Sombrero-Loco, no podría explicarte lo importante que fuiste, eres y siempre serás en mi vida, hacerlo sería mal valorar todo lo que haz hecho (consciente o inconsciente) por mí. Te amo amiga mía y esto es lo MÍNIMO que puedo hacer por ti, créeme que es lo mínimo.
Isabel, o Freederth-chan, como me llaman acá.
"Para mi adorada amiga, Catalina. Este fic es tuyo, sólo tuyo".
Disclaimer: Naruto pertence a Kishimoto y no será ni mío, ni de Sombrero-Loco; ni aunque quisiéramos arreglar la maldita serie eliminando todo el relleno que posee. xD.
Capítulo 1: Humano
Con la derrota del Akatsuki, los planes malignos de Pein se vieron sofocados por los ninjas de los clanes de la hoja, la roca, etc. Una vez reestablecido el orden, todo fue como debió ser hace tiempo, el clan Uchiha fue reestablecido, Naruto fue reconocido como héroe y no, monstruo... en fin, todo lo que se veía venir tras ese suceso inevitable.
Cada uno de los miembros habían quedado esparcidos por los campos de batallas que iban quedando tras ellos, se suponía que ahí se pudrirían como debía ser: Sin honores, sin tumbas... vacíos, en otro campo de batalla y muerte.
Todo el equilibrio que había sido establecido, trajo consigo el desarrollo de la humanidad y de las academias ninjas en su totalidad. Una de las áreas del ninjutsu contemporáneo, contemplaba la biología como ciencia reparadora, y con la capacidad de dar y quitar vida. Con un poder casi divino en sus manos, comenzaron a experimentar con los muertos...
Despertó en una oscura sala gélida, recordaba haber muerto hacía mucho tiempo, a la edad de 50 y tantos... ya ni éso recordaba con claridad. A él y muchos otros "supuestos muertos" los tenían en cajones, parecían estar en la morgue. ¿Tiritaba? ¿Cómo era eso posible? Él era Sasori no Danna, el maestro de las marionetas, no sentía dolor ni nada. Sin ver, comenzó a tocar lo que pudiera, se dio cuenta de que su cuerpo estaba completo. Bueno, casi; hacía falta su parte humana: ese corazón que decía "escorpión", lo único humano que quedaba de la marioneta.
El cajón se movió, apenas vio entrar luz por la pequeña ranura cerró los ojos, ¿cuántos años hacían desde que no veía la luz?
- ¿Confundido, Sasori no Danna-sama? –reconoció la voz y ese peinado emo.
- De –por un segundo no reconoció su propia voz, parecía la de alguien más- ¿Deidara?
- ¿Qué pasó con su voz, Danna? –se rió Deidara, ya que la voz de Sasori no era la misma que cuando murió- bueno, al grano, estamos vivos nuevamente.
- Dei-i –tembloroso siguió hablando- tengo frío... sácame de aquí.
El joven hizo caso al amo de las marionetas, tomó las manillas del cajón y sacó el cuerpo de los congeladores. Sasori permanecía acostado dentro del cajón, así que Deidara metió sus brazos debajo de los de Danna, rodeando su pecho. Haló un poco para sacarle de ahí y luego lo abrazó a su cuerpo, el cuerpo de Sasori aún estaba demasiado débil como para movilizarse por sí mismo. El chico rubio de peinado emo encontró la cremallera de la pieza entera de ropa que llevaba el amo de los títeres y la bajó, cuando lo hizo, mi mirada se fijó en cada uno de los centímetros de su cuerpo. Sasori le miró con intriga, aún no había visto su cuerpo.
- Danna, tienes espalda –el maestro de los títeres volteó la cabeza para mirar a Deidara a los ojos, era obvio que tenía espalda- es de piel... tienes un cuerpo humano.
Se quedó todo en silencio, Sasori buscó un espejo y comenzó a deslizar la pieza completa de ropa hecha con latex por su cuerpo, intentando sacárselo. Una vez lo había hecho, se miró al espejo: Deidara decía la verdad; era humano; tenía pectorales con forma de carne, y no, madera; en el centro de su estómago, un ombligo se enseñaba la maravilla de la vida; es cierto, se habían equivocado de cuerdas vocales, pero no parecía importarle a Danna. ¿Para qué se servía ser humano? Si lo único que le podría hacer humano eran los sentimientos, pero eso era algo que Sasori había perdido hace cerca de cien años. Tomó su cara con las manos, estaba caliente, tenía sangre fluyendo ya por sus venas. Le hizo la señal a Deidara para que se quitara el abrigo del akatsuki y se lo entregara en las manos. El joven le entregó su abrigo y Sasori lo recibió gustosamente, se lo echó sobre el cuerpo y metió los brazos por las entradas. Se sentía bastante mejor ahora, ¿hacía cuanto tiempo que no sentía el calor? Unas décadas ya, sino era un siglo.
- Deidara –su voz se volvió una de mando- abotóname el abrigo.
- Sí, Sasori no Danna –contestó Dei, agachándose frente a su maestro, como el subordinado que era.
Teniendo frente a frente a Sasori, Deidara se hizo consciente de la situación y de la poca ropa que su Danna llevaba. Le miró a los ojos; luego su mirada bajó hasta su cuello, viendo como los tendones se marcaban a los costados; su vista fue llegando a su clavícula y pecho, las finas líneas de su clavícula le daba un toque frágil, pero su pecho era indudablemente firme; miró como el frío había endurecido los pezones de Sasori, el pálido color de su piel, los hacía más notorios; bajó la vista hasta su estómago, tenía marcados los músculos abdominales dentro de lo posible, con lo delgado que era, poco podía hacerlos aumentar; su suave piel se juntaba en el punto medio de su cuerpo, su pequeño ombligo hacía que Deidara notara que había descendido de humanos, recordando que alguna vez lo fue. Estaba a punto de bajar más la vista, cuando Sasori le miró con recelo.
- ¿Pasa algo? –preguntó con molestia, tenía tanto frío que no podía esperar a vestirse e irse de ese lugar- date prisa.
- Sí, perdón, Sasori no Danna –juntó el abrigo y cogió uno a uno los botones, juntándolos con los orificios.
Deidara quedó prácticamente con el pecho descubierto, ya que llevaba una malla de espacios pequeños. Se le veía casi todo el cuerpo, sus marcados músculos -que se habían desarrollado gracias a tanto trabajo de arte y tantas esculturas- sobresalían bastante más de lo que él mismo pensaba, desde hace mucho que no se sacaba el abrigo. Cada uno de los músculos que tenía, parecían obras de artes que habían sido esculpidos y luego, simplemente, pegados sobre el cuerpo de Deidara. Tomó el brazo de Sasori y luego le guió hasta afuera de la heladera, ya que la reacción de sus pezones hacia el frío ya le estaba haciendo recordar que estaba débil aún. Sasori tropezó en la mitad del camino, se comenzó a quedar sin aire, Deidara le levantó y dejó que usara su hombro de apoyo, en eso, recordó una cosa importantísima.
- Respire, Danna –le señaló que debía inhalar y exhalar, sino moriría.
- Es molesto ser humano, se me había olvidado cómo era –dijo sin emoción, siempre hablaba así, pero en realidad sí se sentía algo extraño sintiendo frío y calor- ¿siempre tienes que respirar?
La sensación del agarre que tenía Deidara sobre las costillas de Sasori para que no se cayera, hacía sentir seguro al joven. No sabía por qué, ya que se suponía que las sensaciones las había suprimido hace mucho tiempo, la verdad, no entendía qué estaba pasando con su cuerpo. Dentro de los márgenes de lo posible, cerró su mano sobre el hombro de Deidara, todavía se hallaba débil, pero se aferró a él como si no hubiera nada más que éso en su vida que le importara. La mano libre de Dei, descansó sobre la mano de Sasori, señalando que no le agarrara el hombro tan fuerte, ya que él también estaba debilitado aún y en esos momentos, le dolía.
- Danna, duele –señaló con su voz sin emoción alguna, la verdad es que no había pensado en cuidar de Sasori, hasta que le vio dentro de la caja así de frágil- es suficiente con la fuerza de mi brazo para llevarle, no necesita agarrarme el brazo.
Callados se retiraron hacia un lugar más solitario y oscuro, recordando tiempos pasados, cuando todo era explotar y divertirse haciendo sufrir a otros a servicio de Pein. Encontraron una cueva a las afueras de la ciudad y entraron, Deidara había olvidado llevaron consigo sus papeles para hacer esculturas, así que dejó a Sasori dentro de la cueva y salió para ver si hallaba algún trozo de papel. Al rato, volvió con una boleta que había encontrado cerca de un tacho de basura y luego de hacer un pajarito con él, lo prendió. La suave luz alumbró la oscura y gélida cueva, algo de calor pudo proporcionar, así que Dei buscó unas ramas para prender fuego. Sasori permanecía acostado sobre las piedras, le costaba moverse, así que prefería quedarse así tal cual estaba.
- ¿Se puede mover, Sasori no Danna? –preguntó Deidara, parecía algo preocupado por él.
- No, todavía no puedo moverme bien.
- Cuando ya esté bien, avíseme –sonrió Dei, realmente apreciaba a Sasori, le entró una incógnita, así que preguntó- ¿tiene frío aún?
- Sí –respondió secante, por lo que Deidara se acercó a él y le abrazó para conservar el calor.
- Por ahora, te abrazaré, no quiero que se muera de frío, Danna –contestó Dei.
Buscó una piedra y la dejó cerca de su espalda, se apoyó y luego tomó a Sasori por detrás para abrazarle, él no se movió y así se quedaron por varias horas durmiendo.
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¡Fin de la introducción!
En el próximo capítulo, Sasori ya podrá moverse por sí solo, así que ahí comenzará realmente el fanfic.
