Hola a todos! Vengo a traerles una adaptación de esta increíble historia escrita por E. Anderson. La actualizare bastante seguido ya que la tengo completa y no interferirá con la actualización semanal de Ride :)
Espero que les gusten y déjenme saber lo que opinan de ella. Acepto cualquier comentario y critica constructiva.
NOTAS: Santana no sera la tipica chica que conocemos (ustedes ya saben), Algunos aspectos de las vidas de Blaine y Kurt son rotadas...Luego entenderan.
Todo lo subrayado está en español en el original.
Todo lo que este en negrilla y cursiva son pensamientos profundos del personaje.
Capítulo 1
Era una noche como cualquier otra en el sur de la Florida—sofocante y húmeda, justo acababa de comenzar a ponerse realmente caliente—y la manada de las Lunas Locas iba a asestar un golpe a los vampiros. La luna estaba cerca de ser luna llena y los lobos estaban en asamblea alrededor del Boulevard Biscayne en el Parque Bicentennial. Realmente no estaba fuera de la ciudad—la mancha urbana de Miami se ha extendido tanto que llega hasta el golfo y a los Everglades. Hay pocos lugares en donde la manada pueda correr a la luz de la luna y este es uno de ellos.
Blaine Anderson, también conocido como Skull* por el resto de los lobos, suspiró y se quitó su empapada camiseta, revelando el tatuaje de la manada que se había hecho tatuar cuando celebraba su cumpleaños número quince. Un lobo aullando ante una luna decoraba su musculoso hombro izquierdo y un resplandeciente piercing con un sol cubría la mayor parte de su pezón derecho. El tatuaje enviaba un claro mensaje a cualquiera que pudiera leerlo, pero para ese momento usualmente era demasiado tarde. Suspiró irritado mientras cuidadosamente dejaba la camiseta en el asiento de su motocicleta hecha a la medida. Él ya estaba de un humor de mierda, y la jodida humedad no estaba ayudando de ninguna maldita forma.
—¿Qué jodidos? —bufó cuando alguien le cubría los ojos por detrás. Los dedos eran pequeños y fríos y el aroma era un poco a lima. —Quita las manos, Santana —gruñó, impaciente girando la cara hacia ella. —¿Qué es lo que quieres?
Ella hizo un lindo puchero, acomodando su largo cabello hacia uno de sus delgados hombros. —No seas un jodido agua fiestas, Skulls. Sebastian me envió, él dijo que guíes a la manada esta noche.
—¿Qué? ¿Por qué? —Sebastian era líder de la manada por sangre y nacimiento -él podía seguir su herencia todo el camino hasta Cuba, lo que era diferente en Blaine, que solo podría seguir el rastro de su pura herencia polaca hasta Chicago. Él nunca podría ser el líder de la manada, pero era el segundo al mando y el más cercano a Sebastian que cualquiera otro.
—Qué jodidos sé. —Santana se encogió de hombros. —Él está ocupado -negocios familiares. No es que sepa algo más de eso.
Él había tomado suficiente mierda por ser el único con cabello oscuro y rizado, ojos verde ambar, y ser un no cubano entre las Locas, Él había tenido suficiente de esa mierda para que no le molestara. Pero no le gustaba el hecho de que Sebastian hubiera enviado a Santana para que le dijera que el plan de esa noche había cambiado, en lugar de decirle directamente a Blaine. Le dio a la chica una dura mirada.
—Entonces ¿por qué envió a una pequeña 'quiero-ser' como tú a decirme sus asuntos? ¿huh?
Ella se ruborizó. —Yo ya no soy una 'quiero-ser' ahora. Soy su compañera-sexual desde hace dos meses, ¿recuerdas?
—Me gustaría poder olvidarlo. —Como uno de los veteranos de la manada había tomado su parte. Él lo había hecho tan rápido como pudo y no terminó dentro de ella. ¿Qué si ella hubiera quedado embarazada? Él no quería que ningún niño tuviera a Santana como madre.
—Bueno, yo no lo he olvidado. —Ella se acercó entre sus piernas y palmeó su pene sobre los holgados jeans que él usaba. —De cualquier manera, qué sucedió esa noche— ¿no querías compartirme? Hoy puedes tenerme todo para ti. Incluso puedes tomarme en tu forma de lobo si quieres, me gusta el jodido pelo bajo la luna llena.
Blaine empujó su mano alejándola, con repulsión. —No gracias. Paso esta ocasión.
—Cuál es el problema contigo, ¿no te gustan las chicas? —Sus delicados rasgos eran una máscara de furia.
—No, solo que no me gustan las pinches putas.
—¡Cabrón! —Ella escupió en el suelo, obviamente enojada de que la rechazara de nuevo. El dejar su semen sobre su abdomen en lugar del interior de su coño era el último signo de falta de respeto. Eso había dañado su estatus en la manada desde el principio y
Santana no se lo iba a perdonar pronto -especialmente cuando él seguía resistiéndose a sus avances. A él no le importaba.
—Jodete. —No se molestó en evitar que saliera el desprecio en su voz. Ella era otra chica humana que corría con la manada -eso era necesario dado que el gen were* era muy dominante incluso en las hembras. Pero a nadie le molestaba mucho a pesar de que Santana constantemente estaba tratando de acostarse para llegar a la cima. Blaine no estaba dispuesto de ser otro peldaño en la escalera de ella, incluso si la quisiera -que jodidamente él no la quería.
Santana encajó un dedo en su cara. —Será mejor que cuides tus modales pronto, Skulls. Mira mis ojos, son marrones, marrones bruja. Yo soy bruja, lo sabes. Tu hiciste un lio conmigo yo haré que tu pinga se caiga.
—Sí, correcto. Estoy temblando en mis zapatos. —se giró para irse pero ella le tomó el brazo.
—Sé por qué no me quieres—es por la misma razón que no quieres a ninguna chica. Eres un maricon.
Blaine bajó la vista para ver la mano de ella en su brazo y entonces la levantó para verle la cara. —Quita tu jodida mano de mí si no quieres perderla.
—Sí, correcto. No te tengo miedo.
Blaine gruñó desde lo profundo de su garganta, dejando que sus ojos fueran del verde dorado al dorado de lobo para agregar dramatismo.
—No puedes. No lastimas chicas. —Pero la mirada en esos venenosos ojos era de intranquilidad y ella finalmente retiró la mano.
Y tampoco jodo con ellas. Claro eso era por lo que no le gustaban las hembras. Él era solo… quisquilloso. Malditamente muy quisquilloso.
—Corre y encuentra a Thad para que juegue contigo. —Le dijo— Oí que no le molesta jugar contigo. Debe de tener los estándares más bajos que yo. —Thad estaba por debajo de él en la estructura de la manada—un beta que quería ser alpha pero no podía manejar eso. Aun así él era primo hermano de Sebastian, lo que le daba un estatus más alto de lo que debería de tener.
Santana hizo un sonido de ira con su nariz, casi como el de un gato. —Ve y pregúntale tú mismo a Sebastian porque te dejó que guiaras la manada esta noche. Mientras lo haces pregúntale en primer lugar por qué dejó que un jodido marica entrara en las Locas.
Él debería haberla abofeteado por el insulto, pero ella tenía razón, él no golpeaba hembras, sin importar lo mucho que se lo merecieran. Su madrastra Elaine, lo había criado con mucho respeto. —Jódete, Santana. O ve a que Thad lo haga, si él no teme que le muerdas su pinga con tu jodido coño.
Sus ojos brillaban con la luz de la luna. —¡Chinga tu madre, puto!
—Sí, preferiría joder a mi madre que a ti. —Blaine le dio un bufido de disgusto y algunos de los otros lobos que vagabundeaban por ahí se rieron. Santana lo veía como si ella fuera a decir algo más, pero Blaine había tenido suficiente de esa mierda por esa noche. Él iría a buscar a Sebastian por sí mismo.
Después de diez minutos de búsqueda encontró al líder de las Locas, orinando contra una palmera. —Hey, mi hermano. —Palmeó la espalda del otro hombre. Los brazos y el pecho de Sebastian eran tan anchos como los de Blaine, pero su piel era un poco más oscura.
—Blaine el Skull. —Sebastian se tomó su tiempo para sacudirse antes de llevar su no circuncidado pene dentro de los holgados short que usaba. Si él notó que la mirada de Blaine se fue ligeramente a su entrepierna, él no lo demostró. Cuando terminó se giró hacia Blaine, chocando sus pechos cuando abrazó a Blaine con un solo brazo.
—¿Qué está sucediendo? Esa pequeña perra de Santana vino a decirme que quieres que tome tu lugar esta noche.
—Sí, siento eso. —Sebastian se encogió de hombros a modo de disculpa. Manteniendo un brazo alrededor de los hombros de Blaine, metió la mano en el bolsillo y sacó un cigarrillo de marihuana. —¿Quieres?
—Seguro. —Blaine se inclinó dentro del abrazo de un solo brazo solo un poco. La piel de Sebastian estaba caliente a su lado y olía a humo y limpio sudor. —Entonces, ¿qué es tan jodidamente importante para que no puedas correr con la manada?
El líder de la manada se llevó el cigarrillo entre sus labios, y sacó un encendedor dorado. Lo encendió y le dio una larga inhalada antes de contestar. —Asuntos de familia, sabes. Mi tío Rafael está en la ciudad y quiere reunirse conmigo y con mi papá. Así que tendré que correr con los viejos chochos esta noche. —Hizo gestos y el dulce humo del cigarrillo salió de su nariz.
—Mala suerte, hombre. ¿Seguro que no quieres que esté aquí cuando regreses? Puedes tener problemas. —El tío de Sebastian era el más poderoso lobo de Cuba, lo que significaba que superaba a cualquier were en el sur de la Florida y también en estatus.
—No, no hay problema. Solo la generación mayor tratando de evitar la locura en la línea de los lobos jóvenes. Pero de cualquier manera gracias, hombre. —Sebastian le dio a su hombro un cariñoso apretón y le ofreció el cigarrillo.
—En cuanto estés seguro. —Blaine le dio una fumada, sintiendo el calor de la droga recorrerlo. La marihuana regular no le afectaba mucho a los were, pero Sebastian tenía un distribuidor que había hecho cruces de algunas plantas para hacerla mucho más fuerte. La planta hibrida era letal para los humanos pero para los lobos era solo un placentero toque.
—Hey. —Sebastian lo vio seriamente. —Sabes que te diría si estuviera en problemas. ¿Cuánto tiempo hemos estado juntos, huh?
Blaine sonrió. —Desde quinto grado cuando Jimmy Rodríguez trató de derribarme en clase de gimnasia y me ayudaste a patearle el trasero.
Quinto grado había sido el año en el que su padre había decidido que su tienda de motocicletas la Chop Shop, estaría mejor en Miami que en Chicago. Y se mudaron al centro de la Pequeña Habana en donde hasta los letreros en las calles estaban en español y eso había sido un todo o nada para Blaine.
En ese entonces él había sido un simple Blaine Anderson y estaba perdido antes de conocer a Sebastian, antes de que le ayudara a ganar la pelea contra el abusivo de la clase. Después de eso, Sebastian lo había tomado bajo su ala, le enseñó español, le ayudó a ajustarse. Cuando ambos llegaron a la mayoría de edad, incluso quería apoyar a Blaine a entrar en los Locas. Los otros lobos no apoyaban eso -no con la falta de apariencia hispana de Blaine. Él en su lugar tuvo que luchar—con seis de los más rudos lobos que lo golpearon hasta que quedó sangrando y morado, pero valió la pena. Cada costilla rota y cada ojo morado, él lo haría de nuevo si tuviera que hacerlo. Por las Locas. Por Sebastian.
—Desde quinto grado y tú sigues cuidando mi espalda. —Sebastian le sonrió. Él media un metro ochenta y tres y Blaine uno setenta y cinco, pero a Blaine no le importaba la diferencia de estatura. Él estaba acostumbrado a ser de los pequeños y si había gente que lo subestimaba por eso, ellos siempre lo lamentaban después de que se daban cuenta de su error, pero claro para ellos era demasiado tarde.
—Siempre a tu espalda, hermano. —Le dio un afectuoso codazo al otro hombre, viendo a los ojos de Sebastian con la luz de la luna, eran tan negros como su cabello y difíciles de leer, pero justo ahora se veía calmado y relajado, al menos para Blaine.
—Apóyate en el árbol. —Sebastian señaló con la cabeza el lado opuesto de la palma en la que había orinado. —Te daré el golpe del humo.
—Seguro. —El corazón se aceleró, Blaine hizo lo que su mejor amigo y líder de la manada ordenó. Las espinas de la palma se le enterraban en su trasero pero no le importó. Qué importaba si él estaba viendo a los ojos a Sebastian mientras él le daba una larga fumada a su cigarrillo, sosteniendo el dulce humo profundamente en los pulmones. Entonces se inclinó hacia delante su boca sobre la de Blaine, y exhaló.
Blaine lo respiró hambrientamente, inhalando el humo-enlazado con la respiración, sus ojos cerrados fuertemente. Podía sentir los labios de Sebastian tan cerca, solo el grosor de un cabello los separaba. El calor del pecho del otro hombre, el aroma de su piel e incluso el palpitar de su corazón inundaban los sentidos de Blaine. Inesperadamente una imagen llegó a su mente. Una imagen de él inclinándose hacia adelante, solo un poco, acortando la distancia entre ellos. Una fracción de centímetro—eso era todo lo que necesitaba para sellar sus bocas juntas. Se preguntaba si Sebastian sabría tan bueno como olía.
Se preguntaba si el otro hombre podría matarlo ahí mismo o dejaría que el resto de la manada entrara en acción.
Deja de pensar de esa forma. Trató con fuerza de detener sus emociones, para mantener sus sentimientos en línea. Eso estaba mal, sentirse de esa manera por otro chico. Muy jodidamente mal. Entonces ¿Por qué no podía evitarlo?
Después de lo que pareció una eternidad, Sebastian se separó algunos centímetros. —Hey.
Blaine abrió los ojos para ver que su amigo lo estudiaba intensamente. —¿Si?
—Solo revisaba para saber si sigues conmigo. Tus ojos en ocasiones se ven vidriosos. Como si estuvieras muy lejos y toda esa mierda. —Sebastian trazó una línea bajo el ojo derecho de Blaine con el pulgar como si ilustrara el punto.
—Si, bueno… —Blaine trató de no estremecerse bajo el ligero toque. Dios, Sebastian ¡siempre hacia este tipo de mierda! se preguntaba si el otro hombre sabía cómo le afectaba, él esperaba, como el infierno, que no.
—¿Estas frio, Blainey? —Había un tinte de diversión en los negros ojos que parecía decir que Sebastian sabía exactamente lo que él estaba haciendo y no iba a detenerse en ningún momento pronto. Blaine lo había visto tratar de la misma manera a chicas que estaban tratando de entrar en las Locas. Eso era una manera de prueba. Él tenía que hablar, los ligeros toques parecían prometer tanto. Él podría estar jadeando detrás de él como un perro. La manera en que él me lo hacía. Pero Blaine no podía evitarlo. Al menos Sebastian nunca lo había tratado de esa forma frente a los otros lobos. Lo había mantenido estrictamente entre ellos dos, que lo hacía de cierta manera aún peor.
—Estoy muy caliente. —Blaine se tensó nervioso cuando Sebastian tomó otra fumada de su cigarrillo y lo aplastó bajo su talón.
—Yo estoy más que caliente—Estoy ardiendo. Jodidamente ardiendo. —Sebastian se apartó y se apoyó en la palma al lado de Blaine. —Casi jodo con esa pinche puta de Santana.
Blaine trató de reírse. —Sí, bien. Ella tiene jodidos dientes en donde debería de tener su coño.
Sebastian sonrió. —Eso es por lo que dije casi. Hey, ¿recuerdas cuando éramos niños y solíamos masturbarnos juntos?
—Sí, supongo. Quizás. —Blaine no veía como podría olvidar eso. Esas secretas sesiones de masturbación con su mejor amigo lo había proveído de suficiente material para tener fantasías por años.
—Vamos a hacerlo ahora—vamos hagámonos una paja. —Sebastian ya tenía su pene afuera, agarrándolo con holgura en su puño, con su mirada en Blaine para ver su reacción.
—No sé… —Blaine frunció el ceño.
—Vamos, no quiero estar sentado con esa mierta familia con una erección. Tú no puedes rechazarme, decía su mirada con esos negros ojos. No puedes decirme no, tú nunca me has dicho no.
Pero Blaine lo quería esta vez. Él no quería hacerlo ahora. No quería que su amigo viera lo duro que estaba, lo mucho que lo afectaba estar cerca del otro hombre. ¿Cómo podría explicar su rabiosa erección? ¿Cómo podía evitar mantener el hambre en su interior, el fuego que estaba amenazando con salirse de control, controlarse cuando tenía la tentación al alcance de la mano?
Él fue salvado por el grito de otro lobo. —¡Vampiros! Hay un grupo entre el bosque. ¡Vi a los jodidos!
Blaine y Sebastian, ambos se pusieron inmediatamente en alerta máxima. Además de comerciar algo de droga y la protección, joder a los vampiros era la ocupación principal de la manada. Los vampiros eran chupasangres, escoria -no natural, no muertos hijos de perra que no merecían caminar por la faz de la tierra, incluso si ellos solo lo hacían durante la noche. Pero la peor cosa acerca de ellos era que no les importaba a quien jodían. Hasta el último de ellos eran lo que Sebastian decía 'try-sexual'. Ellos intentaban cualquier cosa con cualquiera en cualquier momento.
La fluida sexualidad de los vampiros, más que cualquier otra cosa, era profundamente ofensiva para los were. La peor cosa que podría hacerse a otro lobo era obligarlo a que chupara tu pene. Esa era la última vergüenza, el más degradante insulto reservado para los parias de la manada.
Blaine había visto a Sebastian presionar a algunos lobos inferiores de esa manera antes de quitarles su status. El líder de la manada parecía disfrutar eso, se tomaba su tiempo empujándose entre los hinchados labios del lobo caído antes de llenar su boca con su semen. Claro, si el lobo en cuestión no se tragaba cada gota era golpeado. Blaine lo había visto y se preguntaba cómo se sentiría tener el duro eje de un hombre entre sus labios, se preguntaba si valdría la pena perder su estatus y comenzar como un lobo solitario con tal de saborear a otro macho de esa manera.
—Vamos a ver qué sucede. —Sebastian regresó su pene dentro de sus shorts casualmente y se dirigió hacia donde se había oído el grito. Blaine lo siguió, no estaba seguro si él estaba aliviado o decepcionado de que hubieran sido interrumpidos.
Cuando llegaron al centro de la conmoción, Thad estaba tratando y fallando en lograr que los otros lobos se calmaran y prestaran atención. —Vamos, chicos. Vamos —seguía diciendo pero su aflautada voz se perdía con los gritos de excitación de los otros lobos.
Sebastian se detuvo a casi un metro de la manada y nadie lo notó ni a Blaine. Él le dio a Blaine una mirada y entonces a su primo hermano que estaba tratando y fallando en poner en orden a los miembros de la manada. —Jodida débil sangre que tienes, hombre. —Negó con la cabeza. —Logra su atención, ¿puedes, hermano?
Blaine asintió y se dirigió directamente al corazón de la manada. Los lobos y sus hembras se movieron hacia él una vez que lo notaron, quedando a escasos centímetros. Ignorando a Thad quien estaba justo a la derecha de él. Esperó un momento hasta que la mirada de todos los were, estaban en él y levantó ligeramente la voz. —Escuchen. Su líder en la manada tiene algo que decirles.
—Gracias, Skulls. —Sebastian se acercó y los lobos se separaron ante él. Como el mar rojo ante Moisés, Blaine pensó, con una mezcla de admiración y resentimiento. —Bien, ¿quién vio a los vampiros? Thad se acercó hacia Sebastian entusiasmado. —Wes lo hizo. Él vino y dijo…—
—Sí, oí lo que gritó. —La mirada de Sebastian pasó sobre su primo como si él no estuviera ahí. —Wes, ¿dónde estás, hermano?
—Aquí. Líder de la manada. —Un ruido del lobo empujándose desde atrás de la manada se oyó. —Estaba olfateando en busca de presas y los vi cerca del centro del parque.
—Bien. —Sebastian se veía aburrido. —Dale a Skulls los detalles. Él estará a cargo esta noche.
—¿Por qué Skulls? —Thad dio un paso al frente, sus oscuros ojos con ira. Él tenía la misma apariencia que Sebastian pero no el mismo carisma, él nunca podría ser líder de manada y todo el mundo sabía eso. Todo el mundo excepto él.
Sebastian le dio una desdeñosa mirada. —¿Por qué crees, tonto? Skulls es el segundo lobo. Si no estoy aquí él es el líder. Tan simple como eso.
—Pero Wes me lo reporto a mi primero. —El mentón de Thad se tensó por la ira.
—Él se lo reportó a toda la maldita manada—Skulls y yo lo oímos a un kilómetro de aquí. Seremos afortunados si todo el grupo entero no se ha ido para cuando tú, jodido pendejo, comiences. —Sebastian vio a Blaine. —¿Listo para salir?
—Siempre listo, líder de manada. —Blaine tomó la pista de Sebastian e ignoró la candente mirada de odio que Thad le dirigía. Él sabía lo que pensaba el primo de Sebastian. Por virtud de su sangre él debería ser el segundo lobo, y él lo sería si Blaine no se hubiera interpuesto en el camino. Pero dado que no tengo la intención de salirme de su camino por un tiempo sería mejor que aprendieras a tratar con eso.
—Ese es mi niño. —Sebastian le chocó en el pecho entonces lanzó la cabeza hacia atrás y lanzó un largo aullido al cielo nocturno. La manada regresó el aullido, el vello se le erizo ante el sonido que significaba un terrorífico golpe en el frio y muerto corazón de cualquier chupasangre que fuera lo suficientemente estúpido para estar en la oscuridad en los territorios de las Lunas Locas.
Blaine aulló como el resto, sintiéndose uno con la manada, y sin embargo diferente a ellos, como siempre. No importaba cuanto había estado en Miami o cuan cercano era de Sebastian, siempre se había sentido que no pertenecía, que no era lo suficientemente correcto. Y no era solo porque no era Latino. Como siempre, cuando él corría con la manada se prometía cambiar, arreglarlo. Porque no era la manada la que estaba rota -era él. Si solo él pudiera ser normal…
—¡Ve a matar a los jodidos vampiros! —Sebastian rugió, sacándolo de sus reflexiones. Él palmeó el hombro de Blaine e inclinó la cabeza.
—Buena suerte, mano*. Ve a patear traseros de vampiros.
—Lo hare. —Dirigiendo a la manada, Blaine tomó la delantera e hizo su deber.
* Skull: Rompe cráneos.
* Were: Cambia formas.
* Mano: Diminutivo de hermano, amigo.
¿Que les pareció el primer capitulo?
