Serena caminaba con tranquilidad, recibiendo todo el calor de los rayos solares matutinos. Se dirigía hacia Parfum Palace por la ruta 6 acompañada de su Fennekin, el que se entretenía viendo a su alrededor a la par que le seguía los pasos a su dueña. Poco sabía de esa área en particular, sólo conocía la existencia del palacio por un par de panfletos que había recibido en el centro pokémon de Camphire Town y fue lo suficientemente interesante como para que tuviera que verlo por sí misma. El camino arreglado y recto la guiaba sin complicaciones mientras se podían divisar más turistas que tomaban fotografías enloquecidos.

La infraestructura fue lo primero en asombrarla y, con un brillo especial en los ojos, se acercó a la entrada para ver su interior.

—U… Un momento señorita, no puede ingresar al palacio así como así —dijo el guardia que custodiaba la entrada, anteponiendo sus manos en señal de "alto" para que la chica no diera un paso más— Debe pagar una cuota de ingreso.

—¿Una cuota? Eso no estaba señalado en la guía turística —Fennekin bufó, reclamando igual que ella.

—Lamentablemente el castillo requiere mantención. Y si puede ver por… aquí, se ve que da a entender tal punto.

Casi como si estuviese acostumbrado, el hombre sacó raudamente un folleto de su bolsillo. Era el mismo entregado por toda la ciudad. Con su dedo señaló un rincón de la última página, donde en letra diminuta se veía estipulado que para ingresar se debían pagar 1.000P.

—¡Están dementes! No tengo tal cantidad de dinero… Eh, digo… No le cobraría a una jovencita como yo ¿No es verdad? —a pesar de sus esfuerzos, aquel caballero no cedía en lo más mínimo e insistió una y otra vez en cobrar el dinero— ¡Vale, vale, no quería ver su cochino palacio de todas formas!

Enojada y con los brazos cruzados dio media vuelta y comenzó a caminar sin pensar muy bien en qué dirección iba. Ya le daba igual con tal de alejarse de esa sanguijuela. Tan caliente tenía la cabeza que no se dio cuenta del desvío que había tomado, llegando al césped alto que rodeaba el camino principal. Había reaccionado demasiado tarde y encontrar la salida de ese laberinto natural le sería una tarea difícil… Sin contar de los pokémon que podrían estar asechándola en ese momento.

—F… Fennekin, ¿¡Qué hacemos!? —en su rostro se reflejaba pánico el cual divertidamente se veía también en la cara de su acompañante. Una mascota se parece a su dueño, ciertamente—. Enfoquémonos en seguir caminando… Tú me protegerás. Tú nos protegerás a ambas— la levantó como si estuviese ensayando el comienzo del Rey León, totalmente presa de su desesperación por el claustrofóbico lugar. Quizás no le hubiera afectado tanto de no ser porque sentía una presencia extraña observándola detenidamente. Escuchando el pasto temblar a su alrededor dio un paso al frente para enfrentar su destino.