Los personajes me pertenecen tanto como la Montaña Solitaria a Smaug (formas frikis de librarse de los derechos)

Vale, vale... tengo que asimilar esto. Es algo tan extraño... Vamos, tengo que decirlo... Está bien, nunca pensé que diría esto, pero... VOY A PUBLICAR UN LONGFIC

De verdad, nunca pensé que pasaría de los One shot, pero esta idea llegó, tenía tiempo y la escribí.

Antes de comenzar esta historia, tengo que decir que sé que este no es el primer fic con esta temática, lo he comprobado y hay varios que empiezan así. Pero lo estuve pensando, y decidí que no quería renunciar a la única historia que se me ha ocurrido para un long fic.

De modo que aquí empieza la primera historia larga que publico. Espero que la disfrutéis ^^


Varios elfos se habían acercado a aquel enano envuelto en tela de araña.

-¿Está muerto?

-Sí –respondió en su lengua el que había examinado el cuerpo, separándose de él-. Debe haber sucumbido al veneno de las arañas, ahora es su presa.

-¿Deberíamos llevárnoslo?

-No nos interesa un enano muerto.

-¿Estáis seguros de que no vive? –ahora se unió una voz femenina.

-No respira. Debió caer cuando fueron atacados por las arañas.

La elfa asintió, y se dio la vuelta. En apenas unos minutos el enano quedó solo.

Su deber sería dar la noticia a los futuros prisioneros, nada más. Aquella muerte no sería ni siquiera de incumbencia para el rey Thraundil. Si bien les gustaría ver a los fuertes enanos en una situación como esa.

Desde el último ataque de las arañas, lo había perdido de vista. Atrapado por los elfos, siendo cacheado, Fili no hacía más que mover su mirada rápidamente en una desesperada búsqueda de su hermano.

-¿Dónde está Kili? –preguntó susurrando varias veces a los miembros de la compañía. Ninguno lograba encontrarlo. Cualquier mata de cabello oscuro y desaliñado a su alrededor le otorgaba falsas esperanzas. Lo que al principio no había sido más que una pequeña extrañeza por no encontrarlo se había ido convirtiendo en una auténtica desesperación. La última mirada que dirigió fue a Thorin, antes que de unos elfos salieran del interior del bosque.

-Uno de los enanos ha muerto.

El corazón de Fili se detuvo por un instante. Unos rápidos vistazos bastaron para contar doce. No había duda. Su hermano era la víctima de la que hablaban.

Su mente se bloqueó, y su primer impulso fue correr hacia aquellos elfos, a pedir una mínima explicación, o a suplicarles que le llevaran con él. Y lo habría hecho de no ser porque la guardia élfica lo agarraba.

Mientras los otros enanos se guardaban la lástima para su interior, Fili se revolvía y trataba de liberarse para poder ir y que le demostraran que de verdad había ocurrido. En mitad de esa lucha en vano, volvió la cabeza hacia su tío, buscando encontrar un mínimo consuelo en aquel enano, alguien que le acompañara en la pérdida de ese familiar. Pero la expresión de Thorin seguía tan neutral y seria como siempre, imperturbable. Como si la muerte que le acabaran de anunciar fuera la de un soldado más.

Quizá fue eso lo que hizo que finalmente el enano se derrumbara. Se dejó caer de rodillas, y agachó la cabeza, dejando que su cabello cubriera su rostro. Cerró los ojos con fuerza, luchado por contenerse solo unos minutos, hasta que estuviera encerrado en una mazmorra sin nadie a su alrededor.

Un ligero aliento fue el pensar que en cualquier otro momento, al ponerse así su tío le habría dicho que mantuviera la compostura.

Aunque los hubo, no pudo notar ningún gesto de consuelo en su espalda.

La marcha de entrada a la muralla del reino del bosque fue lenta. La resistencia de los enanos se acabó. Irónicamente, Fili era el único que levantaba la cabeza, como si tuviera la oportunidad de antes de ser encerrado ver el cuerpo de su hermano.

Un ligero atisbo de compasión en los guardianes elfos hizo que no empujaran a los enanos al arrojarlos a las celdas, y que no dieran un fuerte portazo con las rejas que los encerraban. El que mejor fue tratado en ese momento fue Fili, como si la elfa que lo arrestaba hubiera intuido que el fallecido era alguien muy cercano a él. La mirada que ella le dirigió al encerrarlo era un pésame, pero él no llegó a verla.

Se oyeron los golpes de los enanos contra las puertas, tratando de escapar, hasta que las palabras de Balin cortaron sus esperanzas.

Fili estaba sentado en la roca, con el rostro oculto entre las manos. Su mente comenzaba a asimilar lo ocurrido. Por mucho que tratara de controlarse, no era capaz de resistir ante los pensamientos de que su hermano había muerto; que no volvería a verle, hablarle, estar junto a él. Aquel enano que había estado a su lado toda su vida, se había ido para siempre.

Era una idea tan terrorífica, y que ahora se había vuelto tan real.

A su mente vino el primer momento que había pasado con él. Esperaba junto con su tío en la habitación contigua. A pesar de los gritos de su madre que tanto le asustaban, había conseguido dormirse en el regazo de Thorin. "No pasa nada" le había dicho el enano "Tu madre es fuerte. Estarán bien, los dos". Cuando los gritos cesaron, Thorin lo despertó rápidamente. Aún estaba medio dormido cuando Oin se asomó por la puerta, pero sabía las palabras que había dicho: "Es un niño, sano" Cogido de la mano de su tío, pasó al cuarto, donde estaba Dís recostada en la cama, llevando en los brazos algo envuelto en una tela. Se la veía agotada, pero no podía parar de sonreír. "Acércate" le animó cuando vio que su hijo mayor estaba encogido, tímido y sin querer ir junto a ellos. "Está deseando conocerte". Se atrevió entonces a ir a verlo, y Thorin lo cogió en brazos para que pudiera contemplar bien al niño que su madre tenía en brazos. Un bebé recién nacido, con la piel sonrojada y un ligero cabello castaño. Fueron infinitas las emociones que sintió el niño en aquel momento. "Fili, este es tu hermano pequeño, Kili"

Tantas cosas habían sucedido desde entonces. Tantos juegos, aventuras, aprendizajes, risas, lágrimas, daños, peleas, perdones, protecciones, cuentos, trabajos, sueños. Tantos días en las Montañas Azules y tantas noches en la misma habitación. Las canciones de Dís, los cuentos de Thorin, en inolvidables momentos junto a la chimenea. La primera vez que había andado, que habían salido al bosque a jugar, que aprendieron a usar auténticas armas de hierro, que salieron de caza, que lo llevaron a una taberna, que lucharon en una batalla. Cuando se despidieron de su madre. Cuando se embarcaron en ese viaje.

Todo, de repente, parecía estar desvaneciéndose. Kili ya no estaba, no iba a volver. Unas pequeñas lágrimas se deslizaron por su rostro oculto, como si eso fuera a limpiar su dolor. En realidad quería gritar, gritar con toda la fuerza de sus pulmones tratando de ensordecer sus pensamientos. Pero no podía, más que por control por falta de fuerzas.

Ni la más grave herida de batalla le había hecho sentirse más derrotado.

No supo si dormía en una tierna pesadilla, o si despierto los recuerdos lo asaltaban y lo derrotaban. Solo había oscuridad sobre él, cualquier atisbo de luz se había desvanecido junto con la vida de su hermano.


Sé que este episodio ha sido cortísimo... de hecho, quizá podríamos tomarlo como un prólogo. Prometo que en los siguientes capítulos la longitud irá aumentando. Pero quería que se quedara así, como un capítulo corto y dramático, solo dedicado a los sentimientos.

Aviso de que intentaré ir subiendo un capítulo por semana.

Gracias por leer, y por favor dejad reviews, se convierten en la fuerza para seguir adelante para todos los que estamos atreviéndonos por primera vez con un long fic n_n