Capitulo 1:

La sidra había sido una pésima idea.

A Riza Hawkeye no se le ocurrió otra cosa que explicara la aparición totalmente inesperada de aquel hombre desnudo que salio de entre unos sauces a unos cincuenta metros rió abajo, y echo a andar hacia ella con todo el aplomo de un caballero que entra en una sala respetable.

Riza pestañeó, se quedo mirándolo y fijo la vista en la pequeña botella que tenia en la mano. Sabia que beber alcohol era peligroso, especialmente antes del desayuno, pero no había que ofender a la señora Goodfellow, que con tanta insistencia le había puesto la botella en la mano mientras que comentaba que el sumo de la manzana era de lo más adecuado para una mañana calurosa. Riza no aguantaba la bebida, y menos la sidra de la señora Goodfellow, así que solo había dado dos sorbos. ¿Seria posible imaginar cosa como la que había visto con dos sorbos de alcohol? Se dijo que no. Por lo tanto, lógicamente, aquel hombre debía de ser real.

Levanto la vista y comprendió que así era.

El sol se colaba entre los árboles e iluminaba su cuerpo con los potentes haces de luz dorada y esplendorosa. El parecía ajeno a su presencia. Su postura era relajada, y en ese momento levantaban la cabeza, como si quisiera beberse el sol de la mañana. Tenía buen porte y era perfectamente proporcionado, y se movía con precisión serena y gracia. Se paso las manos por la cabeza y su cabello negro quedo liso y brillante, como el pelaje mojado de una nutria. Entonces se estiro. A Riza le parecía como un dios pagano que hubiera surgido directamente de la tierra.

Siendo la nieta de uno de los militares de más renombre en el país, Riza había tenido acceso a mucha información y libros desde pequeña, así que sabía muchas cosas relacionados con la adoración a los dioses paganos. Había visto reliquias de culturas diversas. Riza había aprendido cosas sobre la mitología de otras regiones en su adolescencia, pero jamás había visto a un hombre que se asemejara más a las criaturas de las leyendas. Hasta ese momento.

Paso un buen rato fijándose en los contornos potentes de sus hombros, en su pecho ancho, en su estomago plano, en el brillo de su piel húmeda y en la primitiva fuerza e intensidad que emanaba de el. Resultaba imposible no darse cuenta de las emociones que aquella inspección le estaba provocando. La garganta se le quedo seca, el corazón se le acelero, y por todo el cuerpo sintió un leve cosquilleo acompañado de una sensación de calor.

Jamás había visto a aun hombre desnudo. Había visto estatuas, frescos, dibujos y cuadros como resultado de la educación poco ortodoxa que le había dado su abuelo; pero nunca había visto aun hombre de carne y hueso sin ropa.

El libro que Riza había estado leyendo se le resbalo de las manos y pego contra la botella con un leve tintín. En el silencio el sonido se repitió fácilmente. Riza vio que el hombre se quedo inmóvil, como un animal que presiente el peligro. Volvió la cabeza y miro directamente hacia donde ella estaba. A Riza le dio un vuelco el corazón. La emoción que había sentido se desvaneció. En aquel momento le vio la cara con claridad, se dio cuenta de que el desconocido era Roy Mustang, un amigo de la infancia y subordinado de su abuelo. Se avergonzó de no haberlo reconocido antes y sintió una curiosa mezcla de vergüenza y confianza. Y no lo había reconocido porque se había estado concentrando del modo menos apropiado en una señorita, en su Antonia de en lugar de su cara. Y le había gustado lo que había visto. Era un viejo amigo, después de todo, y una no debía mirar a los amigos de se modo. Hacia mas de un año que no veía a Roy, y no podía imaginar que fuera a verlo allí, pero el no era de la clase de hombre fácil de olvidar. Y teniendo en cuenta lo que había visto, a partir de ese día le costaría mucho olvidarse del coronel Mustang.

Riza consiguió articula palabra.

-¡Eh, Roy! ¿Qué crees que estas haciendo?

Sus palabras sonaron como el grito de una muchachita de quince años. Vio que Roy pegaba un respingo y abría los ojos como platos. Arrancó una enorme hoja de lirio acuático de un estanque cercano y se lo coloco estratégicamente mientras continuaba caminando hacia ella por la orilla. Como prenda de vestir dejaba mucho que desear, y Riza decidió fijar la vista en su cara, evitando una sorprendente tendencia a hacerlo en otro sitio.

-¡Elizabeth! Que alegría me da verte aquí- le llego la vos de Roy, que estaba ya a menos de diez metro de distancia-. Últimamente he estado pensando que seria estupendo vernos más.

-Pues en este momento te estoy viendo casi por completo- le contesto Riza colocándose la mano delante de los ojos a modo de pantalla-. ¿Qué estas haciendo así? ¿Dónde esta tu ropa? ¡Vete a vestir inmediatamente!

Un poco tarde, Riza agarro el sobrero de paja que tenia a su lado y se lo calo bien para que el ala le tapara los ojos. Entonces al darse cuenta de que no veía nada de nada, se asomo por debajo para ver que estaba pasando. La escena no era nada tranquilizadora. Lejos de retirarse con modestia tras la cortina de los sauces, Roy continuaba avanzando directamente hacia ella, caminando con brío por el margen el rió como si entrara en el salón de alguna casa en lugar de estar paseado desnudo.

-¡Para!- le grito Riza-. ¿No te cabo de decir que te vayas a vestir?

Roy se detuvo, no estaba a más de dos metros de Riza y, como estaba sentada en el suelo, los muslos de Roy quedaban justo al nivel de su línea de visión. Tenía el cuerpo firme, algo que habría esperado si alguna vez se hubiera parado a pensarlo. Roy trabajaba mucho en trabajo de campo, y la mayor parte de su trabajo implicaba ejercicio físico. No era de extrañar que estuviera tan atlético.

Riza se dijo para si misma que no era apropiado pensar tanto en los atributos físicos de uno de los subordinados de su abuelo. Eso nunca había sido un problema para ella en el pasado, pues la mayoría de ellos eran mayores y sus cuerpos sin ropa, estarían fofos o tal ves deformados. Esa no era una descripción que pudiera aplicársele a Roy Mustang.

Riza trato de pensar en otras cosas, pero se dio cuenta de que no era capas de apartar la vista de el. Cuando más pensaba en lo poco apropiado de su conducta, más se sofocaba, sudorosa y acalorada. Volvió la cabeza y fijo la vista en el tronco de un álamo a pocos metros de allí, obligándose a enderezar sus pensamientos hacia la botánica para apartarlo de la anatomía. ¿Seria un almo blanco o una negro? Tenia que acordarse de mirarlo en sus libros de consulta cuando llegara a casa, Las hojas eran muy bonitas, con un suave revés blanquecino… Empezaba a dolerle el cuello del esfuerzo que estaba haciendo para no mirar a Roy. Lo cierto era que no veía absolutamente nada; pero el resto de sus sentidos y su imaginación, completaban con creces el déficit. Sentía los rayos del sol en la cabeza, mientras se empapaba del aroma a pino de las agujas calentándose el sol. Y sin querer empezó a imaginarse a Roy desnudo.

-¿Por qué sigues ahí?- le pegunto ella-. No quiero hablar contigo en este momento; no mientras sigas sin vestir.

-Entonces te has dado cuenta- dijo el claramente divertido.

-¡Pues claro que me he dado cuanta!- exclamo Riza-. Tendría que haber estado muy despistada para no dármela! ¿Pero que estas haciendo aquí, Roy?

-Por favor, deja de dirigirte a mi como si quisiera que me marchara- dijo Roy en tono razonable- No puedo observar la propiedad y la cortesía al mismo tiempo.

-Prefiero que guardes tanto tu pudor como el mío por el momento- dijo Riza-. ¿Dónde esta tu ropa?

Oyó el suspiro de Roy.

-La he dejado un poco mas arriba y he nadado hasta aquí- dijo-. Me apeteció darme un baño, y la verdad es que no esperaba ver a nadie tan temprano. Me gustaría que me prestaras tu mata un momento.- añadió mientras se acercaba un poco mas a Riza, aumentando su turbación-. Si fueras tan amable de ayudarme a cubrirme…

Riza emitió un leve chillido de exasperación y tiro de la manta en donde estaba sentada para echársela a el.

-¡Toma! ¡Y rápido! ¡Vete!

-Gracias- respondió Roy en tono cortes, pero con un toque de humor- Y no muevas las manos así, Riza, porque a lo mejor vas a acabar viendo mas de lo que esperabas.

Riza no pudo soportarlo más. Se puso de pie de un salto con el único propósito de poner cierta distancia entre los dos.

Inevitablemente el saltar así sin mirar y tan impulsivamente, Riza se chocó con el cuerpo de Roy. Tenía la piel calida y ligeramente húmeda; pero Riza estuvo apunto de desmayarse.

-No pasa nada- dijo Roy-, los era mi…

-¡Roy! ¡No quiero saberlo!- exclamo Riza con un hilo de vos-. Me doy cuenta de que somos viejos amigos- añadió con voz temblorosa-. Pero hay ciertas cosas que sencillamente no quiero compartir.

Roy se echo a reír mientras se enrollaba la manta. Riza sabia que se estaba cubriendo, pero se volví a mirar hacia otro lado por si acaso.

-Estoy casi listo… - murmuró Roy.

Riza se volvió hacia el con alivio. Pero como lo hizo unos momento antes de lo debido atisbó a las curva de su nalgas. El sobresalto no fue pequeño.

-Pero no del todo- termino de decir Roy.

-¡Oh, esto es horrible!- Riza trató de apartarse, pero tenía las rodillas tan débiles que lo único que hizo fue tropezarse con la cesta de la merienda.

-Roy la agarro del brazo, muerto de risa, para impedir que se cayera.

-Con cuidado- dijo riéndose-. Si sigues así, uno de los dos va a salir mal parado.

-Me las apañaría mucho mejor si te marcharas- le soltó Riza muy sofocada-. ¡No hace falta que te regodees con el asunto!

-Pues yo creo que te las apañarías mucho mejor si te quitaras ese ridículo sombrero y miraras alrededor con naturalidad- dijo Roy.

-Gracias, pero ya he visto suficiente- Riza se aparto de el con cuidado y se levanto el sombro un poco.

Al asomarse vio con alivio que Roy se había enrollado la manta a la cintura a nodo de falda pero el paño le quedaba bajo, a la altura de las caderas, y aun dejaba mucho al descubierto, aunque sin duda resultaba mucho mejor que antes. Vestido, Roy poseía una vitalidad y una masculinidad tan atractivas que ni si quiera una vieja amiga podía pasar por alto. Peor el verlo con tan poca ropa era un sobresalto para los sentidos más básicos.

Al darse cuenta de que continuaba mirándolo fijamente, Riza carraspeo suavemente y decidió mirarlo a la cara. Roy seguía con aquel gesto burlón en su mirada. Con su ojos negros y su sonrisa picara, Roy tenía una cara tan atractiva e interesante como el resto de su persona. Había algunos que decían que Roy Mustang no era guapo del modo convencional, por ejemplo tenía una pequeña cicatriz en su mejilla que ella le había hecho en una discusión infantil. Su rostro era demasiado esbelto para poder decir que poseía una belleza clásica, pero nadie negaba que resultaba increíblemente atractivo, además tenía carácter, personalidad y eso se notaba. Prueba de eso era que las mujeres se tiraban a sus brazos con tediosa regularidad.

Avergonzada por haber sido sorprendida mirando, Riza desvió la mirada.

-Gracias a Dios que es una manta grande.

-Me alegra que piense que necesito algo grande para cubrirme bien- dijo Roy con ojos risueños.

Riza se sonrojó. Había olvidado la tendencia de Roy a sorprender tanto por lo que decía como por lo que hacia. Entendía a la perfección los requerimientos sociales en educación; simplemente que a veces prefería no seguirlos.

-Márchate por favor, Roy- le dijo ella-. No estas visible.

Roy se echo a reír.

-Claro que lo estoy .Pero eso siempre lo has sabido y sigues apreciándome.

Riza le lanzo una mirada severa.

-Tal vez seas mi amigo, pero siendo como soy una joven de reputación intachable, no tengo intención de hacer peligrar mi buen nombre dejándome ver en una conversación con un mujeriego envuelto en una manta.

-¡Un mujeriego envuelto en una manta!- repito Roy con sorna-. ¡Que imagen más delicada!

Riza lo miro con altivez. Se sentía mas segura ahora que por lo menos aquella manta cubría la desnudes de Roy.

-Tú de delicado tienes poco, Roy- le dijo.

Roy se encogió de hombros.

-Tal vez no- contesto-. Siento haberte molestado, Riza. Veo que aun estas bastante sofocada.

Riza sabia que era cierto, y el hecho de que el se hubiera fijado en ello le provocaba aun mas bocogono.

-Por supuesto que estoy sofocada- dijo-. No esperaba verte denudo, Roy. Esas cosas no suelen suceder entre amigos de la infancia.

-No, desde luego que no- dijo Roy-. Debes excusarme, Riza. No tenía intención alguna de asustarte.

- Y pensar que he bajado aquí en busca de paz y tranquilidad- dijo Riza mientras suspiraba con pesar-. Ya sabes lo difícil que resulta encontrar un poco de soledad si me iba con mi abuelo al cuartel. Todo ha estado demasiado complicado desde hace dos semanas- apoyo con suavidad una mano en el brazo de Roy-. ¿Pero que estas haciendo aquí en el Este?- le pregunto-. No esperaba que te unieras a mi abuelo, te hacia todavía en Central.

-Estaba bastante cómodo en Central, no te lo negare- dijo Roy-. Tu abuelo me escribió una carta pidiéndome que eh uniera a el aquí- arqueo una ceja con gesto interrogativo-. ¿No te lo dijo?

Riza suspiró.

-Supongo que tenia la intención de decírmelo, pero… Ya sabes que se olvida de esa clase de cosas.

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Ya chicas, nueva adaptación y espero que les guste, como siempre sigue el mismo ritmo de actualización que las anteriores, así que nos leemos mañana, ciao.