¡Hola a todos! Es el primer fic que publico en esta página aunque este capítulo ya está en otra de msn que se llama SiriusBlackFanClub. Quisiera dedicarle este capítulo a Pepe, porque siempre me apoya en todo lo que hago y a Ariel, porque sin ella jamás hubiese escrito una palabra. Gracias a los dos, de corazón. Ahora os dejo con el capítulo. Espero que os guste


Capítulo 1

Tic, tac, tic, tac. El reloj movía morosamente sus manecillas en el reloj de mi despacho. Eran la 1:30 de la noche. Otra aburrida noche de guardia en San Mungo. Más agobiante si cabe cuando pensaba que hoy no me tocaba a mí sino Ken Wolthorn, pero una maldita viruela de dragón lo tenía postrado en una cama de la 2ª planta en lugar de estar aburriéndose, como yo lo hago ahora, en este gris despacho un par de plantas por encima, en la 4ª planta, DAÑOS PROVOCADOS POR HECHIZOS. Aún me pregunto cómo es posible que un sanador de la 4ª haya cogido esa enfermedad ¿Pero qué digo¡Pobre Ken! Está irreconocible. Esta plomiza soledad es lo que me hace tener estas ideas tan egoístas….

"¡AUREA!" sobresaltada salí al pasillo

"¿Qué pasa¿Algún hechizo soñador mal hecho?"- Gwen, mi sanadora en prácticas estaba doblada delante mía, sin aliento. Era muy impetuosa y todo se le hacía un mundo.

"Respira y cuéntame lo que pasa" Gwen parecía que recuperaba el habla

"Ha habido un ataque de los mortífagos. Hay varios heridos pero uno está especialmente grave. Está en la Sala 2" nota mental: no volveré a quejarme de inactividad

La que ahora corría por los pasillos era yo. Tengo que reconocer que tenía miedo. Conocía lo que podía hacer un mortífago con una varita y temía por la vida del herido. Cuando llegamos a la Sala el espectáculo era realmente dantesco. Al lado de la puerta estaban dos chicas con las cabezas del tamaño de una nuez, y se escuchaba el balbuceo de alguien. Parecía que los estaban atendiendo y seguí a Gwen hacia la cama situada al fondo, al lado de la ventana. En ella estaba un hombre, pálido como un cadáver, de cabellos castaños, casi rubios, entrelazados de vetas grises. Parecía un muñeco roto que una niña caprichosa había dejado abandonado en un rincón. Me conmovió de un modo extraño. Llevaba años curando daños producidos por hechizos y había visto cosas que hubiesen horrorizado al más valiente, pero al ver a aquel hombre que irradiaba tanta fuerza postrado exánime en la cama, algo se revolvió en mi interior. Parecía intentar abrir los ojos pero el esfuerzo lo agotaba aun más.

"No haga esfuerzo alguno, Profesor Lupin" me giré desde la estantería en la que buscaba la poción herbovitalizante y le pregunté

"¿Lo conoces?"

"Fue mi profesor de DCAO en mi 7º año" añadió con lágrimas en los ojos. Me sentí muy cercana a ella, como si aquel que yacía desmayado me hubiese enseñado a mí también el modo más correcto de defenderme del lado oscuro de la magia

"Venga, esto le ayudará a recuperarse" Gwen seguía mis pasos alrededor del enfermo con cara compungida. Su respiración era irregular. Por su boca entreabierta se escapaban suspiros y gemidos que se me clavaban en lo más profundo de mi ser. Mis manos temblaban ¿qué me estaba pasando? Cuando empezó a recuperar algo el color de sus mejillas, abrió los ojos como si de un extraño sueño se tratase. Me miró confuso y mi corazón empezó a latir desaforado. Gwen se acercó presurosa y parecía que iba abrazarlo.

"¿Ha venido solo?"La paré a medio camino

"No" me contestó mirando ávidamente hacía la cama

"Pues ve a avisar a quién le acompañaba" Con una última mirada, fue a cumplir mis órdenes.

¿Qué ha pasado?" escuché una voz ronca detrás de mí. Me volví y sonreí pensando el incontable número de veces que había oído esa pregunta. El hombre me miró con mezcla de sorpresa y recelo

"No se preocupe. Está en San Mungo, recuperándose de un ataque de los seguidores de Voldemort" pensé que al escuchar el nombre del Innombrable daría un respingo, sin embargo me miró aún más fijamente y sonrió

"Parece que estoy en buenas manos" ahora me tocó a mí mirarlo con sorpresa. Su sonrisa se acentuó "Nadie que no tiene miedo a pronunciar ese nombre puede ser malo" Mi respuesta se quedó en el aire cuando entró Dumbledore acompañado de numerosos pelirrojos y… ¿ese era Harry Potter?

"Hola, Sanadora Delacroix" Me dijo sonriente Albus "¿cómo se encuentra el paciente?" Empecé a balbucear incoherencias

"Erm, bien, bueno, todavía queda lo más largo del tratamiento pero se recuperará" ¿quién diablos sería este Profesor Lupin para que viniesen a visitarlo Dumbledore¡y Harry Potter lo estaba abrazando con lágrimas en los ojos! Tenía que tener una cara de boba bien curiosa cuando Dumbledore entre risas me dijo

"Era amigo de su padre. Lo quiere mucho" Me sonrojé violentamente porque parecía que me había leído la mente ¿lo habría hecho?

"Erm, sí, claro, pero no es eso. Es queee….no debería abrazarlo tan fuerte. Tiene afectado el pecho y…." Era cierto lo que decía pero estaba sonando tan poco profesional.

"Claro, es comprensible" dijo con beatífica sonrisa y se dirigió a la cama a reunirse con los demás. ¿Por qué estaba balbuciente? Desde que me había sonreído, había perdido el control de mi misma. Gwen me sacó de mi ensimismamiento

"Ha terminado el turno. Deberíamos irnos a casa" Mis ojos volvieron a fijarse como imanes en el enfermo como si él fuese hierro y, en ese instante, me preguntó

"¿Se va, sanadora?" Sonreí azorada

"Sí, ha acabado mi turno pero le dejo en buenas manos" instintivamente, mientras decía esto, me acerqué a la cama. De repente, me cogió la mano

"Gracias" Un calor me recorrió el cuerpo desde mi mano a todos los rincones de mi ser con esa simple palabra.

"No hay de qué" y sin soltar mi mano de la suya y clavando mis ojos en su dorada mirada

"Una única pregunta antes de irme" volvió la sorpresa y el recelo a sus ojos "¿Cómo te llamas?" y su mirada se tiñó de diversión

"Remus" contestó conciso. Solté su mano con titánico esfuerzo y me marché pero al llegar a la puerta, escucho su voz

"Hasta pronto, Aurea..."