Hola de nuevo!
Traigo otro oneshot ;) inspirado en una conversación con mis mejores amigas y el caso especial de una de ellas que me recuerda tanto a Midorima en su forma de ser jajaja
El título viene de "Get Lucky" - Daft Punk.
ADVERTENCIA: Contiene lenguaje levemente grosero, y temas adultos sugeridos.
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"Get Lucky"
(Tener Suerte)
Se sorprendió. Algo debía estar mal, eso no podía ser el objeto de la suerte de Cáncer. Es más, comenzaba a pensar que igual se trataba de una broma de mal gusto pero tampoco podía poner en duda la seria reputación de Oha Asa. Nunca se equivocaba ni se tomaba los asuntos astrales a la ligera. Y su deber como fiel creyente en los horóscopos es tener en su poder el ítem de la suerte del día, aunque lo realmente difícil sería darse el valor para obtenerlo, porque hasta eso es fácil de encontrarlo.
Le daba pena, le preocupaba lo que fuesen a pensar las personas si lo veían ahí, a él, tan sólo un joven de 18 años recién cumplidos comprando 'esas cosas'. Tampoco es que no fuera normal para cualquier chico de su edad con alborotadas hormonas, pero él no es como los demás, no pensaba en esas cosas, ni se le pasaba por la cabeza con cada mujer que veía, mucho menos lo buscaba. Así lo habían educado sus padres. Pero es evidente que tampoco estaba en su pensamiento pasar el día sin el sagrado objeto de la suerte, no quería acarrear mala fortuna y que algo malo le sucediese.
Debía decidir qué hacer. ¿Qué pesaba más en su conciencia? ¿La pena ó la mala suerte? Pensó detenidamente en sus opciones. Una de ellas es pedírselo a Takao pero de pronto le sobrevino la escena de su compañero burlándose de su persona y haciéndole comentarios obscenos, lo cual le resultaría muy desagradable y estaba seguro que Kazunari usaría eso a su favor para chantajearlo en el futuro. Definitivamente no se lo pediría a Takao.
La segunda opción es acudir a sus ex-compañeros en Teiko. Empezando por quien más confianza le inspira y ese es Akashi, es serio, reservado y seguramente le guardaría el secreto pero le preocupaba que después de ello, la imagen intacta que el pelirrojo tiene de su persona, cambiara por completo. Pensó después en Murasakibara, aunque por la actitud del mismo, tan desenfadada e infantil, a lo mejor y ni tenía la menor idea de lo que le estaba pidiendo y terminaba por darle alguna chuchería. Seguido consideró a Kuroko, pero fue el mismo caso con Akashi y lo descartó. Sus pensamientos pasaron a Aomine, él parecía tener más "experiencia" en "eso" después de todo se la pasaba observando esas revistas y mirándole las tetas a las chicas, pero la idea se vino abajo cuando se adelantó a los hechos, con un Aomine burlándose de su situación y humillándolo en cualquier ocasión posible. Finalmente, y lo que menos deseaba, acudir al ruidoso y fastidioso de Kise, con quien no era compatible, sin embargo estaba en una situación desesperada, y contando con que el muchacho tiene mujeres de a montón, algo ya debía saber al respecto y decidió que él sería su cómplice en la misión.
Le mandó un mensaje de texto saludándole y pudiéndole un favor.
En ese entonces, el rubio apenas desayunaba cuando recibió el mensaje y vaya que le sorprendió. Por lo general no le mandaba mensajes y lo que su persona le hacía llegar, se los contestaba con un "Muérete" de por medio pero Ryouta no es rencoroso.
«Puedes contar conmigo Mirodimacchi ¿De qué se trata?»
Esas palabras las leyó Shintarou en su mente mientras veía el mensaje. Clickeó a responder y empezó a escribir. Cuando terminó, se lo pensó varias veces para mandarlo, pero justo cuando sólo debía dar click en "enviar" su dedo pulgar vacilaba. Al final no mandó nada. Decidió que eso era algo que debía hacer por sí mismo, que nadie debía enterarse.
Cuando salió de casa, mandó mensaje a Takao avisándole que llegaría un poco tarde al entrenamiento del sábado ya que iba a pasar a la Plaza Kenzo.
Acto seguido se dirigió al lugar, para eso cuadras antes se cambió los lentes que comúnmente usaba por unas gafas de sol, uno de sus intentos por pesar desapercibido y además se preparó físicamente y mentalmente para lo que iba hacer.
Ya en la dichosa Plaza, entró al local indicado. Analizó la zona, sólo había una anciana pagando en caja, un par de niños seleccionando que paleta de hielo comprar y se podía ver a un sujeto agachado buscando algo en uno de los estantes. Le resultaba seguro. Si lo hacía rápido, nadie lo notaría y las cosas estarían bien. Así que se apresuró en ir a los estantes de atrás, donde estaban aquellas cosas que buscaba. Miró a ambos costados, asegurándose de que nadie lo observara y agarró el primer paquete que encontró y después huyó a la caja que afortunadamente estaba vacía.
Puso el paquetito en el mostrador y tras el polarizado cristal de sus lentes de sol, Midorima pudo observar la traviesa sonrisa de la mujer de mediana edad al reconocer lo que el chico estaba comprando.
—El paquete de 12 piezas. Alguien va a tener un fin de semana bastante ocupado ¿he? — Comentó la mujer con tono picaresco, echándole una mirada ladina al peliverde.
Midorima estaba rojo hasta las orejas de la vergüenza pero no dijo nada. Maldijo para sus adentros a la mujer. ¿Qué le importaba? Lo peor es que lo decía con voz ligeramente alta.
Realizó el pago correspondiente y aguardó a que la mujer guardara su compra en una bolsa.
Pero el peliverde no contaba con algo.
—Midochin me alegra verte—
Shintarou al escuchar esa voz infantil y el sobrenombre que el dueño de la misma le había dado se detuvo en seco. No fue capaz de agarrar la bolsa que contenía 'su secreto' y salir. No. Sólo giró sobre su propio eje, comprobando que efectivamente Murasakabara estaba ahí, con una gran cantidad de chucherías y le miraba fijamente. Su corazón comenzó a palpitar cada vez más rápido y los nervios lo traicionaron. En un acto desesperado Midorima salió huyendo el local, dejando su compra en el mostrador, y a Murasakibara y la dependienta, preguntándose qué le pasaba.
A toda prisa se alejó de la Plaza, hasta llegar a otra un tanto más grande. Deambuló por los pasillos, aunque sin poner atención a los aparadores. A causa de su vergüenza y del pánico dejó el paquete ahí, y se maldijo, ahora tenía que comprar otros. Caminó unos metros más y observó un letrero llamativo «Erotic Dreams Sex Shop» leyó en su mente y aunque la pena seguía ahí, sabía que era el único lugar donde no le iban a juzgar. Así que echando miradas a los costados y seguro de que nadie le veía, entró al local, subiendo cuesta arriba las escaleras y llegando al interior, vio en el mostrador a un joven de treinta y tantos que le dio la bienvenida.
Para su fortuna el lugar estaba algo solo, había un chico alto que se estaba decidiendo por cuál video pornográfico comprar y le resultó repulsivo pasar a su lado y apenas poder ver las portadas. Le incomodaba. Hasta se preguntaba cómo era posible que existiesen mujeres así, exhibiéndose como si fuera lo más normal de mundo, siendo filmadas mientras estaba con algún hombre, ó con dos o más, e inclusive con otra mujer. Siguió su camino sin poner atención en lo demás, aunque no se le escapa a la vista por momentos el área de revistas eróticas, libros sobre sexualidad, juguetes de diversos tamaños y formas, disfraces y lencería. Y se detuvo únicamente en el área de preservativos y lubricantes. Midorima se sorprendió al ver la gran variedad existente, de texturas diferentes, colores y hasta sabores, aunque le cabía la duda si realmente sabían a lo que decían, pero rápidamente se maldijo por pensar en eso y se apresuró en llevarse los primeros que estaban a su alcance.
Sin perder más tiempo fue a mostrador para hacer el pago de su compra. El dependiente no hizo comentario alguno, lo cual el ojiverde agradeció, no estaba seguro de reaccionar bien ante algún comentario subido de tono. Antes de entregar el dinero, el sujeto le informó de la promoción, la cual significaba que en compra de un paquete se llevaba gratis la presentación de 355 ml de lubricante.
Pero justo en ese momento, vio pasar por la entrada a alguien que no esperaba, más bien que no deseaba encontrar ahí. Aomine acaba de llegar como si nada, sin poner mucha atención en mostrador, solo le vio irse directo a la sección de revistas.
Shintaro se preocupó, esperaba que ese imbécil no se diera cuenta de su presencia porque en caso contrario sería el blanco de sus burlas y comentarios pervertidos cada vez que se encontraran y lo peor es que es aquel tipo de personas que le gusta contar anécdotas de ese tipo frente a todos y no, no deseaba que los demás se enterasen de su visita a una sex-shop. No deseaba que su reputación de persona correcta se viera manchada.
— ¡Oe ¿cuánto cuesta esta revista? No tiene precio a la vista! — Gritó Aomine al dependiente desde su lugar, levantando la publicación y agitándola para llamar su atención.
El chico encargado levantó la mirada hacia donde le hablaban y después acotó.
—Tráela para verificar por favor—
Y ahí, en ese momento los miedos de Midorima se apoderaron de él, empezó a temblar mientras el dependiente le pedía el efectivo. Y cómo la ocasión anterior, salió huyendo sin llevarse ni pagar nada.
El chico se quedó atónito por la extraña reacción del cliente, pero se le olvidó cuando el moreno llegó hasta donde él a inquirirlo con lo del precio de una revista.
Mientras tanto Shintaro ya se había alejado, ya había tenido suficiente por el día y no quería saber más del asunto, así que decidió mandar un mensaje a Takao, pidiendo su ayuda para que lo excusara ante sus demás compañeros por faltar al entrenamiento y se fue a recluir a su casa.
En lo que restaba del fin de semana recibió llamadas y mensajes de todo mundo preguntando si estaba bien. Y a la mitad de la semana siguiente trató de olvidar lo sucedido, y dio casi por saldado el tema hasta ese jueves en la noche, ya que esa ocasión ya estaba pactada la reunión que tendría con algunos amigos en casa de Kise.
Todo iba bien hasta que Murasakibara, en medio de la charla, llamó la atención del ojiverde.
—Por cierto Midochin, el sábado pasado se te olvidó esto en la tienda— El pelimorado sacó la caja de preservativos y la dejó en la mesita de enfrente a vista de todos.
Midorima, literalmente, murió justo ahí.
—Y como no contestaste mis llamadas ni mis mensajes para entregártelos antes, mejor te lo traje hoy— Explicaba Atsushi sin pena alguna, ó porque ignoraba que era eso que había comprado su amigo y para qué se usaba.
Y sí, de pronto las miradas fueron dirigidas al peliverde, quien lucía ya sin palabras e internamente muriendo de vergüenza. Su gran temor estaba tomando forma, ahora todos pensarían que es un degenerado.
—Entonces si eras tú el tipo que encontré en la Sex Shop— Exclamó Aomine, y con sus palabras empeoraba el panorama. —Te vi cuando entré pero no pensé que fueras tú, como eres tan… tan… ya sabes… correcto no creí que fueras un vicioso—
— ¡No soy un vicioso, no soy como tú! — Se apresuró en limpiar su reputación antes de que ese tonto de Daiki la ensuciara más.
—Lo dices como si ser yo fuese algo terrible— El moreno no se ofendía, le causaba gracia lo que acontecía.
—Lo es. Eres un grosero y obsceno— Sin pelos en la lengua, el ojiverde soltó sus juicios respecto al moreno. Siempre le había resultado así, alguien sin cultura ni modales.
—Lo dice quién no contestó las llamadas y los mensajes y que además compró una caja de condones de 12 piezas— Con tono socarrón Aomine le hizo saber cuál de los dos encajaba más con la descripción de 'grosero y obsceno'. Ironías de la vida.
— ¿Eran condones? — Atushsi inquirió, acababa de darse cuenta —Pensé que era algún tipo de dulce, como la caja dice que son de sabores— Tampoco es que estuviera familiarizado con el tema y todo lo relacionara con chucherías.
—Entonces… ¿El favor que querías que te hiciera tenía que ver con tu caja de preservativos? — Con expresión contrariada el rubio preguntó, no estaba seguro si quería escuchar la respuesta.
—Sí, pero al final no tuve valor para pedírtelo— Sin tapujos le hizo saber, aunque sus palabras se malinterpretaron.
— ¡¿Querías que Kise te hiciera el favor?! — Un sorprendido Daiki inquiría. Vaya que ese Midorima sabía cómo ingeniárselas para saciar sus bajos instintos. Nada perdido porque había pensando en Kise para la tarea.
—No es lo que estás pensando idiota— El peliverde se apresuró a echarle una asesina mirada, sabía lo que su mente maquiavélica tramaba.
—Midochin está creciendo— Comentó el pelimorado llevándose otra chuchería a la boca. Lo decía como si Shintaro fuese un niño.
— ¡Cierra la boca Murasakibara, si es por tu culpa que empezó esto!— Midorima aprovechó para echar acusaciones. Si ese gigantón fuese más discreto, no estarían teniendo esa conversación.
—No es mi culpa que estés tan desesperado por follar y...— Murasakibara se defendió, aunque no le dejaron terminar la palabra porque Shintaro se apresuró en negarlo todo.
—¡No estoy desesperado!—
— ¿Entonces al final si conseguiste a alguien con quien desfogarte?— Muy curioso quiso saber Ryouta. Debía ser muy feo tener ganas y no tener con quién.
—¡Claro que no!— Exclamó en lo alto y sumamente ruborizado. Midorima se estaba dando cuenta que no importaba cuanto lo negara, jamás le creerían.
—No te avergüences Shintaro, es normal este tipo de cosas en chicos de nuestra edad. El sexo es bueno para la salud— Akashi finalmente había hablado en todo lo que iba de la conversación, y por supuesto, no había nada de malo tener esa clase de deseos.
—Akashi… Tú…— El aludido se sorprendió, hasta Akashi lo creía capaz. Era inaudito.
—No te creo ¿Para qué comprarías una caja de condones? ¿Para inflarlos y aventarlos como si de globos se tratasen? — Aomine profirió con tono burlón, volviendo a la carga con la más grande intención de hacerlo enfadar por simple regodeo.
—Los compré por Oha Asa…— Midorima finalmente se atrevió a soltar una parte de la verdad que lo había orillado a comprar la dichosa caja.
Todos los presentes se quedaron pensativos. Preguntándose que tenía que ver Oha Asa con la caja de profilácticos. Después de un rato, Kise abrió los ojos con total sorpresa y soltó su teoría.
— ¿Oha Asa? Entonces… ¿Te estás tirando a la de los horóscopos? —
—Midorima-kun eres peor que Aomine-kun. Si que las apariencias engañan— Kuroko habló después de ver al ojiverde contestar las preguntas y negar las delaciones.
— ¡No! — Vociferó, negando la peor de todas las acusaciones.
Guardó la calma, tenía que tranquilizarse pues estaba dispuesto a explicarles. Se acomodó las gafas y con su característica formalidad relató.
—El objeto de la suerte del sábado para los cáncer era un preservativo. Como nunca en mi vida he comprado uno, mis opciones eran pedir uno a alguno de ustedes ó comprarlos por mí mismo. Fui por la segunda opción pero las cosas se salieron de control—
Pasaron unos segundos, por los rostros de sus compañeros pensó que igual y ya habían comprendido el porqué de sus acciones, se sentía más aliviado.
—Excelente historia, no me la creo pero excelente historia— Finalmente habló Aomine, haciendo saber su escepticismo.
—Está bien Midorimacchi, no tienes porqué apenarte, después de todo ya tienes 18 años y…— Kise tampoco le creyó, pero trató de ser solidario al palmearle la espalda, en signo de camaradería.
—Muérete— Fue la única palabra que salió de los labios de Shintaro.
Después de tal conversación, no se volvió a hablar del tema. La velada continuó entre bebidas y charlas, de los buenos y viejos tiempos, entre otras.
Llegó a casa alrededor de las 2 de la madrugada, fue directo a su habitación y se tiró en el colchón. Justo ahí se puso a pensar en qué haría con 12 condones, sin embargo no le dio tiempo de formularse una respuesta, ya que tenía tanto sueño que se quedó dormido.
Jamás pensó que, un par de meses después, terminaría utilizándolos con quien menos se imaginó.
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Otro màs! jejeje gracias por leer, comentar, etc etc. Saludos!
