Prólogo.-

Howard Stark, era un brillante inventor, experto en la ingeniería mecánica y dueño de la más grande (e importante) industria de armamentos de todo el mundo. Desde muy pequeño había logrado destacarse de entre sus compañeros por lo talentoso que era, y ¿por qué no decirlo? entre las féminas que rogaban a cuánto santo existiese porque Howard les dedicase un mínimo de su tiempo, pero Maria, su amada e idolatrada Maria, había sido la única capaz de adentrarse en su corazón de hierro y, a la temprana edad de veintiún años reunió todo el valor necesario para pedirle unir sus vidas para siempre.

Aún, después de dieciséis años recordaba con una sincera sonrisa en sus labios el momento en que le pidió matrimonio. Ayudado por sus fieles amigos Steve y Bucky, colocaron una gigantografía a la entrada de la universidad en donde asistía Maria que decía "¿te casas conmigo?" Obviamente, su chica no pudo resistirse a sus encantos y, entre sollozos había aceptado.

El primer año y medio de matrimonio pasó entre peleas y reconciliaciones. Maria, una mujer de carácter fuerte, odiaba que su esposo llegase a casa tarde y borracho luego de las fiestas organizadas en su honor y/o celebraciones de su propia empresa; Howard, cada vez que llegaba en dichas condiciones a su hogar no hacía más que encogerse de hombros y dedicarle una coqueta sonrisa, diciendo la frase cliché de cualquier hombre atrapado por su mujer "no lo volveré a hacer." … Tuvo que cumplir su palabra cuando Peggy, amiga de Maria, le llamó angustiada diciéndole que su esposa se había desmayado en plena presentación y que se encontraba en la enfermería de la universidad. Asustado, Stark canceló la reunión en la que estaba y partió directo al encuentro de su esposa.
Luego de haberla encontrado llorando y con un test de embarazo entre sus finas y pequeñas manos, el que terminó desmayado en la enfermería de la universidad fue él… La noticia más impactante que pudo haber recibido. ¡Sería padre!

Desde ese momento la vida de Howard dio un giro inesperado de ciento ochenta grados.

Las noches en vela por estar de juerga cambiaron a noches en vela por estar cumpliendo los antojos de Maria.
Los días en que atrasaba sus reuniones solo por querer hacerlo, ahora tenían un motivo en específico y eran las salidas a comprar todo lo necesario para el bebé.
Las citas con empresarios ahora se reducían a citas con el ginecólogo.

Sinceramente, Howard no quería pensar en cuánto cambió su vida tras el día D. (Howard tenía la manía de exagerarlo todo)

Pero… Cuando su amada esposa dio a luz a esa cosita tan pequeña de enormes ojos color avellana y espesas pestañas, con pelusitas en su cabeza de color castaño se dio cuenta de que volvería a pasar por todos esos cambios una y otra vez con tal de tener a ese bebé entre sus brazos.

… Aunque ahora, siendo un padre viudo con un revoltoso niño de catorce años de edad no le vendría mal volver al pasado y haber usado condón el día en que con Maria hicieron a Tony.