Cartman condujo sus pies, que vestían unas gastadas botas a través de las instalaciones, dejando atrás las celdas, su encierro. Solo le faltaba una habitación, en la cual le devolvieron sus pertenencias, la ridícula ropa de su niñez, ahora inservible, había pasado 13 años vistiendo una única prenda, un único código, un único color, naranja, el cual mezclado con el verde del patio y la pradera en el horizonte, siempre le recordaban a alguien en particular y así mantenía vivas sus otras memorias. Ahora lo único que tenía era un pantalón y chaqueta de jean oscuro junto con una camiseta blanca que le brindaron porque simplemente no le podían dejar desnudo por las calles así lo quisieran. Contemplo su antigua chaqueta roja y gorro azul celeste de borla amarilla, le trajo nostalgia, pero no la exteriorizó, su rostro no se movió un milímetro de su expresión insensible.
"Volverás" le dijo al oído el cerdo del guardia que lo acompaño hasta la salida y que dejo en sus manos un sobre de manila que pesaba más de lo que pesarían unos simples papeles. "¡A ver cuánto duras hay fuera!" Se escuchó a lo lejos unos pasos más adelante. La verdad era que hubiese podido salir mucho antes, incluso a la semana de haber entrado a la Cárcel Juvenil del Condado Park, de no haber sido por la imputación de todos sus otros crímenes cometidos, fuera de cometer otras infracciones dentro de la misma cárcel como el microtrafico y esas mierdas. Anduvo hasta que la cárcel no estuviera a su vista, guardo la bolsa de manila en la solapa que había dentro de la chaqueta, respiro profundo, y hecho a caminar en medio de la madrugada.
Pensó en los últimos 3 años, desde que había cumplido 18 y su madre realizo su última visita, llevándole un delicioso pastel de chocolate para amortiguar la noticia de su mudanza con el nuevo amor de su vida, abandonándole a su suerte, cansada de la espera, 10 años de la misma mierda de comportamiento sin ningún avance en la rebaja de la condena, decidió que ya era mayor y su obligación con él había concluido, ella se marcharía a disfrutar del resto de sus días en la soleada Florida, su hijo no lo tomo bien, grito, maldijo, pateo, le tuvieron que retener, se revolcó mientras lo sacaban de la zona de visitas, una vez apartado, le golpearon brutales e indiferentes hasta dejarlo inmóvil, después regurgitaría aquello que con tanto gusto había consumido, su último regalo de cumpleaños.
Pensó en sus amigos, le habían visitado por última vez hace 5 años, bueno, Kyle lo había visitado, ya que los otros dos eran indiferentes a la situación, éste era quien siempre tenía que animarlos a seguirlo visitando, y parecer ser el único que lo compadecía y lo extrañaba, no era divertido alegar con Stan y Kenny, porque con el primero siempre terminaban peleando en serio, pues éste solía ser muy sentido, y con el segundo era más bien flojo para responder con buenos argumentos. Esto se lo había confesado el último día que le vio, se acababan de graduar y él se mudaría a Denver para asistir a la Escuela de Abogados para Judíos, esto le había caído como un baldado de agua fría. Kyle se despidió con voz temblorosa y ojos encharcados, Cartman permaneció inexpresivo, pero termino reflexionando sobre su vida. Empezó a estudiar en uno de los programas que ofrecían en la institución carcelaria, mas sin ningún cambio en su actitud, por lo que su educación y posibilidad de una salida adelantada se veía constantemente ralentizada, y fue hasta que se vio completamente solo que comprendió que nadie lo ayudaría si no lo hacia él mismo. Por lo que empezó trabajo social, que le brindo 6 meses de rebaja en la condena, y termino con conocimientos técnicos de mecánica automotriz, título que podría reclamar una vez terminara la educación secundaria, él continuaba en primaria académica, porque de la vida ya había aprendido bastante.
Respiro profundamente, dejo que el frío aire de montaña le llenara los pulmones, era la soleada mañana de un miércoles y era también su cumpleaños número 21. Camino sin prisa hasta alcanzar las calles del antiguo pueblo, se le hacía tan distante, detalles habían cambiado, pero todavía recordaba cómo llegar a la casa, una simple casa, no un hogar, eso estaba desecho. En el camino reconoció a una cantidad de personas, así se hubiesen cambiado y recambiado de género como Garrison, pero nadie le reconocía a él, pues había cambiado bastante, al puto de lo irreconocible.
Era alto, de contextura troza, con extremidades fornidas, pues como es acostumbrado en los ratos libres de las cárceles se dedica es al ejercicio, a ganar fuerza y resistencia, eso si luego no querías ser sometido, sino someter en las duchas y las celdas, aunque Cartman nunca utilizo su fuerza para estos propósitos y aprovecharse de alguien más, solo como defensa personal, años enteros de ser la perra de Boyett y Stomper hasta que consiguió romperles todos los dientes en medio del patio, paso meses en aislamiento pero entonces fue respetado, un respeto que ahora fuera valía mierda.
Encontró la desolación, una vez la llave que venía en el sobre, recado de su madre junto con las escrituras del lugar, encajo en la puerta. El mugre polvoriento se quería comer los suelos y volaba con cada pisada en las escaleras, las telarañas colgaba de los techos, el olor a viejo llenaba el lugar. Su cuarto, tal como lo recordaba, pero aún más sombrío y hasta pesado, por lo que mejor paso al cuarto de su madre, vacío, como su corazón, completamente vacío, permaneció allí pasmado varios minutos, apretando sus puños y conteniendo sus lágrimas, suspiro profundo y pasando al baño, hongos pululando y conviviendo en la bañera, el inodoro, en los cepillos de dientes y la cortina de baño, se sintió asqueado. Bajo a la cocina, de algún lugar se desprendía un olor nauseabundo, abrió la nevera y por poco vomita su estómago, esta era la fuente, alimentos con años de descomposición, quiso tomar agua, alcanzo uno de los polvorientos vasos, abrió el grifo para lavarlo y poder consumirla, los servicios estaban cortados, estalló el vaso contra el lavaplatos provocando un pequeño estruendo.
Abrió la puerta del jardín dejando pasar el aire y la tenue luz del sol, contemplo el firmamento por un largo periodo, hasta que su estómago rugió. Tomo el microondas, la licuadora y salió de casa. Después de venderlos por unos cuantos míseros dólares, pues el de la tienda le informo que ya esos electrodomésticos estaban pasados de moda, paso por el café Tweek Bros y decidió desayunar allí. Le atendió el nuevo dueño del local, el mismo Tweak, imposible no reconocerlo por sus tics nerviosos, pero éste tampoco le reconoció, simplemente le recibió el dinero y le entrego una taza grande de café negro y dos cruasanes, se sentó en una mesa y comió indiferente de su alrededor, mirando por la ventana con su mente en blanco, él, un amante de la supremacía y el dinero, estaba en la pobreza absoluta.
Entrada la mañana camino tranquilamente por el pueblo en dirección al taller mecánico que hay en las afueras del mismo. Pidió trabajo al viejo dueño del lugar, lo aceptaron pero dentro de un par de meses, Cartman después de explicar que no tenía ni con que comer y que realmente necesitaba que lo contratara al día para tener lo suficiente para subsistir, el señor no se confiaba e insistía en su decisión creyendo que se trataba de algún forastero, por lo que al final termino contándole quien era. Al principio lucia escéptico, pero a medida que se desarrolló la historia y con la sinceridad que emanaba su voz al relatar los hechos en detalle de algunos de los sucesos más locos ocurridos tiempo atrás en el pueblo, entonces el viejo le creyó. Y pensándolo mejor, ya que él junto con su ayudante, quien todo el tiempo estuvo metido bajo uno de los coches, no daban abasto en el taller, era necesario que alguien le reemplazara, porque él ya no podía con la vejez. Le dijo entonces que se quedara laborando de una vez, Cartman asintió, guardo su chaqueta junto con su contenido en un lugar aislado y se puso el overol que le ofrecieron, luego le explicaron el problema con uno de los coches y éste se puso manos a la obra. A la hora del almuerzo que aviso el viejo, fue cuando vio al otro trabajador, Craig, imposible no reconocer esa expresión cínica y ojos azul grisáceo, mientras que los de él pasaban tan comunes, tan color caca, que daban igual. Cartman aviso que seguiría en lo suyo y para el final de la tarde, para asombro del jefe y de Craig el carro ya estaba rodando sin problemas.
Considerado con su situación le entrego lo que podía, 50$. Camino con el crepúsculo de vuelta a su casa. No había sido un día especial, era más bien algo nulo, como los días en la cárcel, pero por lo menos gozaba de la aparente libertad. Compro una botella de crema de Whisky, luego un cubo de pollo KFC y un paquete de cigarrillos de canela junto con un encendedor. Retiro las sabanas de su cama, les sacudió el polvo, tosió mientras bajaba el colchón por las escaleras, teniendo precaución, ya que la media luz que entraba por las ventanas de la sala, donde lo descargo junto al sofá, era lo único que le ayudaba a ver, subió de nuevo por las sabanas y saco otras del armario junto con cobertores extra, lo que no oliera demasiado a tierra y a viejo guardado. Sin energía para ver en la tv, abrió la puerta del patio y se sentó allí, bajo el porche, contemplando el atardecer y luego la noche, quizás había hecho muchas pendejadas en su vida y se le había ido hondo pero sentía que todavía podía salvar su alma, esto pensaba mientras bebía, fumaba y comía, junto a él, Martha, su pistola, revolver calibre 38 smith & wesson corto.
Sus comentarios son bienvenidos y agradecidos, pues son los que se encargan de la moral de continuar o no la historia, que espero les haya gustado. :)
South Park © Trey Parker & Matt Stone. Comedy Central.
