Matrimonio equivocado (1/8)
Parejas = Harry/Lucius
Disclaimer =Los personajes de esta historia son propiedad de J.K. Rowling y la Warner Bros. Esto es puro entretenimiento y no me reporta beneficio económico alguno.
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¡Hola de nuevo! Espero que esta nueva y pequeña historia sea de su agrado. Como siempre me sucede, comencé a escribir una cosa y la inspiración hizo lo que quiso. El ff se desarrolla en un universo alterno, pero no especifico la época. Se supone que es como en el siglo XIX porque no hay coches, ni teléfono ni esas cosas. Perdonarán si está loca, pero tendrán que echarle la culpa a mi imaginación que estuvo algo descontrolada, jajajaja. Gracias por adelantado a todos los que entren a leerla. Mil besos
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MATRIMONIO EQUIVOCADO
Capítulo I. La boda
¡El día de su boda! ¡Por fin había llegado! El feliz muchacho corrió por toda la habitación con infantil desenfreno durante un minuto entero antes de detenerse frente a un enorme espejo. Sus radiantes ojos, que asemejaban resplandecientes esmeraldas, recorrieron la totalidad de su cuerpo y se supo atractivo. El traje blanco que usaba le entallaba al dedillo y la nívea y brillante túnica era el complemento perfecto para su resaltar su apariencia. Aunque sabía que el blanco no le sentaba bien, ese día era el único color que aceptaría porque le correspondía por derecho propio pues era inmaculado. Sus padres se habían encargado personalmente de que jamás fuera tocado por ninguna persona. Por supuesto sabía lo que se esperaba de él esa misma noche, pero no estaba nervioso. Se le había explicado extensamente lo que sucedería en la noche de bodas y no se sentía aprensivo, muy al contrario. Estaba dispuesto a cumplir cabalmente con su parte en el matrimonio y lo único que le preocupaba es que las horas pasaban con demasiada lentitud pues ya ansiaba conocer el amor en brazos de su esposo.
Había sido despertado esa mañana con la tradicional marcha nupcial familiar y recibió el abrazo de felicitación de sus padres con inmensa alegría. Por supuesto no le gustaba tener que dejar su hogar, pero se consolaba al decirse que no era para siempre. No dudaba que su esposo le dejaría visitar a sus progenitores con bastante frecuencia pues al final de cuentas, no se iría a vivir demasiado lejos. La casa de su prometido quedaba a pocas leguas y podría realizar el viaje en una hora en el lomo de un brioso caballo. Cuando se hubo vestido, bajó a desayunar con los numerosos parientes que llegaron de diferentes partes del país para asistir a su boda. Todo el mundo le felicitó por el excelente matrimonio que iba a realizar y algunas ancianas le hicieron sugerencias sobre como sobrellevar su matrimonio. Después de eso, comenzaron los preparativos hacia su persona. Le dispusieron un baño caliente al cual le incorporaron esencia de rosas para perfumar su negra cabellera. Fue untado por completo de una crema que le brindó a su piel plena sedosidad y brillo incomparable. No fue necesario que el sastre le hiciera ningún ajuste a su traje y fue dejado a solas para que recapacitara sobre su matrimonio.
Se retiró del espejo al no encontrar ningún detalle en su apariencia que le desagrada. Tal vez le molestara un poco que su rebelde cabello no se hubiera dejado domar en ese día tan especial, pero simplemente nadie podía hacer nada al respecto. La peinadora se dio por vencida tras dos horas de tratar de dejarlo bien peinado y optó en repartir por aquí y por allá algunas pequeñas flores blancas para desviar la atención de la gente sobre lo enmarañado que lucía la negra cabellera.
Harry entonces se sentó en la cama y sus pensamientos volaron hacia su novio. Un gran suspiro surgió de su pecho al evocar al ser amado. Se enamoró de Draco Malfoy desde el mismo momento que se presentó en su casa en compañía de su padre para pedir su mano. Se perdió en la magnífica apariencia del muchacho que veía por primera vez en su vida. Sabía que jamás olvidaría la forma en que el fino cabello rubio platino había brillado a la luz de las velas o la forma en que curvaba su deliciosa boca roja. Recordó sentir como su cara ardió al instante cuando sus ojos se encontraron con los de él. Se perdió en esas profundidades grises que lo miraban con fijeza. Obviamente jamás pudo tener con él una conversación demasiado íntima porque en las dos ocasiones posteriores que lo vio, siempre estuvieron en compañía de otra persona. Draco siempre se comportó con extrema corrección y jamás intentó tocarlo con audacia, cosa que Harry no hubiera despreciado. Aunque el joven de ojos verdes sabía que pensar eso era totalmente incorrecto, se decía que no tenía nada de malo. El rubio pronto sería su esposo y él entonces tendría total derecho sobre su cuerpo, así que no veía nada de malo que pudieran compartir aunque fuera un beso.
'¡Un beso!' –pensó con embeleso y subió la mano para tocar sus labios.
Por supuesto no sabía lo que se sentía cuando otra persona tocaba sus labios con los suyos porque jamás había sido besado, pero pensaba que sería maravilloso. Todos los libros que había leído hasta ese momento y que hablaban sobre ellos, decían que esa caricia hacía sentir como si todo el cuerpo fuera atravesado por una corriente eléctrica, que hacía que tu corazón latiera desbocado, que hacía hervir tu sangre en un segundo. No sabía exactamente qué significaba eso y sólo rogaba que no fuera doloroso.
Unos delicados toques en la puerta le indicaron que por fin el momento de ponerse en marcha hacia la Mansión Malfoy había llegado. La ceremonia de unión se llevaría a cabo ahí y ya todos sus parientes habían marchado a ella desde hacía tiempo, así que a la persona que vio entrar a la habitación fue a su madre. Lady Lily era bastante atractiva a pesar de que ya la juventud se había marchado. La mujer se quedó contemplando un largo momento a su hijo antes de extender la mano invitándolo para que se le acercara.
-Ya es hora, mi amor –le dijo con voz temblorosa.
Harry sonrió al saber que su madre se le hacía difícil aceptar que iba a casarse y la abrazó con ternura.
-Nunca me perderás, madre –le dijo todavía sonriendo y la besó en la mejilla.
-Lo sé, lo sé –ladeó la cabeza para que el muchacho no pudiera ver sus ojos llorosos–. Es sólo que es muy difícil aceptar que… que… ya eres un hombre.
-Aún sigo siendo un joven de 16 años, pero después de esta noche… lo seré –declaró con innegable orgullo.
La mujer entonces lo miró al rostro y a Harry lo confundió verlo lleno de tristeza pues pensaba que su mamá estaba muy feliz con su matrimonio.
-No quisiera que te marcharas, pero prométeme una cosa, Harry.
-¿Qué cosa?
-Que regresarás si las cosas no son como las esperas.
-Voy a ser feliz, mamá –se apresuró a asegurar.
-Pero si no lo eres, vuelve con nosotros.
-Te lo prometo.
Lily aspiró aire varias veces antes de tomarlo de la mano y conducirlo fuera de la habitación. Harry no sabía si todas las madres sentían la misma angustia que la suya cada vez que sus hijos o hijas se casaban, pero pensaba que sí. Bajaron las escaleras y llegaron al vestíbulo donde Lord Potter los esperaba. James resplandecía en su traje de gala y Harry se sintió orgulloso de sí mismo porque se parecía mucho a él. Esperaba algún día lucir tan elegante y atractivo como el hombre que ahora lo miraba complacido.
-Te ves muy guapo –le dijo James a su hijo con aprobación.
-Espero que sí –rió con naturalidad–. No quiero que mi futuro esposo piense que no me esforcé en mi apariencia en este día tan especial.
Los tres salieron de la casa donde ya los esperaba un carruaje bellamente adornado. Harry observó que los caballos blancos que estaban al frente también habían sido cuidadosamente arreglados para tan memorable ocasión. Subieron al coche y éste se puso en marcha de inmediato. Llegaron a su destino sin contratiempo, pero cuando fue hora de bajar del carruaje, los nervios asaltaron a Harry de tal manera que sintió como su cuerpo comenzaba a temblar. Su padre, que estaba sentado a su lado, sintió su temor y le tomó una mano.
-No hay por qué tener miedo –le dijo con una amplia sonrisa.
-No tengo miedo –Harry le mandó una tímida sonrisa–. Es sólo que…
-Estás natural que estés nervioso, pero todo saldrá bien.
James miró a su esposa y con un movimiento de cabeza le indicó que bajara y lo dejara solo con el muchacho. La mujer obedeció, pero no antes de mandarle una mirada llena tristeza a su único hijo.
-Hoy vas a dejar de ser un niño, Harry –comenzó a decir James una vez que estuvieron solos.
-Lo sé, padre –no pudo evitar que su rostro se tiñera de rosa.
-Recuerda todo lo que platicamos y verás que serás muy feliz al lado de Draco Malfoy.
-Sé que lo seré –le aseguró sonriendo.
-Este tipo de matrimonios es algo extraño y nada común –suspiró profundamente–. Y sabes que jamás lo habría consentido si tú no me hubieras asegurado que amabas a ese chico, así que espero que seas muy dichoso a su lado –lo abrazó muy estrechamente–. Jamás dudes en acudir a nosotros si necesitas ayuda. ¿Me has entendido?
-Sí, padre.
-Mi casa…la casa que ha sido tu hogar por tantos años, lo seguirá siendo siempre. No lo olvides.
-No lo haré, padre –se perdió en el abrazo un largo instante antes de separarse–. ¿Ya nos vamos? No quiero llegar tarde a mi propia boda.
Ambos salieron del carruaje y vieron que Lord Malfoy ya los estaba esperando. Lucius Malfoy era un personaje realmente impresionante. Harry no lo había visto más que aquella ocasión en que fue a pedir su mano, pero era imposible de olvidar. Draco había heredado de su padre sus rubios cabellos y sus ojos grises, pero hasta ahí llegaba el parecido. Mientras que el chico rubio tenía unas facciones tan finas que podría llegar el caso de que podrían confundirlo con una doncella, Lucius poseía fuertes rasgos varoniles que, a pesar de que parecían estar esculpidas en su rostro, lo hacían un hombre muy atrayente.
-Bienvenido a tu nuevo hogar, Harry –le dijo el rubio con una voz tan profunda y vibrante que el joven de ojos verdes no pudo evitar un estremecimiento.
Harry le hizo una reverencia antes de aceptar la mano que el hombre le ofrecía para conducirlo dentro de la mansión. El chico puso la suya sobre la del rubio y volvió a estremecerse de manera involuntaria. Los dedos que se cerraron sobre los suyos eran fuertes en su agarre, pero al mismo tiempo suaves… muy suaves. Muy pronto se encontró rodeado de rostros conocidos y de extraños. Todos los ahí reunidos le aplaudieron con entusiasmo cuando pasó frente a ellos y el chico inclinó la cabeza en señal de agradecimiento. El hombre rubio lo condujo directamente hasta un amplio salón que había sido arreglado con esmero y donde lo esperaba Draco. A Harry el corazón le comenzó a latir con rapidez en el pecho al contemplar a su futuro esposo. Él llevaba un traje idéntico al suyo, pero en color negro que hacía resaltar la blancura de su piel. Lucius le cedió su lugar a James para que fuera él el que entregara al chico de ojos verdes. Harry de pronto sintió que estaba caminando sobre algodones a medida que se acercaba a un pequeño altar. Debido a que ese matrimonio era entre personas del mismo género, sería diferente al que se hubiera dado entre un hombre y una mujer.
El hombre encargado de llevar a cabo la unión le era desconocido a Harry, pero le agradó de inmediato. Era un verdadero anciano, pero con una gran aura de solemnidad que no lo dejó de impresionar. Cuando ya todos los invitados estuvieron dentro del enorme salón, dio comienzo la ceremonia. La voz de Albus Dumbledore se escuchaba a la perfección y la unión finalizó cuando el hombre enlazó las muñecas de los jóvenes con un cordón rojo como la sangre.
-Aquello que estoy uniendo jamás podrá ser roto por ser humano viviente –dijo Albus con emoción–. Sólo la muerte podrá. ¡Larga vida a los novios! –dijo en voz alta y todos aplaudieron con entusiasmo.
Harry estaba feliz. ¡Por fin estaba casado! Estaba unido de por vida a Draco Malfoy… el hombre del cual estaba enamorado. Volteó a ver al rubio esperando encontrar en su rostro la misma felicidad que lo envolvía a él y lo sorprendió que el muchacho tuviera la mirada perdida. Fue necesario que agitara su brazo para llamar su atención y entonces Draco volteó a verlo desenfocadamente. A Harry le pasó por la mente que su esposo se había olvidado que estaba ahí, pero luego desechó ese pensamiento como absurdo. ¿Pues cómo era posible si acababan de unirse en matrimonio?
-Ya estamos casados, mi amor –le dijo Harry en voz baja, pero plena de dicha.
-Sí. Lo estamos –confirmó con una sonrisa torcida.
-¿Me besarás ahora? –le preguntó al tiempo que le ofrecía sus labios.
Harry ya no veía la hora de saber que se sentía ser besado. Vio como entre sueños como Draco acercaba su rostro al de él y cerró los ojos rogando porque ese beso fuera todo lo que había imaginado. Grande fue desilusión cuando un fugaz beso fue depositado en su mejilla y abrió los ojos sorprendido.
-No lo haré frente a todos –le murmuró Draco–. Eso es para nuestra noche de bodas.
-De acuerdo.
La explicación aplacó la desilusión de Harry y dejó que Lucius Malfoy desatara el listón que aún rodeaba su muñeca para luego entregárselo a Albus que se lo guardó en el bolsillo del pantalón. Fue interminable el número de abrazos que recibió por parte de los invitados y fue un enorme alivio cuando al fin le permitieron sentarse. La boda fue amenizada por un grupo de hombres que habían sido traídos de Londres y que demostraron ser buenos músicos. Conocían las melodías de moda y al poco tiempo comenzó el baile. Para tristeza de Harry, Draco se le desapareció después de haber abierto el baile y jamás pudo encontrarlo para volver a sentir su brazo alrededor de su cintura. Debido a eso tuvo que bailar con un gran número de mujeres que hablaban sin parar. Fue una bendición cuando por fin anunciaron la cena y Lucius fue el encargado de acompañarlo a la mesa porque Draco no aparecía. Si alguien eso le pareció extraño, no lo mencionaron. Tal vez debido a que se estaban divirtiendo mucho o porque la mayoría ya estaba bastante pasados de copas. Fueron necesarias varias rondas en el comedor para que todo el mundo pudiera cenar, pero luego todos volvieron al salón para seguir divirtiéndose.
Harry se sobresaltó al ver en un reloj la hora. Ya eran cerca de las cuatro de la madrugada y Draco seguía desaparecido. A él ya le dolían los pies de tanto bailar y lo único que deseaba en ese momento era poder ir a dormirse, pero le era imposible pues no sabía cuál era su recámara y no le gustaba la idea de preguntarle a algún sirviente para que no se percataran que su esposo lo había abandonado.
-¿El novio me daría el honor de sacarlo a bailar? –escuchó que le preguntaba una conocida voz y los vellitos de la nuca se le erizaron sin ningún motivo.
-Por supuesto –le contestó Harry a Lucius y le ofreció su mano.
Como había ocurrido horas antes, se estremeció sin remedio al sentir el toque del hombre y se dejó conducir al centro del salón. Lucius colocó una mano en la cintura del joven y lo acercó a él haciéndolo temblar cuando entró en contacto con su cuerpo. El rubio lo hizo girar por todo el salón dándole a conocer que era un excelente bailarín y el chico lo habría disfrutado muchísimo sino hubiera estado tan nervioso. No sabía qué era lo que tenía el padre de su esposo para ponerlo en ese estado pues Lucius había sido en extremo amable desde que puso un pie en su casa, pero así era. Agradeció al cielo cuando la melodía llegó a su fin, pero el rubio no se apartó de él ni lo llevó a una silla. Harry levantó la vista y se perdió en las profundidades grises que tenía frente a sí. Quería dejar de mirar a su suegro, pero le era imposible. Esa mirada lo tenía hipnotizado y sólo atinó a seguir mirándolo.
-No entiendo como Draco pudo abandonar algo tan exquisito –murmuró Lucius dejando a Harry sorprendido.
Jamás habría creído posible que el hombre lo describiera como 'exquisito' y menos en ese tono tan… sensual.
-Debe… debe de haber tenido un… imprevisto –fue lo que atinó a replicar.
-Un imprevisto que deberá explicarme ampliamente –dijo Lucius con enfado–. ¿Estás cansado? –le preguntó otra vez con calidez.
-Pues sí. Un poco –bajó la mirada avergonzado–. Quisiera retirarme a dormir, pero no sé dónde está mi habitación y me da pena preguntarle a algún sirviente.
-Yo te llevaré a descansar.
Sin soltarlo de la mano, lo guió a través del salón hacia el vestíbulo. Harry no había tenido oportunidad de admirar la casa porque estaba muy emocionado por la boda, pero ahora se dio un tiempo para mirar alrededor. El vestíbulo era muy amplio y la escalera que conducía hacia la planta alta, era imponente. Por doquiera se veían cuadros de los antepasados de los Malfoy y muchos hermosos adornos distribuidos por todo el lugar. Sin embargo no tuvo mucho tiempo para admirarlo pues Lucius lo hizo subir la escalera para luego torcer a la derecha y recorrer un largo pasillo. Pasaron varias puertas hasta que se detuvieron frente a una que estaba casi al final. Lucius giró el picaporte e invitó a Harry a pasar. El muchacho entró a una habitación que lo dejó sin aliento. En el centro había una enorme cama con dosel que tenía un edredón blanco como la nieve y sobre ésta, muchísimos pétalos de rosas rojas. Las velas que daban iluminación estaban a punto de consumirse constatando que ya llevaban mucho tiempo encendidas. Harry se llenó de alegría al pensar que Draco se había tomado tantas molestias para embellecer la habitación, pero enseguida se preguntó porque no se habría mantenido a su lado y mostrarle él mismo el lugar donde pasarían su noche de bodas.
-Espero que te guste –dijo Lucius haciéndolo caminar hasta la cama–. Tuve mis dudas de poner las rosas, pero al final me decidí esperando que te agradaran.
-¿Fue usted quién… quién hizo… esto? –preguntó Harry sintiendo una gran desilusión.
Había creído que Draco lo había hecho y nuevamente se preguntó dónde estaría su esposo.
-No te gustó –afirmó el hombre con desencanto.
-No, no, no –se apresuró a decir–. Me ha encantado. Muchas gracias por hacerlo.
Volteó a verlo y nuevamente le fue imposible desviar la mirada. Lucius le sostuvo la mirada y dio un paso al frente como hipnotizado. Harry fue consciente de dos manos que se acercaban y se quedó quieto mientras éstas se aferraban a sus hombros. Sintió como los dedos de su suegro se hundían en su carne, pero no dolorosamente, más bien como si quisiera constatar que era real. Transcurrió un largo instante en el que sólo se dedicaron a mirarse a los ojos. Lucius dio otro paso y se quedó muy cerca de él. Harry vio como el rubio inclinaba la cabeza, pero de pronto se detuvo y sin previo aviso, lo soltó y salió de la habitación con rapidez.
Harry se quedó parado donde estaba todavía atrapado por el magnetismo del rubio. Cuando fue capaz de moverse, se sentó en la cama sintiendo como su corazón quería escapársele del pecho. Hasta ese momento lo sintió y rogó porque su suegro no hubiera escuchado sus alocados latidos. No sabía lo que había pasado entre ellos y se negó en redondo a tratar de averiguarlo y más aún cuando sintió que una parte de su cuerpo había respondido a esa cercanía y comenzaba a erguirse.
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Hasta pronto!!!!!
