Crush

Autores: Javiwiwi Masen y Michelle Dobwart

Película: Crush: obsesión mortal.

Género: Misterio y Angustia

Rated: M

Summary: #FFTH #HalloweenMovies. Un popular mariscal de campo, es el foco de atención de todas las chicas del instituto. Pero, cuando la inocente obsesión de una fan se convierte en algo más, descubrirá que puede convertirse en peligrosa y mortal.

Disclaimer: Los personajes mencionandos a lo largo de la siguiente historia son de la autoría de S. Meyer.

...

CAPITULO 1: El negro me identifica

Su cabellera castaña se movía al ritmo del viento, llevaba entre su cabello ramas y hojas, que habían caído desde los arboles del profundo bosque.

Sus piernas corrían lo más que podía, mientras sus piernas se llenaban de lodo y sus brazos se rasguñaban. Odiaba el maldito bosque, odiaba el maldito pueblo, solo estaba allí aún por él... Por Edward.

Subió los escalones, hasta llegar a esa vieja casa abandonada y con las manos temblándole la abrió y se adentró en ella, dejando ver todo lo que su enferma mente había creado: un altar con fotografías de Edward.

Edward jugando fútbol.

Edward, corriendo.

Edward, comiendo en la cafetería.

Edward, durmiendo.

Edward, con la puta maldita.

Odiaba a toda aquella que se acercaba a él, por el simple hecho de que ellas lo podían tocar y ella no. La cruel realidad.

Cayó de rodillas frente al altar, observando con adoración cada fotografía. Eran su más grande tesoro, era lo único que podía tener de él.

Suspiro y se puso de pie, mientras con voz entrecortada, hablaba —: Algún día, será mío.

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Dio un pequeño estornudo, mientras continuo bajando las escaleras escuchando la televisión prendida, donde seguramente estaría su padre.

Solamente eran él y su padre; completamente solos. Su madre: Esme Cullen, había muerto hace un par de años atrás a causa del cáncer, habían sido un par de años duros tanto para Edward, como para su padre. Dos hombres con una niña de apenas ocho años era difícil, lo único bueno era que Alice, era una pequeña muy madura. Ahora ella estaba de vacaciones en la casa de la tía Elizabeth, mientras él y su padre continuaban en Forks.

Bajo completamente las escaleras y su padre levanto la mirada, frunciendo el ceño y rápidamente, el cobrizo supo que su padre comenzaría con el sermón de siempre.

—Papá, por favor, no empieces. —Suplicó, caminando hacia la puerta.

Escuchó el suspiro de su padre. —Solamente quiero que estés bien. Edward, estás lastimado de tu rodilla y mientras continúes forzándola será peor. ¿Has escuchado del cáncer de...

—Papá, no me pasara nada y se lo que hago, siento que si no la muevo será peor. —Restregó su mano en su rostro—. Entiéndeme, por favor.

—Simplemente te lo digo porque te quiero, hijo. —Carlisle, se puso de pie y camino hacia la cocina y antes de desaparecer le grito—: Solamente cuídate.

—Lo haré.

Salió de su casa y puso sus audífonos en sus oídos escuchando alguna de las canciones que poseía en su móvil y comenzó a trotar.

Su mente estaba en otras cosas mientras trotaba, tratando de ignorar el dolor. Pensaba en cómo tenía que lidiar de nuevo en menos de dos horas con la insoportable de Tanya, además de los entrenamientos de fútbol después de clase y de ver de nuevo esas cartas en su casillero.

Las constantes cartas en su casillero, no le molestaban, eran lindas, pero todo tenía un límite y quien sea que las mandaba, ya lo había pasado. Además, las últimas cartas ya eran completamente diferentes a las primeras.

Comenzó a trotar justo por la calle donde vivía el difunto jefe Swan, donde ahora vivía su hija y esposa, sintiendo de nuevo el cosquilleo en la columna de que alguien lo estaba observando, más lo ignoro.

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Sus ojos castaños no se despegaron de la figura de Edward, hasta que desapareció completamente. Le era algo fascinante verlo correr todos los días, además de también verlo por los pasillos del instituto y compartir dos clases con él.

Nunca había hecho contacto visual con él, pues cuando rara vez sus ojos se conectaban, ella rápidamente bajaba la mirada. Llevaba con ese enamoramiento seis meses.

Seis meses en los que había coleccionado millones de fotos de él, además de saberse sus horarios de entrenamientos y sus rutinas de diario.

Se miró en su espejo a cuerpo completo. No era fea, lo sabía, pero era demasiado tímida como para acercarse a él. Además, si usara una clase de ropa mejor tal vez tuviera un poco de chance, pero siempre usaba ropa negra.

El negro la identificaba. Ella sentía que tenía un alma oscura, siempre estaba sola, su madre era lo único que tenía. Ambas se tenían mutuamente, solamente eran ellas.

Arreglo su cabello un poco y tomo sus cuadernos, antes de salir y comenzar a bajar las escaleras hacia donde se encontraba su madre.

—Buenos días, mamá. —La saludo en voz baja.

—Buenos días, bebe. —La voz cantarina de su madre era la única que ella escuchaba a diario, pues no hablaba con nadie—. ¿Desayunarás?

Negó con su cabeza. —Comeré algo en el instituto.

—Está bien, cuídate mucho.

Asintió y salió, caminando hacia la escuela. Su bicicleta se había quedado en el bosque pues la última vez que la uso, había tenido un accidente teniendo que dejarla allí.

Después de veinte minutos de recorrido, llego al instituto. Todas la ignoraban y ella a ellos también, era sencillo todo allí; si no te metías con nadie, nadie se metía contigo. Bella, era así; prefería pasar desapercibida por todos y todos pasan desapercibidos para ella... Excepto él: Edward.

Mientras iba por el pasillo, vio como Tanya iba detrás de Edward, que se le veía cara de fastidio, mientras la rubia iba parloteando. Sus miradas se cruzaron por un breve lapso de tiempo, antes de ella desviarla y voltear hacia su casillero. Vi por el rabillo de su ojo izquierdo que el siguió caminando con la chica tras él.

—Hola. —Susurro una voz a su lado derecho, sobresaltándola.

Lo miro; era Jacob. —Hola.

El chico llevaba tiempo tras ella, aunque ella tratara de ignorarlo o fuera grosera con él, nada parecía alejarlo. Hasta cierto punto, él era como Tanya, pero en versión masculina.

— ¿Te gustaría... Er, tomar algo conmigo a la salida? —Pregunto mirando el casillero.

La castaña hizo una mueca. —Debo ir a trabajar, lo siento.

Cerró su casillero y con paso apresurado comenzó a caminar hacia su aula. Le tocaba trigonometría y esa era una de las materias que compartía con Edward, así que no se la perdía por nada.

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— ¿Tú crees que quedara bien? Es decir, míralo por el lado... —Continuo parloteando Tanya, a su lado.

Estaba fastidiado de ella, pero si algo su madre lo había enseñado era a no ser grosero con las mujeres. Y eso, jamás se le olvidaba, aunque le costaba un infierno tener paciencia con una chica como Tanya.

—Está bien, Tanya. —Le respondió cansado, aunque no tenía idea de que estaba hablando—. Nos vemos luego, tengo clase de trigonometría.

—Está bien, nos vemos en refrigerio. —La rubia le sonrió y él hizo el intento de sonreírle de regreso, más no lo logro.

Entro al salón de clases y tomo asiento al frente, odiaba sentarse atrás, no podía prestar atención pues era donde se juntaban los que se la pasaban platicando. Vio una sombra negra y supo inmediatamente que era Swan, más bien; Isabella.

Era chica callada, tímida y que cumplía con todos los deberes, él también lo hacía y a veces él quisiera ser como ella, pero entro al fútbol y termino siendo mariscal convirtiéndose en parte de "los populares", algo que se le hacía ridículo, pues él no se llevaba muy bien con ellos.

—Buenos días, chicos. —Llegó saludando la profesora Carmen—. ¿Cómo pasaron este fin de semana?

Todos comenzaron a hablar al mismo tiempo y Edward, se desconectó por completo de la clase, comenzando a dibujar sin darse cuenta, su mano era la única que se estaba moviendo.

Vio una sombra frente a él, antes de que la profesora se pusiera a la altura de su rostro y le sonriera.

— ¿Qué estás dibujando, Edward?

Edward, le dio una breve mirada a su dibujo y rápidamente lo doblo ocultándolo de su profesora. Jamás permitiría que ella viera lo que dibujo.

—No es nada. —Contestó secamente.

Ella encarno su ceja. —Yo estoy segura que vi algo.

—Maestra, no es nada y creo que debería de empezar con su clase. —Le habló de forma monótona y volteó su mirada de la maestra.

—Está bien, Edward. —La muestra se paró bien y comenzó a caminar hacia su mesa.

Edward, suspiro con alivio.

La maestra Carmen, era muy curiosa, era por eso que no le gustaba mucho distraerse en la clase de ella. Algo que lo perturbó fue lo que había dibujado, nunca había dibujado a nadie de la escuela, era la primera vez.

Su dibujo era Isabella Swan.

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Las clases terminaron finalmente, pero Bella, no se iría a su casa, pues los días de entrenamiento se quedaba a ver a Edward.

Tomo asiento en las gradas y sacando sus cuadernos para apresurar su tarea mientras lo veía y esperaba a que su turno en la librería comenzara.

—Creí que tenías turno de trabajo. —Escucho a Jacob.

Contuvo el impulso de rodar sus ojos. —Hago mis deberes antes de entrar a trabajar.

— ¿Justo cuando están entrenando los chicos de fútbol?

Inhalo. —Sí, me es cómodo.

— ¿Sera que solamente lo haces para seguir acosando a Edward Cullen? —Se burló el moreno y eso fue lo más que pudo soportar la castaña.

— ¡Eso a ti no te importa! Deberías dejar de meterte en lo que sea que yo haga, es mi problema y para que lo sepas; no lo acoso. —Se volteo y comenzó a escribir la respuesta de varias preguntas, ignorando la presencia del moreno, el cual la observaba fijamente y con intensidad.

—No quería ofenderte o meterme en tus asuntos. —Susurró después de un minuto Jacob.

Ella suspiro con fuerza. —Simplemente déjame en paz, ¿Crees que no sé qué me sigues? —El permaneció en silencio—. Pues si lo es y no me gusta. El único que está acosando eres tú y es a mí.

Después de una hora el entrenamiento terminó y ella comenzó a guardar sus cosas, mientras de soslayo miraba hacia la cancha, observando como Edward, limpiaba el sudor de su rostro con una toalla. De nuevo, sus ojos se encontraron, pero esta vez antes de que ella desviara la mirada, él le regalo una sonrisa. Hizo el intento de regresársela pero ella estuvo segura que no le salió.

Tomo su mochila y comenzó a andar hacia su trabajo.

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— ¿A quién le sonreíste? —Pregunto Jasper, compañero de su equipo y lo más cercano a un amigo que tenía.

Edward, lo miro brevemente. —Le sonreía a Isabella Swan.

— ¡Ah! Esa chica es extraña, ya sabes, siempre de negro y callada. —Rio un poco, pero el cobrizo no lo siguió—. A esa chica le gustas. La he visto mirándote varias veces.

—Por supuesto que no. —Bufó.

El rubio levanto ambas de sus cejas. —Te estoy diciendo la verdad.

Edward, lo dudaba. Swan, era de esas que siempre estaba con la mirada en el suelo; además de que, desde que estuvo con ella, desde el preescolar hasta el instituto[AA5] , nunca había demostrado interés por nadie.

—No lo creo.

—Como quieras, pero ella te observa mucho. —Se encogió de hombros.

Después de diez minutos, él ya se encontraba caminando hacia su casa escuchando música para hacer más agradable su recorrido. Vio como por delante de él, iba Isabella, caminando hacia su trabajo. El también quisiera poder conseguir trabajo, pero no podía debido a los entrenamientos y partidos.

El domingo era el segundo partido y afortunadamente, el dolor de su rodilla ya estaba sanando de maravilla. Ya no le dolía tanto, pero aún así, él era consciente que al primer golpe se la lastimaría y le tendría que decir adiós a los siguientes partidos.

Una vez que llegó a su casa, entro sin hacer ruido, mientras el silencio lo recibió. Su padre debía estar en el hospital trabajando.

Subió hasta su habitación y sacó las cosas de su mochila, para comenzar a hacer su tarea. Cuando abrió el cuaderno de trigonometría, había un papel sobresaliendo de allí. Abrió el cuaderno sacando la hoja, dándose cuenta que era otra de las cartas.

Suspirando la abrió.

Hola, Edward:

Te vi el sábado pasar por mi casa, cariño, fue encantador volver a verte correr después de una semana sin verte hacerlo. Me di cuenta que tienes dificultades al correr, pues a pesar de que escuchabas música tratando de ignorar el dolor, las muecas en tu hermoso rostro eran evidentes.

Hoy lunes, te volví a ver, corres mucho mejor que hace dos días. Sé que a diario te preguntas el quién soy, mas sólo te diré que siempre estoy muy cerca de ti y que tienes completamente mi corazón.

Te amo y mucha suerte en tu partido el domingo.

Tu admiradora (L)

Hasta cierto punto era perturbador para Edward; leer estas cartas. Antes eran completamente diferentes, eran más tiernas y sensibles, todo lo contrario de las que recibía ahora.

Su móvil vibro, anunciando un mensaje.

«¿Podríamos salir hoy, cariño? Estoy muy aburrida y ya he terminado los deberes.»

Rápidamente supo que era de Tanya, en mensaje. Ella era de las únicas que lo llamaba "cariño"... Además de la chica de las cartas.

Entrecerró sus ojos, ¿Acaso, Tanya, era la chica de las cartas?

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Entro a la biblioteca haciendo sonar la campana que anunciaba las llegadas, y su jefa Ángela inmediatamente alzo la mirada sonriéndole.

—Buenos días, cariño. —La saludo cariñosa.

Ángela, era demasiado joven. Debía rondar los veintiocho, con cabellera castaña oscura, bonitos ojos negros y cara angelical, usaba unos grandes lentes y vestía como las señoras de antes, pero era algo linda.

—Buenos días, Ángela. —Le sonrió con timidez.

— ¿Cómo te fue en la escuela?

La joven suspiro. —Creo que... Bien.

Ángela, le dijo que ocupara el mostrador en lo que ella subía por unos nuevos libros que serían puestos en los estándares.

La tarde comenzó a pasar y casi no había gente, así que Bella, saco su laptop y se puso a actualizar su blog. Era más o menos popular y además le servía como desahogo.

Nueva entrada:

"Porque el amor cuando no muere, mata.

Porque amores que matan, nunca mueren."

Le dio clic en "publicar" justo cuando sintió que Ángela estaba detrás de ella suspirando, cerro de golpe su laptop. Odiaba que invadieran su privacidad.

—Eso es muy intenso, ¿Algún chico te gusta? O... ¿Acaso es para él chico que está sentado fuera de aquí?

La castaña dirigió rápidamente su mirada hacia la ventanilla que daba hacia donde estaba una banca y... Si, allí se encontraba Jacob, sentado con su laptop en su regazo y audífonos en sus oídos.

Hizo una mueca de desagrado, antes de responderle a su jefa. —No, no son para él.

— ¿Entonces hay otro chico?

Asintió con timidez. —Pero es mi amor imposible.

—No existe ningún amor imposible. —Rio—. Tú me recuerdas mucho a mí en la secundaria. ¿Sabes? Yo hasta me hacía amiga de sus novias solo para saber algo más de él.

¿Amiga de sus novias? Eso nunca había pasado por la mente de Isabella, además de que Edward, no tenía novia, pues por lo que sabía Tanya, solo era su amiga.

— ¿Nunca les quitaste el novio a ellas? —Pregunto con ascetismo.

Ángela, negó con su cabeza sonriendo. —Yo solamente quería saber de él, nada más.

La cabeza de Isabella, comenzó a trabajar rápidamente y el "tal vez si... "comenzó a traspasar su mente.

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La semana se fue prácticamente volando para Edward, cuando menos lo pensó ya se encontraba en medio del campo con la pelota entre sus manos a las seis de la tarde, tratando desesperadamente de hacer una anotación más para ya definitivamente ganar.

Corrió hacia la meta con el balón en sus manos, mientras los demás lo perseguían y uno que otro se atravesaba obstruyendo su camino. Estaba a punto de llegar, cuando si rodilla se entumió completamente y cayó espiritosamente al suelo, soltado un fuerte grito de dolor.

Todos los de su equipo se fueron hacia él, ayudándolo a levantarse y minutos después llevándolo a la enfermería. El dolor era insoportable y el doctor de allí lo único que había podido hacer era ponerle una venda y llamar a su papá.

—Bueno, pues espero y esto te sirva para cuidarte más, hijo. —Comenzó Carlisle, una vez salieron del hospital.

Edward, rodo sus ojos. —Continuare saliendo, pero no correré, solo caminare. No te preocupes, papá.

—Está bien, pero nada de correr Edward.

Este asintió y suspiro. —Iré a la fiesta, creo que no hay nada de malo en eso, ¿cierto?

—Claro, ve. Solo... Regresa temprano y recuerda que el próximo fin de semana iré a visitar a tu hermana.

—Eso nuca lo olvidare, quizá te acompañe. —Le guiño un ojo y su padre le sonrió.

Carlisle, lo dejo en la casa de Emmett —otro chico del equipo—, dónde se llevaría a cabo la fiesta, pues aunque no habían ganado igualmente iban a celebrar.

La casa ya se encontraba con bastantes estudiantes, logro ver a sus amigos y se encamino hacia ellos con dificultades.

— ¡Hey, Ed! —Jasper, lo saludó—. Pensábamos que no vendrías.

El cobrizo negó. —Claro que vendría, aunque me sienta un poco culpable por no ganar.

—Eso es lo de menos, carbron , solamente fue un accidente. —Emmett, le sonrió.

Comenzaron a charlar y Tanya, junto a un par de amigas; María y Jessica, se juntaron con ellos. Charlaron, bebieron e incluso bailaron.

Edward, visualizo a Isabella, sentada en un rincón con un chico moreno a su lado, que si recordaba bien se llamaba Jacob. No le parecía un buen chico para ella, pero cada quién sus cosas. Continuo charlando pero sentía una mirada en él, miro de soslayo hacia donde estaba Swan, recordando lo que Jasper, había dicho y si, ella lo miraba con timidez y... ¿anhelo? No lo sabía, pero lo estaba mirando.

Volvió a su charla y volvió a sentir una mirada, esta vez más pesada y se giró hacia donde estaba la chica, pero esta ya no estaba. Extraño.

—Edward, ¿Podemos hablar? —Tanya, a su lado, le pregunto con timidez algo extraño en ella.

—Claro.

Juntos caminaron hacia la parte trasera donde no se hallaba casi nadie. Aun sentía la pesada y penetrante mirada de alguien, más la ignoro y se detuvo para encarar a la rubia a su lado.

— ¿Que pasa Tanya?

Suspiro. —Edward... Yo... Yo te amo.

El cobrizo abrió sus ojos desmesuradamente. — ¿Que dices?

—Te amo, cariño. —Susurro—. Lo he hecho desde que te conocí y... Yo...

Todos los cabos de Edward, se ataron y recordar cada una de las desagradables cartas que había estado recibiendo, además de sentirse hasta observado de día y de noche. Todo eso era debido a Tanya.

La furia lo corrió. — ¡Eres una maldita y jodida loca!

— ¿Por qué? —Pregunto con miedo.

—Por ser una maldita acosadora. —Bufó indignado el cobrizo—. No quiero que te me vuelvas a acercar nunca, ¿escuchas?

—Pe-pero...

Se acercó a ella, interrumpiéndola. —Ya escuchaste, nunca te me vuelvas a acercar.

A grandes zancadas salió de allí, solamente pidiéndole uno de sus autos a Emmett, que le presto una camioneta yéndose a su casa inmediatamente. Pero al parecer el destino tenía otros planes, pues justo cuando dio vuelta a la calle de su casa vio un cuerpo atravesarse y apenas y pudo frenar, aun así llevándose un buen golpe quién sea que se atravesó.

Rápidamente bajo y abrió los ojos al ver que era una mujer no tan grande de cabellera oscura quién se encontraba tirada.

—Y-yo no te vi y m-me atravesé. —Sollozaba la mujer y él se hinco a su lado ayudándola a levantarse, dándose cuenta que su muslo estaba lastimado.

—Yo también lo siento mucho, señora...

Ella levanto su mirada y vio que retenía las lágrimas. —Ángela, sola-lamente Ángela.

—Bien, yo soy Edward Cullen.

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