Me siento como si estuviera corriendo de este espectacular deseo que recorre mi cuerpo, pero no puedo seguir, tengo que evitarlo de alguna manera, pues no es normal que una leona como yo se mezcle con una serpiente tan vil como lo es Draco Malfoy.
Todo comienza con una pequeña apuesta que tiene Ron con un tal Gray de Ravenclaw. Según sus explicaciones previas eran que necesitaba salir un poco y conocer la vida. El hecho es que al ser los nuevos ídolos adolescentes en nuestros último año, luego de la batalla final, y a punto de terminar por fin Hogwarts, nos concedió una fama hasta con un mini club de fans para cada uno, lo malo es que a mí nunca me intereso esa fama, pues siempre creí que lo que hacía era por un bien común y no por recibir una recompensa luego. Harry era harina de otro costal, pues tenía una relación estable con Ginny, más unida que nunca y eso me daba gusto, pues por fin Harry podía disfrutar de algo sin tener que temer que se lo arrebaten en cualquier momento. Pero Ron era otra cosa, es siempre busco algo más que ser la sombra de Harry Potter y por fin lo obtenía y se aprovechaba de ello, y de ser alguien humilde y buena persona, casi podría decir que se comportaba peor que un Slytherin, humillando y desgastando viejas amistades, por decirlo de alguna manera, los humos se le subieron a la cabeza y nublaron su perspectiva de la vida. Por mi parte, mi vida era plena, estaba con una beca para seguir estudiando derechos mágicos en uno de los institutos más prestigiosos de Inglaterra. Todo era bueno para mí, hasta ese día de diciembre que cambio por completo mi vida.
Eran uno de esos días nevosos de diciembre, y aunque no hacia tanto frio como de costumbre, el ambiente era algo peculiar para ese día. Teníamos permiso para salir a Hogsmeade en la tarde, así que preferí salir sola a una de esas librerías que tanto me fascinan. El problema lo tuve cuando iba de camino hacia el pequeño pueblo un chico, llamado Gray, se me acerca muy amable y me pregunta si podía acompañarme al pueblo, pues se sentía un poco solo y de hace tiempo quería hablar conmigo.
Además, quiero visitar esa nueva librería que se instaló en el pueblo – me dijo y ante tal revelación accedí de inmediato. Que tonta.
Caminamos durante varias horas, pues había mencionado que quería dejar la librería para el final, pues tenía otras compras que necesitaba hacer, y yo como buena samaritana accedí, pues no tenía apuro ese día. Pero se hizo más tarde y ya estaba el sol ocultándose en el horizonte.
Cuando iremos a esa librería – le pregunte con cara cansina.
Vamos ahora – me respondió.
Y lo seguí, pues no tenía idea del camino, pero poco a poco me percato que nos alejamos del pueblo.
Falta mucho, que creo que debemos regresar antes de que nos castiguen por el retraso y….- pero no pude continuar, pues el susodicho me empujo contra uno de los árboles del lugar y presiono su cuerpo contra el mío, agarrándome las muñecas y dejando su rostro a centímetros del mío.
Ahora estamos a solas – y comenzó a acercarse a mi oído – sabrás lo que es bueno.
Me quede paralizada por supuesto, no sabía si tratar de zafarme o gritar, ninguna de las opciones eran probables, pues no tenía la suficiente fuerza para apartarlo y a estas horas no habría nadie que pudiera escucharme.
Aléjate de mí – trate de gritarle, pero ya sus labios estaban en mi cuello y una repulsión se apodero de mi cuerpo.
Córrete imbécil – le volví a gritar y tratando con todas mis fuerzas alejarlo de mí, pero el solo reía mientras seguía recorriendo mi cuello.
Trate de ver si podía pegarle un rodillazo y BINGO pudo golpearlo y ante ese golpe, puedo apartarlo con un empujón. El tal Gray cayó al suelo "agarrándose los bajos" y ahí aproveche de buscar mi varita y apuntarle con ella.
Como se te ocurre hacerme eso – le dije en un tono furioso, y mis ojos llenos de ira.
No me ataques, fue idea de tu amigo… Weasley, me aposto esto – me respondió como un ratón asustadizo.
Mi expresión de sorpresa no se hizo de esperar, y en ese momento de bloqueo de mi parte, le dio tiempo a este sujeto de huir, sin poderle sacar ni una palabra más.
Me quede ahí, parada mientras trataba de articular alguna palabra, ni siquiera me di cuenta que me encontraba en la espesura de un pequeño bosque que se encuentra en la parte de atrás del pueblo. Y tampoco podría saber que alguien observaba desde la oscuridad esa escena, alguien que quería permanecer en ese lugar, antes de que yo interfiriera en su vida.
Era de noche cuando decidí regresar al castillo, camine despacio, pues tenía que entrar por el pasadizo de la casa de los gritos, para no ser descubierta. Por suerte había descubierto una manera de abrir ese pasadizo, pero nunca lo comente con nadie. Camine por un tiempo, sin darme cuenta de lo que hacía, solo caminaba, pero me detuve. Ya me encontraba en la puerta de la casa de los gritos, pero no quería regresar al castillo, no quería. Así que entre y me quede sentada en uno de esos escalones polvorientos y apoye mi cabeza en el barandal de la escalera. Estaba en oscuras, pero no necesitaba más que la luz de la luna que se filtraba por los sucios ventanales de la casa.
Me quede en ese lugar por horas, quizás era tardísimo, pero no me importaba. No quería moverme de ahí, por suerte la salida fue un viernes y por la hora debería ser sábado por la madrugada, así que me podía quedar ahí hasta el domingo, nadie se extrañaría, nadie…
Maldición – me digo a mi misma…
Ya ese imbécil le debe haber contado a Ron….
No te preocupes – escucho una voz en la oscuridad. No necesitaba ver a la persona, pues ya sabía de quien era esa voz tan pedante y arrastrada.
¿Qué haces acá? – le pregunto, aunque se su respuesta y la rabia inunda mi ser por la misma vergüenza que me causa el incidente.
No me agradezcas demasiado, Granger, solo es un favor a conveniencia – me dijo mientras se acercaba. Por fin lo pude apreciar cuando se acercó a esos leves restos de luminosidad que entregaba la luna.
No pude responder y rió.
Cuando te quedaste paralizada, aproveche de echarle un hechizo desmemorizante – me aclaro mientras se acercaba a mí – estuvo muy mal lo que hizo, no se debe tocar y menos besar a una sangre sucia.
Solo lo observe, mi instinto quería golpearlo hasta romperle la cara y así hacer desaparecer su rostro de arrogancia, pero por otra parte me sentía un poco agradecía por lo que hizo… pero las consecuencias no quería imaginarlas.
Que quieres de mí, Malfoy – le pregunte directamente.
Él solo sonrió en esa oscuridad envolvente, lo sabía, a pesar de lo poco que lo podía ver.
Con calma Granger, no cobrare ahora, quizás luego – me dijo petulantemente – me quede por acá, hasta saber que reaccionabas y veo que ya lo hiciste, así que me voy.
No conseguirás nada de mí, Malfoy - le grite mientras él se alejaba.
Ya verás que si, Granger – y se marchó dejándome, ahora sí sola.
Maldito Ron, maldito Gray, maldito Malfoy, ahora si estaba perdida en las garras de una serpiente.
Poco a poco fue amaneciendo, así que me escabullí por el pasaje camino a Hogwarts, camine rápidamente por los pasillos y me dirigí a mi cuarto, por suerte tenía una habitación a solas por ser premio anual, cerca de la sala común de Gryffindor, así que solo entre, atravesé rapidamente la pequeña salita de estar y me tumbe en mi cama.
Como hare para zafarme de esta situación. Al fin y al cabo cuando ese imbécil de Ron le vaya a preguntar cómo le fue con la apuesta a Gray, sabrá que algo anda mal y huira de mí y se rehusara a confesar lo que hizo.
No soy una persona que se vengue de los demás – me digo a mi misma - pero jugar conmigo de esta manera y solo por una apuesta hiere mi orgullo y de verdad no lo dejare así, como que me llamo Hermione Granger. -
Una lechuza de color negro azabache, cruzo por mi ventana hasta mi cama. Desate la carta que traía, pues me causo mucha curiosidad de quien podría ser, aunque ya tenía una idea, comenzando así una ola de tiernas torturas vía lechuza.
Sé que quieres vengarte y te ayudare, pues me cae mal esa comadreja y es inconcebible que mande a un sangre limpia a hacer ese trabajo tan repugnante.
Espera mañana en la tarde esta misma lechuza que te indicara el lugar donde nos reuniremos, pero antes respóndeme si estas interesada. La lechuza aguardara solo media hora.
Luego arreglaremos cuentas, sobre el otro asunto.
D.M
Estaba realmente perdida, pero la sed de venganza por primera vez domina mi mente. Quizás luego me arrepentiría, y lo sé muy bien, pero ya estaba siendo chantajeada por Malfoy y si no aceptaba seguiría siendo chantajeada por él, de todas maneras no tenía salida de él, pero si podía ayudarme con mi problema, tomaría su ayuda.
Acepto.
Solo escribí en un trozo de pergamino, estaba firmando un trato con una serpiente y ya no había vuelta atrás, pero nadie se reía de ella y lastimaba su propio orgullo de esa manera. Nadie.
La lechuza se alejó por el oscuro cielo, mientras yo la observaba. Mi destino ya lo había marcada y sabía perfectamente que no sería fácil deshacerme de esa serpiente, pero sacaría provecho de esa alianza, no cabía duda de ello.
