Hey, hey. Les traigo una nueva historia.

Este fic lo comencé inmediatamente después de terminar la trilogía de Las Crónicas de Kane del gran troleador Rick Riordan. La razón por que lo público ahora es sencilla, aunque en realidad, son dos buenas razones:

a)Porque quiero y b) porque no me deja en paz esta idea de crossover entre griegos y egipcios.

Me-muero-de-ganas por saber más acerca de los semidioses y los magos, así que les dejaré unas especulaciones que tengo acerca de ellos. También estaría encantada con sus opiniones acerca de mi trabajo en sus reviews ;)

Sin más por el momento, los dejo.

*Nota: Los personajes, tanto como el mundo en el que se desenvuelven no me pertenecen (lamentablemente). Todo eso se lo debemos a Tío Rick Riordan.

Disfruten.


Pastel de cumpleaños para un dios

Sadie

Desde que grabamos la cinta ultima, nombrada "La sombra de la serpiente", se me ha quedado la costumbre de seguir con este pasatiempo de contarle historias a mi grabadora.

Bien, presten atención que ya comienzo.

Habían pasado dos años desde que la mascota serpiente de Apofis quiso comerse el sol y dejarnos en la oscuridad, combatimos a muerte (en realidad capturamos su sombra y su nombre secreto), ganamos y todos felices…excepto por una cosa. El hecho de que el dios del "rollo de papel más grande del mundo" fuera a la misma vez mi novio Walt, seguía confundiéndome. Se preguntaran ¿Acaso Sadie no se ha acostumbrada ya?, la verdad es que no lo sé. Sigue sintiéndose raro a veces, y otras tantas no me importa. Walt y yo tenemos una relación bastante buena: Salimos de paseo, bailamos (hasta que su tío ventoso nos separaba), comemos helado, charlamos, y todas esas demás cosas que deben hacerse con un novio. La cosa es que, el cumpleaños de Walt se acerca, y confundida o no, tengo que organizarle una fiesta. En Londres, cuando vivía con los abuelos, mis compis Emma y Liz organizaron un pastel sorpresa el día de mi cumpleaños. Fue un día de los buenos, cuando todo era más "normal".

Quería que Walt tuviera uno de esos días también.

Estaba frente al espejo probando colores para las mechas de mi cabello (azul, roja, violeta y un nuevo color que salió algo así como verde agua) cuando mi hermanito Carter toco la puerta de mi espacio privado en esta casa de locos. Al abrir, me cruce de brazos y puse mi mejor cara (de la cual estoy orgullosa) de pocos amigos.

—Lo que tengas que decir, dilo rápido, tengo prisa—presioné a Carter.

Mi hermano sigue creyéndose gobernante de todos los desiertos del mundo y el gran faraón de Egipto. Solo porque se lleve bien con el poder de Horus no quiere decir que ya es la gran cosa.

Se limitó a mirarme.

–También me da gusto verte—respondió abatido. La verdad es que se veía bastante destrozado con su pantalón hecho girones, la cara mugrienta y su cabello aplastado de un lado y alborotado del otro. Que lastima, estaba comenzando a gustarme su nuevo look de chico adolescente, pero después de un enfrentamiento, Carter siempre se veía así. Su novia estaba haciendo un buen trabajo con él hasta eso. Y hablando de la chica…

— ¿Donde esta Zia?—examine por encima de su hombro a ver si observaba a la señorita Rashid por algún lado. Nada.

—Esta con Jas.—contestó un poco sombrío.

—Carter, ¡te dije que la cuidaras!—le recriminé imaginándome lo peor.

—Sadie—me calló Carter y como son tan boca floja comencé a alardear de nuevo.

—Increíble, te dejo ir a una misión solo con tu novia y uno de los dos regresa herido, ¡¿Explícame como es que no fuiste tú?!

Él no tenía no una idea de cómo tratar a una chica, ya era tiempo de que se lo explicara alguien, y quien mejor que yo. Carter se quedó quieto, lanzándome una de esas miradas que llevan mensaje: ¿Me dejas hablar? decía con los hombros hundidos.

—Y bien, ¿cuál es tu excusa?—fuera, por encima de hombro de Carter, vi un pequeño pingüino nadando en la piscina con Filipo de Macedonia, nuestro cocodrilo blanco.

—Sadie—dijo, sosteniéndose las sienes—Zia está bien, es solo que los viajes precipitados por el portal no le sientan bien, eso es todo.

Entrecerré los ojos en su dirección.

—¿Es todo lo que tenías que decirme?—me di la vuelta sin dejar de hablar—Avísame cuando tengas una VERDADERA emergencia. No tengo tiempo ahora para tener una tutoría sobre "Como ser un mejor novio para la señorita Rashid", estoy esperando a Walt…

—No va a venir.

Me detuve de golpe haciendo chillar la suela de mis botas contra el suelo. Giré y con las manos a los costados cerradas en puños, camine en zancadas largas hasta Carter.

—¿Cómo lo…

Alargó su brazo mostrando en la mano un pedazo de papiro arrugado que olía a moho desde mi distancia. Tomé el papel (Carter dice que se lo arrebate bruscamente, pero ya se sabe que no soy impulsiva) [¡Cállate, Carter!].

Luego, lo desenvolví leyendo antes de extenderlo completamente al sostenerlo solo con mis manos. Le di la espalda a Carter leyendo con apuro la letra egipcia con dificultad. Ya había leído textos antiguos muy viejos sin ningún problema, el verdadero inconveniente era el mensaje que traía el papiro.

—¡¿Qué?!—grité arrugando el papel en mis manos mientras no dudaba estar echando humo por los oídos como en las caricaturas norteamericanas. Estaba muy…muy cabreada. — ¡¿Cómo que no va a venir?!—ya avanzaba hacia Carter agitando el puñetero pergamino en el proceso.

—Sadie, yo solo quería…

Pero no supe lo que "él solo quería", ya que cerré la puerta de golpe. Me abalancé cobre la cama apretando el control de mando para reproducir la música a todo volumen, antes de hundir mi cabeza ahogando un grito en la almohada.

Me pase un tiempo tirando el estúpido pastel que Jas y Zia me habían ayudado a hacer. No es que no se los agradeciera, eso solo que…más bien todo era culpa de Anubis. Si el tonto Dios de hermosos ojos chocolate me hubiera avisado con anticipación que era requerido en un juicio "importantísimo", según Carter, todo lo que había preparado no se hubiera ido por la borda (o mejor dicho, por la ventana de la cocina). Regresé a zancadas largas, jugando con mi báculo en las manos. La puerta de mi habitación estaba abierta de par en par, tal y como la había dejado cuando salí hecha una furia. Ni "Santa Isis rencorosa" hubiera podido competir conmigo. Por alguna extraña razón, ninguno de los chicos de la casa andaba por allí armando alboroto. Al cerrar la puerta tras de mí, gruñí de frustración viendo con recelo el poster de Anubis, sobre el cual se derramaba un rayo de sol, como señalando cuan perfectamente sexy podría ser un deidad de la muerte. Quise arrancarlo, quise romperlo en cachitos y lanzárselos a Filipo para que se lo comiera. ¿Y qué fue lo que hice?, tomé el vestido borgoña, con mis botas militares, un chamarra de snowboard, mechas rojas y el paquete dorado de la cómoda. Estaba acostumbrada a que me dieran regalos (no al revés) y que la atención estuviera dirigida solo para mí (todo el tiempo), pero realmente no quería desperdiciar esta sorpresa también, me había costado una salida en la limusina-no-tan-limpia de mi coleguita Bes en su día de "A papa enano le toca cuidar a los niños hipopótamos morados de menos de cincuenta centímetros de largo". Determinada, extendí el brazo con la caja en mano, y empuje hasta la profundidades de la Duat, guardando por el momento, el regalo en un lugar seguro. Luego…fui por pavos, vaya que iba necesitar muchos pavos congelados…

Arroje el primer pavo.

—FREEEAAAAK—degustó Freak.

—Buen chico—le animé lanzándole otra ave—Buen monstruo, lindo Freak que va a llevarme hasta el monumento a Washington…

—FREEEEAAAAK—asintió el transporte.

—Hey, abra más para ti si me llevas a donde te pido—ya le había atado la barcaza a las patas, misma que utilizábamos como transporte. ¿Qué porque no me subía en la espalda del monstruo?, bueno, no es que no fuera valiente y no me gustara la adrenalina, resulta que también era inteligente, y prefería no toparme de frente con aquellas alas afiladas de mi coleguita mascota.

De un salto, me subí a bordo del Freak Express y sin titubeos, la cosa alada comenzó a batir sus puntiagudas plumas con tal fuerza que Filipo de Macedonia obtuvo una ola de las grandes en su piscina. Arrancó, y todo lo que obtuve como visión periférica a los costados fueron borrones multicolores. Estaba anocheciendo, por tanto la gama que más predominaba era los cálidos cafés y naranjas. El Nomo de Brooklyn (Y desde luego el Nomo Primero) no tenía permitido que sus estudiantes abrieran portales hacia las profundidades de la Duat. Existía un detalle, yo no era una alumna, y por si fuera poco, estaba consciente de los riesgos de usar la magia en cantidad desmesurada podía desgastarme hasta, literalmente, consumirme en llamas. Tampoco era más una niña, tenía trece y estaba próxima a cumplir los catorce. Tenía muchas cartas que jugar a mi favor, había derrotado a una puñetera serpiente enorme, había sido la deificada de Isis; unos cuantos magos no me iban a impedir que viera a mi novio el día de su cumpleaños. Freak arribó en la cima del monumento a solo segundos de haber salido. Me baje tomando el último pavo que quedaba en la barcaza.

—Buen muchacho—le apremié ofreciéndole el ave congelada. Freak se lo tragó entero antes de darse la vuelta y alejarse volando de nuevo al Nomo.

—Bueno portal—susurré tomando el báculo de la Duat—Ahora solo somos tu y yo.

Dibujé mi segundo jeroglífico favorito:

—W´peh

El jeroglífico "Abre" resplandeció con luz. Y el portal se abrió.

—Genial, genial—canturreé pensando al tiempo el lugar donde quería ir. Un vórtice de arena y débiles chispas de colores estaba girando frente a mí, así que me sumergí en él.

El hoyo me escupió en el río.

–Puñeteramente perfecto—dije entre dientes mientras me levantaba sobre mis pies escurriendo como un fideo en sopa. Levanté la cabeza y justamente estaba donde me quería encontrar: mi casa. Y no estaba hablando de Londres, si no, de la casa de Los Ángeles donde habíamos vivido antes de la muerte de mamá, misma que se convirtió en el centro ceremonial de Osiris cuando mi padre fue su deificado. Anubis debería estar aquí, trabajando de la mano con papá.

Concentrándome, miré más a allá de la simple y bonita casa blanca. En la Duat, la Sala de Juicio resplandecía con dorado en el piso, en las paredes y el techo.

Descripción finalizada.

Avance por el solitario santuario viendo sobre la balanza la pluma de la verdad, trayendo recuerdos consigo, hasta que una voz llamó mi atención.

—No están aquí, cielo.

Una mujer hermosa, de cabello caramelo y ojos azules se plantó frente a mi lado con su figura transparente. Ruby Kane me sonreía saludándome. Ammit "la devoradora de almas y corazones" correteaba inquieto a su lado.

—Hola, mamá—obligue a salir las palabras. Otra cosa que pasaba en mi vida: encontrarme con mi madre y no poder abrazarla. Haciendo una mueca señalé el trono— ¿Donde esta Osi…papá en todo su azul esplendor?

La comisura de su boca se elevó un poco más.

–Han localizado a Setne

Mi boca cayó abierta.

— ¿El tío Vinnie? ¿El mismo que engaño a Carter?—me oía sorprendida.

—El mismo—dijo mamá, emocionada.

Eso era genial. Ese coleguita tramposo iba a obtener su merecido, y con gusto podría ayudar, tenía cuentas pendientes que cobrar con el tipo ese. Con un nuevo aire de impetuosidad, pregunté a mamá.

— ¿A dónde han ido?

—El río Estigio—los ojos de mamá se iluminaron con calidez—El vestido es muy bonito, Sadie. Has madurado tanto.

Me sonroje levemente, pensando que mi madre era demasiado lista para haber deducido ya para quien me había arreglado.

—Gracias mamá—Ammit seguía dando vueltas sin reparar en mi— ¿Está bien?—dije señalando con la barbilla a la mascota hibrida.

Ruby giró la cabeza fantasmal hablando en susurros que apenas pude oírla.

—Ha estado así desde hace un tiempo—me miró de nuevo, sonriendo—Tal vez devorar tantos corazones le ha afectado.

Sonreí. Tal vez no todo fuera tan malo: el tío Vinnie iba a ser sentenciado, mamá hacia bromas y Walt…oh, Walt.

—Ah, ¿mamá?—comencé incomoda—sabes, tengo que irme, no me malinterpretes, me encanta venir aquí abajo y charlar, solo que en este momento tengo un plan pendiente, y odio dejar las cosas inconclusas, no sabes cuánto detesto…

—Sadie—Ruby puso su mano pálida sobre mi hombro—no tienes que darme explicaciones, ve.

Mire de la mano de mamá, hasta su rostro iluminado con un aura blanca y no pude evitar pensar en cuan parecidas éramos, hasta en la forma en que queríamos a los nuestros.

—Te quiero mamá.

—Estoy orgullosa de ti, cielo.

[Pausa.

Sé que se preguntan cómo es que no me inmute en lo más mínimo cuando mamá menciono el río Estigio. Bueeeenooo…No hace mucho me topé con una chica de ojos color tormenta en medio de una batalla con Serapis en el metro de Manhatan. Básicamente, el tipo venía de parte de Setne. Y no tenías que ser un genio para darte cuenta que el tipo tramaba algo grande mezclando dos culturas. Así que, ya no era una sorpresa escuchar sobre los griegos.

Bien, una vez aclarado eso, puedo seguir.]

Tomé el báculo sin dejar de mirar a mamá con el corazón estrechándose en mi pecho, y también miré a Ammit con el ceño fruncido, la mascota seguía dando vueltas sin sentido.

—Ábrete—murmuré en egipcio.

De la nada, un círculo con chispas doradas y arena girando en espiral, se abrió.

Que gracioso, pensé, las chispas siempre habían sido azules. O es que quizá…

Deje de pensar, solo quería un poco paz hasta llegar donde Walt.

Abrir portales y viajar a donde yo quisiera, era la parte fácil.

¿La parte difícil?

Veamos; tenía dos opciones muy buenas: el tirón que se sentía en el estómago o, no saber dónde puñeteros vas a caer.

—Fabuloso—dije sin realmente honrar a la palabra. Al salir del charco de lodo, mis botas hicieron un sonido de succión acompañado de un hilo pegajoso de mugre…no, no era lodo lo que había pisado, era otra cosa más asquerosa. Hice una mueca limpiándome en la arena los restos del moco de King Kong, cuando una flecha paso zumbando a mi costado.

— ¿Qué diablos…?

—Identifícate.

Mire confundida la silueta que se aproximaba con arco en mano y su carcaj en la espalda. La loca de Nejbet me observaba con ojos inyectados de sangre y un atisbo de reconocimiento.

—Ah, eres tu—entrecerró los parpados en mi dirección.

La diosa me guardaba resentimiento aún, aunque me había dicho una vez algo así como: Sabía que lo de las gominolas era puro cuento, solo que pensé que te merecías una oportunidad de vivir.

Si claro, como no.

— ¿Qué haces aquí?—dije a Nejbet. La diosa encogió de hombros alzando su arco y flecha.

—Si hay conflicto, ahí estaré.

— ¿Conflicto?—enarqué una ceja— ¿te refieres a que están combatiendo con Setne?

La diosa me miró como pensando: Dah, ¿no es obvio?

Se oyó un ruido sordo, como el de una bomba al explotar.

No me lo pensé, corrí impulsivamente hacia dónde provenía el sonido [No me interesa lo que pienses sobre mis impulsos, Carter, nadie te invitó a entrar a mi habitación de todos modos. Adiós] ¿Dónde iba?, ah sí, cuando el pavo de la muerte entro en acción…ups, me adelante un pelín.

Vale, como sea, seguí corriendo con la diosa a mi costado aventando flechas y carcajeando con malicia. Realmente no estaba apuntándole a algo en concreto. El río se hallaba a nuestro costado izquierdo con rocas enormes rodeándole, el ambiente tenía un sutil aroma a sal y a bandeja de pescados congelados. Los pies se me clavaban en la arena dificultando mi avance. Estiré mi mano empujando las cortinas acuosas en la Duat y saque el báculo, otra vez.

—¡Criatura tramposa a la vista!—gritó Nejbet y tenía razón. El tío Vinnie se veía tan fuera de lugar lanzando unas (aun no lo puedo creer) rocas explosivas. Iba vestido con su traje de gánster, corriendo en mi dirección mirando sobre su hombro a un chico que lo perseguía. Tardé unos segundos en darme cuenta que era Walt el que esquivaba las rocas explosivas. Nejbet seguía lanzándole flechas a Setne, las cuales se desviaban antes de tocar al tío ese. Me di cuenta al instante que Setne estaba usando algo parecido a un campo de fuerza invisible, un truco sucio.

Las flechas de Nejbet le rebotaban, Walt no lograba alcanzarlo y yo le tenía mucho rencor.

—¡Hey, amiguete!—grité a Setne y me miró con el báculo apuntando en su dirección— ¡Tas!

Los jeroglíficos brillaron sobre su cabeza…pero no ocurrió nada.

Las cintas rosas aparecieron cayendo como hojas secas de los árboles alrededor del tío Vinnie. Algo andaba mal. Setne me miró con furia y una sonrisa torcida.

Eh ¿Isis?, llamé, una manita no me vendría mal en este momento.

No hubo respuesta.

Y Setne cargó contra mí.

Me lanzó una de sus piedras y en ese momento pensé en mí como un próximo puré de Sadie esparcido por todo el Estigio, cosa que nunca pasó gracias a mi fabuloso novio. Desvió la piedrecilla con la mano enviándola a explotar a las profundidades del Río. Nunca había visto la cara enojada de Walt, a Anubis si lo había visto enfadado una vez, ¿y saben qué?, Walt no tenía nada que envidiarle a Anubis en miradas asesinas. Setne retrocedió apenas un paso con las manos alzadas en rendición.

—Eh, chaval—trató con una sonrisa—No era mi intención apuntarle a tu novia, ¿sabes?, la mano está fallándome.

Nejbet bufó.

—Estas cavando tu propia tumba, Setne.

Setne seguía con las manos en rendición mirando a Walt hasta que habló.

—No vuelvas a atacar a Sadie Kane.

En ese momento varias cosas pasaron. La tierra retumbó bajo nuestros pies mientras Setne soltó una carcajada que hacia vibrar más la tierra, al tiempo que un vórtice se abría sobre su cabeza y Carter acompañado de Felix caían sobre el Tío Vinnie.

— ¡Me ha salido a la primera!—chilló Carter con triunfo antes de aplastar con su peso a Setne, y luego Felix cayó de espaldas a ellos.

—Te dije que probáramos con un pingüino antes—se quejó Felix levantándose con dificultades.

—¿Que hacen ustedes aquí?—inquirí saber. Entonces el tío Vinnie tenía planes de robarme la atención de todos.

—Ilusos—anunció Setne—No han hecho más que ponérmelo más fácil—miró a Nejbet—Tu primero, querida.

Sin darme cuenta, sacó una gema lapislázuli de su bolsillo y la lanzó hacia la diosa. Esa roca también explotó creando una espesa nube azul de humo que nos hizo toser a todos. Cuando la bruma se disipó, lo que vieron mis ojos, o más bien, lo que no vieron, me alarmó. La diosa había desaparecido. En cambio, un coleguita de rostro con estrías rojas y patas de pollo había aparecido.

—¿Rostro de Horror?—dijo Carter en total confusión.

El amigo que reconocí sin duda como un demonio, miró a Carter con una mueca toxica que supongo trataba de ser una sonrisa no amistosa para mi hermano. El pollo con Rostro de Horror se lanzó contra Carter, derribándolo sobre la arena y quitándolo así de encima de Setne. El "amiguete" aprovechó para cargar en contra de Walt, pero mi novio fue más rápido, y le esquivó dejando caer a Setne de cara contra la arena. Alzó la cabeza con la boca llena de granitos de esa tierra, el tío Vinnie. Le ayude a escupirla tirándole una patada a la cara.

—¡Cool!—me apremió Felix dejando de lanzar pingüinos al Pollo Horror. Giré y le sonreí de lado antes de ser derribada por una fuerza ajena.

[Antes que nada, yo no tenía intención de hacer explotar al amiguete, solo quería quitármelo de encima. (Vale, tal vez si quería hacerle un poquitín de daño)]

—¡Ha-di!—la palabras me salieron espontaneas.

Una bola de energía dorada explotó entre nosotros. El tío Vinnie salió disparado hasta el otro lado de la playa dejándome a mí con un fuerte dolor de cabeza. Idiota de mi parte, había gastado hasta ahora mucha energía.

—¿Estas bien?—Walt derrapó hasta donde me encontraba, tomándome por la cintura y la cabeza con ambas manos, ayudando a levantarme.

— ¿Quieres la verdad o la mentira?—dije mirando a Walt y a la misma vez los ojos chocolate de Anubis. Walt sonrío apenas, antes de cubrirme con todo su cuerpo. El abrazo era algo muy íntimo que me hizo sonrojarme con anticipación. Mi cabeza quedaba en el arco de su cuello encajando perfectamente y sus manos rodeaban toda mi cintura hasta darle vuelta. Luego descubrí el motivo del abrazo; una roca explotó a espaldas de Walt.

—Niños, niños, niños—lamentó Setne, acercándose con sigilo mientras Walt y yo colapsábamos sobre el suelo—Dejen de hacerse los héroes. Peores cosas están por venir, y ustedes ni siquiera pueden derrotar a un enemigo débil, no es por subestimarme, solo es aceptar la verdad.

A estas alturas, el hechizo Ha-di debería haber mandado a lo más profundo de la Duat a Setne, y el tipo se veía con un aire reluciente, como una estatua de arcilla…exactamente…como una estatua de arcilla, tal y como los shabti.

Recordé que Zia podía canalizar su poder a la perfección cuando había sido uno, nos engañó mucho tiempo, haciéndonos pensar que era real. Y luego estaba esa cosa que parecía vaselina sobre su piel, había escuchado una historia mitológica sobre el río Estigio, acerca de un tal Anguiles o algo así. No era una Wikipedia andante como mi hermanito, pero podría jurar que el shabti de Setne había sido bañado en el Estigio.

Oh, no.

Puñeteramente perfecto.

Y sí, estaba siendo sarcástica.

Sé que lo primero que debería haber ideado era una estrategia para zafarnos del embrollo aquel, pero lo primero que pensé fue: ¿Dónde diablos esta Setne, el verdadero Setne?

Walt deslizó sus manos fuera mi cintura, contrarrestando las rocas que se dirigían a nosotros. Colgando de su cinturón, traía una serie de amuletos envueltos en tela, varios cayeron al suelo incrustándose en la arena. Uno en específico brilló en verde esmeralda. Mientras Carter luchaba contra Pollo Horror con su nueva golpesh, acompañado de Felix con su ejército de pingüinos que lanzaban bolas de nieve, Walt nos protegía a ambos de las rocas explosivas, y yo… no hacía nada, pero tenía un plan.

Con el báculo en la mano, tomé la figurilla sobre la arena y pronuncie las palabras en antiguo egipcio:

—Vive—solicité gritando, poniendo a la figurilla en un estado radioactivo de color esmeralda intenso hasta que explotó.

Que bien Sadie, pensé, ahora ¿cuál era la segunda opción?, ah sí…¡no tenías ningún segundo plan!.

Y entonces pasó.

Todos se quedaron quietos mirando el cielo viendo mi obra maestra despertando. La figurilla de dragón rugió(o como sea que se diga que hace un dragón, ¿rugir, sisear, chillar?), flotando sobre nuestras cabezas, reptando hacía mí. En su espalda llevaba un sinfín de cuernos recorriendo su espina dorsal, acompañados de un par de alas parecidas a las de un murciélago que batía con fuerza haciendo que las facciones grotescas de su cara se contrajeran con cada aleteo, me recordó un poco a la figura de Quetzalcóatl que había visto hace un año en un panfleto del nomo Mexicano.

Alcé las manos en señal de rendición cuando me acercó sus fosas nasales que olían a ceniza.

— ¡Hey, yo te traje a la vida pedazo de arcilla verde sin sesos!

El dragón ladeó la cabeza, como confundido. Puse una mano sobre mi pecho sintiéndome demasiado mareada como para hacer algo más.

—Yo Sadie, tu amo—señale con la mano a Carter, Felix y Walt—Ellos buenos con Sadie—luego apunte a al Pollo Horror y al tío Vinnie con el báculo—Ellos malos con Sadie, muuuuuy malos amiguetes, debes DESTRUUUIR a los malos amiguetes.

Entonces la serpiente de 50 metros de largo cargó contra ellos.

Primero, fue por el Horror de las aves de corral. El dragón ondulaba su largo cuerpo escamoso, cerrando y abriendo sus pequeñas garras con uñas afiladas rasgando el aire en vez del al coleguita que perseguía.

Estúpidas patas cortas, pensé con el ceño fruncido, tumbada aun sobre la arena, con Walt, Felix y Carter acercándose a mí pero sin dejar de ver el espectáculo.

El hocico del dragón se abrió revelando el interior de su boca, que parecía una cueva con estalactitas y estalagmitas blancas y puntiagudas como agujas. Pollo Horror seguía corriendo para salvar su plumaje de los filosos incisivos de mi mascota Dragón. Pollo Horror desapareció de un tajo cuando el Dragón hubo cerrado su poderoso hocico alrededor de este. Una baba verde moquinesca escurría de su boca cuando giro vislumbrando al shabti de Setne saliendo empapado hasta los huesos (metafóricamente hablando, claro) del Estigio. Mi Dragón atacó y cerró su hocico alrededor de Setne…pero repentinamente lo escupió.

Digo, no lo culpo, ¡qué mal ha de saber el amiguete aquel!, solo me preguntaba ¿por qué no se lo tragó sin saborearlo?.

Setne se veía escurrido, hediondo y cabreado cuando me miró mientras el Dragón agitaba sus alas retrocediendo hacia mí gruñendo algo así como:

— ¡PIIIIIIIINK!

Y a pesar de las circunstancias y contra todo pronóstico, me reí.

¿Enserio?, ¿Pink?, ¿Mi dragón de proporciones colosales decía "Pink", como el color usado para niñas que se creían princesas de Disney?

Oí reír a Felix también, ya no me sentí tan rara.

—Sadie—Walt me ayudó a levantarme al tiempo que el Dragón seguía chillando—Carter me ha dicho que Setne es un shabti, y que ha sido…

—…bañado en el Estigio, por eso no podemos matarlo. Como le pasó a Aquiles—complete observando a Setne avanzar hacia nosotros con paso decidido.

— ¿Lo sabías?—indagó Carter llegando con su pelo enmarañado y lleno de arena. Encogí de hombros.

—En realidad lo deduje—señalé el río a lado de nosotros—pero también deduje que el efecto del Estigio como protección no dura en el shabti—vale, eso lo acababa de pensar. Nunca está de más impresionar—Cuando lancé el Dragón contra él, el shabti volvió a bañarse en el Estigio, supongo que para reforzar el… ¡Agáchense!

Una roca explotó cerca de donde estábamos Walt y yo. Me empujó recibiendo parte del ataque pero afortunadamente no sufrió ningún daño. Felix se acercó a él al mismo tiempo que yo, ayudándole ambos a arrastrarse fuera del alcance de las rocas explosivas. Tomé su rostro entre mis manos viendo sus ojos cerrados.

—Walt…

—Estoy bien—dijo con media sonrisa. Suspiré de alivio golpeándolo en el hombro al tiempo que el abría los parpados.

—No me asustes—me miró haciéndome sonrojar a pesar de todo. Me hizo pensar que me sonrojaba con más facilidad estos días. Ha ese paso, parecería un tomate andando. Me enoje ante el pensamiento y en una arrebató lo agarré de las solapas de la chaqueta y estampé mis labios con los suyos, abriéndolos al toque.

Felix a mi lado, hizo gesto de querer devolver el desayuno cuando no vio besarnos rápidamente.

— ¡Ahí viene Setne!—avisó Carter empuñando su golpesh en dirección al amiguete y sin previo aviso, el avatar verde en forma de ave de corral apareció. [Puedo decirle como quiera a tu avatar hermanito, yo estoy contando la historia. Por cierto, ¡¿No te había dicho "fuera que aquí" desde hace eones?!(Estos hermanitos, creyendo que tiene derecho a meterse en lo privado de sus hermanitas indefensas)]Vale, como decía, el pollo con cara de Carter, apareció.

—Setne—demandó Carter en toda postura de faraón en su trono—Revela tu ubicación y reduciremos la gravedad del castigo.

El tío Vinnie río aplastándose la cabeza con una mano.

—Eh, amiguete Horus—su mueca parecía más de dolor que de diversión—Te has incluido en la fiesta, estupendo.

El tipito sacó de su bolsa gemas de colores esmeralda, lapislázuli y escarlata jugueteándolas en la cara de mi hermano.

—Setne, esta es tu última advertencia—Carter puso pose de: me estoy preparando para el combate—Revela tu ubicación o afronta las consecuencias ante Osiris.

Setne solo se rio, haciendo que Carter diera el primer golpe en la cara de amiguete. La palabra perfecta para describir su rostro después de eso: Ugh. Lancé un puño al aire sonriendo por el golpazo maestro de Carter a la cara del shabti [Si Carter, te adule un poco en ese momento. ¡Ahora deja de estar escuchando detrás de la puerta!]

Como decía, el Setne de arcilla se tambaleó hacia atrás, tropezando con sus propios pies y cayó al río.

— ¡Setne: cero, Carter: cincuenta puntos!—celebró Felix a mi lado. Miré a Walt que estaba sonriéndome.

—Te he traído algo—solté de repente.

—¿A sí?—fingió sorpresa. Ya estiraba la mano cuando de la orilla del río comenzaron a salir burbujas acompañadas de una espuma voluminosa. No daba crédito a los que mis ojos veían.

—¿Pero qué…?

El shabti de Setne salió disparado del agua.

Cayó sobre sus pies como un gato experto solo en dos patas.

Me miró, y supe que no iba salir bien librada de esto.

Oh bueno, este tipito es como el muñeco Chucky, mentalice enfadada, por más veces que lo matemos vuelve a regresar.

Setne no espero nada, atacó a la primera persona que vio: Felix. El shabti arremetió con todo el peso de su cuerpo y mi estudiante salió disparado por los aires dando patas y manotazos al aire sin poder hacer nada y cayó dentro del Estigio sin más.

— ¡NO!—chillé adelantándome con el Dragón detrás de mí, serpenteando en el aire con sus fosas nasales aleteando en dirección a Setne.

–Sadie—Walt me tomó de un brazo, sujetándome con fuerza—No puedes atacar.

— ¡Suéltame! ¡Félix se está ahogando!

Walt no me hizo caso, desde luego.

—No, mira—me obligó a mirar el rio con su mano sobre mi rostro. Carter lanzaba estocadas al shabti de Setne sin mucho éxito, era rápido y pequeño a comparación del avatar verderesco y grande…pero eso no fue lo que captó mi atención; sino el rio a los pies de ambos que se abría entre ambos como si estuviera prohibido el agua tocar al avatar de Horus, aunque por supuesto seguía tocando los pies del shabti, arremolinándose alrededor de él como una campo de fuerza apenas perceptible.

— ¿Por qué no lo toca?—murmuré confusa.

—No es su tierra, la magia del rio no sabe qué hacer con él—dijo Walt como si fuera obvio.

Deje de resistirme.

—Entonces Felix…

Y como si fuera llamado, el chiquillo salió expulsado del agua y se estrelló contra el suelo. Corrimos hasta él mientras Carter seguía blandiendo su golpesh contra el amiguete. La piel descubierta de Felix estaba roja como la granada, temblaba espasmódicamente tratando sostener todo su peso sobre sus brazos sin lograr levantarse. Me arrodillé junto a él, sintiéndome más cansada de lo que mi alumno se veía.

—Felix…

Walt detuvo la mano que alargaba al chico. Lo miré enfurecida.

—No lo toques—me advirtió sin despegar la vista de un Felix que respiraba con dificultad.

—No es hora de ponerse celoso, ahora déjame…

—Espera Sadie, por favor—imploró mirándome ahora. Le devolví la mirada soltándome de su agarre.

—El rio—murmuró Felix alzando su rostro, sus parpados revoloteaban pero mirándolo bien, me di cuenta que se encontraba perfectamente seco, ni una gota de agua corría por él—es su poder…yo puedo…puedo…detenerlo.

Contuve el impulso de soltarle una bofetada a Walt que asentía y miré a Felix con la mandíbula apretada.

—No—dije—tú vas a quedarte aquí a salvo, amigo, ya has hecho suficiente.

El chico me miró entre sus pestañas mientras se incorporaba. Oía todavía el arma de Carter cortando tajos de aire y me incorporé yo también.

—Felix—advertí con mi voz mandona—quédate.

—No—me contradijo con voz rasposa—tu ve…a ayudar a Carter, tengo…un plan.

Felix intercambió una mirada significativa con Walt.

—Entiendo—respondió mi novio como si acabaran de planificar una estrategia mental con Felix—Vamos—advirtió antes de tomarme del brazo (otra vez) y dirigirme al Dragón.

—No me mangones, Walt—me retorcí hasta zafarme y me crucé de brazos lanzándole una de mis mejores miradas asesinas—Explícame que traman ustedes o esto termina aquí.

Walt dio un paso hacia atrás como si algo lo hubiera sacudido.

—Sadie—dijo con una mueca que nunca había visto, como si algo le doliera—No tenemos tiempo para discutir, tu hermano necesita ayuda, después…podrás tomar tu decisión. [Tengo que aclarar que si me sentí pésimo al hacer sentir mal a Walt, pero tampoco estaba dispuesta a que me ocultara sus planes, aun no superaba lo que paso la última vez que hizo algo parecido]

Asentí con los dientes apretados y mirando a mi Dragón.

— ¿Piiink?—bufó el Dragón.

—Si amigo,—acaricie las escamas del Dragón viendo las intenciones de Walt de montarlo—serás transporte esta vez.

—Piiiink—silbó afirmativamente la mole alargada.

Walt ya estaba arriba sobre su lomo y me tendía la mano. La tomé sin decir nada. El contacto estaba cargado de frialdad cuando no debería haber sido así, lo deje pasar y grité a mi Dragón una orden para luego sentirlo ponerse en marcha con un su reptar ondulado, surcando arriba y abajo el cielo como un dragón de papel en los festivales chinos. Vislumbré a mi querido hermano combatiendo y teniendo problemas severos aun. Su avatar comenzó a parpadear a la par que disminuía de tamaño, el color verde estaba poniéndose más esmeralda y la cara de Carter estaba aperlada por el sudor, por el contrario, a Setne se le veía divertido lanzando sus cristales explosivos mágicos cada que tenía la oportunidad. El tio Vinnie sacó de último minuto una tablilla de oro, la arrojó a Carter y el avatar todopoderoso se desvaneció en consecuencia. Mi hermano se desplomó inerte sobre la arena, que ya había adoptado un color oscuro, fue entonces cuando me di cuenta que el sonido del rio circulando se oía amortiguado. El Dragón siguió avanzando y me sujete con fuerza al divisar todo el rio completamente cubierto de hielo, y quiero decir literalmente, ya que debajo del hielo seguía corriendo el agua.

Felix, descubrí al instante, sonriendo. Si el rio estaba congelado, el amiguete no podía regenerarse.

— ¡Pink!—grité de puro jubiló a mi Dragón—Comete al malo amiguete, el amiguete es malo con Sadie, ¡DEVORA al amiguete!

El Dragón dio una sacudida mientras se relamía el morro con su puntiaguda lengua verde.

—PIIIIIIINK—gruñó de anticipación el monstruo y sin esperar más tiempo cargó contra el tío Vinnie. Setne trataba de correr en cuanto nos vio venir, pero sus pies congelados hasta los tobillos le impedían huir. Que lastima. El shabti agitaba sus manos, por lo visto se le habían acabado las piedras explosivas. Un rugido creció desde lo profundo de la garganta del Dragón (los sentí como un terremoto sentada en su lomo) y abrió su gran hocico con sus dientes afilados sorprendiéndome cuando el olor a azufre se intensifico y el calor en las escamas verduscas se volvía intenso. El dragón lanzó fuego por la boca, desintegrando poco a poco el shabti, pero en lugar de fundirse como arcilla del tipo plastilina sobre un hervidero, el shabti se fundió como el oro al rojo vivo.

Baje de un salto del Dragón con Walt siguiéndome mientras el monstruo se encogía a su tamaño "figurilla de acción". Camine sin creérmelo hasta tener frente un charco brilloso de algún metal líquido.

—Bronce—declaró la voz de mi hermano arrastrando un pie y sosteniéndose el hombro cuando venía hasta Walt y yo.

— ¿Cómo estas tan seguro?—dije girándome en su dirección.

—Se veía distinto a otros shabti—explicó Carter mientras sacaba un frasco con un líquido rosa de la Duat—Más sólido—luego añadió después de tomar un trago—Y por el color que era su piel.

Miré de nuevo el charquito de bronce líquido.

—No sabemos dónde está el verdadero—recordé sintiendo la frustración crecer en mí. Me sobresalté un poco al oír la voz de Walt.

—Lo sabremos a su tiempo—lo encaré mirando su cara un poco sombría. Sabía que él estaba ocultándome algo pero lo guarde para después, tenía que enmendar un poco mi testarudez.

—Volvamos a Brooklyn.

Encontramos a Felix dormido a orillas del rio, entre Carter y Walt lo ayudaron a arrastrarse lejos del agua. Todos no veíamos hechos polvo así que decidimos descansar antes de intentar abrir de nuevo un portal. Si al principio del día me hubieran dicho que viajaría a un lugar mitológico que no conocía mi civilización egipcia, lo hubiera creído. Digo, los Kane siempre no metemos en embrollos masivos, combatimos con demonios y monstruos descomunales todos los días, pero esta vez se sentía diferente, como si algo grande se nos quisiera venir encima y por alguna razón, recordé algo que había dicho mi madre sobre otros dioses.

Dioses…otros dioses…Serapis…profecía, sonaba como un día normal en mi vida.

Deje de lado el pensamiento cuando me planté frente a Walt, quien estaba sentado en la arena mirando muy entretenido el rio que poco a poco iba descongelándose.

—Walt…

—Hazlo rápido, no quiero que te sientas comprometida a no herirme—habló mirando el suelo. Parpadeé confundida.

— ¿De qué hablas?

Alzó la vista con una sonrisa irónica en su cara.

—Vienes a terminar conmigo ¿no?, por ocultarte lo de Setne y luego lo de Felix.

— ¡¿Que?! ¡No!, nunca querría eso—espeté poniendo roja hasta la orejas de enojo cuando me observó con sus cálidos ojos chocolate y una sonrisa ladeada—Quiero decir, ¡no te puedes deshacer de mi tan fácilmente!, no he soportado tanto para que de la noche a la mañana quieras tirarlo todo a la basura—trate de ponerme seria y calma aun que me flanqueaban las piernas con su mirada que no vacilaba y solo reparaba en mí—Sigues estando indisponible porque yo lo quiero y así debe de ser, además—su sonrisa se ensanchaba cada vez más—aún me debes el baile de este viernes.

¿Alguna vez he dicho que cuando me pongo nerviosa empiezo a parlotear?, bueno, por si no se habían dado cuenta ese fue el caso. Walt no dejaba de mirarme con esa sonrisa un poco arrogante, un poco divertida en su rostro mientras se ponía de pie. Nos miramos un rato antes de que asintiera en afirmación a todo lo que le acaba de decir.

—Es tu cumpleaños—comencé después de aclararme la garganta—Así que…te traje algo.

Alzó una ceja con diversión

—Pensé que tal vez ya lo habías arrojado al rio.

Fingí poner los ojos exageradamente un poco en blanco mientras empujaba la fría gelatina invisible hasta alcanzar la pequeña cajita dorada en la Duat. Se la tendí dejando que cayera un poco de cabello sobre mi cara para cubrir mi rubor. Tomó mi mano y la rozó suavemente sustituyéndola por el peso de la caja. La abrió y al instante me miró si me hubiera crecido otra cabeza.

—No puedo, es algo tuyo, muy personal—empujó la caja a mis manos haciendo solo que yo le envolviera los dedos alrededor del regalo.

—Quiero que lo tengas—declaré alzando la barbilla—me protegió como no tienes idea, pero es muy duro verlo sin pensar en cuanto sacrificaron mis padres—añadí tragando con dificultad—además no es el de verdad, es una replica.

Él iba a contradecirme pero no lo deje. Poniéndome más enojada que nunca, dije: —No voy a aceptar un no por respuesta.

Lo desafié con la mirada y al instante se dejó ganar, rompiendo el hielo con una sonrisa genuina.

—Que testaruda eres—murmuró mientras se abrochaba el collar detrás del cuello.

El nudo de Isis brillo con una nueva luz sobre el pecho de Walt.

— ¿Lo ves?, siempre gano—me mofé jugueteando con una mechón de mi cabello.

—Ya lo creo—dijo sonriendo y por lo bajo le oí pronunciar: lengua afilada.

Puse las manos en mi cintura con el calor subiéndome a la cara.

— ¿Disculpa?

Fingió inocencia.

—Yo no he dicho nada—hizo un mohín pateando la arena. Levanté las manos con exasperación y solté un gruñido.

— ¡Eres insufrible!

Me adelanté unos pasos para golpearlo en el pecho pero el cambio mis planes tomándome por la cintura y sonriendo contra mi boca cuando me besó. [Que podía hacer, ¡me tenía agarrada con fuerza descomunal!, y él es muy buen besador]

Paso un rato antes de que pudiéramos abrir otro portal y las chispas saltaron violetas de nuevo. Me reserve mis comentarios sarcásticos sobre Carter luchando en su forma de pavo ya que en la peleíta con el amiguete shabti me había dejado agotada. Debí dormirme en cuanto llegamos porque vagamente recuerdo una vocecilla de mujer (seguramente Zia) chillando a Carter algo así como: ¿Por qué encontré a un pingüino dormido sobre tu cama con tu ropa puesta?. Felix estuvo un tiempo en la enfermería con Jas, insistiéndole a nuestra enfermera a tiempo completo que se pusiera uno de esos trajes blancos con mini falda y ya se sentiría mejor. Vaya, no quiero ni imaginarme cuando el chico tenga unos años más de edad, ¡será un imparable Don Juan!.

En cuanto a Walt y a mí, digamos que compartimos ahora un lazo que es más inquebrantable y… [¡Carter! ¡Le lanzare un hechizo ha-di a tu real trasero de faraón si vuelves a entrar a mi cuarto sin tocar!...¿En verdad?. Hmmm….Uju…, ¿un mini torero que habla sobre el fin del mundo?. Vale, eso tengo que verlo con mis propios ojos. Tal vez sea un coleguita perdido de Plastilino. Si, si, ya voy hermanito. Ahora cierra el pico y ve con Zia. Uf, no hay privacidad en esta casa] Vale, como decía. Todo está en su lugar, por el momento. Setne aun anda rondando con su fealdad malvada por el mundo, la profecía de mamá está tomando otro rumbo en mi cabeza…créanme, no quieren saber, y por ultimo tendremos que lidiar con un inesperado mensaje de un shabti que baila y dice: ¡Olé!. Según Carter viene de una chica que necesita nuestra ayuda, así que ahí vamos los súper magos del Nomo de Brooklyn al rescate.