Yo soy Sugawara, pero me puedes llamar Suga-

-Soy Hinata- logró responderle el otro, para después agregar a duras penas -Gracias… por todo-

-No fue nada, Hinata. Es lo mínimo que podíamos hacer por ti-

La expresión de su cara debió haber sido demasiado notoria, porque Suga le esbozó una sonrisa de inmediato.

-Te preguntas por el "mínimo que debíamos hacer", ¿cierto?-

Hinata tan solo asintió.

-Es porque tú y yo, bueno todos los que vivimos aquí, somos iguales-

"¿Son huérfanos y vivían en la calle como yo?"

-Todos los semidioses nos tenemos que dar la mano y ayudarnos entre nosotros, sí señor… ¡Hinata! ¡¿Estás bien?!-

Sugawara apartó el vaso del chico, para poder ayudarlo de su ataque de tos.

-¿Se-semidioses dices?- preguntó débilmente, entre su ataque de tos. Sus oídos le jugaron una mala pasada, no es posible que haya escuchado que dijo eso.

-Si, semidioses. Tú sabes que eres uno, supongo…-

-Oh no, theoí… ¿Tú no sabías...que tú…?-

La cara de Hinata era una acuarela de confusión y terror.

-Voy a tener que llamar a Ukai- determinó en voz alta Suga.

"¿Semidioses? Ni que fuera una tragedia griega… ¿Qué rayos está pasando?"


"No, en serio. ¡¿QUE RAYOS ESTA PASANDO?!"

Su mente le debe estar jugando, porque no puede ser verdad lo que está viendo. Es culpa del estrés post-traumático, la falta de comida, el cansancio físico, quiere engañarse a sí mismo, porque de verdad no puede ser cierto lo que él está viendo, al lado de Suga.

No puede ser real, ese hombre mitad humano mitad animal que está viendo. No puede ser real que tenga pezuñas, lana y una cola esponjada, pero que al mismo tiempo esté usando esa sudadera, tenga cara de adulto joven y tenga el cabello rubio, apariencia que choca con lo que está en las extremidades inferiores del cuerpo. Oh no, de verdad el cansancio físico que aún siente en cada parte de su cuerpo, le está jugando a ver ilusiones.

-¡¿AAAAAAAAH?!- se le escapa aquella expresión.

-¿Por qué todos ustedes siempre reacción así?- murmura el acompañante de Suga.

-Porque es chocante ver a un sátiro por primera vez, Ukai- le responde amablemente el chico.

-¿Un... qué?- pregunta Hinata, que no puede salir aún de su sorpresa.

-Sátiro, niño. Mitad humano, mitad cabra- le responde mientras se acerca a su cama -Soy Ukai Keishin, sátiro y director de actividades del campamento-

-¿Campamento?- vuelve a preguntar Hinata, aún más confundido.

-Debiste empezar explicando lo de semidioses y lo demás, para después explicarle sobre el campamento- interviene Sugawara, que se encuentra al pie de la cama.

El sátiro gira su rostro para darle una mirada enojada al chico antes de concentrarse en Hinata. Debe reordenar sus pensamientos, pensar bien cada palabra que le dirá, puesto que esto será la primera impresión que el chico se llevara de su nueva realidad, del mundo al cual realmente pertenece. A pesar que siempre dice el mismo discurso cuando llegan nuevos campistas, en cada ocasión le es difícil explicarlo.

-¿Conoces sobre los mitos griegos, chico?- le pregunta el sátiro, mientras que se sienta en un pequeño banco que sacó debajo de la cama.

-Algunos… el de Medusa, la cajita de Pandora y uno que otro fragmento de Hércules- le responde - y mi nombre es Hinata Shouyou, no "chico"-

-Bueno Hinata verás… todos aquellos mitos son ciertos. Cielos, yo mismo soy la prueba andante que los mitos son reales, ¡soy un sátiro por los cielos! ¿Qué más pruebas necesitas?-

-Ukai, directo al punto por favor- le interrumpe Suga.

-Si, si, a eso voy. Como te dije, todos los mitos son ciertos y si lo son, quiere decir que los dioses también. Si escuchaste bien Hinata, los dioses griegos son reales y existen-

-¿Y qué tiene que ver con el hecho que estoy aquí…?-

-Ya voy a ese punto. Escucha, a los dioses desde que inventaron a los humanos les gusta bajar a jugar con ellos, de esos juegos surgen romances y de esos romances surgen niños: ustedes los semidioses. Si, ustedes ya que tú también eres uno. Eres el fruto de una relación entre un humano y un dios, mitad y mitad-

Le lleva unos cuantos minutos a Hinata en digerir todo eso. Primero, le están diciendo que todos esos mitos que escucho desde puertas de librerías o vio en representaciones en las calles eran ciertos. Segundo, que si obviamente esos mitos son ciertos los participantes en ellos también, o sea los dioses como Zeus o Afrodita eran reales… ¡REALES! ¡Existían en el mismo mundo en cuál él estaba! Tercero y la mayor revelación, los hijos que estos tenían con los humanos: los semidioses.

"Eso explica mucho"

Por supuesto, ¿porque otra razón él era huérfano y vivía en la calle? Uno de sus padres era una deidad, que probablemente no tenía ni idea de su existencia. Por eso estaba solo en el mundo, su otro padre divino teniendo tantos amoríos regados en el mundo (porque si se acordaba muy bien que los dioses griegos eran muy "enamoradizos" por no decir otra cosa) ¿que le iría importar el hijo nacido de una relación fugaz?

-¿De quién… de quién soy hijo?- preguntó suavemente.

-Eso no lo sabemos- respondió Ukai - Pero pronto tu madre o padre divino debe reclamarte, así que ahí lo sabrás- agrega de inmediato, al ver que el chico baja la mirada y una sombra de tristeza enluta sus ojos.

-Explícale del campamento- murmura impaciente Suga, quien aún se mantiene al pie de la cama.

-Ah sí, el campamento. Bien verás, los semidioses son totalmente diferentes de un humano pero también de un dios…-

-Duh Ukai, somos híbridos-

-Una más Suga y juro que te tendré lavando baños 1 mes-

El chico de cabello platinado frunce el ceño mientras que se cruza de brazos. Aprieta los labios de una manera aniñada como diciéndole "Hmf. Bueno me callo, pero yo quería ayudar"

-¿Donde estaba? Ah cierto, ustedes los semidioses son diferentes. Una de las características que tienen es que atraen a muchos monstruos con su olor, unos más fuertes que otros dependiendo de su parentesco divino. Es por eso que necesitan un lugar seguro donde estar, donde los monstruos no ingresen y hayan más personas de su clase-

"Bueno, eso explica porque andar en la ciudad era tan peligroso. Explica todos esos animales extraños o matones que me atacaban…"

-Es por eso que existe el campamento mestizo, para que ustedes semidioses vivan aquí en paz y tranquilidad, pero al mismo tiempo se entrenen en sus habilidades que poseen-

-¿Habilidades? ¿Entrenar?-

-No te preocupes, más adelante sabrás sobre eso. Lo importante ahora es decirte que estás en tu nuevo hogar: bienvenido al Campamento Mestizo de Japón- le dijo Ukai mientras le daba una tímida sonrisa. Desde el pie de la cama, Sugawara le entregaba una gran y radiante sonrisa como diciendo "Bienvenido a casa, hermanito"

Algo dentro del corazón de Hinata se fundió, como chocolate expuesto al sol. Un sentimiento desconocido para él lo empezó a inundar, un sentimiento hermoso que lo llenaba de una felicidad que no sentía hace tiempo.

"Un hogar… yo tengo un hogar al fin"

-Gracias- murmuró en voz alta, no sabiendo bien a quién se lo decía.

Ukai le dio un leve apretón en su mano derecha y se levantó de su banco.

-¿Le trajiste ropa al chico?- preguntó a Suga antes de irse.

-Aye-aye cap'- le respondió mientras se llevaba la mano derecha a la frente, como un marino.

-Bien, bien. Dale un pequeño paseo por el campamento, vayan con calma ya que aún está recuperándose, y lo llevabas a la cabaña de Hermes después- le dijo - Adiós Hinata, los veo al almuerzo-

Una vez que se fue el sátiro, el chico de cabello platinado se acercó al lesionado con una pequeña bolsa (la cual Hinata no se había percatado que la llevaba con él antes)

-La ropa con la cual llegaste al campamento estaba hecha jirones, así que tuvimos que deshacernos de ella- se disculpó Suga

"No me pidas perdón por eso. Esa ropa llevaba tres meses usándola y estaba demasiado maltratada"

-Un amigo, campista de la cabaña de Hermes, es más o menos de tu porte y él me regaló esta ropa nueva para ti. Si no te queda bien, no te preocupes, mañana te conseguimos algo acorde para ti- le explica Suga, mientras extraía la ropa de la bolsa. Una camiseta naranja en la cual se leía "Campamento Mestizo", unos jeans básicos y ropa interior.

-Gracias, de verdad- le dijo sinceramente Hinata. La última vez que le dieron ropa nueva fue cuando tenía 7.

-En serio, no tienes que agradecerme- le respondió con una sonrisa.

Las pequeñas lágrimas que corrían por la cara del chico le decían que nunca, jamás, se cansaría de agradecerlo. Haber quedado vivo del incidente del bosque, que lo sanaran, por fin entender su propia existencia… tener un hogar, era gracias a ellos, a la gente del campamento. Su gratitud sería infinita, porque le habían dado tanto a él, incluso le dieron esos fragmentos que faltaban para entenderse a sí mismo.

-De verdad...gracias- le dijo de nuevo Hinata, con las mejillas húmedas en lágrimas pero una gran sonrisa acompañaba su rostro.

-Y otra vez te digo, no hay de qué- le respondió Suga mientras se acercaba para darle un abrazo. Se veía que él necesitaba de un gran abrazo, de esos que te irradian calor.

-Bienvenido a casa, pequeño héroe- le murmuró a su odio, cuando lo tenía fuertemente apretado contra su pecho.

Las lágrimas seguían corriendo por su cara, pero les aseguro que eran de felicidad y dicha.

"¿Así es como se siente estar en casa? Porque si lo es… nunca me quiero ir"


Traducciones:

1. "Hōs en állōi kósmōi": "Como en otro mundo"

(Proverbio citado por Erasmo de Rotterdam en sus adagios)

2. Oipho: mierda

3. Theoí : dioses

¡Hola a todos! llevaba mucho tiempo ideando y diseñando un PJO!AU con HQ! en conjunto de una amiga, tanto tiempo desarrollando ideas, armando headcanons y otras cosas, que necesitaba escribir respecto a esto. Puede que no muchos conozcan sobre los libros (las películas no pls, fueron un asco ajaj) por eso traté de explicar de la mejor manera que pude su inmenso universo. Se pueden hacer una idea que los PJO!AU básicamente son como los HP!AU: te diviertes pensando que dios olimpico puede ser el padre/madre de cada uno de ellos (cómo cuando los sorteas en una casa de Hogwarts) y te diviertes pensando como vivirían en el campamento o cuales serían sus aventuras.

¡Espero que les haya gustado este pequeño one-shot! Quizás lo continúe y agregue uno que otro capítulo más.

¡Saludos para todos ustedes, que estén bien! (˘⌣˘ )

-Minka