Blacksand (Pitch Black x Sanderson Mansnoozie) Monster/Human AU
"EL AÑO DE LA LUNA ROJA"
(Flasback)
Frente un cuadro iluminado por una larga serie de reflectores, dos señoras altas, una mas adornada que la otra, discutían acaloradamente sobre el sentido que el artista había intentado plasmar en la obra que, unas horas más tarde, seria subastada.
Una gran cantidad de personas en traje de gala murmuraban y cuchicheaban señalando de uno en otro cuadro que no era más, que el último día de la más reciente exhibición del artista que estaba en boca de todos.
- Definitivamente, esta evocando los más dulces años de la juventud –se aclaro la garganta para continuar- fíjate como utiliza los colores cálidos y los fríos, no se ve punto claro de unión entre ellos, y el animal encima de todo, parece apenas haber madurado –explicaba altiva agitándole una mano en las narices a su interlocutora-
- "Criatura", madame, las Sirenas no son animales! –enfatizo imitando el brusco movimiento de la otra- Querida, no me vengas con un razonamiento tan literal, te expresas como si The Sandman pintara las cosas más obvias que se le atravesaran enfrente, además, no has notado para nada la simbología de esa extraordinaria melena suelta, fíjate que- … -
Detrás de ellas un caballero alto, de barba oscura y ojos juguetones se había asomado para escucharlas sin ninguna intención de disimular su burlón interés.
No era ni más ni menos que el dueño de la galería que acogía tan maravilloso trabajo, y este caballero nunca se aburría de escuchar las extrañas y a veces tontas conclusiones que esos refinados de nariz respingada tenían sobre las obras de su amigo.
- Se equivocan, señoras, les aseguro que el artista no trato de plasmar ningún misterio entre el lienzo y el oleo para ustedes. A él le gustan las sirenas, nada más, ¿no es cierto, pequeño amigo? –dijo riendo y dando palmadas para animar a su talentoso acompañante-
Las mujeres vieron, al más bajito de los hombres sin evitar llevarse las manos a los labios y reír nerviosamente al reconocerlo, comenzando a decir un montón de halagos atropellados y rebuscados.
- No seas tímido, Sandman, no es justo observes a tus admiradores sin siquiera presentarte – Le dijo Nicolás, un ruso habido en los negocios, con buen ojo para el arte y los tesoros.
- … … … - El joven se limito a apresurar la palma de su mano, para recibir en amistoso saludo a las damas que tenía un rato escuchando, para luego dirigirle una disimulada mirada de enojo a Nicolás-
A Sanderson no le gustaba ir a las exhibiciones de sus obras, le ponían los nervios de punta toda esa cantidad de atención sobre él, prefería de hecho, descansar en su estudio, trabajar arduamente, y hacer llegar las obras cada vez que la fecha indicaba los eventos.
Sobre todo, porque entre las multitudes, se desarrollaba un fenómeno que si bien no lo atormentaba, le perturbaba.
Sanderson veía al mismo hombre, de improvisto, observarlo fijamente, no importa la parte del mundo en el que estuviera, era la misma figura, alta y delgada, observándolo. Había aprendido con el tiempo, que evitando las multitudes, este extraño individuo no aparecía.
Esa tarde se encontraba, violando todas las reglas y previsiones que se auto imponía, estaba allí, ahora por culpa de Nicolás siendo el objeto de todas las miradas, pues le debía a su amigo mucho, y no pudo decirle que no cuando el alto y galán empresario le había pedido que hiciera acto de presencia para la exhibición que consideraba, era el broche de oro como ultima en realizarse ese año en su más grande galería de arte.
Sobre todo porque era su amigo, a quien le guardaba confidencia, y en cambio, le hacía guardar sus temores. Nicolás conocía la historia de Sanderson y viceversa, se habían conocido hace una década entera atrás.
Conocía también, ese extraño fenómeno que afectaba a su amigo, pero Nicolás como hombre práctico y materialista, pensaba que eran alucinaciones de la mente de un artista cansada, un desvarió propio y natural de los genios cuando empiezan alcanzar la cúspide del éxito.
Paso largo rato, antes que el pequeño y rubio joven pudiera librarse de todas esas personan que insistían invitarlo a este u otro evento, de las palmadas de felicitación y de los halagos y presentaciones de este u otro joven que pretendían digerirle como pupilo, y escabullirse hacia la cocina de la que no paraban de salir platillos para entretener a los visitantes, y perderse entre los cocineros de uniforme blanco y altos sombreros, en busca de un respiro.
Suspiro pesadamente.
El era conocido bajo el sobrenombre de "The Sandman", apodo que por cierto, le habían puesto sus siempre satisfechos clientes, y se había hecho popular por la constante repetición entre cuchicheos de uno que otro sequito de admiradores, sus obras eran vendidas una tras otra después de estos eventos, muchas veces en subastas debido a la tremenda demanda que pujaba detrás de cada una de ellas cuando apenas se asomaban en las galerías.
Este sobrenombre hacia a Sanderson enrojecer, su timidez era grande, y su humildad aun mas, así que para él, esa insinuación de ser considerado una especie de hacedor de sueños, más que un simple pintor, le abochornaba los sentidos.
Se llevo las manos a la cara, la luz artificial de las enormes y alargadas lámparas de la plateada e inmaculada cocina le hacían daño en los ojos, ¿qué era esa extraña sensación que sentía?, no se había atrevido a mirar atrás cuando huyo disimuladamente de la sala principal.
Sin embargo, antes de que Nicolás entrara en la cocina y lo encontrara junto a dos grandes refrigeradores, hecho una estatua, el se sentía sobrecogido por una intensa sensación que le atacaba desde hacía algún tiempo, sensación que le ataco de nuevo al confirmar sus temores, cuando vio a espaldas de Nicolás, que había abierto de par en par las enormes puertas de ventanas circulares en su búsqueda, a un hombre de ojos dorados, enfundado en un elegante traje negro, observándolo sonriente como muchas veces lo había visto hacerlo.
Una sombra que lo perseguía a la que no terminaba de acostumbrarse.
Sandy, como lo apodaba cariñosamente el pequeño círculo de íntimos amigos que tenia, era la joven sensación desde hace algunos años en el mundo del arte, una promesa para la escuela de artes plásticas donde se formo, y un talento que no hizo sino ascender en renombre a causa de la extraordinaria calidad y belleza de sus obras.
Era un hombre de baja estatura, con las mejillas suaves y llenas, lo que solo acentuaba el carácter sincero y profundo de sus expresiones faciales, y aunque estuviera cerca de cumplir los 30 años, lo cierto era que regularmente se le confundía con un jovencito por lo infantil de su aspecto. Con el cabello intensamente rubio y siempre despeinado en graciosas formas, solía tener los dedos y las uñas manchados de oleo mal lavado.
Pero, ¿qué hacía a este gracioso personaje, un artista llamativo, entre muchos otros, además de lo obvio? Si, sus pinturas tenían calidad, intensidad en colores, variedad de técnicas, si, también eran hermosas por el uso de las perspectivas y dimensiones; lo especial que hacia sobresalir a Sandy, era que solo pintaba escenas mitológicas, de fantasía, románticas y super naturales criaturas de otras épocas u otros mundos incluso, bestias de grandes alas o enormes aletas, y a pesar de esta temática, no eran infantiles.
Aquellas cosas hermosas, antiguas y semi olvidadas que Sanderson regularmente pintaba, eran resultado de sus numerosos viajes, viajes que hacía cada año invariablemente a algún lugar que el considerara llenara su corazón del suficiente aliento para una nueva visión.
Había visitado el país de los Mayas, no sin antes conocer cada monumento de los próceres de un continente entero. Había visto ocultarse el sol en países fríos, y salido por el contrario en otros calurosos y húmedos. Había tocado con la planta de sus pies la tierra suelta y fresca de más plantaciones de flores de las que podría contar, y había observado el ir y venir de la marea desde numerosos puertos y playas.
Además de los viajes, cabe decir, Sanderson es un hábil lector. Pero estas cosas no convierten a Sanderson en un erudito o sabio, más bien, estas cosas solo nutrían el alma tranquila y dócil que poseía, tenía un corazón que sabia aceptarlo todo sin juzgar, y por eso, siempre ávido de más conocimientos sin el ego de quien pretende saberlo y conocerlo todo, este hombrecito representaba al autentico y errante soñador.
Su creatividad no siempre era un estallido esporádico, el dejaba reposar las ideas con calma, con la paciencia suficiente para que cada una tomara en su mente el equilibrio perfecto entre la naturaleza que le correspondía, y el respectivo toque del estilo de Sanderson, ese filtro que vertía sobre toda idea purista un grueso toque fantasioso, idealista y ligero. Sus musas celosas de su tiempo, lo levantaban a tempranas horas de la madrugada para bocetear con emoción en una libreta de hojitas pardo que siempre guarda bajo su cama, el resultado de esos sueños maravillosos que lo visitaban cada noche, tan imperecederos, que el transcurrir de los años solo añejaba sus visiones, destilando lo mejor de sí.
Sandy daba la impresión, cuando se sentaba frente a sus lienzos, de ser un pequeño y adorable monje budista (solo que este monje, tenía esa cabellera despeinada y dorada), que oraba a una fuerza superior en busca de una revelación más grande que cualquier cosa que tú, o yo, pudiéramos algún día alcanzar. Sin embargo el no estaba orando, ni meditando.
Sanderson estaba escuchando.
Sanderson creía que el mundo tenía una voz, y que esa voz vivía a través de el viento, de la luz filtrada por las ramas y hojas de los arboles, en la melodía de la lluvia, el concierto de los bichitos en la tierra, en el resplandor de la luna cuando menguaba, y en las noches más oscuras.
Pero la voz del mundo tenía algo diferente de lo que siempre creyó conocer, alguien extraño la distorsionaba con su potente presencia, alguien o algo.
(Presente)
Hace un par de años, el joven hombrecito decidió plantar algo que pudiese llamar hogar, un sitio donde fijar por algún tiempo, un atelier que le evitara la premura de ubicar un sitio para trabajar cada vez que las fechas de exposición lo amenazaban, un lugar al que dirigirse cada noche para dormir… disfrutar de la familiaridad de un mismo techo cada noche.
Así, tomo residencia el verano pasado, haciéndose propietario de una bonita casa de tres plantas, ni muy angosta ni muy ancha, ni muy larga ni muy corta, con un bonito balcón en su negundo piso y aun más bonitos ventanales en cada uno de ellos. Había escogido esta casa por la continuidad que tenia con otras, a Sandy le gustan las personas y le agrada aun más la compañía, a diferencia de otros artistas, el no se aísla como un ermitaño receloso de su arte. Esta casa está situada en una isla, de la vienen y van extranjeros de toda clase, es una isla que se podría decir, se presta para el turismo, lo que la mantiene en constante y frenético movimiento, llena de colores y aromas irrepetibles.
Por sobre todo, sin desvirtuar lo amigable de su gente, lo estupendo y caído de su clima, y la extraordinaria cocina en cada uno de los restaurants o puestecitos, ahora Sandy disponía de un puerto que laboraba 24/7, ¡podía dispensar sus obras sin mayores problemas!, casi no necesitaba ya intermediarios, lo que hacía que el negocio fluyera de maravilla al ser él casi el único responsable de la entrega certificada de sus cuadros.
Dentro de un par de semanas, Sandy cumpliría el año de tener esa nueva vida, fecha que planeaba celebrar, hasta esta noche.
Había pasado un mes desde el incidente en la galería de Nicolás, que le hizo apresurar su regreso a casa a pesar de las quejas y desconcierto de su amigo, que esperaba la visita se extendiera una temporada, pero en el fondo, entendía los motivos de Sandy:
Sucedió, que durante sus viajes (desde el primero) con frecuencia notaba una sombra irregular por el rabillo del ojo, una sombra que estuvo seguro al transcurrir el tiempo no era una ilusión óptica. Esa sombra poco a poco, se transformo en una silueta, parecida a la de una persona.
Desde ese momento, de ese primer viaje, Sanderson siempre se sintió perturbadoramente acompañado.
Erase que cuando tomaba bocetos de unos castillos desgastados al norte de un pueblito europeo, unos tres meses desde el comienzo del curioso fenómeno, alguien pareció asomarse en la torre mas carcomida, Sandy se froto los ojos, para cuando miro de nuevo, nada allí había. Se apresuro hasta el pie de la torre, para descubrir con pasmoso asombro que toda la espiral de la escalera de su interior estaba tan destruida, que hacía imposible el paso de ningún ser humano.
Siete meses después, en otra ocasión, visitando el Puente de Moisés en Holanda, captando las perspectivas, vio la misma sombra, esta vez parada sobre las aguas, lo que lo dejo boquiabierto, en esa vez, la sombra se disolvió hundiéndose en las aguas calmas. Miro a sus lados buscando señales de alteración en los demás caminantes, pero ni un atisbo de perturbación se asomaba en sus rostros. Lo que quería decir que solo él lo había visto.
Una de las más contundentes, recuerda Sanderson, fue durante un festival de artistas callejeros en España; la música atronadora le aturdía y encantaba por igual, aplaudía las puestas en escena que no cesaban de ir una tras otra junto al resto del público. Así, cuando el sexto o séptimo acto llega a su climax, lo vio, otra vez… al final de la improvisada tarima, una figura negra y alargada, que poco a poco, tomo forma de hombre en pasmosos y erráticos movimientos.
Sandy no podría olvidar ese rostro alargado de relucientes ojos dorados, cabello negro peinado hacia atrás y fina boca sonriente. Ese hombre lo miraba fijamente, y le hizo consciente de su total y material existencia.
Estaba claro que ni era producto de su imaginación, ni era una alucinación.
¿Se estaría volviendo loco?
Una soleada tarde teñida de anaranjado, el hombrecito redactaba animadamente una lista de cosas que necesitaba para su taller, pinceles de cabello de cebra, algunos delineadores, oleos perlados y una larga serie de lienzos con medidas especificas. Esta era una lista que entregaba cada fin de semana a un simpático joven de tés pálida, que hacía las veces de su ayudante, como no había forma de que el chico le entendiese si no era por medio de notas escritas, el había tomado como un agradable rito hacer estas listas ilustradas.
Jack era un buen chico, entusiasta al que jamás parecía agotársele las baterías, y fue el primer amigo que hizo Sandy en la isla.
Sanderson es mudo de nacimiento, sus cuerdas bucales jamás encontraron forma de funcionar, y para él estaba bien así, Sandy aceptaba la naturaleza de las cosas tal cual son, y aunque podía hablar fluidamente con lenguaje de señas, prefería utilizar notas, en vista de que pocas personas entienden este idioma.
Despidió al menor con una sonrisa cuando fue a recoger la dichosa lista como acostumbraba, dándole todo lo que necesitaba para el pedido que sabia tendría el domingo en la mañana en su puerta, era lo único que tenia por hacer ese día antes de poder subir a su atelier.
La casa de Sandy, compuesta por tres pisos, estaba dividida por secciones, la pieza de debajo era un recibidor, sala y cocina, la segunda planta hacia las veces de dormitorio, y la tercera, era el taller donde trabajaba.
Suspiro.
Los atardeceres en esa isla eran adorables, todo se bañaba de un intenso anaranjado o carmín mientras el sol moría, y su luz entraba por los altos ventanales, había algo que quería pintar desde hacia algunas noches, el boceto estaba listo, así que solo faltaba comenzar a pintarlo.
Limpio el polvo que se había acumulado en el más robusto de los caballetes antes de montar un enorme lienzo ya dibujado, y se arremangó las largas mangas de la camisa color cielo que vestía, al tiempo que encendía las luces para tener todo bien iluminado.
Se sentó frente al lienzo, cruzado de piernas en el suelo.
Inevitablemente, el acontecimiento de hace un mes le hizo temblar, ese rostro se asomaba en su memoria y conectaba todos los incidentes ocurridos hasta ese momento… cerro los puños con fuerza, pensando, ¿estaría perdiendo la cordura?, ¿su mente comenzaba a flaquear?, el se sentía sumamente sano, y sin embargo seguía viéndolo, cada vez mas vivido, cada vez mas material, mas solido.
¿Era un algo, o un alguien?, pensaba. Ese algo parecía entonces, seguirlo a donde quiera que fuese, ¿pero por qué motivos un `ser así` se empeñaría en seguirle el paso?, eso, si es que acaso se trataba de un "ser".
Alejo esas mórbidas ideas de su mente, no quería pensar en eso, y dirigió sus ojos de nuevo al lienzo blanco, que lo superaba en dimensiones.
Había hecho un paisaje boscoso, que no se decidía si darle las luces del día o llenarlo de azul oscuro y estrellas, cuando la puerta detrás de si estrello, con un pasmoso y seco sonido.
Sanderson por el susto se paró de un brinco, no había forma de que alguien entrara a la casa.
Antes siquiera de poder revisar las escaleras que conducían al piso inferior, causándole otro sobresalto, uno de los ventanales se cerró, imitando la violencia de la puerta, al punto que el vidrio se cuarteo. No había viento. Eso solo acrecentó el nerviosismo del joven, que haciendo gala de un enorme valor, comenzó a bajar las escaleras, verificando cerraduras y ventanas.
No había nadie en la tercera planta, obviamente, el abría notado algo entre ese desorden que bien conocía. No había nadie en su habitación, miro bajo su cama, en los armarios, en el baño y hasta sobre las repisas.
Nada.
Bajo entonces a la primera planta, desconcertándose: su cocina estaba hecha un desastre, alguien había entrado y había revuelto el comedor, los cuadros, incluso la lacena.
Esquivando el desastre, se aseguro de verificar la cerradura de cada entrada… todo estaba en orden, y las ventanas no parecían haber sido forzadas.
Decidió que limpiaría todo muy bien por la mañana, y que esto no era más que la broma pesada de algún grupito de vándalos que estaba de paso en la isla, porque todos en ella se conocían bien, y eran personas pacificas, no había lugar para los hurtos, ladrones era algo de lo que carecían, y era en parte motivo de mucho de su orgullo.
Apago todas las luces entonces, y lamento que hasta el piso hubiera sido rayado, como si hubieran arrastrado las sillas con saña… aunque nada había escuchado… así, a medida que regresaba escaleras arriba a su atelier, algo malhumorado y extrañado, fue encendiendo todas las luces a su paso, Sanderson no temía a la oscuridad, pero de haber un intruso, esto ayudaría.
Su enojo se transformo en desconcierto al alcanzar el último tramo de las escaleras del tercer piso, que había dejado completamente iluminado…
Todas las bombillas de su atelier estaban estalladas, menos la central, que chorreaba su débil luz sobre la mitad del cuadro que recién había montado: Ahora, salpicado de espesa pintura roja, de un carmín pesado pero transparente, chorreando en los bordes, muy fresca, que dejaba ver aun las líneas del dibujo original.
Sandy sintió el corazón darle un vuelco, un dolor agudo se agolpaba en su garganta, lo que le hizo llevarse una mano a los labios, como si fuese a proferir un intenso gemido.
Era una imagen espeluznante, sobrecogedora, y familiar.
Eran los bosques rojos de Chernobyl.
- Fin del Primer Capítulo -
Nota: Serán en total tres (3) capítulos, el tercero y ultimo con lemon, Monster!PitchxSandy.
Nota_2: Pitch toma varias formas y manifestaciones a lo largo de la historia, esta ligeramente inspirado en Nyarlathotep.
Nota_3: El tiempo en que se desarrollan los hechos, es el presente, entre 2010 y 2013 a partir de la primera "visión" de Sandy.
