Poder curativo
"¡La tristeza es la peor de las enfermedades!" le solía decir su madre desde que era muy niña. Hace que el cuerpo adelgace, el rostro se arrugue y la piel parezca una vieja y maltratada prenda de cuero, demasiado grande para los huesos. Recordaba, a pesar de haber sido muy pequeña, haber visto a su abuela morir de aquella cruel enfermedad.
La inundó un profundo dolor cuando notó los síntomas en Harry. Se percató en cuanto lo vio subir al tren aquel año y lo vio empeorar día tras día. "¡Lo peor es que no hay cura!", resonaban terribles las palabras de su madre, cada vez que los pasillos o las clases los juntaban.
–No te preocupes por mí. ¡Estoy bien! –desdeño él cuando Susan trató de hablarle.
Pero ella no dejó de preocuparse y no se fue; le echó los brazos al cuello, estrechándolo con todas sus fuerzas. Le sorprendió que no sólo no la rechazara, sino que le correspondiera el gesto; hasta le pareció notar que él respiraba profundamente después de un largo tiempo de estarse ahogando.
Sintió un vuelco en el estómago cuando, después de separarse, él le dedicó una suave y sincera sonrisa. Las profesora Sprout hablaba de las plantas; Madame Pomfrey, de las pociones; incluso el profesor Lupin comentaba mucho sobre el chocolate... nunca nadie le había mencionado el poder curativo de un abrazo.
