Francisca Gallardo era una joven que estudiaba enfermería porque su hermano mayor la obligo, eso no era lo que quería exactamente, su más grande sueño era ser poeta, escritora, pero su hermano siempre le decía que ellos no ganaban mucho dinero lo que decepcionó a la joven, pero aún así ella escribía muchas metáforas, comparaciones; sabia expresarse todavía siendo el fin del mundo.

''Ya han pasado tres meses, o al menos eso creo yo; me perdí en el tiempo si no fuera por la tinta que de a poco baja de mi lápiz transformándose en estas palabras, no sabría cuanto tiempo ha pasado, pues mi sueño era ser escritora; he escrito muchos libros, pero ninguno ha sido publicado y no creo que eso sea posible gracias a lo que el mundo se transformo ahora en un ''apocalipsis zombi'', es muy extraño ¿no? Y tan real es como si estuviera dentro de un video juego o como si estuviera actuando para esas series y películas típicas de zombis, pero esto no, esto es la realidad; mi realidad''

''Estaba refugiada en una casa blanca que se encontraba en medio de un bosque, no, no era mi hogar, termino siendo mi refugio después de arrancar de esos ''zombis'' en la pequeña ciudad de Atlanta; mi hogar estaba allí, mis otros tres hermanos estaban allí, pero ahora solo Dios sabe que ha pasado con ellos.

Una noche mientras estaba en aquella casa salí de ahí, sin linterna, sin arma, sin nada solamente me encontraba iluminada por las estrellas ¿Por qué razón? Pues ya me había rendido de seguir sobreviviendo, así que camine en busca en de uno de ''ellos'' para que saboreara mi carne y así dejar de existir en este infierno, pero de pronto note un bulto como si fuera un niño corriendo de un árbol a otro, escondiéndose detrás de su tronco, yo me detuve en seco y lo primero que pensé fue, es uno de ellos, no no puede ser si ellos no correr, son muy torpes para moverse, pero y ¿Qué tal si el virus ha avanzado demasiado haciendo que estos zombis aprendieran a correr?, sacudi mi cabeza quitándome ese pensamiento o maldita película de ''exterminio'' en donde los zombis corrían y eran muy violentos, me hacían pensar que eso mismo iba a ocurrir en ese momento. Camine a paso lento hacia aquel tronco donde estaba ese niño, pero al asomarme tal fue mi sorpresa cuando vi a una niña, sentada sobre el árbol, con las rodillas en el pecho, su cara escondida y sostenía una muñeca de trapo.

-oh por Dios-le dije mientras me ponía a su altura-¿estas bien?-Pero esta no me respondía, solo la escuchaba llorar-tranquila no te hare daño-luego la tome de los hombros y la levante-¿Dónde están tus padres?-La pequeña solo me miro negando con su cabeza.

En eso escucho un gruñido detrás de mi, voltee a ver y era uno de ellos, allí estaba lo que quería, el veneno para llevarme al mas allá, pero de pronto recordé que detrás de mi había un angelito muy asustado apretando mi polera, claramente estaba expresando que quería de mi protección, asi que mande a la mierda mi plan de suicidio, tome una roca y comencé a darle en el cráneo hasta que lo aniquile, maldita la hora en que se me ocurrio salir sin mi arco con flecha o con la pistola, pensándolo bien esta última no, solo tenia cinco balas y las usaría cuando fuera estrictamente necesario, luego de quedar salpicada sangre, mire hacia donde estaba ella, cubriéndose la cara con sus manos me acerque y le dije:

-Tranquila todo va a estar bien ¿Cuál es tu nombre?-

La pequeña quito sus manos de su rostro, se quedo en silencio unos segundos y con la voz entre-cortada me dijo que se llamaba Sofia

-Sofia, yo me llamo Francisca, pero puedes decirme Fran-de repente escuche un ruido en medio del bosque y mire alrededor, pero no había nada-escucha más allá-señale con mi dedo índice-hay una casa en la que estoy viviendo ahora, vamos y asi estaremos a salvo-me lleve a la niña de la mano y esta no decía nada, solo me apretaba la palma.

Ya en la casa:

-Ok, aquí nos quedaremos ¿tienes hambre?-le pregunte, ella solo asintió se veía tímida, pero los niños siempre son asi, después agarraría confianza y comenzaría a hablar, me dirigí hacia la cocina y saque un tarro de duraznos en conserva, y se lo di, yo solo la miraba casi agradecida, pues en cierto modo igual me salvo la vida cielos ¿en que estaba pensando? Que bueno que apareció ella que me recordaba mucho a mi hermana menor, es como si hubiese sido un ángel enviado por Dios para salvar mi vida y también es como si yo hubiera sido enviada a ella para protegerla.

-Ya termine-dijo Sofia dejando el tarro a un lado

-Muy bien Sofia, eres una buena niña, terminaste toda tu cena-le dije sonriendo-vamos a dormir, mañana quiero hablar contigo-la verdad tenia muchas preguntas para ella, pero no se las iba a hacer a esa hora de la noche, estaba muy cansada, la deje acostada en la cama en la que yo solia dormir, y dormí en un sillón al lado de ella.