Besos Sabor

Ackerman


Todos sus personajes a Hajime la llama asesina, la historia es completamente mía.


No es que ella le importara realmente, para el, ella era solo otra recluta dentro del cuerpo de reconocimiento. Para él era solo otro humano que tal vez no valorase su vida como los demás.

No era un hombre de romanticismo, la legión consumía gran parte de el que las asociaciones ya no eran por placer si no por beneficio a la sociedad y para sí mismo, era siempre la misma historia y con razón. La humanidad estaba en juego día a día, donde lo único que importaban eran los momentos felices con sus seres queridos a los cuales aferrarse, pero él ya nos los tenia, hace mucho que no los tenía, el hombre que era en esos momentos era muy diferente al que era ahora y par ser sincero consigo mismo no sabía si para bien o para mal.

La legión de reconocimiento, era todo lo que tenía, era su propósito su, obsesión, su propia existencia; porque fuera de eso, lo único que quedaba era un intelecto e ideales que tal vez a nadie le importarían.

Fue por ello que quiso transformarse en alguien grande y también con grandes expectativas al igual que con grandes y profundos secretos. Sin dudad, Erwin Smith no eran un hombre conformista, él siempre iba air por el premio mayor, y eso fue lo que lo llevo a estar en esa posición asumiendo el cargo y no solo eso sino también las vidas de cientos de personas, hombres y mujeres que confiaban en él y sus decisiones.

Como alguien con una poción de poder político, tenía que tratar con una variedad de personas, de todo un poco; fríos, cascarrabias, simplones, engreídos, metiches y aquellos que les llamaba la atención: Gente con capacidades y dotes

Él tenía un gusto en particular por ese tipo de gentes, gente que no se conformaban con lo que le daban si no que buscaba más de ellos mismos y de los demás.

Fue irremediable no haberse fijado en ella y ese don especial para matar, había leído el expediente de aquella recluta de ojos que mostraban una entrada al mismo infierno, la había visto empuñar espadas contra aquellas bestias que comían humanos sin ninguna razón, notaba la destreza con la que se movía haciendo un corte limpio en la nuca de aquellos bastardos de la naturaleza. Había visto como era la única que mostraba agallas para desafiar a Levi en una batalla a puño limpio. Tenía que reconocerlo, Mikasa Ackerman había llamado su atención, tenía una fuerza y habilidades que superaba a los demás sin mencionar que fue seleccionada entre los 10 mejores del cuerpo de reclutas encabezando aquella lista.

Sus ojos se habían clavado en ella como imanes. Tenía que agregar la belleza natural que poseía, aquellos ojos intensos grisáceos, piel blanca cual porcelana, cabello negro liso suave y un cuerpo que no sabía si envidiaban o deseaban. Aunque una mujer no debería tener un abdomen tan formado como el que tenía ella.

Pero en fin una mujer que había llamado a la curiosidad, aquella que pensó no volver a ver nunca en una persona.

Muy pocas veces tuvo la oportunidad de intercambiar palabras con la azabache, claro que aquello nuca pasaba de un "Buen trabajo recluta" "si señor" "¿Algo más?" Sin embargo pudo experimentar el tono de su voz que usaba, suave y aterciopelada.

Ya no podía negarlo más de lo debido, aquella mujer lo había cautivado.

Fue por ello que aquella mañana, noto la diferencia de la esencia en aquel día, tal vez porque sintió que sería diferente, era eso o solo era otra víctima del trabajo a punto de volverse loco y perder toda la cordura que por tano tiempo lo llevaron a cosas prometedoras. Solo era una tal vez.

Sin embargo, todo cambio cuando la tarde de aquel domingo, se presentó en su oficina la silueta de aquella joven que se robó la atención de nuestro comandante.

El sol estaba muriendo lentamente en el horizonte, pintando el cielo de tonos naranjas y violáceos. Recargado en su silla forrada de terciopelo rojo y con un vaso de cristal el cual contenía el mejor de los vinos dulces que solo pocos disfrutan, había escuchado perfectamente como la puerta se abría dando paso a la joven Ackerman.

Sus ojos fueron rápidos al devorar con la vista la figura femenina, hoy no traía su uniforme de la milicia como casi siempre la observaba, si no que poseía un pantalón color caqui y una blusa de algodón blanca. Y un gusto insano por querer ver atra vez de la ropa de la joven le revolvió el estómago.

—Buenas tardes comandante Erwin…—hablo con voz monótona, mientras sus orbes plata se incrustaban en los suyos —.He venido de parte de la teniente Zoe, le envía estos papeles.

El rubio vacilo por unos momentos y recobrando la compostura tomo aquellos papeles que le extendía la chica de cabellos azabache.

—Muchas gracias, Ackerman

La recluta hizo el usual saludo militar sabiendo que la charla había acabado pero tras el gesto que había hecho el rubio con su mano volvió a su posición de descanso.

—Nada de formalidades en su día libre Ackerman…—. No sabía exactamente si lo había dicho solo por el hecho de que quería verla de otra forma fuera del servicio o si estaba meramente hastiado del trabajo y buscaba una forma de pasar la tarde en compañía tranquila.

— ¿Le ha dicho algo mas Ackerman? —pregunto dándole un par de ojeadas a las páginas de aquellos documentos.

—No señor….es todo

—Erwin, está bien a si…—. Su masculina voz interrumpió las próximas palabras de la recluta, por el rabillo del ojo pudo ver un intento de la recluta por fruncir el ceño más al verlo tan tranquilo suavizo su semblante.

—Lo mismo digo…

— ¿Estabas con Zoe?—. Pregunto sin un interés en particular.

—No exactamente…—.dijo la recluta pensando en sus siguientes palabras—. Me la tope cuando me disponía a ir a mi habitación, fue mera coincidencia.

—Ya veo…—. Mantuvo su gélida mirada en los documentos mientras se llevaba el vaso de cristal a sus labios, mas al ver que la recluta aun lo observaba de pie, detuvo su acción.

—Siéntese Mikasa, espero no le moleste charlar un poco con este viejo…

—No creo que usted sea un viejo…

Fue entonces que su mirada se perdió en los orbes platas de aquella joven y casi una sonrisa podía formarse en la comisura de los labios.

—Es un alago viniendo de una joven, lo agradezco

La recluta asintió lentamente mientras hacía uso de una de las sillas forradas de terciopelo rojo y se acomodaba.

— ¿Gusta un poco Ackerman?—señalo la botella que contenía un líquido entre ambarino y un rojo muy fuerte, casi obscuro. La chica bacilo por unos momentos pero al final termino aceptando.

Erwin se puso de pie y camino hasta un estante donde tenía varios vasos de cristal apilados, tomo entre sus manos de ellos y a pasa perezoso volvió a su escritorio. Cogió la botella y tomo el corcho con sus propios dientes causando un sonido delicioso, después, el olor embriagante de la bebida envolvió el ambiente.

—Disfrútelo…—la aludida tomo entre sus manos el vaso procurando que no se la cayera.

—Gracias…

El comandante, observo en vivo y directo como los tiernos y mullidos labios de Mikasa se amoldaban al vidrio del recipiente bebiendo de aquel néctar embriagante. La reacción que tuvo la azabache no fue para menos, sus ojos se habían abierto más de lo debido, tal vez porque era la primera vez que lo tomaba de aquel licor; se sobresaltó un poco de su asiento temiendo que la chiquilla se molestara por haberle inducido a tomar de aquel líquido. Mikasa tosió un par de veces pero recobro la compostura.

— ¿Esta bien? ¿Es la primera vez que bebe Ackerman? —. Mikasa negó varias veces con un gesto de la mano.

—Estoy bien, no debí beber tan rápido…—. El rubio enarco una ceja claramente confundido.

— ¿Antes ha bebido?

La azabache se encogió de hombros como rrestándole importancia y después bebió otro sorbo antes de hablar.

—Algunas veces, solo cuando tengo ganas…—. Sincero

El rubio, un tanto sorprendido supo que sería mejor zanjar el tema ahí, no iba a hacer preguntas que arruinaran el momento.

Pasaron las horas y el sol se dio por perdido detrás de las montañas siendo la luna y las estrellas las que se vislumbraban en lo alto del cielo, los minutos se hicieron horas dentro de la oficina del señor Erwin y la botella se iba vaciando con cada risa, con cada anécdota, con cada pequeño silencio cómodo que se asentaba en aquel cuarto que los tenia encerrados.

Erwin se mantuvo encantado al oír las risas suaves de la muchacha, un gozo le recorría el cuerpo al saber que la chica se estaba abriendo muy bien hacia su persona. Pero no duro mucho aquello.

Sabía que solo era cuestión de tiempo para que la recluta finalizara aquella tarde y por una razón él no quería que pasara eso, como una leve inquietud picoteando su pecho queriendo hacer abertura sobre de él. Una vez más, sus ojos se fijaron en ella, su barbilla descansaba en su mano, sus mejillas estaban levemente coloreadas de un carmesí adorable y sus labios, sus labios se veían más tentadores de lo que antes había observado.

No sabía cómo ni cuándo paso, no sabía si lo había hecho por merito suyo o solo por el efecto que hubiera tenido el alcohol sobre de el.

Besala

Y lo hizo, con pasos suaves se acercó hasta donde la joven reposaba en la silla, la chica lo vio con curiosidad y lo siguiente que sintió fueron las ásperas manos del rubio cogiéndola del mentón para luego brindar la suave caricia de unos labios rozarse con los ajenos.

No duro mucho aquel roce, fue meramente inocente así como cuando el viento te besa la cara, fue espontaneo y corto. El rubio comandante se separó de ella brindando una sonrisa sin ningún tipo de morbo, como pidiendo disculpas por su acción sin contenerse.

La chica lo capto y desvió la mirada, se puso de pie y camino hasta la puerta pero antes de irse volvió a otra mirada hacia Erwin debatiéndose entre si irse o devolver el gesto, y para desconcierto del Smith escogió lo segundo.

Con la punta de sus pies y tomando del hombro al rubio volvió a dar otro beso, que hubiera sido de los más inocente si Erwin no la tomara de los hombros como lo hizo y convirtiendo la tierna caricia en un arranque pasional que se daba a cabo en su boca.

Se había tornado intenso y demandante, el señor Erwin movía sus labios con tanta avidez entorpeciendo a la recluta que a como pudo lo seguía, mordió su labio inferior causando un suspiro en la pelinegra, suspiro que aprovecho para introducir su lengua, saboreando a si los restos del vino que antes los dos probaron. Cuando el oxígeno pereció de sus pulmones se fue separando sin perder de vista el rostro de Mikasa, el cual tenía un sonrojo más pronunciado, sus labios más hinchados , y su pecho recobraba el aire con cada bocanada que respiraba

Y así como el agua entre las manos, la joven desapareció de entre sus brazos dejándolo solo y con el shock de haberse aprovechado de una chiquilla.


Eso señores! Un ErwinxMikasa :v

Es la primera vez que publico aquí en Fanfiction mi historia, actualmente la estoy siguiendo en Wattpad (no se si ustedes conozcan ese sitio) pero bueno, espero disfruten de este pequeño capitulo. Y pues me canse de las mismas parejas que hay en Fanfiction plagado de puro yaoi (no es que no tenga nada en contra solo que tenia ganas de leer o escribir algo nuevo) :v disfruten mis queridos amores que buscan sabrosura por aqui :D

hasta la próxima!

-Zeth