El Gran Comedor bulle de esa alegría infantil de comienzo de curso. Sin embargo, a Lucius Malfoy no podría importarle menos. A su lado está al que, a pesar de la diferencia de edad entre ambos, considera su único amigo. En su mano tiene una copa de zumo de arándanos que le encantaría que fuera otra bebida del mismo color.
Sus ojos están únicamente pendientes de los movimientos que Narcissa Black, la más joven de las tres hermanas Black, hace. Se ha enterado por Severus que este año es el primero en Hogwarts para Regulus Black, primo de la chica y hermano de Sirius Black.
Espera que por el bien del prestigio de la familia Black, ese chico acabe en la casa de las serpientes. Lucius sonríe al imaginarse como de loca se volvería Bellatrix si el heredero de los Black no acabase en otra casa que no fuera Slytherin. Probablemente se aparecería en ese mismo momento allí delante de todos y le hechizaría, Bellatrix es así de visceral. Nota como la chica de cabellos rubios se mueve inquieta en su asiento mirando hacia donde se está llevando a cabo la ceremonia de selección.
Los ojos grises se dirigen hacia la mesa de los profesores. No ha escuchado como le nombraban puesto que escuchar la calmada risa de Narcissa le parecía más importante pero supone que el chico de cabello oscuro que está sentándose en el taburete es Regulus Black.
El parecido con Sirius es increíble aunque sí que Lucius tiene que reconocer que el renegado tiene un algo que le hace parecer más atractivo que su hermano. Quizás sea también la edad, Regulus tan sólo es un niño. La mesa de las serpientes rompe en aplausos y Lucius hace lo propio, al fin se ha hecho justicia para la familia Black.
El chico camina triunfante hacia la mesa de las serpientes sin mirar ni una sola vez a su hermano. Narcissa abraza fuertemente a su primo dándole la bienvenida. Lucius le gustaría ser él el cuerpo que la chica abrazase pero sabe que tiene que mantener la compostura.
Se levanta e inclina ligeramente para saludarle ofreciéndole su mano. Si alguien le pregunta, dirá que lo hizo porque ha sido el primer Slytherin escogido aquel año. Si Narcissa le pregunta, le dirá que era para que ella dejara de obviarle como si fuera un tapiz más de los que están colgados por toda la sala.
La cena transcurre tranquilamente. Ni Severus ni él hablan pero no les hace falta. Lucius sabe que siempre que el chico le necesite, él vendrá a buscarle. Lucius es consciente de lo poco que disfruta Severus de interactuar con cualquier otra persona que no sean él o esa sangresucia con nombre de flor.
Nombre de flor, como el de ella. Una flor tan orgullosa y bella como ella. Ella, aunque aún no lo sabe, tan parecida a él. Lucius sabe que está siendo demasiado evidente pero con ella no puede evitarlo. No deja de mirarla entre bocado y bocado, deseando besar esos labios rojizos que sonríen sabedores del escrutinio que los ojos grises del heredero de los Malfoy hacen de su persona.
Y entonces ocurre, los ojos azul hielo de la chica le miran deliberadamente, fijos en los suyos propios. El mundo parece pararse para Lucius Malfoy. Como odia que la chica tenga ese poder sobre él. La gente continúa comiendo, riendo y bebiendo ajenos a ese encuentro tan personal que está consiguiendo que el corazón del rubio retumbe en sus oídos. Como odia que Narcissa sepa que con una mirada le tiene a sus pies como un maldito perro. Albus anuncia el final del banquete pero ambos siguen manteniéndose la mirada.
Ambos tan fríos, hielo consiguiendo fundir el acero. Ambos tan elegantes, porque incluso para provocarle ella solamente le roza la mano con sus dedos cuando están saliendo por la puerta del Gran Comedor.
Lucius sigue mirándola cuando están en la sala común. Sabe que Narcissa nota su mirada en ella a pesar de estar haciéndose la distraída leyendo un libro. Lucius sonríe, a él no le puede engañar. Sabe bien que ella le desea tanto como él lo hace.
Nota como ella sonríe y levanta su mirada de la lectura. Es una mirada tan intensa que consigue que un escalofrío recorra su cuerpo acabando cerca de su entrepierna. Narcissa agranda su sonrisa como si supiera lo que ha conseguido provocar al pobre de Lucius Malfoy. Mira a su alrededor y, una vez más, parece que nadie está pendiente de ellos. Se muerde deliberadamente su labio inferior sin apartar su mirada de la de él.
Narcissa nota como los ojos grises relampaguean peligrosamente. Son hielo y acero pero ambos están jugando con fuego, un fuego que si se acercan demasiado, acabará por derretirlos por dentro.
Lucius se lame los labios brevemente como si fuera un león casi apunto de devorar a la presa cazada y Narcissa siente el calor recorriendo su cuerpo. Si su hermana Bellatrix estuviera aquí, ya la hubiera reñido. O peor, hechizado. Las damas de alta cuna como lo eran ellas no deberían comportarse así jamás con ningún hombre.
Pero es que Lucius Malfoy no es ningún hombre, al menos no para Narcissa. Lucius Malfoy es el hombre que consigue que deje a un lado todos los modales con tan solo una mirada. Lucius Malfoy es el hombre que consigue que ella se escape de su dormitorio a altas de la noche tan solo para pasear bajo la luz de la luna. Lucius Malfoy es con quien se ve en un futuro formando una familia.
Lucius Malfoy es el hombre con los ojos más bonitos para Narcissa. Unos ojos que se muestran distantes al resto del mundo como si nada ni nadie más que él le importase pero que cuando se juntan en la noche, le muestran todos sus deseos, sus planes de futuro y sus miedos.
Narcissa cierra el libro, se levanta elegantemente y se dirige hacía su dormitorio. Antes de descender las escaleras, mira por última vez a Lucius. Le sonríe tiernamente y nota el ligero sonrojo que tiñe sus angulosas mejillas. Él nunca se lo ha dicho pero Narcissa ha notado que únicamente con ella se sonroja. Y eso la hace sentirse extrañamente complacida. Ve como el chico cierra sus ojos apartando su larga melena hacia atrás.
Antes de girarse para ir a su cuarto a prepararse para dormir, Narcissa sonríe sin percatarse de que Lucius ha abierto sus grisáceos ojos de nuevo. Lucius no puede evitar sonreír, si hay algo que le guste más de Narcissa que su mirada, es su sonrisa.
