Wenas, wenas, aquí Jeffy trayéndoles esta vez... ¡un fic SasuSaku! Sí, soy multishipper... Y no necesito tu aprobación(?)
Disclaimer: Naruto no me pertenece.
Prólogo
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Nagato, Yamaguchi, Japón - 1448, Era Muromachi
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El atardecer caía sobre el asentamiento costero de Kiwado y la belleza natural de una criatura nunca antes vista por los lugareños llamaba poderosamente la atención de tanto hombres como mujeres: de cabello singularmente rosado como los cerezos en primavera, ojos verdes, grandes y brillantes, como los campos fértiles en el verano, piel tan blanca y suave como la nieve que cae en el invierno y contextura física similar a los árboles en otoño. Era ella la venerada y temida Diosa de la Naturaleza que disfrutaba de pasear por el mundo.
Sakura, como se hacía llamar entre los mortales de aquel lugar, había pasado largo rato en el mar, dejándose llevar por las corrientes y mareas hasta llegar a aquella orilla.
Durante su largo viaje estuvo reflexionando profundamente sobre su condición de Dios. Había vivido por mucho tiempo, demasiado, y consideraba que ya era tiempo de que alguien tomara su lugar en el mundo, así que lo hizo Ishkur, el babilónico, hace más de tres mil años.
Así decidió entonces, mientras caminaba grácilmente ataviada con un kimono sencillo color rojo, para no desentonar, a través de las callejuelas del pueblo, que tomaría a la primera persona (hombre, mujer, anciano o niño), que viera apto para semejante tarea y poder, pues no debe corromperse o el equilibrio de la Naturaleza se romperá.
Y así fue como lo encontró: tirado dentro de una casilla de madera y paja, sin puerta ni ventanas, había un chico. No era adulto, pero tampoco un niño. Un hombre en edad de casarse para la sociedad, pero un perfecto Dios para ella.
Sakura sonrió en cuanto sus ojos se encontraron con la absoluta oscuridad de los suyos, supo al instante todo acerca de él: su nombre, su edad, su familia, su vida… Su evidente inclinación hacia el odio, pero también el amor escondido en su corazón.
De la manga de su kimono sacó una manzana fresca y se la ofreció. Oyó claramente como el chico tragaba saliva y miraba el fruto cono deseo.
—¿Gustas de un bocado? -preguntó ella mientras se acercaba. El chiquillo, pálido y menudo, hizo el amague de hablar, pero terminó negando.
Orgulloso y desconfiado, con ansias de poder. El alumno perfecto.
—Vamos, sé que quieres —ofreció—. Después de todo, ¿no es este el primer alimento que puedes comer en mucho tiempo? Dos semanas y tres días, para ser más exactos.
—¿Quién… eres? —musitó débilmente, haciendo mucha fuerza para que la otra lo escuche.
—No "quién", sino "qué" —corrigió—. Soy lo que ves, lo que escuchas. Soy la tierra que pisas y el aire que respiras. Soy este fruto; todo lo vivo. Soy yo, la Diosa de la Naturaleza.
Él no respondió en ese instante, era obvio que no le creía nada.
—No me crees, ya lo sé. No todos los días un mortal tiene la suerte de encontrarse con un Dios. Menos un moribundo —dijo—. Pero prueba esta manzana y tu hambre y sed serán saciadas y tus fuerzas recobradas. No pierdes nada, adelante.
El muchacho, aunque lo le creía nada, se moría, literalmente, de hambre. Su estómago rugía, pues no había comido nada desde hacía un buen tiempo, tal como dijo ella, la desconocida. No quería confiar en ella porque temía ser traicionado… De nuevo.
Sakura se acercó al chico y posó suavemente la manzana sobre los labios del chico y este, con todo el esfuerzo del mundo, la mordió.
En el instante mismo en que tragó el pedazo sintió, como ráfagas eléctricas que recorrían su cuerpo, cómo la energía volvía a él después de tanto tiempo. Apenas pudo, ya pasada la emoción, pegó un salto, alejándose de ella.
—¿Quién eres? —volvió a preguntar, esta vez con voz mucho más grave y sonora mientras la miraba con desconfianza—. ¿Qué quieres de mí?
—Ya te dije —ella contestó—. Soy un Dios, la Diosa de la Naturaleza para ti.
—¿Qué quieres? —repitió su pregunta.
—Vengo a ofrecerte un trato —respondió sonriente—. Si aceptas venir conmigo y sucederme como Dios, lógicamente obtendrás inmortalidad y poder.
No obtuvo una respuesta instantánea, pero luego lo escuchó decir:
—Bien… ¿Dónde firmo?
La Diosa sonrió.
—Ya lo hiciste. En el mismo momento en que mordiste la manzana abandonaste tu mortalidad y aceptaste venir conmigo, Sasuke.
Sakura supo perfectamente que si sanaba su herida, Sasuke, el huérfano hambriento que estaba ahí tirado, sería el mejor Dios de la Naturaleza que el Universo jamás vio.
Bueno, publico este prólogo para ver qué tal le cae la idea, ya que no es muy usual, he visto.
Trataré ser históricamente lo más precisa posible, ya que la trama aún lo estoy desarrollando y también intentaré meterle algunos dramitas y guiños históricos lo más que pueda, así como con lo poderes, explicaciones y dichos de Sakura como Dios, para que no desentone de la realidad.
En fin, si les gustó, ¡dejen review! :3
Atte:
Jeffy Iha
