Barcelona – Nits de solitud

Nikky Nikosa


Capítulo I


Yuuri caminaba sin mirar a dónde iba ni con quién se topaba. ¿Para qué? No creía que habría alguna diferencia entre las personas de ese lugar con los millones que había alrededor del mundo. Y a él no le interesaba saberlo, tampoco. Ajustó la capucha de su polerón, limitando aún más su visión periférica. Los hombros caídos, la mirada gacha. Hasta hace algunas semanas había sido una de los mejores patinadores sobre hielo del mundo. Se había retirado luego de ultimo grand Prix con la medalla de oro brillando en su cuello; ahora aquello le parecía tan lejano. Era increíble cómo, en su momento, había estado tan centrado en obtener la medalla. Ahora de eso había pasado toda una vida. Dos años cambiaban la perspectiva de cualquiera y, sobre todo, había cambiado la suya completamente.

Nos casaremos luego de que consiga el oro…

«Ahora eso se ve tan lejano, ¿eh, Viktor?»

El oro había llegado, claro, y el matrimonio también; un matrimonio en el que él había actuado de testigo, cuando Viktor se había casado con una mujer llamada Inna. Y él había estado un año soportando aquello, viendo a Viktor a escondidas, esperando que Viktor pudiera solucionar aquello, y soportando los comentarios de aquella mujer.

Lo siento Yuuri, nos retrasamos. Cosas de recién casados, tú entiendes.

Y él había tenido que sonreír ante aquello, preguntándose si la mujer estaba diciendo la verdad o solo lo hacía para fastidiar. Al inicio había estado seguro de la fidelidad de Viktor, de que aquel matrimonio solo había sido sobre el papel, pero luego, cuando las reuniones entre ellos se hacían más espaciadas y su comunicación comenzó a hacerse más dificultosa, comenzó a pensar que lo que Inna decía era verdad. Tendría lógica de todos modos, ¿no? Inna era una mujer hermosa y una tentación andante. Incluso él había mirado sus atributos más del tiempo necesario, aunque aquello había sido antes de conocerla a cabalidad, antes de darse cuenta de lo podrido de su corazón. Pero quizás Viktor no había visto aquello, y quizás eso había sido lo que lo había hecho caer.

Y lo peor de todo, es que él había tenido su confirmación.

Había sido a inicios de noviembre. Yuuri había llegado al departamento esa mañana a buscar a Viktor para su entrenamiento ―era un consuelo que el hombre siguiera siendo su entrenador― como todos los días.

No había sido una sorpresa en realidad que Inna abriera la puerta, pero sí lo había sido verla ocupando una de las camisas de Viktor, una que se amoldaba perfectamente a su figura de reloj de arena.

Yuuri había intentado no pensar en ello mientras se adentraba en el departamento y se quedaba solo, mientras la mujer iba a preparar café.

―Viktor está cansado. No creo que sea buena idea que lo despiertes ―había dicho la mujer con un tono malicioso, un tono al que él no había querido hacer caso.

Pero todo había cobrado sentido cuando había visto a Viktor, su Viktor, durmiendo desnudo en aquella cama, que, claramente, no había ocupado solo él.

Recordaba pocas cosas luego de eso. Se había marchado del departamento con alguna excusa tonta y había estado durante todo el día caminando por las callen de San Petersburgo, a merced del inclemente frío ruso, al que, claramente, él aún no estaba acostumbrado.

Nunca le comentó nada a Viktor, ni este hizo mención alguna de ello. Eso había sido lo que más le había jodido. Que Viktor se siguiera comportando como si nada, cuando él había tenido la confirmación de su infidelidad. Aunque él se lo había buscado, ¿no? Al querer mantener una relación con un hombre casado; con alguien que nunca le pertenecería completamente.

Aún recordaba lo perdido que se había sentido aquel día, y los días posteriores a ese, hasta que el resentimiento había hecho lo suyo, y había tomado una decisión.

Ahora se encontraba en otra ciudad, en otro país, pero en el fondo nada había cambiado; seguía sintiendo que su corazón se había quedado en Rusia, junto a una carta con las letras borrosas por sus lágrimas.

Porque aquella noche, mientras le hacía el amor a Viktor una última vez, había descubierto lo enamorado que seguía. Y, horas más tarde, cuando había estado a punto de abordar el avión que lo llevaría lejos de todo aquel martirio, descubrió que Viktor seguía amándolo también. Pero nada de eso había tenido razón de ser. Yuuri había tomado una decisión, y no había dado marcha atrás.

Siguió caminando, manteniendo siempre la cabeza gacha, limitando aún más su visión con aquella capucha con la que se protegía de la lluvia.

Era veinticuatro de diciembre, y las calles de la ciudad estaban infestadas de gente, todas preparándose para las festividades. Él no podía estar más indiferente a aquello. Solo quería llegar a casa y tenderse en su cama. Solo eso.

No vio la persona que venía corriendo en dirección contraria a él, hasta que sintió el golpe, que irremediablemente lo tiró al piso, dejando sus ropas empapadas.

Estàs bé? Ho lamento. Anava molt distret. ―Escuchó la voz de un hombre disculpándose, aunque él no tenía idea de lo que acababa de decirle.

Si bien estaba en Barcelona, no conocía mucho del español; y mejor no hablar del catalán.

Subió la mirada, encontrándose con unos ojos azules que lo miraban preocupados. Por un momento, confundió aquellos ojos con otro par, aunque más claros. Los ojos del aquel sujeto desconocido eran como el océano, mientras los de Viktor habían sido como el hielo, aunque por mucho tiempo pensó que era el cielo el que se reflejaba en su mirada.

―Sorry. Are you okay? ―Yuuri suponía que, al haber ese hombre visto sus rasgos, entendía que solo sabía inglés.

Yuuri se levantó, mientras intentaba, inútilmente, de arreglar el desastre en que se habían convertido sus ropas.

El hombre aún esperaba una respuesta de su parte y él, para que no siquiera ahí, parado como idiota y atrayendo la atención de la gente a su alrededor, farfulló una rápida respuesta, mientras volvía a poner la capucha sobre su cabeza y se despedía, perdiéndose nuevamente en la multitud. Todo eso siendo observado por un hombre de ojos azules, que no olvidaría fácilmente las lágrimas que corrían por las mejillas de aquel japonés.


Notas de autora:

Traducción: ¿Estás bien? Lo lamento. Iba muy distraído.

Continuación de la obra "San Petersburgo - Noches de invierno" que pueden encontrar en mi perfil. El título significa "Barcelona - Noches de soledad"

Pido de antemano disculpas por si hay algún error de ortografía, e invito a que me lo comuniquen con confianza, para así yo poder arreglarlo.

Aviso: Este trozo puede que sea modificado a gusto del autor en cualquier momento (lo publiqué sin que mi beta me diera su opinión xD)

Aviso II: Este fic será actualizado de manera irregular y cuando la inspiración se manifieste. Tengo otro fic al que doy más atención e importancia.

Gracias por leer n_n