Disclaimer: Nada relacionado con Harry Potter es mío. Lo demás, proviene de una mezcla entre mi imaginación y la de alguien más.

Aviso: Este fic ha sido creado para el "Intercambio de Regalos Navideño 2014" del foro "La Sala de los Menesteres".

Advertencia: Este fic contiene violencia. Leer con discreción.


Nunca creí que haría esta petición, pero me siento honrado de escribir esto para alguien que se lo merece. Así que, Tar Sulion, disfrútalo, porque esto es para ti, escrito con la mejor de mis habilidades.


Cara y cruz
Acto I: Justicia

Al principio, parecía ser que la carrera de Auror no era para ella, que estaría más a gusto especializándose en una profesión que involucraba más horas de lectura y menos tiempo en la calle. Pero Hermione Granger debió reconocer que había algo en todo eso que le gustaba: no sabía qué era, pero al menos podía entender a su mejor amigo, quien había ido a la Academia de Aurors con ella durante los tres años que le tomaba a un mago ser uno de ellos. Tal vez se debía a la injusticia, tal vez no, pero si había algo que Hermione no podía soportar, era la inequidad.

Y si había algo que debía ser parejo para todos, era la justicia. No debía haber diferencia entre ricos y pobres en ese asunto. Lo había demostrado durante sus años en el colegio, y lo iba a demostrar en su trabajo. Con indiferencia de si era rico o pobre, si alguien cometía un crimen, iba a pagar con el castigo correspondiente. Aquella era su definición de justicia.

Hermione aprobó con honores los exámenes pertinentes, lo cual no representó una sorpresa para nadie. Trabajó por seis meses en la oficina, hasta que su jefe le dio la oportunidad de realizar su primera labor de terreno. Pese a que no era la mejor en Defensa Contra las Artes Oscuras, la práctica asidua era una buena maestra.

Ese día, el trabajo consistía en la captura de un mago tenebroso con ideas políticas de extrema izquierda. Hermione había solicitado a su jefe ir en su captura, formalmente claro estaba. No había razones para denegar su petición, así que el jefe autorizó que ella estuviera a cargo de la misión. En el mundo mágico no existían cosas como un discurso táctico o una charla motivacional previos, sino que el Auror salía a la calle, utilizando todos los recursos a su disposición para encontrar, atrapar o matar a su objetivo. Había Aurors que no dejaban vivir a los criminales, otros los encerraban sin matarlos y había aquellos que recurrían al asesinato como última opción. Los Aurors eran detectives, policías y, en algunos casos, ejecutores, todo a la vez.

Definitivamente, la primera parte de cualquier misión era la que Hermione más disfrutaba. Encontraba testigos presenciales, hallaba evidencia, interrogaba a posibles cómplices y reunía todas las piezas del rompecabezas. En eso, ella era una experta reconocida a nivel nacional. Usualmente el jefe enviaba a Hermione para localizar a un mago tenebroso y otro era enviado para cazarlo, pero en esa ocasión, ella iba a hacer ambos trabajos. Aunque Hermione estaba un poco asustada con la perspectiva de participar en un duelo con un mago experimentado, tenía la experiencia para lidiar con esa perspectiva.

En tan sólo dos días, encontró la evidencia que necesitaba. Un Auror promedio demoraba una semana o dos en localizar a un criminal, pero una vez más, el cerebro de Hermione no tenía rival. El rompecabezas apuntaba a una región campestre ubicada a unos diez kilómetros al norte de Londres y Hermione no dudó en acudir al encuentro de su presa. La adrenalina corría por sus venas como fuego descontrolado, privándole del sueño e incrementando su sensación de alerta. Estaba oscuro y hacía frío. Un cúmulo de casas se diseminaba por el descampado. En una de ellas debía de estar el extremista.

Un ruido extraño se escuchó en la más grande de las viviendas. Hermione acudió a paso rápido hacia la puerta, y la escena que le esperaba detrás fue un cliché. El mago sostenía a un muggle por detrás y apuntaba su varita a la yugular de la víctima. Ella había aprendido a manejar esa clase de situaciones, pero sólo en la pizarra de un instructor. Realizar un procedimiento teórico en la vida real requería de experiencia y mucha improvisación, y Hermione no tenía experiencia de campo en el asunto y se conocía lo suficiente para darse cuenta que no era ninguna eminencia en la improvisación, pues a ella le gustaba el orden y la disciplina en todo. Aquello que la hacía buena en seguir la pista de un criminal, la hacía mala para las situaciones con rehenes.

"¿Qué haría Harry en mi lugar?" se preguntó Hermione, apelando a la experiencia de su mejor amigo, quien era lejos el Auror más experimentado en combate y eso le hizo un artista en la improvisación. Si él no hubiese sido así, hace tiempo que ella estaría muerta, junto con su esposo y su mejor amigo.

Pero quizá podría apelar a la disciplina para resolver el entuerto.

Primero, la distracción. Tenía que hacer hablar a su objetivo, aunque la conversación no fuese a ningún lado. La idea era ganar tiempo para hacer memoria y recordar cada pieza de información acerca de su oponente: gustos, aficiones, debilidades, fortalezas, manías, todo podía ser utilizado como un arma en una negociación, claro que la intención de Hermione no era negociar. Sólo iba a usar algunas de sus herramientas para atrapar al mago tenebroso.

—Dime, ¿qué quieres conseguir con esto? ¿De verdad crees que vas a llegar lejos con esas tácticas tan predecibles?

La posición del mago no cambió en lo absoluto. La firmeza de su decisión de matar a su rehén para escapar revelaba su desesperación. El sujeto no estaba calmado, estaba tomando decisiones en caliente, y eso siempre era malo para cualquier persona.

—¡No te acerques! ¡Un movimiento, y este sujeto es hombre muerto!

—Pues, ¿qué esperas? Mátalo. Hazlo y tú serás el siguiente. ¿Realmente crees que vale la pena semejante riesgo?

Hermione estaba mintiendo por supuesto. Le importaba salvar al rehén, pero no iba a dejar que su enemigo lo notara. Era algo que había aprendido en la academia hace unos años atrás: era crucial que el lenguaje corporal fuese congruente con sus palabras. Las consecuencias si aquella regla no era cumplida podían ser desastrosas, y al jefe no le gustaban los rehenes muertos, sobre todo por errores de sus propios agentes.

—¡Juro que lo mataré! ¡Aléjate, aléjate te he dicho, maldita puta!

Nadie que hubiese llamado "puta" a Hermione había salido bien parado del lance. Y ese desdichado mago tenebroso muy pronto iba a comprobar por qué.

—Esa es una palabra muy ofensiva, ¿lo sabías? —La calma de Hermione era engañosa. No iba a dejar que un insulto de ese calibre la alterara y cediera terreno en aquel enfrentamiento. Nada de quid pro quo debía haber en ese debate. Era el mago tenebroso quien debía caer, y lo haría muy fuerte—. Mala elección de palabras escogiste. Te dije que me importaba una mierda si tu rehén vive o no.

—¡No me pongas a prueba! ¡Levanta esa varita, y despídete de este pobre campesino!

Hermione negó con la cabeza. Ese tipo estaba haciendo todo mal. Creía que con sólo tener la vida de una persona inocente en sus manos estaba en una posición de poder. Ella había aprendido que la posición de poder no la tenía quien poseía todos los medios, sino que era quien tomaba las mejores decisiones en una situación estresante y crítica. Y para eso era muy importante tener la cabeza fría, cosa en la que el mago tenebroso estaba fallando monumentalmente. Si realmente quisiese asesinar al rehén, ya lo habría hecho. Era un potencial testigo y se habría ahorrado muchos problemas. Seguramente creyó que en ese descampado estaría a salvo, que había cubierto bien sus huellas. Aquellos eran los errores de un novato.

Era momento de poner fin a esa charada.

Hermione usó un truco muy simple pero efectivo para distraer a su oponente. Bastó con mirar en una dirección aleatoria y abrir los ojos en plan sorpresa. En los tres años que pasó estudiando en la academia de Aurors, entre otras cosas, aprendió a manejar su lenguaje corporal y los gestos a su antojo y conveniencia y de una forma consciente, de manera que le fuera posible usar su cuerpo y sus expresiones faciales para transmitir la emoción deseada. Fue una de las asignaturas más complicadas para Hermione, porque no estaba en su naturaleza mentir sobre sus sentimientos, aunque lo hubiese tratado de hacer en el pasado para no revelar sus emociones. Esta vez, sin embargo, el truco dio resultado. El mago tenebroso giró su cabeza por una fracción de segundo antes de dirigir la vista hacia su contrincante.

Una fracción de segundo en un duelo era como un minuto.

Y una fracción de segundo era suficiente tiempo para que Hermione alzara su varita y arrojara un encantamiento aturdidor. Su oponente lo recibió en plena cara y cayó al suelo, inconsciente. El rehén saltó hacia un costado y escapó despavorido hacia el segundo piso de la casa, desde donde jamás volvió, al menos hasta que el pánico se le hubiese pasado. Hermione exhaló aire en señal de alivio y conjuró un Patronus para que le llevara un mensaje a su jefe.

"Objetivo neutralizado. Regresando a la oficina".

Mientras Hermione desaparecía junto con su presa, una sombra se escabulló entre los matorrales cercanos, riéndose de la ingenuidad de los Aurors, en especial, de la que acababa de desaparecer.

"Ha mordido el anzuelo".