Traición
Su amiga acababa de colgar el teléfono, decía que necesitaba hablar con ella. Sabía porque sería, siempre era por lo mismo. Una discusión, querría dejarlo, diría cuanto le odiaba y que estaba cansada de sus desprecios y desplantes, ella conseguiría disuadirla de abandonarle, le expondría argumentos firmes, los mismos que utilizaba hacía meses, no había por que temer, sería como cada semana.
Estaba inquieta, giraba en su silla de ruedas de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, mientras con la mano izquierda jugaba con su collar de perlas y sus dedos de la mano derecha tamborileaban sobre el brazo de la silla. El ruido que producían sus uñas al chocar con la madera y su respiración ligeramente acelerada por los nervios, la inquietaba todavía más. Un pequeño cosquilleo invadía sus extremidades y se extendía por su estomago, hasta alcanzar todo su cuerpo por completo. No entendía su propia actitud, no era la primera vez que ellos discutían y su amiga acudía a ella como confidente y apoyo moral. Entonces pensó en él. ¿Haría lo mismo? ¿Soportaría Wilson las mismas historias que ella había escuchado tantas veces repetidas salir de los labios de su compañera? Si era así, le compadecía y sino lo hacía, compadecía a House por todas las palabras que estaba callando, tal vez necesitaba hablar con alguien que no fuera Stacy sobre su relación, eso le ayudaría.
Stacy: No creo que pueda soportarlo mucho más tiempo.- dijo nada más entrar en el despacho, desvaneciendo así los pensamientos de Cuddy.
Cuddy: No digas eso. Sabes cuanto le amas…
Stacy: Sí le quiero, como nunca quise a nadie, he sufrido todos sus desplantes, su forma de ignorarme, sus desprecios, su enfado tras la operación, el rencor que me tiene… y todo por que le amo. – dijo agachando la cabeza. Pero el amor no es suficiente, ya no. – dijo sacando una cajetilla de tabaco Light- ¿Puedo?
Cuddy: Esto es un hospital, sabes que no, y no deberías- dijo regañando a su amiga.
Stacy: Por favor Lisa, sólo uno. – dijo llevándose un cigarrillo a los labios.
La decana accedió ante el estado de nervios de su amiga. ¿Quieres contármelo?- preguntó
Stacy: Debes estar harta de escuchar siempre lo mismo. No es necesario que te lo describa. Estábamos tranquilamente y ha dejado caer uno de sus maravillosos comentarios sobre una puñalada mía…- se detuvo para dar una calada al cigarro, sacudía muy nerviosa la mano.- y hemos terminado gritándonos, él reprochándome la operación, y su dolor. Dice que jamás me perdonará que haya jodido su vida. – dijo respirando hondo tratando que las lagrimas que la ahogaban no salieran fuera, tratando de mantener la voz en un tono neutro, pero los nervios la traicionaban. Que ahora tan sólo es un lisiado y que continúo con él únicamente por lástima… y que para eso lo mejor es que me vaya. – dijo deslizando el tono de su voz, hasta terminar casi con un susurro. No puedo evitar recordar con cada frase pronunciada la voz de House en su cabeza repitiéndola y las lagrimas que trataba de reprimir asomaban imperiosas en sus ojos, no quería llorar y menos ante la mirada compasiva de Lisa, que tanto la ayudaba.- Y creo que tiene razón. Lo mejor será que me vaya, ahora ya sólo nos hacemos daño. – dijo firme levantando la mirada.
Cuddy: Stacy lleváis cinco años juntos, le amas como nunca te vi amar a nadie…- tragó saliva.- y él a ti. Pero House es House, y no va a dejar de recordártelo, le salvaste la vida, lo sabes, y él también. Necesita tiempo. – sentenció la decana.
Stacy: El problema es que no sé cuanto tiempo más podré aguantar esta situación, si será el suficiente para él, o antes me rendiré.- Dijo agachando la cabeza.- Esta noche iré a dormir a un hotel. Necesito pensar, sin la presión que él ejerce sobre mí.
Cuddy: Antes de decidir nada, medítalo mucho, es una decisión muy importante.
Stacy: Lo sé… y por eso quiero pedirte un favor. Esta noche no voy estar. Ves a hablar con él, necesito saber que es lo que piensa y a mí no me lo dirá.
Lo que en un principio era sorpresa en la cara de Lisa, se torno miedo. ¿Cómo podía pedirle Stacy eso? A su mente llegaron recuerdos recientes de su último encuentro con House. Wilson y ella fueron a cenar a su casa cuando Stacy estaba de viaje, tuvo que viajar para ver a su familia y les pidió que no le dejaran solo, tras la operación ella siempre intentaba que siempre tuviera gente a su alrededor para distraer el dolor. Recordó algo que no quería y trato de alejarlo de su mente observando el abatimiento de la mujer que estaba sentada delante de ella, y que la miraba esperanzada.
Stacy: Por favor, Lisa.
Cuddy: Está bien, iré esta noche a hablar con él, pero ya sabes como es.
Stacy: Gracias, te deberé un favor toda la vida. – dijo sonriendo ligeramente, y abandonó el despacho.
En cuanto ella salió del despacho Cuddy se dio cuenta de que se había metido en la boca del lobo, tendría que ver a House, lo no cual no le parecía muy oportuno tras su última visita, y para colmo en su casa, el mismo escenario. Esta vez las imágenes de su mente ganaron la batalla transportándola dos semanas atrás.
Ella y Wilson habían llevado pizza para cenar y cuando terminaron recogieron, aunque House estaba mucho mejor y ya había dejado la silla de ruedas, aún le notaban cuanto le costaba moverse y querían ayudarle en todo lo posible mientras Stacy no estuviera. Se sentaron a ver una película y a los quince minutos sonó el móvil de Wilson.
Wilson: Es mi mujer que dice que ha reventado una cañería del cuarto de baño. Me voy, mañana vengo a verte House. ¿Lisa te llevo?- dijo acercándose a ella y apoyando su brazo en el hombro de esta.
Ella miró unos instantes a House y le vio más serio de lo que nunca hubiera podido imaginar a ese hombre, así que aunque la culpa hacía que deseara pasar el menor tiempo posible con él, decidió que no podía dejarlo solo.
Cuddy: Márchate, yo me quedaré a terminar de ver la película con House.
Wilson: ¿Cómo volverás luego? Te he traído yo con el coche.
Cuddy: No te preocupes, vivo a cuatro manzanas de aquí puedo dar un paseo. Vete.- dijo empujándole mientras le sonreía.
House ni siquiera se había metido con Wilson, sabía que estaba mal y no sabía que hacer para animarle, así que intento romper el silencio sepulcral que invadía la casa.
Cuddy: ¿Te gusta la película? La ha elegido Wilson, ya sabes que es un romántico. – dijo tratando de hacer que riera.
House: Sí él siempre con sus cosas, pensé que la habrías elegido tú. – dijo sin apartar la mirada del televisor.
Cuddy: ¿Me crees con tan mal gusto? – dijo poniendo cara de asco.
House: Lo cierto es que…. Sí. – dijo mirándole y haciendo algo parecido a una sonrisa burlona.
Cuddy: Pues se acabó la película. – alcanzó en el mando que estaba sobre la mesita y apago la televisión.
House: ¿Te vas a marchar?- dijo girándose en el sofá para mirarla.
Cuddy: ¿Quieres que me vaya? – dijo un poco decepcionada, no quería enfadarlo sólo jugar un poco para que se distrajese y no pensará. De nuevo silencio, él no respondía, y lo interpretó como un no. ¿Qué es esto? – dijo levantándose al ver un álbum que reconoció de inmediato de Michigan.
Durante un par de horas revisaron las fotos que tenía House de toda su época universitaria, la mayoría eran de él con sus amigos o de él borracho, o de chicas, muchas chicas, que según él le iba contando habían pasado por su habitación.
Cuddy: Eres más fantasma, esa chica iba a mi clase, y todos los tíos iban detrás de ella, no iba a irse contigo.
House: Era tu compañera de habitación. – ella asintió con la cabeza. – Si quieres te describo como era su habitación, además si no recuerdo mal os prestabais la ropa y ella tenia una camiseta de escote que era tuya, y que seguramente te devolvió con unas sospechosas manchas y mordiscos alrededor del escote.- dijo volteando los ojos.
Cuddy le miraba asombrado, como sabía eso… pues si esa era cierta, quizás las demás también, sabía como era House, pero no pensó que la lista fuera tan larga. Y de repente la última foto del álbum, en ese apartado, ella.
House: ¿Esta también es mentira?- dijo entre risas mientras Cuddy se sonrojaba.
Cuddy: Pues sí, seguro que la chica ni se acuerda, la drogarías o algo… - dijo sonriendo.
Sin notarlo mientras veían las fotos se habían acercado mucho y sus brazos se rozaban, ninguno se había dado cuenta hasta ese momento. La mano de House cerró el álbum y se quedo en la pierna de Cuddy, justo donde terminaba su falda, un poco por encima de la rodilla. Ella se empezó a poner nerviosa, y cuando le miró vio una sonrisa pícara que a pesar de todo le llenaba de satisfacción, estaba sonriendo. Él no podía moverse, todavía no estaba acostumbrado a que su pierna fallara y al tratar de girarse hacia ella, un gesto de dolor hizo mella en su rostro. En seguida ella se preocupó y acarició sus mejillas, ahora sin afeitar desde hacía un par de días, y le miró fijamente a los ojos.
Su dedo pulgar se deslizaba suavemente por los labios agrietados de House, no podía pensar, tan sólo actuaba, y un fuerte deseo en su interior le gritaba que lo hiciera, su conciencia era tan sólo una vocecilla débil a la que trataba de ignorar. Una mano fría subiendo por su espalda, y otra acariciando su cuello, eran el pistoletazo de salida para que comenzara la acción. Labios con labios, que dibujan besos, que se pierden y se encuentran y mientras tanto los dueños de éstos, dibujan los mismos besos con las manos, hablan con los ojos pidiendo que no acabe el dulce y a la vez amargo placer que han creado. Una lengua cálida se adentraba en su boca, mientras la suya peleaba por no perder el control, con los ojos cerrados y viendo con sus manos, sintiendo un escalofrío por su piel al sentir de nuevo las manos ya conocidas en su cintura adentrándose en su blusa. Él no pensaba, sólo sentía, hacía meses que no se sentía tan desbordado de pasión y deseo, sus manos trataban de abarcar toda la piel del cuerpo de su frágil compañera de juego al mismo tiempo que su piel anhelaba por las suaves caricias de sus cuidadas manos, ¿el freno? Lo había dejado escapar hacía tiempo, cuando ella cubría su cuerpo con el suyo y sus bocas no dejaban ni por dos segundos de sobrevivir gracias al agua que le regalaba la del otro.
De pronto sonó el teléfono, aunque a ellos parecía importarles poco. Los dedos de ella estaban ocupados desabrochando los primeros botones de su camisa. Tras varios timbrazos, saltó el contestador.
House, soy Stacy. Sé que estás ahí, no puedes salir solo. Creí que todavía estaría ahí Wilson y Cuddy, pero he llamado a Wilson al móvil y me dijo que se había ido hace rato…
Miradas de preocupación sustituían a las cómplices de unos minutos antes.
House: ¿Me tienes que estar controlando?
Stacy: Estaba preocupada. ¿Por qué respiras entrecortado?
House: Por que estaba tirándome a una puta.
Al mismo tiempo que Stacy colgó el teléfono, Cuddy se levantó y dio un portazo saliendo de la casa, con el pelo revuelto, medía blusa casi fuera y las mejillas sonrojadas.
