¡Hola a todos! Bueno como en el otro One Shot la mayoría dijo que quería uno en el mundo One Piece, pues aquí está jeje
Quería hacer un One Shot pero me puse a escribir y me quedó muy largo, así que serán dos capítulos xD
Por el review de WT tuve ganas de meter a Hancock en esta historia :) Muchas gracias a todos los que me pusisteis un comentario, me dais fuerza para seguir escribiendo ^^ Os quiero!
¡Espero que os guste!
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MIEDO A LOS RECUERDOS
LuNa
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FLASHBACK
Era una noche de verano y toda la tripulación estaba fuera, disfrutando de la suave brisa que venía por el este.
—Y esa es la constelación del gran Usopp — dijo el francotirador señalando hacia el cielo estrellado.
Él, Chopper, Brook y Franky estaban estirados en el césped.
—¡Guau! Yo también quiero una con mi nombre — habló el reno entusiasmado.
—Si encuentras una nueva, podrás ponerle el nombre que quieras — informó el cyborg.
—¡¿Enserio?!
—Yo te ayudaré Chopper-san, la encontraré con mis ojos YOHOHOHO —bromeó Brook, haciendo que todos se rieran.
Robin y Sanji tomaban un té tranquilamente, sentados en unas sillas con una mesa pequeña y redonda entre ellos.
La morena miró hacia Luffy y Nami, que estaban más apartados, en la parte de arriba.
—Ya no te molesta, ¿verdad? —le preguntó al cocinero.
Sanji al ver donde miraba, entendió la pregunta.
—No, ya no. Al principio, no entendí como podía estar con Luffy. Pero luego… bueno, sólo tienes que ver lo felices que están juntos.
—La verdad es que sí.
—Y aunque me fastidie que Nami esté con él, sólo quiero lo mejor para los dos.
Robin sonrió y tomó un sorbo de la taza, dirigiendo discretamente la vista hacia el espadachín que dormía sentado en el césped.
—¿Entonces me llevarás a tu pueblo? —le preguntó Nami, levantando la cabeza del hombro del capitán.
Luffy la miró y sonrió.
—Por supuesto que sí. Y te presentaré a Dadan, Makino, el alcalde, a todos.
—¿Y cómo me presentarás?
—¿Cómo quieres que lo haga? —le retiró hacia atrás el cabello del cuello.
La pelinaranja se acercó más a él.
—Diciendo que soy tu novia —se rió—. Así sabrán todas que no estás disponible.
El moreno le sujetó la barbilla y la besó.
—Y aunque no lo supieran…— la volvió a besar—. No tendrían nada que hacer.
Se miraron a los ojos.
—Te quiero —le susurró Nami.
—Yo también. No lo dudes nunca.
FIN FLASHBACK
Pasaron tres meses de aquella pacífica y tranquila noche y ahora, todo era diferente entre ellos dos. Todo había cambiado.
Ya no estaban juntos como pareja.
Fue después de una batalla en una isla del nuevo mundo. Una batalla donde, como empezaba a ser normal, el capitán acabó casi muerto. No despertó en dos semanas.
Ella no pudo soportar todas las emociones que se encerraron en su interior. Si ya sufría antes, cuando sólo era un amigo, en ese momento el dolor fue insoportable.
Pensar que lo perdía, que no despertaba… Fue demasiado para ella.
Por eso, intentó convencerse a sí misma, que lo mejor era volver a como estaban antes. Sólo nakamas. Compañeros. Amigos. Capitán y navegante y nada más.
Y aunque, Luffy le insistió que ellos se querían y que debían estar juntos o que al menos le diera una explicación, ella no se la dio y se alejó.
El tiempo pasó y en el barco parecía que todo iba bien.
Luffy seguía robando comida a escondidas y jugando con los demás y Nami seguía atenta a su trabajo y obsesionada con el oro y los tesoros.
Sin embargo, las cosas entre ellos habían empeorado. No se hablaban como antes y se evitaban a toda costa.
Sólo existían silencios cuando se quedaban los dos solos y miradas en la distancia cuando el otro no se daba cuenta.
Los demás sabían de toda la situación entre sus dos amigos pero no quisieron meterse en el medio. Lo que único que deseaban era que arreglaran las cosas.
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Una tarde, estaban navegando por un mar tranquilo cuando Zoro divisó un barco. El capitán enseguida lo reconoció.
—¡Es el barco de las Kuja! —gritó subiéndose a la cabeza del león—. Venga, acerquémonos.
—Genial… —pensó Nami.
No le hacía nada de gracia tener que verle la cara a esa emperatriz obsesionada con Luffy.
Recordó la última vez que se encontraron. Hancock pidió que su tripulación se fuera con el barco y ella se quedó en el Sunny, sin ni siquiera ser invitada.
A los demás no les importó, sobretodo a Sanji, que estuvo encantado. Pero a Nami si. Sobretodo porqué estaba pegada al moreno. Y cuando por fin, tenían un momento para ellos dos, venía ella y lo fastidiaba.
Decir que le caía mal era quedarse corto.
FLASHBACK
Luffy la subió encima del escritorio y le abrió las piernas, colocándose en medio.
—¿Has cerrado la puerta? —le preguntó Nami, jadeando por los besos que le daba por el cuello y las caricias en sus pechos.
—Sí, tranquila —iba desabrochándole el short marrón que llevaba—. Además Usopp está contando una de sus historias, así que tenemos un ratito para nosotros.
Ella alzó un poco el trasero para que él pudiera quitarle el short, llevándose el tanga a la vez.
—Ya verás como Hancock cuando vea que no estás, irá a buscarte por todo el barco —le dijo viendo como se quitaba su pantalón y el bóxer.
Luffy se pegó a ella y los dos gimieron por el roce. Nami le envolvió el cuello con sus brazos y la cintura con sus piernas.
—Hay muchos sitios para buscar… —habló como pudo mientras entraba dentro de ella— antes de que nos encuentre.
La joven gimió y le apretó más contra su cuerpo. Empezaron a moverse acompasados. Se besaban, sintiéndose completos y con el placer recorriéndoles todas las fibras de su ser.
Luffy la estiró en la superficie de la mesa y la sujetó de la cintura, embistiéndola un poco más rápido y más profundo.
Nami iba a gemir más fuerte cuando de repente se oyeron unos golpes en la puerta que hicieron que su voz se quedase atorada en la garganta.
—¡Luffy! ¿Estás ahí?
Supieron de inmediato quien era. Hancock. Se miraron, quietos y respirando por la boca.
—¿Qué dijiste antes? —le preguntó Nami alzando las cejas y con el corazón latiéndole rápidamente por lo que estaban haciendo.
O más bien por lo que habían estado haciendo antes de que ella les interrumpiera.
Luffy bufó.
—¡¿Estás ahí?!
—¡¿Qué quieres?! —habló quedándose parado dentro de ella.
—Nada. Saber donde estabas. —le respondió por fuera de la habitación—. Estaba preocupada.
El moreno arrugó la frente y Nami rodó los ojos y se incorporó para no seguir estirada.
—¿Preocupada? Pero si estoy en mi barco.
—Yo siempre estoy preocupada por ti, Luffy.
Éste miró a Nami sin entender nada. Ella le sonrió.
—Anda dejémoslo antes de que le de un ataque —le susurró para que sólo la oyera él. Supuso que Hancock no sabía que ella estaba con él, sino ya habría tirado la puerta.
—No, yo quiero continuar. Le digo que se vaya y ya está.
—No pasa nada —le dio un suave beso en los labios—. Tenemos toda la noche para continuar.
Luffy hizo un puchero por no estar convencido.
—¿Qué pasa? —volvió a hablar Hancock.
Suspiró y al final se separó de ella.
—Ahora voy —le dijo sin ganas mientras se vestía.
Nami pensó que Luffy era demasiado bueno. Decidió hacer lo mismo y empezó a vestirse. Negó con la cabeza ya que la morena seguía preguntando si se encontraba bien. Por su culpa habían quedado insatisfechos.
Sintió como Luffy la abrazaba por detrás. Sonrió al notar en el trasero su miembro.
—Será mejor que te relajes.
—Sólo tengo que alejarme de ti para eso.
—¡Luffy!
—Que pesada es…—dejó salir Nami en un susurro.
Él la giró para que lo mirase.
—¿Sabes que me está excitando la idea de hacerlo con ella fuera para que nos oiga?
Nami se rió por la ocurrencia. No estaría nada mal, pero de lo que no tenía ganas era de oírla a ella o de que la convirtiera en piedra.
—Anda vete y así acabo unos mapas que tengo pendientes.
Luffy infló las mejillas mientras se dirigía a la puerta. Antes de abrir, la volvió a mirar.
—Esta noche prepárate porque no te voy a dejar dormir —susurró sólo para Nami.
La pelinaranja se mordió el labio inferior al escuchar esa excitante amenaza.
—Te estaré esperando.
FIN FLASHBACK
Nami sonrió tristemente al recordar como acabó ese día. Como Luffy la hizo sentir esa noche como si fuera la única mujer en todo el océano.
Echaba de menos esos momentos con él, en los que sólo existían ellos dos.
Estos eran los recuerdos que la debilitaban y que le hacían tener ganas de ir hacia Luffy y decirle que quería volver con él. Que echaba de menos sus besos y su calor.
Pero tenía que mantenerse fuerte. No quería más recuerdos de esos que, si algún día él faltase, acabaran matándola lentamente. Añorando un día tras otro, lo que una vez tuvieron.
Por eso había hecho que se separaran.
Sin embargo, no podía evitar que le doliese el hecho de saber que ya era totalmente indiferente para él.
Hancock y Margaret bajaron de su barco a la cubierta del Sunny. La emperatriz enseguida fue hacia Luffy.
—¡Cuánto tiempo chicos! —exclamó Margaret.
—!Estáis preciosas! — dijo Sanji con corazones en los ojos.
—¿Qué hacéis por aquí? —preguntó Luffy.
—Voy a una reunión con los Shichibukai —respondió Hancock mirándole sólo a él.
Todos los demás lo notaron pero ya sabían de sobra la obsesión que ésta tenía con el capitán.
—Si quieres — continuó hablando— y vas en la misma dirección puedes subir a mi barco hasta que nos separemos.
Luffy dirigió una breve y rápida mirada hacia Nami. Ella no se percató.
—¿A qué dirección vais vosotras? —preguntó Franky.
Margaret sacó un mapa y señaló una isla.
—Vamos a aquí, está a un día de distancia. Seguramente vosotros vais a esta otra isla, más lejos.
—Sí, exacto —confirmó Nami.
—Menos mal que no paramos en la isla con los Shichibukai —dijo Usopp.
—Entonces, ¿qué dices? Puedes quedarte a dormir en mi barco si te apetece—quiso saber Hancock, ofreciéndoselo sólo a Luffy.
—De acuerdo — habló el moreno haciendo sonreír a la emperatriz—. Todos subiremos.
Hancock dejó de sonreír y miró al resto de la tripulación. No quería que ellos subieran pero, si deseaba estar con su amado, tendría que dejarlos.
—Claro, subir también. Agarrar vuestro barco al nuestro.
La emperatriz subió la primera, seguida de los demás. El que estaba más encantado era Sanji. Otros como Zoro y Nami, eran todo lo contrario. Uno porqué no le apetecía y la otra porqué no tenía ganas de ver como Hancock se restregaba con Luffy.
Cuando todos subieron y ellos dos agradecían internamente no tener que ir, unos brazos les sujetaron y les hicieron volar hacia la cubierta del barco de las Kuja.
Cuando pisaron el suelo vieron al capitán enfrente. Éste enseguida los soltó.
—He dicho todos —dijo Luffy. Compartió una mirada con Nami que duró unos pocos segundos y se fue hacia unas mesas que estaban colocando las piratas.
La pelinaranja bufó.
— Esto será insoportable… —pensó.
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Iba entrando la noche y ya habían acabado de comer. Ahora era la bebida la que no paraba de correr de un lado al otro. Sanji, Chopper, Brook, Franky y Usoop bailaban borrachos encima de las mesas con algunas piratas. Zoro y Robin reían, cada uno a su manera, del espectáculo.
Nami sonrió al verlos bailar pero cuando su mirada volvió a dirigirse a los dos que estaban más alejados dejó de hacerlo.
No tenía derecho a estar celosa pero no podía soportarlo. Se giró y se apoyó en la baranda del barco mirando hacia abajo. Mirando el agua oscura que hacía ondular el reflejo de la luna. Intentaba distraerse y no pensar en nada.
Era imposible.
Habían pasado tres meses y parecía que fuese ayer la última vez que lo besó.
Nami hundió los dedos entre el cabello naranja.
—Él ya te ha olvidado— pensó—. No pienses más, has hecho lo mejor para los dos.
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Hancock le ofreció otra botella a Luffy cuando éste se acabó la que tenía. La cogió y empezó a beber otra vez.
No reía ni bailaba. Sólo bebía y pensaba.
—¿Qué te ocurre, Luffy? —le preguntó la morena preocupada al ver que arrugaba la frente y apenas hablaba—. ¿Puedo hacer algo por ti?
El capitán dirigió la mirada a lo lejos, donde estaba la pelinaranja. Observó como el viento movía de un lado al otro su cabello y deseó volver a acariciarlo.
—¿Puedes leer las mentes de las mujeres? —volvió a dar otro sorbo a la botella—. Por qué no os entiendo.
A Hancock se le iluminó el rostro al pensar que hablaba de ella. ¿De qué otras mujeres iba a estar hablando? Se acordó de una frase que escuchó hace tiempo, los borrachos siempre decían la verdad.
Se acercó un poco más él, si eso era posible y le habló en susurros seductoramente.
—¿El qué no entiendes?
—Que si quieres a alguien puedas simplemente pasar de esa persona como si nada.
—Yo no paso de ti, Luffy. Yo sólo quiero est…
El joven la cortó.
—Estábamos tan bien y de golpe —golpeó enfadado el culo de la botella contra el suelo— Todo se acaba.
Hancock frunció el ceño. No entendió esa parte.
—Lo nuestro no se ha acabado.
—¡Y mira que insistí! Estuve casi dos semanas detrás de ella, pidiéndole que por lo menos me diera una explicación. Algo que me hiciera entender por qué me dejaba.
Hancock frunció el ceño enfadada.
—¡¿Quién es ella?! —exclamó, pero con el ruido que había en la cubierta nadie la escuchó. Miró a su alrededor para ver donde estaban las dos mujeres de la tripulación del sombrero de paja—. Seguro que es una de esas dos…—pensó.
Luffy no le hizo caso. El alcohol le nublaba los sentidos y sólo era capaz de pensar en Nami.
Volvió a dar otro trago.
—Pero se acabó. No pienso volver a arrastrarme, nunca más. ¿Ya no hay nada entre nosotros? Pues muy bien. No me importa.
La emperatriz le escuchó atentamente y pensó que había esperanza. ¿Qué más daba quién era esa mujer? Ahora sólo existiría ella en su vida.
No quiso volver a hablar. Lo mejor era ir preparándose y cuando la viese ya no pensaría en ninguna otra. Se levantó sin decirle nada y fue hacia sus chicas, que empezaban a estar cansadas.
El moreno no se percató de la marcha de Hancock. Volvió a dirigir su mirada hacia Nami.
Tan lejos de él.
Vió como la joven empezó a andar, perdiéndose dentro del barco.
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Nami entró en el camarote que le había asignado Margaret. Deseó irse al Sunny pero no quiso quedarse allí sola.
Los demás, de lo borrachos que estarían, seguramente se dormirían en la cubierta, donde cayesen. Y no quiso pensar donde dormiría Luffy, o con quien.
Empezó a levantarse la camiseta para quitársela cuando oyó que picaban a la puerta. Arrugó la frente extrañada mientras se bajaba la prenda dejándola en su sitio.
—Nami, ábreme.
La joven abrió los ojos sorprendida al oír la voz de Luffy. ¿Qué hacía aquí? Ella quería que volviesen a hablar como antes de empezar su relación, pero no quería hablar en una habitación donde sólo estaban ellos dos solos.
—¿Qué quieres? —alzó la voz para que le escuchara.
—No quiero hablarle a una puerta.
Nami se acercó y cogió aire antes de abrirla.
Se miraron a los ojos durante un rato hasta que ella reaccionó y se apartó para dejarle pasar. Luffy caminó pero enseguida se mareó y se desestabilizó, agarrándose a un armario para no caerse.
La joven bufó y cerró la puerta.
—Estás borracho, genial.
—No lo estoy —mintió y se incorporó aguantándose en el mueble.
—Ya… —fue hacia la cama y se sentó. Era mejor mantener las distancias—. ¿Y bien? ¿Qué quieres? Apenas me hablas y es raro que quieras hacerlo ahora.
—¿Porqué me dejaste? —le preguntó directamente.
Nami negó con la cabeza y suspiró.
—Otra vez no, Luffy.
—Es que no lo entiendo. Pasó de un día para el otro. —hacía movimientos con los brazos mientras hablaba—. Me desperté después de dos semanas por aquella pelea y cuando me acerqué a ti deseando estar contigo… —compartieron una mirada— Me dices que lo dejemos.
Ella apretó los labios y se levantó de la cama caminando hacia la puerta.
—Será mejor que te vayas, estás borracho.
Luffy se acercó como pudo y la agarró de los brazos sin hacerle daño. Sentía como la habitación daba vueltas.
—Dime que hice mal. Dímelo, por favor.
—No hiciste nada malo —le puso las manos en el torso para intentar separarlo de ella.
—Entonces, ¿qué pasó? —al acabar de formular la pregunta se volvió a marear, pero Nami le sujetó para que no se cayera al suelo y le llevó a la cama. Se sentaron los dos, uno al lado del otro. Ella quería separarse más pero sabía que si le soltaba se caería hacia delante.
—Tú no sueles beber tanto, ¿por qué lo has hecho?
Luffy cerró los ojos fuertemente.
—Para poder olvidarme de ti.
Ella agachó la mirada y habló sin ni siquiera pensar.
—¿Y lo has conseguido?
—No —abrió los ojos y la miró— Ni alcohol hace que desaparezcas —Levantó una mano y le acarició la mejilla suavemente, como si fuera una pluma. Había echado tanto de menos el roce de su piel—. No puedo vivir sin sentirte cerca de mí, no quiero vivir así.
Nami cerró los ojos y apretó los dientes aguantándose las ganas de llorar. Escuchar esas palabras la hicieron sentir débil. Maldijo al alcohol por hacerle hablar.
Sentía que el corazón empezaba a latirle más rápido al notar como el cuerpo de Luffy se acercaba más a ella. El calor que desprendía la quemaba de un modo dulce y su cuerpo respondía a esa calidez.
El moreno empezó a besarle el cuello, recordando su sabor.
—¿Por qué te alejaste de mí? —le pasó un brazo por la cintura y la tiró hacia atrás, sin notar resistencia. Levantó la cabeza y vio que ella abría sus ojos —. Cuéntamelo.
Nami se vio reflejada en sus ojos negros. Su mente ya no reaccionaba y no pudo seguir guardándose palabras que debería haber dicho hace tanto tiempo.
—Tenía miedo.
Él arrugo la frente.
—¿Miedo? ¿De qué? —le acarició el rostro con ternura—. Yo te protegeré de todo.
—De que algo te pueda pasar y perderte. De quedarme sola, llena de recuerdos juntos que acabarían matándome.—soltó todo de golpe—. Es mejor no crear más y seguir como estábamos antes. Así no sufriremos tanto.
Luffy quería entenderla pero le era difícil con la cabeza dándole vueltas.
—Pero yo no quiero estar separado de ti.
—No estamos separados. Te seguiré hasta el final. Estamos en el mismo barco y somos amigos, como siempre.
—Yo no quiero que seamos sólo amigos. —se acercó más a ella y le rozó los labios con los suyos—. No después de haber estado contigo.
Nami olió el aroma a cereza del licor y dejó que los labios del moreno se juntaran con los suyos. El sabor era bastante suave.
Se besaron, disfrutando del tan esperado y ansiado contacto. Los dos habían añorado los labios del otro como si fuera agua.
Un beso ansioso y desesperado.
Después de un rato, se separaron y se miraron, respirando por la boca. La joven vio que a Luffy le costaba mantener los párpados abiertos y un pensamiento le cruzó la mente.
—Mañana seguramente no te acordarás de nada, con todo lo que has bebido—le susurró Nami con dolor.
—Sí que me acordaré.
Nami negó suavemente con la cabeza sin dejar de mirarlo. Ella sabía que no lo haría. Le apartó de encima con las pocas fuerzas que le quedaban.
—Vete, Luffy. Es mejor que te vayas. —se levantó y le ayudó a que se pusiera de pie. Él lo hizo sin rechistar, sintiéndose muy cansado.
Caminaron como pudieron, ya que Luffy se mareaba. Hubiera sido más sensato, al ver en que estado estaba, dejarlo dormir ahí, pero no quería tenerlo en su misma cama. No podría soportarlo.
Cuando cogió el pomo de la puerta para abrirla, Luffy puso su mano encima de la de ella instintivamente.
—Recuérdamelo —la miró y apoyó su frente en la de ella—. Recuérdame que esta noche nos besamos.
Nami se quedó en silencio y no le dijo nada. Solamente acortó la pequeña distancia que los separaba para darle otro beso y se alejó. Abrió la puerta sin mirarle.
Luffy se apoyó en el umbral para decirle una última cosa. Palabras que deseaba volver a decirle.
—Te quiero, no lo dudes nunca… —susurró.
Cuando salió, Nami cerró la puerta. Se apoyó con la espalda y se dejó caer, tapando su rostro con las manos.
—Y yo a ti…
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Luffy no pudo seguir caminando y se sentó en el suelo del pasillo. Se dijo a si mismo que no volvería a beber tanto. Pero por lo menos, había podido hablar con ella y besarla. Aún sentía el roce de sus labios.
Cada vez, estaba más cansado. Se estiró y se quedó completamente dormido ahí mismo al instante .
Zoro y Robin iban caminando por el pasillo, cuando al doblar una esquina vieron al capitán tirado en el suelo.
—¿Qué hace éste? —preguntó el espadachín acercándose.
El peliverde había bebido mucho más que Robin pero no se le notaba nada, debido a su tolerancia al alcohol.
—Nuestro capitán habrá bebido más de la cuenta —sonrió la morena—. Tendremos que llevarlo al camarote que le han dado.
Zoro le levantó y se lo puso en el hombro como si fuera un saco de arena. Robin agarró el sombrero de paja antes de que se cayera al suelo.
—Voy a llevarlo. —miró hacia la mujer—. Luego voy a tu habitación. Ni se te ocurra quedarte dormida.
—Mejor te acompaño —sonrió Robin.
—¿Por qué?
—No vaya a ser que te pierdas —bromeó.
Zoro hizo una mueca de disgusto y se volteó empezando a caminar por el pasillo.
Robin se rió por lo bajito.
—Zoro.
—¿Qué?
—No es por ahí.
El espadachín notó un tic en su ceja izquierda.
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Hancock entró silenciosamente en la habitación del moreno. Iba vestida con un camisón translúcido de color violeta y nada más.
Toda la estancia estaba oscura y no era capaz de verle.
—Luffy, ya estoy aquí —se sonrojó al imaginarse lo que él estaría pensando al verla tan atractiva.
Al notar que el cuarto seguía igual de silencioso, se acercó a la cama. Le pareció escuchar una respiración acompasada y arrugando la frente encendió la luz de una mesita que había cerca.
Observó que Luffy estaba dormido. Seguramente en su tercer sueño.
Hancock abrió la boca sorprendida.
—¿Qué haces dormido? Despierta, es nuestra primera noche juntos —le movió para despertarlo, pero no lo consiguió.
Se sentó en el colchón decepcionada.
—Por lo visto he tardado demasiado en arreglarme…
Pensó en irse a su habitación, pero cuando se iba a levantar una idea le cruzó por la cabeza.
CONTINUARÁ…
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¿Qué os ha parecido? ¿Qué tendrá planeado Hancock? Seguramente muchos ya os lo imagináis xD Comentarme para saber vuestra opinión jeje ^^
Bueno nos leemos en el próximo capítulo y último de esta historia :)
¡Besos!
