Disclaimer: Bleach y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Tite Kubo
Ella saca lo peor y lo mejor de mí
—¿Por qué tengo que lidiar a diario con esto? —Me pregunto a mí mismo en voz alta mientras veo el cuerpo de Mashiro tirado en suelo.
Está dormida, pues parece inconsciente en vez de dormir. Rayos, hasta babea.
Ahora está balbuceando incoherencias. Diablos, mejor la despierto.
—¡Mashiro! —le llamo—. ¡Hey Mashiro, despierta! —La zarandeo.
Joder, parece más bien un cadáver.
—¡Kensei! ¡No Kensei, te dije que no metas tu manos allí! —Empieza a decir muy claro.
¿Acaso está loca? ¿Por qué siempre habla dormida? Además, suele repetir frases como esas, que me sacan de mis casillas.
—¡Mashiro! —Le grito tan fuerte como puedo.
Ella se levanta de golpe, y yo al estar tan cerca he sido golpeado con su cabeza.
—¡Auch! ¿Qué, Kensei? —Se queja con esa voz tan molesta e infantil que hace.
—Debes levantarte, además tienes que limpiar ese mar de baba que dejaste —señalo en dirección hacia su saliva.
Ella hace un puchero. Y empieza a acariciarse la parte afectada por nuestro choque.
—No quiero, lo que quiero es dormir, anoche me dormí muy tarde por tu culpa —me recrimina y acusa.
¿Qué rayos? Está loca la muy cabeza hueca.
—Tenemos que estar en la próxima reunión de capitanes y tenientes dentro de una hora —le informo molesto—. No dormiste por estar pendiente de esos ridículos pañuelos y estúpidos lentes —señalé los excéntricos accesorios que le regaló Hachi. Y te recuerdo que eras tú quien me molestaba al quitarme mi futón. —Finalicé.
Ella empezó a revolverse de forma infantil, es como si tuviera cuatro años.
Derecha y izquierda, derecha izquierda. Lo hace como unas diez veces hasta que de repente se detiene.
¡Estoy tratando de no perder la calma, pero es que me pone como loco!
Ella se levanta de pronto y sus senos casi se salen de su Shihakushō, que está abierto gracias a los constantes y bruscos movimientos en el suelo.
Me paralizo, esto tiene que ser una puta broma.
—¿Qué miras, Kensei? —Pregunta ante mi mirada.
Trago saliva y actúo como si nada.
—Eh, nada. Te esperaré afuera, ahora ve alistarte. —Digo tratando de huir.
—Hmn. Estás muy raro ahora... —me miraba con ojos penetrantes.
Sus grandes orbes marrones me taladraban sin vacilar.
Hizo un cruce de brazos que empeoró la situación, juntó aún más su pechos que seguían notándose casi afuera.
Desvié la mirada hacia otro lado.
—Cúbrete, estás mostrando demasiado —le ordené.
Alcancé a ver que se miraba ella misma.
—¡Kensei, pervertido! ¡Mira lo que me has hecho! —Volvió a acusarme de algo que jamás hice.
Explotaré... lo sé.
—¡Maldita sea, ya deja de decir estupideces, yo no te hice nada, has sido tú misma al revolcarte en el suelo como loca! —Me defendí.
—¿Yo? ¿Cuándo? ¡Has sido tú! ¡Has sido tú! —Seguía.
Me cansé y la levanté, la tomé por los brazos y luego acomodé su Shihakushō. Listo, todo dentro y almacenado en su lugar.
Ella se quedó mirándome muy tranquila, si que es rara, ahora mantiene una cara demasiado serena para mi gusto.
—Kensei... —Me nombró.
—¿Qué? —Inquirí de masoquista.
Pasó su lengua lentamente por su labio inferior y lo mordió. Y son estos momentos en Mashiro no parece una niña tonta... eso es tan...¡Oh, mierda! ¿Qué demonios me pasa?
Ella se abalanza contra mí y me tira al suelo, quedando sobre mí en mi regazo.
—¡Yo siempre tengo la razón! ¡Y fuiste tú! —Me golpea en el pecho como loca, pero sin mucha fuerza, así que sé que no es enserio, porque los golpes de Mashiro son muy fuertes.
—Bájate... deja moverte —le rogué.
¿Yo rogando a Mashiro? Y ahora las vacas vuelan. Pero es que en mi parte baja empieza a... olvídenlo.
—No, porque eres un mentiroso. —Y empezó a jalar mi cabello.
¡Auch! Eso me dolió.
La tomé por la cintura y la retuve. Y en ese momento entró Shinji a la habitación.
—Kensei, Mashiro. Ya falta poco para que... —y se detiene al vernos tirados en el suelo—. Vaya, vaya, así que sus asuntos mañaneros son más que un apego a las sábanas.
Al parecer él malinterpretó la situación, o no. Argg, yo qué sé.
—Saben algo, después que hayan terminado con lo que sea eso que están haciendo ahí, vayan a la reunión, adiós. —Dijo saliendo—. Par de locos... —escuché que murmuró.
Me volteé rápidamente colocando a Mashiro debajo de mí.
—Te asearás e iremos a la reunión, así que ahora ve a hacer lo que te digo.
Después de la reunión a la cual mi otro teniente también asistió, y agradezco que no esté tan loco como Mashiro, dio el reporte completo sobre el nuestra división tal cual como se lo pidió el Capitán General.
Me hizo saber que iba hacer sus deberes, y como siempre tuve que quedarme con Mashiro otra vez.
Mientras entramos a mi oficina se lanza a la silla.
Demonios, aquí vamos de nuevo.
—Hazte a un lado Mashiro, necesito la silla. Debo hacer todo el papeleo que me toca.
Ella hace como si no estuviera hablando con ella.
Maldición.
Voy y la tomo de los hombros y la levanto de la silla y...
Y... no vas a creer esto, pero mi boca y la suya están unidas. ¿Cómo diablos pasó esto?
¿En qué mierda de pesadilla me encuentro? No, no es una pesadilla, es real. Tan real como el sabor de su boca, tan... no tengo palabras, profundizo el beso y la apoyo sobre el escritorio.
—Ken...sei —susurra.
Y es lo más estimulante que he escuchado nunca, su voz no suena aniñada, al contrario, su voz es seria, de mujer. Ella hace otro sonido y algo dentro de mí se estremece.
Me aparto y digo:
—No sé cómo diablos pasó pero... —Y ella no me dejó terminar.
Me tomó por la parte delantera de mi Haori y volvió a besarme. No sé qué diablos nos pasa, no sé cómo es que llegamos a esto, pero sé que me gusta, me gusta tanto estoy considerando no matarme con ella todo el tiempo.
FIN
Adoro esta pareja, y desde que los vi salir en acción los shippeé. Espero que les haya gustado.
Muchas gracias por leer.
Saludos,
Gene.
