[Lion] Parece que fue ayer cuando fuimos a comprar nuestra primera varita, y parece que fue ayer cuando nos conocimos. Es cierto que para ninguna de nosotras la magia era algo nuevo: a mi me crió mi tía abuela (ahora ya mayor, aunque no por ello tan cansada como cabría esperar de alguien de su edad), una prestigiosa bruja, pionera en el arte de la adivinación y que dedicó su vida a viajar por el mundo enseñando sus conocimientos; el padre de Bell no era brujo, pero su prematura muerte cuando era ella apenas niña las dejó solas a ella y a su madre, una fantástica bruja que la crió conforme a las tradiciones del mundo mágico. Pero lo que desde luego fue algo nuevo y absolutamente mágico para las dos fue el momento en el que nuestras varitas nos escogieron. Era principios de Septiembre, había ido al Callejón Diagón con mi tía. Ella opina que la primera experiencia de un mago o bruja con su varita es algo que se debería experimentar solo, así que me dejó en la puerta de una pequeña tiendecita y se fue a terminar las compras de mi material escolar. Recuerdo que estaba bastante nerviosa así que me quede ahí de pie delante de la puerta mirando las letras del letrero que rezaba Ollivanders en grandes caracteres dorados si bien algo desgastados por el paso del tiempo. "No tiene sentido tener miedo" me dije a mi misma, "la magia siempre ha corrido por mis venas, o al menos eso es lo que siempre ha dicho mi tía abuela". Respiré hondo y empujé una puerta de madera tallada que hizo sonar una campanitas. La tienda era más grande de lo que uno habría esperado viendo el escaparate incrustado entre otras dos tiendecitas del callejón, pero eso no era algo por lo que sorprenderse en el mundo mágico. Había incontables cajas apiladas unas encima de otras de manera caótica pero ordenada al mismo tiempo y no había rastro de ningún dependiente detrás del mostrador. Justo cuando estaba a punto de hacer algún ruido para anunciar mi presencia vi a una chica ahí de pie. Exactamente como yo. Desde ese momento siempre hemos estado juntas. ━ ¡Eeeeeeeh! ¿Has escuchado una sola palabra de lo que he dicho? ━ ¿Mm? ━ ¡Vamos Lion, llevamos horas aquí! ━ Vale, vale. Escucha, ¿por qué no vas tu a la tienda de escobas y compro yo el resto de libros que necesitamos? Nos veremos en el andén. ━ ¡Genial! Necesitamos aun los libros de Transfiguración y Astronomía, y tu tienes que comprar tu libro de Adivinación. Yo me hago cargo de los de Pociones e Historia. ━ Vale pero no llegues tarde.━ Bell siempre llega tarde. ━ ¡Prometido! Quiero mucho a Bell pero no puedo comprender su amor por las escobas y por el Quidditch. Volar es tan desagradable. Ese sentimiento de inseguridad que te invade cuando tus pies pierden el contacto con el suelo, y cuando pierdes el control de tu escoba súbitamente y te caes y tienes que pasar días en la enfermería (el brebaje especial de la señora Pomfrey no sabe a zumo de calabaza precisamente), y las naúseas… No puedo ni pensar en escobas sin ponerme verde…¡Y este año ella va a intentar entrar en el equipo! En cualquier caso, será mejor terminar el resto de las compras cuanto antes, el tren no va a esperar a nadie y mucho menos a Bell. Llegará tarde. Se que llegará tarde.

[Bell] Deambulo durante un rato, distraída, por el callejón Diagon, chocando con los sombreros puntiagudos de los magos y brujas. Puede que para muchos los sombreros puntiagudos estén algo pasados de moda, pero yo los encuentro sofisticados y clásicos. De hecho, en este momento llevo puesto uno viejo de mi madre, de terciopelo granate, adornado con una cinta de seda negra. Al fin encuentro la tienda que estaba buscando, Escobas McFly. Hay un par de niños bloqueando la puerta, echando un vistazo dentro. Desde fuera se ven las paredes rojo intenso de donde cuelgan sin que nada las soporte, algunas escobas voladoras de exposición. Me paro frente al escaparate e, imitando a uno de los niños, pongo ambas manos sobre el cristal, como si así pudiera tocar el objeto de mi deseo. Tengo ante mi una Moontrimmer, una escoba clásica de líneas elegantes. Un poco antigua, pero se hizo para volar por encima de las demás sin perder el control. Una escoba ambiciosa y segura. También hay una Flecha plateada, algo más rápida y fina. Un bólido de las escobas. Me encuentro admirando estos tesoros sola porque Lion odia volar y todo lo que tenga que ver con ello, incluido el Quidditch, algo que no puedo entender. Para mi, no hay nada mejor que esa sensación de adrenalina cuando de una patada estás de repente en el aire y sabes que todo depende de ti, que tú tienes el control absoluto. Volar es como escuchar buen Rock and Roll, cuanto más alto mejor. Me pregunto como será volar en el equipo de Quidditch de Ravenclaw. Sólo he jugado para practicar durante las clases de vuelo, y en las vacaciones de verano con mis primos de Glasgow. Vale, puede que no sea la más rápida, pero tengo buenos reflejos y nunca pierdo la snitch de vista. Al fin y al cabo, ¿no es ese el cometido de un buen Buscador? Perdida en estos pensamientos no me he dado cuenta de que estoy a punto de que se me caiga la baba por todo el cristal, y de que de hecho, hay alguien a mi lado. Dos chicos algo mayores que yo miran las escobas junto a mi. El primero tiene un gesto más bien indiferente y mira con desgana a su amigo, con las manos en los bolsillos. No tiene pinta de jugador, el pelo le cae por los hombros sobre un largo abrigo de cuero negro. En su boca un cigarrillo se consume lentamente. El otro, sin embargo, aunque también algo desaliñado, parece un chico normal. De hecho, hasta creo que me suena de algo. Aporrea el cristal mientras murmura: ━ Mira esto, ponen esa vieja Moontrimmer aquí, y la nueva nimbus 1000 la tienen cogiendo polvo en la pared. Es entonces cuando decido meterme dentro de la tienda, no quiero oír tonterías sobre mi escoba favorita. Pero justo en la puerta me digo a mi misma en voz alta, indignada, "Es un clásico!", y está claro que me ha oído, porque a continuación resopla, claramente molesto por mi intervención. Después de un rato de dar vueltas por la tienda, tocando todos los palos y molestando al vendedor con preguntas sobre la madera de estos, tan solo me compro un pequeño libro llamado "Grandes mujeres en la historia del Quidditch", para inspirarme. Apenas me cuesta 3 sickles, y me voy ligeramente satisfecha. Pero al salir, me encuentro con un enorme perro negro, acostado en la entrada, que se levanta en cuanto me ve. Yo hago un inútil amago de protegerme con mi nuevo libro, porque aunque parece tranquilo y amistoso, su tamaño y su cara lobuna me asustan un poco al principio. Entonces, al ver que es inofensivo, alargo una mano para acariciarle la cabeza y el me lame los dedos, haciéndome cosquillas. Me hubiera encantado quedarme acariciando a mi nuevo amigo, pero me acuerdo de repente de que he quedado con Lion entre los andenes 9 y 10 en una hora, y aún no he comprado nada útil. Aún recuerdo su rechoncha y asustada cara hace 4 años, cuando su tía dijo que teníamos que cruzar el muro para llegar al andén 9 y ¾. "Había oído hablar de esto" me dijo " pero creía que era una broma de mal gusto". "No te preocupes, dame la mano" le respondí, a pesar de que yo tampoco estaba muy segura "cruzaremos juntas, o las dos nos romperemos la nariz." ━ Adiós, lobito - le digo irónica pero cariñosamente ━ no crezcas más.