¡Saludos!

Esto forma parte de los Retos SM 2015, organizados por Sol Levine, Jenny Anderson y algunas chicas de Fb.
Me toca iniciar con un Mina / Taiki... Por si no había ya suficiente variedad en mi repertorio XD

Después de un día agotador, sólo me queda decir: ¡Helo aquí! Disfruten de la lectura, que yo disfruté mucho del proceso de creación.

Se había esmerado en no omitir ni un solo detalle para hacer de aquella noche la noche perfecta.
Más que eso, sería su noche soñada.

Ansiosa, apreciaba el espectáculo nocturno que le brindaba la ciudad, con sus luces multicolores y espectaculares, que más que anuncios, algunos deberían ser considerados obras de arte.

Su nerviosismo se incrementaba conforme el taxi se acercaba al salón en el que la fiesta de Graduación tenía lugar.

Tuvo que privarse del placer de llegar al sitio en limosina, con Serena y Ami.
La madre de Ami había sido espléndida. Y con justa razón, pues su amiga peli azul era la alumna más destacada de su generación, no sólo en su ciudad, sino en todo Japón.

Lamentó el no poder hacer su entrada triunfal. Sin embargo, incluso en el asiento trasero de aquel taxi común y corriente, Mina se sentía como toda una celebridad, glamorosa y elegante.

Su vestido, sin lugar a dudas, valía cada yen ahorrado, cada hora padecida como demostradora de productos en los centros comerciales o como extra sin nombre en promocionales de marcas famosas y otras no tanto.
La emoción que sintió al contemplar su imagen en el espejo, en casa, aún la acompañaba.
El vestido rojo de corte de sirena con abertura a la altura de la pierna en el lado izquierdo y escote en forma de corazón le sentaba de maravilla a su figura. Dejaba entrever lo suficiente para provocar suspiros, e invitaba a echar volar la imaginación con aquello que mantenía oculto.
El color destacaba esplendorosamente el blanco de su piel, y la franja de finísimos cristales plateados que iba desde el centro del escote, cubría su cadera derecha y llegaba hasta la espalda. La prenda se ceñía a su cuerpo a la perfección, y de la misma forma, hacían juego el peinado, las zapatillas y la cartera.
El maquillaje era sencillo, al igual que los accesorios.

Mina había fantaseado muchas veces con la idea de ser estrella de cine, y ésta noche, en verdad lucía como una.

Su arribo al recinto no fue acompañado con flashes y aplausos, como en sus sueños.

Pero eso no le importaba.
No cuando adentro le esperaba su platinado adorado.

Cuando Yaten extendiera su mano hacia ella invitándola a bailar, y fueran coronados Reyes del Baile, su emoción se desbordaría hasta el éxtasis.

Al cruzar la puerta, una melodía le dio la bienvenida: "Mayonaka Hitori"

¡Perfecto! Sonrió con anticipada satisfacción, anhelando, suspirando por el momento que había vivido una y otra vez, sólo en su imaginación.
Apresuró el paso hasta la pista de baile, con la emoción contenida provocando el temblor de todo su ser.

Y entonces, fue como si su corazón se quebrara en ese instante. Juraría que podía escuchar cómo se hacía añicos ante lo que vio:
Yaten, en el centro de la pista, tenía entre sus brazos a una hermosa chica, bailaban como si se hubiesen olvidado del resto del mundo.

La decepción y la tristeza fueron las primeras en golpearla.

Pero, el orgullo y la furia la golpearon más fuerte.

¿Quién rayos era ésa, que le robaba a su tormento de ojos esmeralda y su momento de gloria junto a él?
¿Por qué? ¿Por qué rayos? Si él mismo le había propuesto ir juntos.

Sus fantasías sobre ésa noche se desvanecieron ante la realidad que tenía frente a ella.

No debió creerle, una voz en su interior se lo gritaba.

¿Acaso se arrepintió a última hora y no tuvo el valor de admitirlo?
Actuar como un cobarde no era lo suyo. Pero, lo patán a veces le brotaba hasta sin intención, reconoció acongojada.

De pronto se dio cuenta de que permanecía de pie, a la entrada del salón, y ya varios pares de ojos curiosos se clavaban en ella, expectantes, pues para nadie ahí era un secreto la fascinación que tenía por el platinado.
Sus dotes de actriz no le habían ayudado mucho anteriormente con la discreción, pero, ésta noche, la salvarían de dar una escena de celos.

El papel de dama abandonada no iba con ella. Así que, decidida, tomó del brazo al chico más cercano y lo jaló a la pista de baile sin siquiera averiguar de quien se trataba. No era relevante para ella.

O eso creyó.

Hasta que se encontró con esos ojos violetas.

¡Oh!

Momento ideal, Kou equivocado.

- Asumo, dada tu expresión, que estás tan contenta como yo por ésta "grata" casualidad.

- ¿Por qué?
Cuestionó, perpleja.

- Si te refieres a por qué estoy bailando contigo, la respuesta es obvia: No tuve alternativa.
Además, mis buenos modales me forzaron a seguirte.

- Pero... Lo que quiero saber es...
Su mirada buscó a la pareja que había provocado ésa situación algo incómoda para ambos.

- Ah, ella.
Comentó él al percatarse.

- Es una cantante que está por debutar en nuestra disquera, así que los directivos consideraron una buena estrategia el que acompañara a Yaten hoy. ¿Alguna otra pregunta?

- ¿Por qué no estás con Ami?

- Recibió una invitación que no pudo rechazar. O al menos, eso fue lo que me dijo.

- ¿Ni siquiera por ti?... ¡Vaya! Estoy atrasada de noticias.

Taiki dio un giro sin previo aviso, y ella no se inmutó, le siguió el paso, como si hubieran bailado juntos infinidad de veces y conocieran los trucos del otro tan bien como los propios.
Si que era extraño.
O, tal vez, simplemente ambos eran muy buenos bailarines.
"Deja de hacerte ideas, Mina"
Se reprendió la rubia.
Cuando finalmente Ami estuvo al alcance de su vista, se sorprendió por tercera vez consecutiva.

- ¡Richard!
Mina recordó entonces que su amiga le había contado que se mantenían en contacto por correo electrónico y se escribían con frecuencia.

- Así que ése es su nombre. Parece un chiquillo cualquiera.

- Créeme, para Ami no lo es... ¡Ups, lo siento! ... No es que tú sí lo seas, al contrario, eres mucho más guapo, pero, con Ami las cosas no funcionan así... ¿Has oído eso de "Smart is the new sexy"?... Bajo ése estándar, tú llevas las de ganar, te lo aseguro. Incluso, para mi gusto, ésta noche te ves estupendo.

Ella le guiñó un ojo y le dio una palmadita en el hombro, animándolo. Acto seguido, él soltó una carcajada.
Tan inesperadamente, que Mina se unió a su risa, sin saber muy bien porqué.

- Aprecio el apoyo, tu entusiasmo resulta contagioso. Intentas confortarme, a pesar de tu propio infortunio, gracias.

Un leve sonrojo cubrió las femeninas mejillas.

Para poder hacerse escuchar por sobre la música, Taiki debía inclinarse hacia ella, y con ése sencillo gesto, inundaba sus sentidos con su aroma, su calidez. Su perfume le resultó atrayente. Las notas amaderadas, salpicadas de sándalo y el toque dulce de la vainilla la invitaban a apretar más el abrazo y recargar la cabeza sobre su hombro. Sin embargo, se contuvo, la noche ya se le antojaba lo suficientemente rara hasta ahora como para sumarle sus locos impulsos.

La canción terminó. Los acordes que siguieron le provocaron un vuelco en el corazón en cuanto reconoció la melodía. "Flame" tenía ése efecto, la ponía al borde del deleite y del infarto a la vez. Las canciones de Buck-Tick poseían tal magia.

Supuso que Taiki la acompañaría a tomar asiento y se despediría amablemente.

No fue así.

¿Quién lo hubiera imaginado?

No había leído su horóscopo ésa mañana, pero podría apostar que ni la predicción del mejor astrólogo del mundo sería acertada, ni siquiera un poco.

Taiki volvió a sujetarla. A paso lento, con movimientos suaves, fue marcando el ritmo, y ella se dejó llevar.

Todo en él denotaba elegancia.

Entre la música y su compañía, Mina se sintió flotando sobre nubes violetas.

Hasta que las verdes pupilas de Yaten se posaron en ella con tanta intensidad, que la obligaron a devolverle la mirada, recordándole que ésa noche, él, fuera cual fuese el motivo, había rechazado estar a su lado.

Mina hizo su mejor esfuerzo para evadir la tristeza que vino con ése pensamiento. Lo cual de nada sirvió, ya que la aspirante a Popstar eligió justo ése instante para darle tremendo beso en la boca a Yaten.

Sabía las intenciones escondidas detrás de aquél beso. Entre mujeres, el mensaje era claro: "Hazte a un lado, rubia, él es mío".

Le hubiera encantado que su reacción fuera la de alejarse.

Pero no lo hizo.

La abrazó y correspondió al beso, mientras a su alrededor todos aprovechaban para tomar la que sería la foto de la noche.

No pudo soportarlo más.

Abandonó el salón a mitad de la canción.

Lo último que alcanzó a escuchar fue una estrofa: "Ahora duerme en mi pecho esa ardiente llama que terminó por extinguirse".

Tal vez ya era hora de apagar la llama de ése amor en su corazón. La indiferencia de Yaten era un fuerte muro contra el que estaba cansada de luchar.

Un viento frío azotó su rostro al atravesar las puertas del salón, mas eso no disminuyó su acalorado arrebato.

Necesitaba huir, de ése lugar, de su decepción, de sí misma, de sus sentimientos.

Y lo intentó.

Pero no había corrido ni una calle cuando uno de sus finísimos tacones se rompió, frustrando su escape dolorosamente, pues al perder el equilibrio su tobillo izquierdo quedó resentido.

- ¡Diantres! ... Además del estilo, acabo de echar a perder un magnífico par de zapatos... No sé qué me duele más, si el corazón, el orgullo, el tobillo o el bolsillo.

Las lágrimas traicioneras que se deslizaban rebeldes por sus mejillas le dieron a entender que lo primero era lo que más dolía.

Abatida y sin poder ir más lejos, se sentó sobre la acera, abrazando sus rodillas.

Definitivamente no era parte del plan culminar así la noche.

La vida era tan injusta.

Y como si el cielo quisiera confirmarle la certeza de su afirmación, la lluvia completó el cuadro gris de su tragedia.

Adiós peinado. El impecable maquillaje se fue desvaneciendo al resbalar las frías gotas por su rostro.

Por lo menos si alguien la encontraba en aquella deplorable situación, podría decir que la humedad en su cara se debía a la lluvia. Era impensable que alguien además de los inclementes elementos y la oscura noche presenciaran su desdicha.

La gran Mina Aino jamás sufría por amor, ni mucho menos lloraba por un chico, no señor.

Si esto fuera una película de Hollywood, en cualquier momento aparecería un apuesto joven que la rescataría. La tomaría en sus brazos y la protegería de la lluvia con su paraguas, la besaría y vivirían felices por siempre.
Mina echó un vistazo a ambos lados de las calles vacías, sólo para burlarse un poco de sí misma.

Nadie.
Tal como suponía.

Acababa de cerrar los ojos y apoyar la frente sobre sus rodillas, cuando escuchó unos pasos a su lado. No sintió más la lluvia.

Creyó que todo era producto del agotamiento, del dolor que sentía y, obviamente, de su desbocada imaginación.

- Déjame adivinar... ¿Eres... Brad Pitt y vienes a salvar mi noche?

Dado que no esperaba respuesta, casi dio un salto al escuchar la voz masculina.

- Sólo soy alguien con el suficiente sentido común para llevar un paraguas consigo antes de salir, cuando las nubes y el pronóstico del clima anuncian lluvia. Y, ya que no te entusiasma mi presencia, al menos permíteme llamar a un taxi.

- ¿Taiki?... ¡Taiki!, ¿qué haces aquí?

Su sorpresa fue mayúscula al verlo sentarse sobre la banqueta, a su lado.

- Para actuar como un caballero no hace falta ser estrella de Hollywood.

Con la mano izquierda sostenía el paraguas y con la otra el celular. Rápidamente solicitó el taxi y guardó el teléfono en una de las bolsas del saco.

- ¡Te arruinarás el traje!
Exclamó Mina apenada, algo tarde.

- No tiene importancia. En cambio, lo de tu vestido sí es una lástima.

- Te aseguro que ha sido lo menos dañado de ésta noche.
Tras la triste declaración, sintiéndose súbita y absolutamente cansada, recargó la cabeza sobre el hombro del cantante, como si fueran viejos amigos acostumbrados a compartir sus silencios bajo la lluvia.

Comenzaba a quedarse dormida cuando el taxi llegó.

Taiki se levantó primero para ayudarla a ponerse en pie. Pero al estar el suelo mojado, ella perdió el equilibrio, y de no ser porque él la sostuvo entre sus brazos se habría caído.

- ¡Cuidado Aino! Podrían gustarte mis abrazos.

Le dijo, claramente bromeando. Lo cual le pareció casi tan increíble como el hecho de que, en otras circunstancias, tal vez tendría razón.

No era el Kou que deseaba, ni su noche anhelada, y aún así, al recargarse en su costado durante el trayecto a su casa, se sintió contenta.

Quizá, en algún universo paralelo, existían una Mina Aino y un Taiki Kou que podían ser amigos. Y, ¿por qué no? Tal vez hasta algo más.
Se dijo a sí misma al percibir nuevamente esa maravillosa fragancia masculina.
Cerró los ojos y pretendió que dormía, pues por una vez, hizo caso de la vocecilla en su cabeza que le gritaba que no era prudente externar tales pensamientos.

Ya a las afueras del edificio, ella insistió en pagar la tarifa del viaje, a lo cual él se negó rotundamente, y después la ayudó a bajar del vehículo sin lastimarse más el tobillo.

Tomaron el ascensor, y mientras las lucecitas de los botones avanzaban, Mina aprovechó para hacer la pregunta que le quemaba los labios desde hacía tiempo.

- ¿Cuándo invitarás a salir a Ami? Estás tardando demasiado. ¿Seguro que sabes cómo conquistar a una chica? No te ofendas, pero no tienes pinta de galán seductor.

- Hablas demasiado, Aino.

- Y tú muy poco.

Al darse cuenta que no obtendría respuesta, optó por no insistir. Y así, continuaron sin hablar hasta llegar a su piso, con él sosteniéndola del brazo, a paso lento.

Estaba a punto de introducir la llave en la cerradura, cuando se detuvo para mirarlo de frente, y como si hubiese recibido iluminación divina, le dijo en voz muy alta, haciendo alusión a las preguntas que se quedaron en el aire momentos antes.

- ¡Ya lo tengo! ¡Es porque eres tímido! ¿No es así?... ¿O será que... ¡tal vez nunca has besado a una chica!?... ¡Por Dios! ¿Es eso?... No te sientas apenado, a todos nos sucede, es cuestión de práctica.

Mina hablaba y sacaba conjeturas, algunas cómicas, otras no tanto. Taiki simplemente la dejó seguir. Pero cuando escuchó un "¿O, no será que no te agradan las chicas?" acompañado de una risita apenas disimulada, consideró que era hora de intervenir.

- Dime una cosa... ¿Me ayudarías a practicar?

Sin darle oportunidad de reaccionar, y no es que hubiera podido, pues realmente la había dejado muda y desarmada con ésa pregunta, la sujetó del mentón y posó sus labios sobre los suyos, suave y tiernamente, transmitiéndole una calidez que casi la hizo sentir feliz.

¿Qué era eso?

¿Un beso robado?

¿Un cándido beso entre amigos?

¿Acaso eran amigos ya?

Mina había esperado sentir las mariposas en el estómago, el nerviosismo, el tartamudeo. Pero ni en mil años se habría imaginado que quien la haría sentir todo eso sería Taiki Kou, el mismo Taiki que en el mejor de los días le dirigía el saludo y en el peor le decía "No, no voy a prestarte mi tarea".

Seguía con los ojos cerrados cuando él puso fin a la ligera caricia.

Las puertas del ascensor se abrieron, avanzaron, y ella seguía sin palabras.
Sorprendida al máximo, impresionada, conmovida, por razones que, ante la marejada de emociones de ésa noche, no podía ni deseaba intentar comprender.

Él le había dado su apoyo y compañía. Sin él, habría vivido una pesadilla en las últimas horas.

Que la noche terminara con un lindo beso de un apuesto joven era lo que había anhelado desde un principio.

Así que, ¿quién era ella para cuestionar al universo y sus misterios?

- Descansa, Aino.
Finalmente, él rompió el silencio.

- Lo intentaré.

- Y si mañana aún tienes molestias en el tobillo, deberías ir al médico.

- Tal vez vaya con la Dra. Mizuno... Y, tal vez, le pida a Ami que me acompañe, y en el camino podría hablarle muy bien de ti, ¿sabes?

- Apreciaría el gesto, un poco de ayuda no me viene mal.

- Para eso son los amigos, ¿no?
Enfatizando lo dicho, le dio un golpecito con el puño en el hombro, y sonrió ampliamente.

- Gracias. Buena noche, ahora debo despedirme.

Ya estaba casi al final del pasillo cuando Taiki la oyó decir:

- ¡Oye, Kou! No necesitas de mi ayuda, besas bastante bien.

Y alcanzó a ver que le guiñó un ojo antes de que las puertas del ascensor se cerraran.