Hola lectores. Este es el primer fic de este tipo que hago, así que espero sea de su agrado. En realidad, es el anime de Tokyio Mew Mew con el conflicto de Oku-sama wa Joshi Kousei, así que digamos que es una mezcla. A pesar de que inicia básicamente igual, las reacciones son algo diferentes y por ende, los resultados varían.

Sin más qué decir, sólo agregaré que aún no habrá escenas "fuertes", ya que eso quedará a su criterio y si me animan o no a escribirlas.

¡COMENCEMOS!

Nota: Danna-sama es la forma de respeto en que las mujeres dicen "marido".


Mi nombre es Momomiya Ichigo, una estudiante de 17 años. Curso el último grado de Instituto. No se lo he dicho a nadie, pero en realidad… estoy casada. Danna-sama es un profesor de mi Instituto: Shirogane Ryou-sensei, 23 años.

Pero, aunque estemos casados, aún no… aún no lo hemos hecho. Danna-sama debe de pensar que aún soy una niña.

-Oye, Ichigo… ¿le dijiste que te gusta? –preguntó curiosa una rubia, sacándola de sus pensamientos.

-¿Eh? –la miró confundida la aludida.

-¿Te gusta, verdad? Shirogane-sensei –murmuró su compañera, ya que estaban a la mitad de la clase.

-¿Gu-gustarme?, no es verdad –aclaró nerviosa.

-Con sólo mirarte lo sé, ¿verdad Miwa? –le preguntó a una chica de pelo corto.

-Sí –fue su respuesta.

-Miwa… ¿tú también? –preguntó sonrojada.

-Si no se lo dices, otra chica se lo llevará –la amenazó la rubia.

-¡No pasará eso! –gritó la adolescente.

-¡¿Cómo?! –la interrogaron sus amigas.

-¡Ya he dicho, que no! –gritó sonrojada.

-Ustedes tres: Yanagida Moe, Honjo Miwa, Momomiya Ichigo, guarden silencio. Están molestando a la clase –dijo seriamente el profesor.

-Pe-Perdón –pidió Miwa.

-¿Ven? Nos han regañado –dijo apenada Ichigo.

-Te complicas mucho –la regañó Moe.

La campana sonó, anunciando el inicio de receso, los maestros se reunieron en la Sala de Profesores para organizar algunos archivos y comer. En uno de esos escritorios un joven profesor rubio y de ojos azules, centró su mirada en los últimos exámenes aplicados. De pronto, la voz de una chica lo sacó de sus pensamientos.

-¡Sensei! –gritó, corriendo a su lado.

-¿Ocurre algo, Yanagida-san? –preguntó extrañado.

-Ichigo me pidió que le diera esto –explicó sonriente, extendiéndole una caja de obento.

-¿Momoyima-san le dijo eso? –preguntó seriamente, aunque algo estupefacto.

-Está contento, ¿no? –le interrogó la rubia.

-Tal vez… -aclaró, cruzándose de brazos.

-¡Me alegro! ¡Hasta luego! –gritó la alumna antes de salir.

-¿Qué haces, Ichigo? Sería terrible si alguien se entera de que estamos casados. Por eso, decidimos que no me darías obento –pensó el profesor, abriendo la caja de comida.

o0o

-¿Eh? ¿Un obento? –preguntó sorprendida.

-Así es… lo había traído para mi novio, pero hoy no vino –aclaró Moe.

-Ten cuidado con lo que haces –pidió Ichigo.

-Pero Shirogane-sensei no lo rechazó –explicó contenta.

-Pero… yo… -murmuró sonrojada la pelirroja.

-¡Escucha bien, Ichigo! ¡Lo único en lo que piensan los hombres las 24 horas del día son las chicas! –gritó, señalándola con sus palillos.

-Mo-Moe… -pidió Miwa.

-¡Es cierto! ¡Incluso mi novio es así!

-¡Sensei no es así! –gritó Ichigo.

Sus amigas la miraron sorprendidas al notar la determinación con que lo había dicho, causando que Ichigo se sonrojara sin poderlo evitar.

-¡Ah! Es… es cierto, tengo algo importante qué hacer –mencionó antes de pararse e irse corriendo.

La chica no se detuvo y continuó hasta dar la vuelta en una de las muchas esquinas de los pasillos. No le gustaba que sus amigas hablaran de esa manera, pues por más que trataba de controlar sus sentimientos no podía y terminaba casi confesando su secreto. El que alguien lo descubriera dentro y fuera del Instituto representaba un gran problema, sobretodo para Shirogane-sensei.

-No… debo de soportar… estoy segura de que Shirogane no querría esto… –murmuró en voz alta para sí- Además, nada indica que ellas sospechen algo…

Al girar en un corredor, se topó de frente con su joven profesor, quien le miró seriamente; ella se sonrojó y bajó la mirada. El profesor volteó a ambos lados sin hallar a nadie más y, con una seña de la mano, la invitó a pasar a la habitación conjunta. Ichigo lo hizo, notando que había penetrado al laboratorio. El profesor cerró la puerta con seguro.

-Creí que habíamos acordado no traer comida –dijo, enseñando la caja de obento.

-No fui yo… fue Moe quien se tomó la libertad de dártelo –aclaró sonrojada.

-Ya veo… me extrañaba que supiera tan bien –comentó, burlándose de ella.

-Hmp… pero… Danna-sama, ¡te prometo que intentaré hacerte algo delicioso para esta noche! –mencionó decidida, mirándole.

-Sólo espero que no quemes nada como la última vez –continuó irónicamente, sonriendo de medio lado.

Al ver esa perfecta sonrisa en su rostro, la pelirroja no pudo evitar volver a ponerse del color de la grana, ya que era un chico en verdad atractivo. Ryou notó el efecto que causaba en ella y, suavemente, acarició su barbilla, derritiéndola por dentro. Le dedicó una última mirada y quitó el seguro a la puerta, abriéndola.

-Nos vemos en la casa –comentó antes de salir.

Ichigo permaneció allí hasta que sonó la campana para indicar el fin del receso, ya que tenía que normalizar su ritmo cardiaco, pues no podía entrar así a su salón de clases. Cuando creyó que ya todo estaba bien, salió de allí con paso seguro hasta su aula y se sentó tranquilamente en su pupitre. Trató de concentrarse en la lección hasta que llegó la hora de salida, entonces tomó sus cosas rápidamente y salió corriendo.

La casa a la que se dirigió estaba situada en un barrio tranquilo, era… mejor dicho… una mansión, ya que el rubio tenía mucho dinero, aunque prefería trabajar que gozar de lo que ya poseía. Sin embargo, para no revelar nada, ellos no tenían servidumbre, además, a él jamás le había agradado el contratar a alguien bajo su servicio.

La pelirroja entró usando su llave y dejó sus zapatos en la entrada, colocando también allí su portafolio. Después de eso subió a cambiarse, optando por un vestido sencillo de color rosa claro y sujetando ahora su pelo en una coleta alta. Bajó a la cocina, en donde se colocó un delantal amarillo y sacó las cosas de la nevera, dispuesta a preparar la cena.

Hoy es nuestro aniversario. Danna-sama y yo cumplimos ya un mes de casados. A pesar de ello, nosotros… nunca… nunca lo hemos hecho.

Sin embargo, hoy será la noche, de eso estoy segura. Hoy le demostraré a Danna-sama cuánto le quiero con una suculenta cena y después de ello… después de probarla… nosotros… podríamos… simplemente ir a nuestra habitación… y… hacerlo.

o0o

-Ya llegué –dijo el rubio desde la entrada, unas horas después.

El joven maestro entró a la casa, notando que estaba terriblemente silenciosa y eso sólo significaba una cosa. Sin gran sorpresa se dirigió a la cocina, en donde halló restos de comida regados en el suelo, la licuadora con una pasta verde incomestible, la batidora con restos de masa, y arroz pegado al techo, aunque eso no lo podía explicar.

-¿Qué sucedió? –preguntó serio a la pelirroja, que tenía rastros de comida en el rostro.

-Danna… Danna-sama… yo… traté de cocinar… pero de nuevo lo arruiné todo –dijo apenada, sin atreverse a mirarlo.

El rubio dejó el maletín en el piso y con suavidad quitó con un dedo una mancha naranja de la mejilla izquierda de su esposa. Luego, simplemente la probó.

-No está mal –comentó-. Aunque le falta un poco de salsa de soja.

El rostro de Ichigo se iluminó y, sonriendo, le acercó lo pedido. Shirogane retiró otro poco y con los palillos sumergió la "masa" en la salsa, para satisfacción de la pelirroja. Ella tragó saliva con dificultad al recordar sus pensamientos de la tarde. Notó que él se había sentado, así que tomó asiento a su lado.

-Da… Danna-sama… –murmuró sonrojada-. Yo… yo…

La chica acercó su rostro al de su profesor, mojándose levemente los labios. Cerró los ojos y apoyó su mano en la rodilla de él. Shirogane se sorprendió por la acción realizada, justo en ese momento…

-¡ICHIGO! ¡¿QUÉ CREES QUE ESTÁS HACIENDO?! –gritó molesto un hombre, entrando de improviso.

-¡Otou-san! –se espantó la chica.

El hombre se sentó molesto enfrente de los dos. Los miró con reprobación unos minutos y les señaló con el dedo un papel pegado en el refrigerador, sacando uno igual de su camisa.

-¡Ven esto! ¡La única razón por la cual permití este matrimonio es porque ustedes dos me firmaron este documento! ¡En él claramente se prohíbe que ustedes dos tengan relaciones hasta que Ichigo termine el Instituto! –gritó sumamente molesto.

Es cierto… para poder casarme con Shirogane-sensei… otou-san puso sus condiciones...

-Shintaro, ¿de nuevo molestando a los chicos? –preguntó suavemente una joven mujer, entrando a la cocina, con una sonrisa presente.

-¡Sakura! ¡De ninguna manera permitiré que este hentai abuse de mi Ichigo! –gritó colérico.

-Vamos, vamos, no seas tan exagerado, dejémoslos descansar –repuso, tomándolo del cuello de la camisa y llevándoselo de allí.

-¡Ichigoooooooooooooo! –se le escuchó todavía decir.

El rubio, luego de presenciar esa escena, simplemente suspiró y recogió los trastes, depositándolos en el lavadero. La pelirroja se sonrojó y dijo que ella los lavaría. Sin agregar nada más, él apartó su fleco y besó dulcemente su frente, para subir a su habitación.

Cuando se quedó sola, la chica comenzó a pensar en lo diferente que era su vida a la de cualquier otra estudiante de su edad. Mientras tanto, Ryou se encontraba mirando por el balcón de su cuarto; la luna estaba en creciente, iluminando el jardín, en donde las rosas florecían más bellas que nunca. Se quitó la camisa, ya que la noche era fresca y se acostó, dispuesto a dormir.

Cuando Ichigo subió, él ya estaba en su cama, pues, aunque compartían cuarto, dormían en camas separadas. Ella tenía la de la derecha, cuya colcha tenía una colcha rosada con pequeñas fresas y él la de la izquierda, en color azul, sin dibujos. La adolescente tomó su pijama y se cambió.

Admiró los mechones rubios que caían desordenadamente en su frente, sin poderse contener se encuclilló a un lado de él y pasó sus dedos por ellos, para contemplar mejor su rostro. Sonrió al verlo tan cerca de ella y besó su mejilla antes de meterse a su cama.

A pesar de que no podamos ser un matrimonio por completo, Shirogane… te amo. Por favor, date cuenta de ello y corresponde a mis sentimientos.