Love me
Summary: AU. Bien, debía ser valiente, después de todo, este sería el paso más grande que daría en su vida. [Este fic participa en el reto del mes de julio: "Parejas: InuYasha y Kagome" del foro "Hazme el amor"] Adv: Lemon.
Disclaimer: Todos los personajes de InuYasha pertenecen única y exclusivamente a Rumiko Takahashi.
Pairing: InuYasha/Kagome
Advertencia: ninguna.
Número de palabras: 2999 ¡LOL!
Género: Friendship/Romance.
_.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._
Se encontraba sumamente nerviosa. Iba a hablar con Sango de dos temas realmente muy importantes. Y cuando decía muy importantes, era MUY importantes.
Estaba en la sala de estar de su apartamento, jugando con sus dedos con nerviosismo. Esperaba la llegada de su amiga, la cual ya había tardado un poco en llegar.
Miró los cuadros con fotografías pegados a la pared. Había cantidad de fotos con su familia, fotos de preparatoria, con sus viejos y nuevos amigos, y fotos con él. Ya fuera en grupo o solo ellos, en las que más se concentraba eran en las fotos donde salían InuYasha y ella.
Se conocían desde muy pequeños, ya que sus familias eran muy amigas.
Su relación siempre fue de lo más extraña. En un momento podían estar bien y al siguiente gritándose cosas que no eran aptas al oído. Lo más extraño es que a pesar de eso siempre pasaban tiempo juntos. Siempre eran ellos dos solos o con Sango y Miroku, desde que estaban en preparatoria.
Sus amigos siempre les decían que era más que obvio que estaban enamorados. Sabía que InuYasha era demasiado orgulloso para admitirlo, pero ella ya sabía lo que sentía por él. Y de una forma extraña, o más bien por un ataque de celos por parte de InuYasha terminó declarándosele frente a toda la escuela, ya en el último curso, preparándose para la universidad.
A pesar de que él intentara evitarla lo más posible después de eso y que cada vez que la veía se sonrojaba a más no poder, terminaron juntos. Tarde o temprano tenían que hablarse de todas formas.
En fin, llevaba ya unos siete, casi ocho años desde que ellos salían. Ella ya tenía veintitrés años, y faltaba poco para su cumpleaños. Y el chico era un año mayor que ella. Bueno, no un año completo, pero era mayor.
Se sentía nerviosa. Quería decir y hacer tantas cosas. Pero tenía miedo de intentarlo. No sabía que diría InuYasha. Talvés esas ideas no habían pasado aun por su mente…
Toc-Toc-Toc
Debía ser Sango. Se levantó y fue directo a abrir la puerta.
Como lo esperaba, allí estaba su amiga con una sonrisa radiante. Había un brillo en sus ojos que parecía no haber algo que pudiera perturbarla.
— ¡Kagome! — chilló su amiga cayéndole encima. — ¡no creerás lo que ha pasado! — Sango era también como un año mayor que ella, y Miroku unos dos años.
— ¿Qué pasó, Sango? — dijo aun no recuperada del susto de cuando ella se le lanzó encima.
— ¡Miroku lo hizo! — dijo mostrándole su mano. En ella había un hermoso anillo con pequeños grabados.
—No puede ser… ¡Te pidió matrimonio! — chilló ahora ella, al tiempo que Sango asentía con una gran sonrisa en el rostro. — ¡Te felicito, amiga! — entra y me cuentas todo.
Ambas entraron hacia la sala de estar y se sentaron en el sofá que había allí.
— ¿Y? — preguntó Kagome ansiosa.
—Miroku me llevó de picnic unas horas antes de que viviera, y cuando terminamos de comer me mostró el anillo y me pidió que fuera su esposa. — le dijo con ojos soñadores. — fue tan romántico.
—Nadie hubiera creído que Miroku sentara cabeza algún día. — dijo con humor. Sango rió.
— ¿Y tú? ¿Cuándo con InuYasha?
La chica se ruborizó visiblemente nerviosa.
—P-Pues… de eso quería hablarte. — dijo Kagome jugueteando con sus dedos. — Creo que InuYasha y yo llevamos suficiente tiempo saliendo… Y me gustaría dar el siguiente paso. — A Sango le apareció otra sonrisa— Pero no sé que piense InuYasha.
— ¡Es maravilloso, Kagome! Puedes hacer algo fuera de lo común y pedirle matrimonio tú. ¡Seria genial! Deberías…
— ¡Espera, Sango! — le interrumpió Kagome. —Hay algo más. —dijo con un rubor en las mejillas y mirando hacia abajo.
— ¿Qué? — preguntó con curiosidad.
—Es… Es posible que esté embarazada.
Levantó su vista hacia Sango, que parecía haber entrado en shock.
— ¡KYAAAAAAAAAAAAAAAAAA! — chilló Sango a todo pulmón y se lanzó de nuevo sobre su amiga, logrando que cayeran al suelo.
— ¡No puedo creerlo! ¡Voy a ser tía! — gritó feliz.
—E-Espera, Sango, aun no es seguro.
— ¡Pero es maravilloso! ¡Imagínate lo feliz que se pondrá InuYasha!
— ¿Crees que si estoy embarazada él quiera tener al bebé? No sé si aun somos muy jóvenes para eso.
—Pero que tonterías hablas, Kagome. ¡Seguro estará fascinado! Debes confirmar tu estado y decirle a InuYasha.
—Tengo miedo Sango. —dijo al tiempo que se sentaban de nuevo en el sofá.
—No te preocupes, Kagome, InuYasha te ama, nada saldrá mal. Y si lo hace, yo me aseguraré de que ese hombre ruegue por su vida.
Kagome solo rió por lo que dijo su amiga.
—Tienes razón, Sango.
_.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._
Bien. Ahora si estaba decidida. Le pediría a InuYasha matrimonio. Claro que no sabía cómo hacerlo, pero… Valía la pena, ¿no?
Por ahora no haría nada. Se quedaría en su apartamento esperando que la fuerte lluvia que azotaba el techo pasara.
Toc-Toc-Toc
¿Quién podría tocar a la puerta con esa lluvia?
Se dirigió a pasos perezosos hacia la puerta. Al abrirla abrió sus ojos como platos al ver a su novio empapado y con un rostro que hacía notar que claramente no estaba feliz.
—InuYasha… ¿Qué haces aquí con esta lluvia? ¿Y tu auto? — dijo al tiempo que lo dejaba pasar.
—A Miroku se le arruinó el suyo y me lo pidió prestado. Cuando la lluvia comenzó tu casa era la más cercana de donde estaba.
Kagome le pasó unas toallas para que se secara.
— ¿No quieres tomar un baño? — él negó con la cabeza. —Podrías enfermarte.
Él bufó.
—Está bien.
Ella sonrío satisfecha.
Como ya sabía la dirección del baño, comenzó a caminar hacia él.
—Que suerte que la última vez que estuviste aquí dejaste unos pantalones y una camiseta. — le comentó Kagome.
Él solo hizo una mueca. Parecía estar en serio molesto. Sería mejor dejarlo bañarse en paz.
Decidió poner a hacer un poco de ramen, seguro luego querría comer un poco. Podía escuchar el agua caer desde donde estaba.
Al dejar de escuchar el agua se asomó desde la puerta de la cocina y lo vió salir solo con una toalla en la cintura. Podía ver claramente todos los músculos de su espalda.
Maldición, ¿por qué tenía que ser tan malditamente sexy?
Concéntrate Kagome. Se dijo a sí misma. Se dio la vuelta para seguir en su tarea. Al momento entró InuYasha y se sentó en una silla que había al lado de la mesa. Soltó un bufido.
— ¿Por qué estás enojado, InuYasha? — se aventuró a preguntar.
—No es nada. —claramente no tenía intenciones de hablar.
— ¿Y dónde estabas? Digo, como dices que estabas cerca de aquí…
—Estaba en la joyería.
— ¿En la joyería? ¿Qué hacías?
—Buscaba un an… ¡digo! E-Estaba viendo si había algo bonito que comprarle a mi madre. — dijo visiblemente nervioso, rogando que ella le creyera.
—Mmm…—fue lo único que soltó la chica. Luego le sirvió un poco de ramen con una sonrisa, a lo que él se limitó a contestar con un "gracias".
—Pondré a lavar tu ropa, está muy sucia. — él solo hizo la mueca de haberle escuchado, estaba muy concentrado en la comida.
De pronto escupió de un solo todo lo que tenía en la boca y salió corriendo de la cocina para arrebatarle su ropa a Kagome.
— ¿Pero qué…? — preguntó ella confundida al verla aparecer de esa forma.
—Eh… No es necesario, puedo llevármela así luego.
—Pero es mejor que te la lleves limpia.
—No hace falta.
—InuYasha. —dijo retándolo.
A él se le resbaló una gotita por la sien, nervioso.
—Y-Yo lo pondré a lavar.
— ¿Qué es lo que me estás escondiendo? — dijo con el ceño fruncido.
— ¿Yo? N-Nada.
La mirada de la chica lo aterrorizó.
— ¡No es nada malo! ¡Lo juro! — se apresuró a responderle.
La chica lo miró sin convencerse completamente.
—Está bien, ponla tú. —dijo dándose la vuelta para regresar a la cocina.
Un largo suspiro salió de sus labios. Por poco y lo descubría…
Sacó la pequeña cajita de terciopelo que estaba en una de las bolsas de su pantalón y luego echó su ropa a la lavadora.
De pronto su celular comenzó a sonar, por causa de una llamada entrante.
— ¿Qué quieres, Miroku? — fue lo primero que dijo al contestar la llamada.
— ¿Estás con Kagome, no? ¿Ya le dijiste?
— ¡Claro que no! —dijo un poco nervioso. — no estoy seguro aun de cómo hacerlo.
Oyó a su amigo suspirar y luego un pitido. Había cortado la llamada. Maldito Miroku.
_.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._
—Lo sabía, Sango. No creo que ninguno se atreva a hacerlo. —le dijo Miroku a su prometida, mientras estaban en un restaurante encerrados por la fuerte lluvia.
— ¿Crees que deberíamos hacerlo nosotros? — dijo mientras le daba un sorbo a su bebida.
—Es lo más conveniente. A este ritmo ninguno va a llegar a ningún lado.
— ¿Se les ofrece algo más? — les preguntó el camarero.
—Creo que podríamos pedir postre, ¿no, Sango?
La chica asintió.
—Tráiganos dos pasteles de queso. — le pidió al camarero.
— ¿Algo más? — preguntó el camarero.
—No, gracias. —dijo Sango.
—En serio me encanta el pastel de queso que sirven aquí. —dijo Miroku ansioso en espera del pastel.
Sango solo suspiró susurrando un "lo sé".
—Decidido, en cuanto pare la lluvia iremos a casa de Kagome. Nosotros mismos les pediremos matrimonio.
—Suena realmente perturbador si lo dices así. —le dijo Sango con una gotita resbalando por la sien. —Hay otra cosa que debo decirte. No creo que afecte en nuestros planes, pero…
— ¿Qué ocurre? — preguntó Miroku confundido.
—Es posible que Kagome esté embarazada.
— ¡Genial! — gritó Miroku llamando la atención de todos los presentes en aquel restaurante. —Seguro InuYasha estará feliz.
—Eso espero.
— ¿Y nosotros, Sanguito? ¿Cuándo? V dijo con una mirada libidinosa.
Sango le mostró una sonrisa maliciosa.
—Pronto.
_.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._
La tormenta ya había pasado y ahora solo caían unas cuantas gotas. Se respiraba el delicioso aroma a lluvia. (N/A: Amo el olor a lluvia y tierra mojada n/n)
— ¿Te ocurre algo, InuYasha? Estás muy extraño. —dijo Kagome al tiempo que se sentaba junto a su novio en el sofá.
—No es nada, Kagome, de veras. —no podía permitir que ella lo descubriese.
La chica le miró para nada convencida.
—Oh, vamos Kagome, no te enojes. —dijo al ver la expresión en la cara de su novia.
— ¿Por qué no quieres decirme?
—Es un secreto.
— ¿Puedo sobornarte?
Él soltó una risita.
—No.
La chica infló sus mejillas en señal de capricho.
Él se acercó y tomó sus labios por sorpresa. La chica soltó un gemido por la sorpresa y él sonrió victorioso entre el beso.
—No creas que así vas a despistarme. —le dijo la chica entre el beso.
—Veremos. —dijo acercándola más a él y comenzando a besar su cuello. Metió sus manos bajo la blusa de ella, quien iba subiendo su camiseta mientras volvía a besarlo fervientemente.
Toc-Toc-Toc
—Mierda. —masculló él.
La chica soltó una risita mientras se acomodaba la blusa.
Se levantó para abrir la puerta. Al abrirla…
— ¡SORPRESA! — les gritaron Sango y Miroku al mismo tiempo, entrando a la casa con un montón de bolsas con confeti, bebidas y comidas. Entraron lanzándoles confeti a ambos y riendo alegremente.
— ¡¿Pero qué les pasa?! ¡¿Acaso están locos?! — les gritó InuYasha tratando de sacar los pequeños papelitos de colores de su cabeza.
— ¿Qué hacen chicos? — preguntó Kagome confundida mientras que cerraba la puerta.
—Vinimos a celebrar tres cosas súper importantes. —les dijo Sango ayudando a Miroku a sacar todo de las bolsas y servirlos.
— ¿Tan importante es que vinieron a molestar a esta hora un domingo? — dijo InuYasha un poco molesto.
— ¿Por qué? ¿Interrumpimos algo importante? — preguntó Miroku con una mirada pervertida hacia su amigo.
—Keh… Claro que no.
— ¿Y qué vamos a celebrar? —preguntó Kagome cambiando de tema.
—Primero, nuestro compromiso. —dijo Sango con una sonrisa.
— ¿Y no podríamos hacerlo después? — preguntó InuYasha.
—No. —le dijo Miroku divertido.
— ¿Y las otras dos cosas? —dijo ayudando a sus amigos con las bolsas.
—Pues, su compromiso. —dijeron sonrientes ambos.
Los otros dos tuvieron un respingo al mismo tiempo.
— ¿C-Compromiso? ¿Nosotros?
— ¡Ah! No se preocupen, nosotros ya lo sabemos todo. —Miroku se acercó a InuYasha y sin darle tiempo a reaccionar sacó la cajita que había en su bolsillo.
— ¡Dame eso! — intentó quitárselo como pudo. Maldito Miroku, se estaba divirtiendo en serio a costa de su sufrimiento.
—Sabemos perfectamente que ambos querían proponerse matrimonio, pero ninguno era capaz de hacerlo, así que lo haremos nosotros. —dijo Sango.
— ¡¿Qué QUÉ?! — gritaron al mismo tiempo InuYasha y Kagome.
—Sip. —dijeron los otros dos al mismo tiempo.
—Dime InuYasha, ¿te casarías con Kagome? — al joven le apareció un tic en el ojo mirando a su amigo con cara de "solo espera a que estemos solos y…"
—Y tú, Kagome, ¿te casarías con InuYasha? —dijo radiante Sango.
— ¡Hasta compró un anillo para ti! —dijo Miroku pasándole la cajita, que efectivamente tenía un hermoso anillo dorados con pequeñas piedras doradas en forma de una flor de lis.
InuYasha no podría estar más sonrojado ni más molesto con Miroku.
— ¿D-De verdad, InuYasha? — le preguntó Kagome con lágrimas en los ojos.
—Y-Yo…—logró decir.
—Bueno, ahora ¡a celebrar! — gritaron de nuevo Sango y Miroku. Dándoles a ambos de la comida que trajeron.
Se limitaron a seguirles la corriente a sus amigos, ya luego hablarían.
Se divirtieron, charlaron, comieron y se hicieron algunas bromas, que la mayoría eran de Miroku contra InuYasha o Sango contra Miroku.
—Y… ¿Cuál es la tercera razón que querían celebrar? — se animó a preguntar el chico.
—Oh… Eso, creo que Kagome lo sabe. —dijo Sango con una sonrisa maliciosa.
La chica se tensó.
—S-Sango… ¿N-No estarás hablando de…?
—De eso mismo.
— ¿Qué? — preguntó InuYasha.
— ¡Bueno! — dijo Miroku interrumpiendo. — Sango y yo nos vamos, los dejaremos completamente solos—dijo divertido—y esperamos verlos pronto. —tomó a Sango quien estaba confundida. —Nos veremos algún día, adiós amigos míos, ¡Chao! —fue lo último que oyeron de sus amigos, o más bien de Miroku.
— ¿Qué fue lo que pasó? — preguntó confundido InuYasha.
—No tengo idea.
Hubo un largo e incómodo silencio.
—InuYasha. —le llamó Kagome de forma tímida.
— ¿Qué?
— ¿En serio ibas a pedirme matrimonio?
—Bueno yo… quería que fuera sorpresa…—dijo con la mirada gacha, sonrojado y levemente avergonzado.
La chica feliz se lanzó sobre el besándolo de una manera tan abrasadora que lo dejó sin aliento en segundos.
— ¿Eso qué significa? —preguntó jadeante cuando se separaron.
—Que si me caso contigo, idiota.
Él sonrió con suficiencia y volvió a besarla. La chica soltó un gemido ahogado al sentirlo apretar sus glúteos.
—Pervertido. —susurró.
—Pienso aprovechar de mi prometida. —dijo haciendo que ella se sentara sobre él en el sofá con las piernas abiertas, provocando un roce delicioso entre sus sexos.
La chica, sin perder tiempo, comenzó a desabrocharle el pantalón.
— ¿Quién es la pervertida ahora? V dijo con burla.
—Cállate. —dijo al tiempo que le ayudaba a quitarse la camisa, recorriendo sus músculos con sus manos, logrando hacerlo suspirar.
Él tampoco perdió tiempo y subió sus manos hasta sus pechos, apretándolos por sobre la ropa. La chica gimió.
Volvió a besarla con necesidad y pasión abrasadora mientras le subía la blusa.
— ¿piensas hacer el amor aquí en el sofá? — le preguntó la chica con la voz ligeramente ronca por el deseo.
— ¿Por qué no?
No le dio tiempo a replicar porque la besó de nuevo, jugando con su lengua y recorriendo toda su cavidad. La chica se movió sobre él, logrando que ambos gimieran.
Siguieron en el camino de desnudarse mutuamente y darse placer.
_.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._
Estaba ella arrodillada en el piso, con sus brazos en el sofá, recibiendo las furiosas embestidas que su amante le proporcionaba.
— ¡Mm! ¡InuYasha! ¡Ahh! ¡S-Sigue! ¡Ah! ¡No pares!
La penetraba con furia, sintiéndose desfallecer por el placer, soltando gemidos roncos y lujuriosos mientras que con sus manos apretaba sus pechos y le pellizcaba los pezones.
Salía de ella y luego se introducía de golpe.
Sus embestidas eran cada vez más rápidas y ninguno de los dos podía evitar gemir.
Esperaba que los vecinos no los oyeran, porque en realidad ambos estaban haciendo un ruido horroroso para cualquiera, menos para ellos, que les parecía de los mas erótico.
Con un alarido agonizante la sintió apretarlo deliciosamente, logrando que el también llegara al orgasmo.
Salió de ella y le dio la vuelta para besarla.
Sintió como el recorría su entrada con sus dedos haciendo que soltara un gemido. Ella le miró confundida.
— ¿Crees que iba a acabar tan pronto? — le dijo con una sonrisa maliciosa.
Introdujo sus dedos de golpe y le hizo el amor con sus dedos, acariciando con su pulgar su clítoris, haciéndola soltar gemidos y sollozos de placer.
—Por favor…—rogó ella.
Sin más preámbulos volvió a introducirse levantando una de las piernas de ella y colocándola sobre su hombro, haciendo que quedara de lado.
Y le hizo el amor de nuevo.
_.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._
Ahora ya estaba confirmado. Se hizo la prueba y no había vuelta atrás. De hecho, acababa de salir del baño con la prueba confirmada.
Estaban en la cama, ambos en ropa interior, abrazados y relajados.
—InuYasha…—le llamó ella con suavidad.
— ¿Mmm…?
— ¿Recuerdas el tercer motivo para celebrar? — preguntó nerviosa.
—Sí, Sango dijo que tú me lo dirías, ¿Qué es?
—Bueno… antes de hoy no estaba segura, pero ahora sí.
— ¿De qué hablas?
En un susurro contestó:
—Estoy embarazada.
_.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._.-*-._
N/A: Pues esta idea tenía varios días de rondarme en la cabeza, y aquí está. No sé si quieren que haga un segundo capítulo o no. ¿Qué dicen? También pueden darme sugerencias para hacer otro capítulo, para que sea a elección de ustedes :)
:)
Se despide, Tsuki-chan Scout.
